Red Roja/CEPRID
11-09-2013
Los primeros análisis rigurosos sobre
la vinculación del patriarcado con la propiedad privada y la sociedad dividida
en clases son producidos por el análisis marxista.
Era necesario que así fuera.
Fue precisa la acumulación histórica de
experiencia de lucha y de conocimientos por parte de la clase obrera explotada,
alcanzada con el capitalismo, para producir la teoría capaz de explicar las
raíces de la dominación de clase y específicamente de la opresión de las
mujeres. La teoría política que identificó a quienes más sufren la explotación
y la desposesión como sujeto revolucionario capaz de dirigir la emancipación
del conjunto de la humanidad, tuvo necesariamente que enfrentar las condiciones
específicas de la liberación de quienes soportan la opresión más intensa y
oculta del proletariado.
Los trabajos de Engels y Marx no fueron
informes académicos. Ambos eran militantes activos del movimiento obrero. Sus
debates y conclusiones cobraban vida palpitante en las luchas obreras y
tuvieron una influencia destacada en la I Internacional.
La obra de los y las marxistas tiene,
como todo producto humano, un carácter histórico concreto y, por tanto, las
limitaciones correspondientes al nivel de desarrollo del conocimiento
científico y de la lucha de clases de su época.
En este trabajo se pretende realizar
una aproximación a la vigencia de la metodología del materialismo dialéctico y
de los principios básicos del feminismo marxista, como proceso contradictorio y
en construcción. Para este acercamiento se parte casi exclusivamente de datos
europeos o de marxistas estadounidenses.
1. El feminismo marxista, de la I
Internacional a la Comuna de París
La historia del movimiento obrero está
atravesada, al menos desde los tiempos de la I Internacional, por duros debates
acerca de varias cuestiones relacionadas con las mujeres: su papel en la lucha,
si la emancipación de las mujeres se agota o no en los estrictos términos de la
lucha de clases y si – en consecuencia - ésta queda resuelta automáticamente
con la toma del poder por la clase obrera. (No sé si se entendería mejor de
otra manera)
El feminismo erigido como praxis
dirigida a conseguir la liberación de las mujeres de toda forma de opresión – y
no sólo destinado a producir teorías abstractas de dudoso interés práctico – ha
tenido la necesidad de dialogar con el marxismo, si bien la fluidez del debate
y su conexión ha variado dependiendo de las diferentes épocas y de las diversas
corrientes de pensamiento.
A pesar de las críticas realizadas
desde el feminismo hacia los partidos comunistas por haber relegado durante
décadas la lucha por la liberación de las mujeres – la mayor parte de las veces
llenas de razón - es innegable que tanto Marx, como Engels, realizaron la
primera y más radical disección de su opresión y explotación. La especificidad
de la opresión de las mujeres en las formaciones socio-económicas clasistas
aparece con fuerza desde sus primeros trabajos. Ambos autores identifican con
claridad que si bien dicha opresión está vinculada en cada estructura social a
las correspondientes relaciones de producción, las relaciones de dominación
definidas por el patriarcado atraviesan formaciones ideológicas más profundas –
que la ideología dominante expresa – pero que tienden a perpetuarse con fuerza
y que son difíciles de erradicar.
La vinculación del surgimiento del
patriarcado con la aparición de la sociedad de clases y la propiedad privada
que Federico Engels llevó a cabo en “El origen de la familia, la propiedad
privada y el Estado”, aunque matizada después, es estructural.
Engels se basó, lógicamente, en los
estudios etnográficos disponibles en su momento, que fueron resituados
posteriormente cuando se aportaron datos sobre existencia de opresión a las
mujeres antes de que se pudiera hablar propiamente de sociedad de clases, como
se verá más adelante. En nada atenúa este hecho la fuerza de su conclusión: “el
surgimiento de la familia nuclear es la derrota del sexo femenino a nivel
mundial”, que es antológica. Así mismo es inaugural la vinculación de la
monogamia con la propiedad privada y con el Estado, y por tanto con la
dominación: “la monogamia no aparece de ninguna manera en la historia como un
acuerdo entre el hombre y la mujer, y menos aún como la forma más elevada de
matrimonio. Por el contrario, entra en escena bajo la forma del esclavizamiento
de un sexo por el otro, como la proclamación de un conflicto entre los sexos,
desconocido hasta entonces en la prehistoria (…) el primer antagonismo de
clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo
entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases,
con la del sexo femenino por el masculino”1.
No es casual que, de la misma forma que
el surgimiento del materialismo histórico ha requerido de un determinado nivel
de desarrollo de las relaciones de producción y de la lucha de clases, hubiera
que esperar al capitalismo para encontrar formulaciones teóricas mas acabadas
del feminismo. A pesar de ello, el feminismo del siglo XIX no inaugura la lucha
histórica de las mujeres por su emancipación que, no sólo es muy anterior, sino
que ha conocido etapas en las que el poder y la independencia de las mujeres
eran muy superiores, negando una vez más cualquier concepción evolucionista – y
por lo tanto reformista – del proceso emancipatorio, también en el feminismo.
Pese a todos los intentos de la
ofensiva ideológica de los Estados burgueses por negar a los pueblos el legado
de la resistencia, podemos encontrar ejemplos de que la lucha por la liberación
de las mujeres es una constante y no una excepción en la historia de la
humanidad. En la segunda mitad del siglo XIII encontramos el ejemplo de la
secta dulcinita, un movimiento armado de carácter religioso (considerado
herético y aplastado por la Iglesia) entre cuyas reivindicaciones se encontraba
“una sociedad igualitaria basada en la propiedad comunal y la igualdad de
sexos”. La lucha infatigable del pueblo irlandés contra la opresión nacional
también está plagada de ejemplos de este tipo, uno de los cuales es la
participación de mujeres armadas (muchas como oficiales) en la primera
proclamación de la República de Irlanda en la Insurrección de Pascua de 1916.
Estas guerrilleras formaban aproximadamente la mitad de los efectivos de la
milicia obrera conocida como Ejército Ciudadano, el único grupo marxista
participante en este levantamiento.
Como veremos, y sin que este trabajo
tenga como objetivo polemizar con sectores del movimiento feminista, tesis como
la de Zillah Eisenstein que afirma taxativamente: “Tanto las feministas
radicales como las feministas socialistas están de acuerdo en que el
patriarcado precede al capitalismo, mientras que los marxistas creen que el
patriarcado nació con el capitalismo”2 expresan un malentendido ampliamente
extendido en el feminismo, que enfrenta de forma poco rigurosa el análisis de
clase con la lucha por la liberación de las mujeres. El malentendido tendría su
origen en un error burdo: la confusión entre capitalismo y sociedad dividida en
clases y podría dar cuenta del enésimo intento de devaluar el rigor metodológico
del marxismo.
No obstante, la confrontación de
posiciones, y sobre todo de prácticas, en el seno del movimiento obrero acerca
de la lucha por la liberación de las mujeres ha sido muy dura; tanto porque se
refiere a un proceso en desarrollo, como porque incide sobre aspectos
esenciales de la identidad de las mujeres y de los hombres, en buena medida
inconscientes.
Marx y Engels en “La sagrada familia”3
afirmaban contundentes: “Los progresos sociales y los cambios de periodos se
operan en razón directa del progreso de las mujeres hacia la libertad y las
decadencias de orden social se operan en razón del decrecimiento de la libertad
de las mujeres... porque aquí, en la relación de hombres y mujeres, del débil y
el fuerte, la victoria de la naturaleza humana sobre la brutalidad, es más
evidente. El grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la
emancipación general”, “El cambio de una época histórica puede ser siempre
determinado en función del progreso de las mujeres hacia la libertad” “Nadie
resulta más profundamente condenado que el propio hombre por el hecho de que la
mujer permanezca en la esclavitud”.
A mediados del siglo XIX la
incorporación al trabajo de mujeres y niños era ya masiva en los países mas
industrializados. Engels en “La situación de la clase obrera en Inglaterra”4 ,
escrita en 1845, refiere que casi la mitad de la clase obrera industrial tenía
menos de 18 años y algo más de la mitad eran mujeres. Relata las graves
repercusiones para la salud de las mujeres de las largas jornadas de trabajo y
de la ausencia de cualquier tipo de protección de la maternidad: “cuando están
embarazadas continúan trabajando en la fábrica hasta el momento del parto, de
otra forma, perderían sus salarios y temen que se las sustituya si dejan de trabajar
demasiado pronto. Con frecuencia ocurre que las mujeres están trabajando una
noche y a la mañana siguiente, dan a luz en la fábrica, entre la maquinaria...
Si no se obliga a estas mujeres a regresar al trabajo antes de dos semanas,
están agradecidas y se sienten afortunadas. Muchas regresan a la fábrica
después de ocho e incluso después de tres o cuatro días... Naturalmente, el
temor a ser despedidas y el miedo al hambre las lleva a la fábrica a pesar de
su debilidad y desafiando al dolor”5.
En el Manifiesto del Partido Comunista
(1848)6 Marx y Engels desvelan la hipocresía de los lamentos por la destrucción
matrimonio burgués y sitúan las posiciones desde las que construirán las líneas
de trabajo y de análisis del movimiento obrero: “La burguesía desgarró los
velos emotivos y sentimentales que envolvían la familia y puso al desnudo la
realidad económica de las relaciones familiares (…) ¡Abolición de la familia!
Al hablar de estas intenciones satánicas de los comunistas, hasta los más
radicales gritan: ¡escándalo!. Pero veamos: ¿en qué se funda la familia actual,
la familia burguesa? En el capital, en el lucro privado. Sólo la burguesía
tiene una familia, en el pleno sentido de la palabra; y esta familia encuentra
su complemento en la carencia forzosa de relaciones familiares de los
proletarios y en la pública prostitución.(...)¡Pero es que vosotros, los
comunistas, nos grita a coro la burguesía entera, pretendéis colectivizar a las
mujeres! El burgués, que no ve en la mujer más que un simple instrumento de
producción, al oírnos proclamar la necesidad de que los instrumentos de
producción sean explotados colectivamente, no puede por menos de pensar que el
régimen colectivo se hará extensivo igualmente a la mujer. No advierte que de
lo que se trata es precisamente de acabar con la situación de la mujer como
mero instrumento de producción”.
La I Internacional se enfrentó con la
necesidad de establecer con claridad la línea política del movimiento obrero en
relación con el trabajo de las mujeres. La confrontación de posiciones como
cuenta Clara Zetkin7 fue durísima e irreconciliable. En su trabajo “La cuestión
femenina y la lucha contra el reformismo” relata como el tema del trabajo de
las mujeres fue objeto de duros enfrentamientos en el seno de la I
Internacional que se ocupó de ello en dos ocasiones, en 1866 y 1875.
Ante la brutal explotación de mujeres,
niñas y niños se enfrentaron dos posiciones antagónicas: “Los radicales
anarquistas del Jura suizo, aliados con los proudhonianos franceses se declararon
contrarios al trabajo de la mujer en la industria. Con el mismo estilo con el
que el ciudadano francés Chaumette, durante la revolución francesa, se había
dirigido bondadosamente a las mujeres parisinas, las cuales deseaban
ardientemente defender con las armas la república amenazada por la Europa
monárquica, intentando persuadirlas de que volvieran a sus casas para el
abnegado cuidado de su hogar y el cuidado de los niños, a fin de que nuestros
ojos puedan mirar tranquilamente el dulce espectáculo de nuestros hijos
asistidos por vuestros amorosos cuidados, Coullery, presidente de la Sección de
Chaux des Fonds – en la Suiza francesa – en la cual más tarde los bakuninistas
tomarán el timón, fundamentaba del mismo modo su antipatía hacia el trabajo industrial
de las mujeres con declaraciones tanto o más patéticas afirmando entre otras
cosas que la mujer la sacerdotisa de la llama sagrada del hogar, debería
haberse quedado en casa. Un delegado parisino declaró que la familia es el
fundamento de la sociedad. El puesto de la mujer está en el hogar. Nosotros no
sólo queremos que no deje ese puesto y no participe en ninguna asamblea
política y no vaya a las charlas en los clubs; también queremos que, si esto no
fuera posible, no se comprometa en ningún trabajo industrial. Parte de los
delegados parisinos propusieron una resolución por la cual el Congreso
condenaba el trabajo de las mujeres como una degeneración física, moral y
social, y asignaba a la mujer su puesto en el seno de la familia, como
educadora de los hijos. Finalmente el congreso de la AIT apoyó mayoritariamente
el informe británico, redactado por Marx en el que se establecía la negativa
rotunda a prohibir el trabajo de las mujeres en la industria. La lucha del
movimiento obrero debía ir dirigida a la protección de las obreras,
excluyéndolas del trabajo nocturno y peligroso y a la elevación de la edad
mínima para el trabajo en la adolescencia. En ese informe se establece por
primera vez la reivindicación de la jornada de 8 horas para todas las trabajadoras
y trabajadores adultos.
La historia de la Asociación
Internacional de Trabajadores (AIT) es también la de la organización y
participación de las mujeres, del papel de sus huelgas y de las cajas de
resistencia sostenidas por la Internacional. La primera en adherirse fue la
liga de las pantaloneras de Inglaterra en 1867. Destacan en este periodo las
hilanderas de Lyón cuyo lema era “Vivir trabajando o morir combatiendo”. Estas
trabajadoras consiguieron en 1869, tras una dura huelga de más de cuatro semanas,
la disminución del tiempo de trabajo de 12 a 10 horas diarias sin reducción
salarial. El importante apoyo de la Internacional a su caja de resistencia fue
decisivo. Estas trabajadoras firmaron el “Manifiesto de mujeres lionesas
pertenecientes a la Internacional” en 1870, ante la guerra franco prusiana. En
él 8 instaban a los jóvenes a negarse a hacer el servicio militar. Inauguraban
así la historia de resistencia obrera a las guerras imperialistas. Un
corresponsal inglés de la época escribía: “Si los franceses fueran sólo
mujeres, ¡qué pueblo tan terrible serían!”.
La influencia de la AIT entre la clase
obrera era creciente. Se acercaba la Comuna de París, la primera gran
revolución de la historia en la que la clase obrera conquista el poder del Estado.
Una revolución apoyada fervientemente por Carlos Marx, a pesar de que
inicialmente valoraba que la situación no estaba suficientemente madura, en su
informe al General de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Sus
palabras no dejan lugar a dudas: “La Historia no tiene otro ejemplo de tal
grandeza. Con la lucha en París, la lucha de la clase obrera contra la clase
capitalista y su Estado ha entrado en una nueva fase”9. Las mujeres obreras y
las de la pequeña burguesía parisina jugaron un destacado papel en la defensa
armada del París revolucionario. Una mujer, Louise Michel, es su mayor símbolo.
Fueron muchas las mujeres que impidieron, cubriendo con sus cuerpos los cañones
de Montmartre (que el pueblo había financiado), que fueran trasladados a
Versalles. Defendieron junto a sus compañeros con las armas en la mano las
barricadas. El odio de la burguesía se expresa en femenino para denostar a
quienes utilizaban todas las bombas incendiarias a su alcance para detener el
avance de la reacción. Las llamaron “petroleuses” e integraron el heroico
destacamento de 10.000 obreros y obreras asesinados en los muros del cementerio
Pére Lachaise. El recuerdo de estas y estos primeros comunistas10, como
sentenció Marx “se conservará en el gran corazón de la clase obrera”11
El movimiento obrero aprendió de la
Comuna lecciones inolvidables. La más importante, que: “La clase obrera no
puede limitarse simplemente a tomar posesión de la maquinaria del Estado y
servirse de ella para sus propios fines”. En una nueva edición del Manifiesto
Comunista en 1872 Marx planteó ya que “la revolución obrera debe necesariamente
hacer trizas el aparato del Estado burgués”. Este hecho crucial fue
desarrollado por Lenin en “El Estado y la revolución” donde establece que la
obra creadora de la revolución proletaria no se circunscribe a ocupar el Estado
burgués. Implica algo mucho más complejo: la destrucción del orden material y
simbólico burgués desde sus raíces, incluidas aquellas que anidan en nuestros
cerebros. Esta tesis básica del marxismo apunta a lo que el Che llamará “la
construcción del ser humano nuevo”. Pero también remite a la complejidad que
entraña la emancipación de las mujeres y a la necesidad de demoler las
seculares estructuras mentales de dominación/sometimiento, consustanciales no
sólo a la dominación de clase, sino al patriarcado, que encadenan la libertad
de mujeres y hombres y que están enraizadas en lo simbólico y en el
inconsciente con especial fuerza.
Las duras luchas de la segunda mitad
del siglo XIX fueron configurando un movimiento obrero cada vez más poderoso en
organización y conciencia. Se fueron conquistando cambios en las leyes, en la
situación de la clase obrera y con ella, de las condiciones laborales de las
mujeres y los niños, aunque muy lentamente. En el Estado español, tras grandes
huelgas y manifestaciones obrera se prohibió en 1901 el trabajo de niñas y
niños menores de 10 años, aunque la realidad seguía campando por sus respetos,
de forma que Miguel Hernández pudo escribir en 1936, con plena vigencia, “El
niño yuntero”12 Niña trabajando en una industria textil13
El gráfico que se reproduce más abajo
en el que se representa la caída de la mortalidad por tuberculosis en varones,
de 0 a 64 años, desde 1930 a 1960, en Inglaterra. En ella se observa como el
descenso más brusco se opera significativamente antes de la aparición de las
sulfamidas y los antibióticos. Es decir, son las mejoras en las condiciones
laborales (reducción de jornada, salud laboral, prohibición del trabajo
infantil, etc) y de vida (alimentación, vivienda, vestido, higiene pública),
arrancadas a través de la lucha obrera las que determinan la disminución de la
mortalidad en una proporción mucho más alta que la que sería atribuible a los
servicios sanitarios. Destaca el hecho clamoroso de que, a pesar de que la
proporción de mujeres en la industria era algo mayor que la de hombres en
Inglaterra y de que – en el caso de las mujeres - al desgaste producido por el
trabajo, hay que sumarle el derivado del parto, de la lactancia y de la
menstruación, este estudio14 – por otra parte paradigmático en el ámbito de la
salud pública – se refiere exclusivamente a hombres.
2. Reformismo y revolución. Avances y
retrocesos en la lucha por la liberación de la mujer
Como señala Andrea D´Atri “bajo la
denominación de marxismo no se haya una corriente homogénea y monolítica. Para
empezar, habría que diferenciar entre corrientes reformistas y revolucionarias,
algo que no es de menor importancia cuando tratamos la cuestión de la opresión
de las mujeres”15.
La misma autora destaca la coincidencia
dentro de partidos que se identifican como marxistas, constatable en diferentes
países y épocas históricas, entre las posiciones más contrarrevolucionarias y
las menos proclives a la emancipación de las mujeres. Además los debates en su
interior, han estado atravesados por contenidos patriarcales e incluso por
lenguajes rayanos en la misoginia cuando la adversaria era una mujer. Epítetos
y frases que jamás se utilizarían análogamente en el caso de un oponente masculino
se esgrimen para descalificar posiciones políticas defendidas por mujeres en
ámbitos de la política general, no necesariamente en el estrictamente
feminista16.
2.1 Rosa Luxemburg
La socialdemocracia alemana es el
ejemplo más claro; especialmente el duro y largo enfrentamiento de Rosa
Luxemburg con su todopoderosa dirección. La capacidad de Rosa Luxemburg, la
mujer más importante de la historia del movimiento obrero, para demostrar de
forma demoledora la inconsistencia de la estrategia reformista de la dirección
del SPD hizo, en un principio, que sus dirigentes intentaran circunscribir la
actividad política de Rosa al ámbito de la organización de mujeres. Sin éxito,
como es sabido. Pero cuando la incidencia de sus posiciones contrarias a la
guerra y su defensa de la revolución soviética se hizo más peligrosa para la
socialdemocracia y para el orden imperialista en su conjunto, los métodos
fueron otros.
Rosa Luxemburg y Karl Liebnecht se
convirtieron estrictamente en enemigos a batir desde que dirigieron el
levantamiento de la clase obrera alemana que amenazaba con seguir los pasos de
la revolución soviética, en el país que constituía la clave de bóveda del
imperialismo europeo. Su asesinato a manos de los Freikorps –“cuerpos francos”
paramilitares– movilizados por el gobierno socialdemócrata, bajo la batuta del
Ministro Gustav Noske, demostró de la manera más dramática, tajante e
irreversible cómo las posiciones reformistas de la socialdemocracia no eran
sino una vergonzante máscara de su alineamiento con la estructura de dominación
del capital. El hecho de que los Freikorps fuesen el principal germen del
posterior movimiento nacionalsocialista muestra de forma ejemplar cómo la
socialdemocracia, por muchos disfraces que se ponga, acaba siempre en el otro
lado de la barricada: en el lado del capital.
A Rosa Luxemburg, antes de recibir un
tiro en la sien, le machacaron la cabeza a culatazos. Era la materialización
brutal del intento de aniquilar el pensamiento de quien la víspera de su
asesinato, desde la cárcel, escribía orgullosa: “¡El orden reina en Berlín!
¡Ah! ¡Estúpidos e insensatos verdugos! No os dais cuenta de que vuestro orden
está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su victoria y
el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con todas sus
trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!”17
2.2 La Revolución de Octubre.
La Revolución Soviética, la Revolución
por excelencia, fue también la que forjó los avances más extraordinarios en la
situación real de las mujeres y en la que se generaron líneas de pensamiento
más audaces en relación con la independencia de las mujeres, la libre opción
sexual y la lucha consciente para “sustituir la familia por otras opciones más
razonables, más racionales, basadas en los individuos separados”18. En los años
que precedieron a la Revolución Rusa se desplegó el potente movimiento feminista
soviético dirigido por Inessa Armand y Alexandra Kollontai. Ambas habían
participado junto a Rosa Luxemburg y Clara Zetkin en la agitación
revolucionaria e internacionalista contra la I Guerra Mundial. Kollontai fue la
única mujer miembro del Comité Central del Partido Bolchevique durante la
clandestinidad y en los diferentes debates internos mantuvo su alineamiento con
Lenin. Alexandra Kollontai decía en un folleto de 190919 algo tan vigente como
lo siguiente hablando de las feministas liberales: “A pesar de la aparente
radicalidad de las demandas feministas, no hay que perder de vista el hecho de
que las feministas no pueden, en razón de su posición de clase, luchar por la
transformación fundamental de la sociedad, sin la que la liberación de la mujer
no podrá ser completa”.
Inessa Armand fue la principal
impulsora de la I Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas. En su
Informe, su última obra porque murió de cólera a los pocos días, da cuenta del
enfrentamiento de posiciones con la II Internacional en este tema: “Además de
la incapacidad general de la II Internacional para la lucha revolucionaria por
el socialismo, sus elementos dirigentes estaban ellos mismos empapados hasta la
médula de prejuicios filisteos sobre la cuestión de la mujer, y por esta razón,
además de su traición general al proletariado en su lucha por el poder, la II
Internacional es responsable de varias traiciones descaradas a las mujeres
trabajadoras en el área de las demandas democráticas generales más elementales.
Por ejemplo, en cuanto a la cuestión del sufragio femenino universal: los
representantes de la II Internacional o bien no hicieron absolutamente nada
(Francia, Bélgica), o la sabotearon (Austria), o la distorsionaron
(Inglaterra)”20.
La victoria de Octubre de 1917 cambió
radicalmente los derechos de las mujeres. Nunca antes en la historia se había
producido tal avance; en pocos países europeos está ahora mismo reconocido
alguno de ellos y los muy parciales avances conseguidos están ahora en proceso
de desaparición.
La lista es enorme, sólo refiero
algunos datos. No sólo se estableció el divorcio, sino que una mujer podía
reclamar pensión infantil de un hombre con el que no estuviera casada. En 1920
los Comisariados del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social (Alexandra
Kollontai) y para la Justicia establecieron: “El aborto, la interrupción del
embarazo por medios artificiales, se llevará a cabo gratuitamente en los
hospitales del Estado, donde las mujeres gocen de la máxima seguridad en la
operación”. Las mujeres tenían el mismo salario que los hombres por el mismo
trabajo. Había comedores públicos muy baratos en barrios, lugares de trabajo y
estudio, y que para los niños eran gratuitos. Se instalaron lavanderías,
guarderías y casas comunales intentando hacer realidad el objetivo formulado
por el Partido Bolchevique en 1919: “Sin limitarse sólo a las igualdades
formales de las mujeres, el Partido tiene que liberarlas de las cargas
materiales del obsoleto trabajo familiar y sustituirlo por casas comunales,
comedores públicos, lavanderías, guarderías, etc.Aquí cabe reseñar que, si bien
los avances en la colectivización del trabajo doméstico fueron muy importantes,
no existen apenas datos que reflejen el trabajo ideológico acerca de la
corresponsabilización de los hombres en tareas caseras y cuidados. Se abolieron
todas las leyes contra la homosexualidad y contra todo tipo de actividad sexual
consentida, bajo este principio: “La legislación soviética se basa en el
siguiente principio: declara la absoluta no interferencia del Estado y la
sociedad en asuntos sexuales, en tanto que nadie sea lastimado y nadie se
inmiscuya en los intereses de alguien más”.
Cuando en el Estado español la patronal
aprovecha la actual crisis capitalista y la precariedad laboral instalada desde
hace décadas para despedir sin contemplaciones a trabajadoras embarazadas21
español, destaca por encima de todo los altos niveles de protección de la
maternidad alcanzados en la URSS hace casi un siglo. La Ley prohibía el turno
de noche y las horas extras a las embarazadas, establecía ocho semanas de
licencia de maternidad plenamente remunerada, descansos de media hora cada tres
horas para la lactancia e instalaciones de descanso en las fábricas, servicios
médicos gratuitos antes y después del parto y bonos en efectivo.
Pero no se trataba sólo de cambios en
las condiciones materiales. La necesaria revolución en las ideas estaba
presente en los grandes debates. Trotski escribía en 1920: “Para cambiar
nuestras condiciones de vida debemos aprender a mirar a través de los ojos de
las mujeres” Lenin resume las condiciones que requiere la conciencia
revolucionaria y en qué medida sólo puede serlo si defiende los intereses del
conjunto de las y los oprimidos: “La conciencia de clase de los trabajadores no
puede ser verdadera conciencia política si los obreros no están capacitados
para responder a todo tipo de tiranía, opresión, violencia o abuso, no importa
la clase que se vea afectada. (…) Debemos erradicar el viejo punto de vista de
amo del esclavo, tanto del partido como de las masas. Es una de nuestras tareas
políticas, una tarea tan urgente y necesaria como la formación de un núcleo de
camaradas, hombres y mujeres, con una sólida preparación teórica y practica,
para el trabajo del Partido entre las mujeres trabajadoras”22.
Las conquistas soviéticas en cuanto a
la emancipación de las mujeres no fueron definitivas. El impulso revolucionario
chocó con los terribles avatares a que tuvo que enfrentarse. La guerra civil,
el comunismo de guerra, el gigantesco esfuerzo que supuso la aplastante
victoria soviética sobre el nazismo y la guerra fría, condicionaron
drásticamente las condiciones de emancipación de las mujeres.
Se produjo la disociación que pretendía
superar el Partido Bolchevique de los primeros años de la Revolución. Al tiempo
que avanzaba, a años luz del capitalismo, la igualdad en el plano laboral y de
forma muy destacada la protección de la maternidad, así como los servicios
sociales públicos que liberaban del cuidado doméstico y de los cuidados a las
mujeres, es decir las condiciones materiales, las condiciones ideológicas de la
emancipación sufrieron una regresión. La insistencia de la propaganda oficial
en el papel de la mujer madre, en la función de la familia, incluso la
prohibición del aborto durante una época en la URSS, supusieron un gran
retroceso ideológico que marcó a la mayor parte de los partidos comunistas.
Aún así, la situación de las mujeres en
los países del “socialismo real” en cuanto a igualdad real y conquistas
sociales no tenía parangón con la de los países capitalistas, incluidos los
países europeos en pleno apogeo de lo que la ideología dominante dio en llamar
Estado del Bienestar”. En cuanto a la participación social de las mujeres, en
ámbitos tan característicamente masculinos como el militar, remito al
interesante artículo publicado recientemente sobre las aviadoras soviéticas en
la II Guerra Mundial, “Las brujas de la noche”23
3. El nuevo feminismo marxista.
La obra de Simone de Beauvoir “El
segundo sexo” (1949) introduce, en plena euforia de un capitalismo de guerra
fría que proclamaba el fin de la Historia, el cuestionamiento de que la
incorporación de las mujeres al trabajo abriera un camino de progreso
continuado que culminara en su liberación. Su obra tiene el valor de reintroducir
en el debate político la denuncia del patriarcado en un modelo capitalista
occidental que mantenía intacta la dominación de clase, el expolio de las
materias primas de los pueblos de la periferia y las guerras imperialistas24.
Si bien la obra de Simone de Beauvoir sacude desde el punto de vista de la
liberación de las mujeres la autocomplacencia de un capitalismo imperialista
que proporciona niveles de vida relativamente altos a la clase obrera del
centro del sistema, no llega a vincular emancipación de las mujeres y
revolución social.
El estancamiento político y el retraso
ideológico de la mayor parte de los partidos comunistas europeos en el periodo
posterior a la II Guerra Mundial, marcado por la Guerra Fría en el Este y por
el Pacto Social del “Bienestar” , tuvo repercusiones nefastas en el feminismo
vinculado a la III Internacional.
En contraste, al calor del periodo
revolucionario vivido en los años 60 y 70, marcado por el auge de la lucha de
clases, la victoria de la Revolución Cubana, las derrotas de las potencias
coloniales por Movimientos de Liberación Nacional en diferentes partes del
mundo, la victoria de Vietnam y el final de las dictaduras en el sur de Europa
surgieron potentes análisis feministas, que tenían como referente al marxismo.
Estos estudios surgieron fuera de unas anquilosadas estructuras estatales, que
cada vez tenían menos, no sólo de feministas, sino de comunistas.
Lo más fecundo del pensamiento
feminista radical de esa época supo utilizar eficazmente las herramientas
teóricas del marxismo, del psicoanálisis, de la lucha contra el racismo y del
anticolonialismo de las y los condenados de la tierra. En este ámbito es clave
la obra de dos mujeres: Kate Millet y “Política Sexual” y Sulamit Firestone y
su “Dialéctica de la sexualidad”. En ellas analizan las relaciones de poder que
estructuran la familia, la sexualidad y la opresión racial. Su lema “lo
personal es político” saca a la luz los pilares ideológicos de la dominación y
su relación con estructuras que perpetúan al mismo tiempo la opresión de clase,
de género y la dominación sobre los pueblos.
Más tarde, otras dos mujeres que
utilizan la metodología del materialismo histórico, y por tanto de la lucha de
clases como elemento explicativo fundamental de los procesos sociales, marcan
el feminismo marxista de finales del siglo XX y comienzos del XXI: Sivia
Federici y Gerda Lerner.
Ambas construyen poderosos análisis
históricos y antropológicos situados en etapas muy diferentes, Federici en la
transición del feudalismo al capitalismo y Lerner en la construcción del
patriarcado entre el año 3.500 y el 600 antes de nuestra era en los pueblos que
habitaron Oriente Medio y Asia Central.
3.1. Silvia Federici. Calibán y la
Bruja
Sin menospreciar otras aportaciones del
feminismo marxista destaca la obra de Silvia Federici, que constituye la más
importante aportación teórica de los últimos años y que aporta novedades
sustanciales en el análisis de un periodo clave: la transición del feudalismo al
capitalismo. Como ella misma señala, “cada vez que se ha revisitado esta etapa
histórica se han encontrado nuevas perspectivas de los sujetos sociales y se
han descubierto nuevos escenarios de explotación y resistencia”. Federici se ha
dotado de un objetivo poco común en el seno del pensamiento feminista:
“repensar el desarrollo del capitalismo desde una perspectiva feminista,
evitando las limitaciones de una historia de las mujeres separada del sector
masculino de la clase trabajadora”. Para concluir con un bagaje crítico de un
rigor difícil de igualar que “la reconstrucción de la historia de las mujeres o
la mirada de la Historia desde el punto de vista femenino implica una
redefinición de las categorías históricas aceptadas, que visibilice las estructuras
ocultas de dominación y explotación”.
Marx en El Capital destruye el mito
creado por la burguesía de una historia del capitalismo vinculada con la
libertad y la realización de derechos y vincula la acumulación originaria con
la expropiación masiva del campesinado europeo y de los pueblos originarios,
con el exterminio masivo de estos últimos, así como con la esclavitud25.
Federici se ubica en ese marco
conceptual, pero sitúa en el centro del foco de su análisis un fenómeno
trascendental, oculto, mistificado y disociado: la caza de brujas. A través de
una documentación exhaustiva y de su lúcido análisis destaca un hecho
incontestable: el asesinato de cientos de miles de personas, el 80% mujeres, se
produjo en un periodo histórico, los siglos XVI y XVII, cuando las relaciones
feudales estaban ampliamente disueltas; de hecho Marx sitúa el comienzo de la
era capitalista en el siglo XVI y añade “Allí donde surge el capitalismo hace
ya mucho tiempo que se ha abolido la servidumbre y que el punto de esplendor de
la Edad Media, la existencia de ciudades soberanas, ha declinado y
palidecido”26
La autora demuestra que la amplitud
geográfica de la caza de brujas – toda Europa y América – evidencia que la
feroz represión no estuvo sólo vinculada a la iglesia católica, sino que fue
llevada a cabo por todas las variantes del cristianismo hegemónicas en los
diferentes países y contó con la decisiva colaboración del poder político y con
todos sus corifeos: filósofos, juristas, médicos, jueces, etc. El mito de que
fue un vestigio de superstición medieval, arcaico y lejano en el tiempo – y por
tanto desvinculado de la instauración del capitalismo - se desmorona como un
castillo de naipes.
La acumulación originaria de capital
tiene en la caza de brujas un elemento necesario y estructural, relacionada
directamente, a su vez, con la colonización y el esclavismo. La violencia y el
terror masivos sobre los pueblos, y especialmente sobre las mujeres, fueron sus
instrumentos principales.
Federici cita la importancia que para
su trabajo tuvo la obra de María Mies “Patriarchy and Accumulation on a Wold
Scale” y la conexión que en ella se establece entre el destino de las mujeres
en Europa y el de los súbditos de las clases dominantes europeas en las
colonias. Con ello se abrían nuevas perspectivas para comprender el papel de
las mujeres en el capitalismo.
El sugestivo título de la obra de
Federici “Calibán y la Bruja” vincula los dos personajes claves que estructuran
su recorrido histórico en torno a los elementos “Mujer, cuerpo y acumulación
originaria de capital”. Calibán, el cuerpo proletario convertido en una gran
máquina de trabajo, no sólo representa la resistencia anticolonial, sino que
simboliza al proletariado mundial en lucha, a los condenados de la tierra que
se enfrentan al capitalismo. La Bruja encarna el tipo de mujeres que la feroz
represión no llegó a destruir: la partera, la curandera, la hereje, la
independiente, la mujer obeah que envenenaba la comida del amo e inspiraba la
rebelión de los esclavos.
El texto de la canción “Mujer Obeah” de
Nina Simone27 trae esos ecos, grabados a sangre y fuego en la memoria colectiva
el pueblo negro americano:
“Soy la mujer de la brujería africana
bajo el mar Para llegar a satanás tienes que pasar a través de mí Porque
conozco a los ángeles por su nombre Puedo comer el trueno y beber la lluvia
Puedo besar la luna y abrazar al sol Pero a veces el peso es demasiado grande”.
La tesis central de Calibán y la Bruja,
minuciosamente construida a través de una documentación exhaustiva, plantea que
la caza de brujas – planificada y ejecutada por la férrea alianza entre las
estructuras religiosas y las políticas – fue la respuesta del poder a la lucha
popular que pretendió emanciparse de las relaciones feudales – ya en franca
decadencia – y oponerse a las expropiaciones masivas de tierras y al
cercamiento de los comunes. Frente al mito de la Europa de los derechos y de
las libertades, tan utilizado por las clases dominantes – Silvia Federici
afirma: “La caza de brujas fue el primer terreno de unidad en la política de
las nuevas Naciones-Estado europeas”.
El objetivo del poder no era sólo
arrancar la propiedad de lo común, sino destruir las relaciones sociales y el
poder popular que se estructuraban en torno a la posesión compartida.
En esas relaciones sociales que
tuvieron como centro a la asamblea campesina y que implican la colectivización
de un saber no controlado por las clases dominantes, el papel de las mujeres
era fundamental. De ese saber formaban parte, además de los conocimientos relativos
a la salud y la enfermedad, todo lo relativo a la sexualidad, a la fertilidad,
al parto y a la reproducción, hecho que en sí mismo era fuente de independencia
y de poder para las mujeres.
La persecución de la curandera,
depositaria del saber empírico, transmitido de generación en generación, fue el
precedente necesario de la institucionalización de la “ciencia” y el desarrollo
de universidades ligadas estrictamente a la iglesia – en las que a duras penas
se abría paso el conocimiento científico - y en las que estaba absolutamente
prohibida la entrada a las mujeres. Se estableció así la expulsión de las
mujeres del saber social, la negación del saber popular y la aparición de un
saber “científico” profundamente misógino y clasista.
El hundimiento demográfico de los
siglos XV y XVI convirtió las políticas de estímulo de la natalidad en política
de Estado prioritaria y el control del cuerpo y de la capacidad reproductiva de
las mujeres en el objetivo a conseguir a cualquier precio: “Sus úteros se transformaron
en territorio político controlado por los hombres y el Estado: la procreación
fue directamente puesta al servicio de la acumulación capitalista”. La
acumulación originaria de capital se instauró también sobre el saqueo masivo y
el genocidio fuera de Europa. El exterminio del 95% de los pueblos originarios
de la América colonial se resolvió mediante un recurso masivo a la esclavitud
que tenía connotaciones diferentes a las de las grandes sociedades esclavistas
precedentes y que como demuestra Marx fue decisiva para todo el desarrollo
capitalista.
Patriarcado y racismo se funden pues en
el gigantesco magma de violencia en el que es engendrado el capitalismo y que
se hizo ideología, leyes, bulas papales, corpus científico, cárceles, potros de
tortura y hogueras. El destino de las mujeres rebeldes de las clases dominantes
era el convento o el manicomio. Pero el terror masivo sobre todo el pueblo y
muy especialmente sobre las mujeres, durante más de dos siglos, fue necesario
para producir un proletariado absolutamente desposeído y condenado a aceptar
sin condiciones la bárbara disciplina fabril. La caza de brujas con su
siniestro cortejo de tortura y la muerte, de pánico arraigado en los cerebros,
contribuyó decisivamente a facilitar el cercamiento de los comunes, la
expropiación de la tierra del pequeño campesinado y sobre todo, a producir una
clase trabajadora sumisa con una clave de bóveda oculta y engendrada mediante
el terror: las mujeres.
Las mujeres obreras peor pagadas que
los hombres, obligadas a asumir la producción y la reproducción de la fuerza de
trabajo, expropiadas de cualquier reconocimiento, poder o independencia,
degradadas, sometidas a la Iglesia, fueron violentamente reprogramadas para
transmitir la ideología dominante.
Si la acumulación originaria, con ese
plus de violencia sobre las mujeres y los pueblos de las colonias, abre paso a
la instauración del capitalismo, la caza de brujas no remite exclusivamente al
pasado sino que como señala Federici “revela aspectos constantes de las
relaciones capitalistas”. La autora refiere como la acusación de brujería
reaparece en África, India, Nepal, Timor, etc exactamente con los mismos
objetivos para privatizar masivamente las tierras y expulsar a la gente que las
explotaba para subsistir y que eran principalmente mujeres. Las compañías
mineras, las multinacionales de los agrocombustibles, de los transgénicos, de
acuerdo con los gobiernos llevan a cabo expropiaciones masivas que, otra vez,
utilizan la acusación de brujería como pretexto para la represión.
3.2. Gerda Lerner
La vinculación entre patriarcado y
esclavismo ha sido estudiada también por Gerda Lerner, historiadora comunista y
feminista28, que analiza el origen del primero en Oriente Medio y Asia Central
hace cinco milenios. Su obra corrige y desarrolla las aportaciones anteriores
de Engels formulando la trascendental tesis siguiente “la apropiación por parte
de los hombres de la capacidad reproductiva y sexual de las mujeres ocurrió
antes de la formación de la propiedad privada y de la sociedad de clases. Su
uso como mercancía está, de hecho, en la base de la propiedad privada”. Sus
estudios concluyen que la institucionalización de la esclavitud se inició con
la esclavización de las mujeres de los pueblos conquistados; en cualquier
sociedad conocida los primeros esclavos fueron las mujeres. La subordinación
sexual de las mujeres a los hombres quedó establecida en los primeros
compendios jurídicos aparecidos en la historia. El poder y la fuerza del Estado
la impuso y la dependencia económica del cabeza de familia la perpetuó. Su
conclusión fundamental abre nuevas vías teóricas y prácticas a la lucha por la
liberación de las mujeres: “La esclavitud de las mujeres, que combina racismo y
sexismo a la vez, precedió a la formación y a la opresión de las clases. Las
diferencias de clase estaban en sus comienzos expresadas y constituidas en
función de las relaciones patriarcales”. Mucho después de que la subordinación
económico-sexual fuera establecida en estas sociedades arcaicas aún las mujeres
conservaban un poder relativo en función de su papel de depositarias del saber
sobre la enfermedad y la reproducción. Eran las mediadoras por excelencia con
la divinidad que también estaba representada por poderosas diosas.
Este poder también sucumbió. Lerner
destaca la relación directa entre la plena instauración del patriarcado y la
aparición de las grandes religiones patriarcales monoteístas en Europa y Asia.
“El derrocamiento de esas diosas poderosas y su sustitución por un dios
dominante ocurre en la mayoría de las sociedades del Próximo Oriente tras la
consolidación de una monarquía fuerte e imperialista”. En las grandes
religiones patriarcales, cuyo proceso de creación culmina con la aparición del
cristianismo y el islamismo las diosas fueron derrotadas. De esta forma, las
bases ideológicas del patriarcado, íntimamente vinculadas a la religión y al
Estado, conforman la cultura occidental dominante y atraviesan sus dos pilares
fundamentales: los principios judeocristianos y la filosofía aristotélica.
Ambos se crearon y se han mantenido sobre la negación consciente del saber de
la diosa29, y la devaluación simbólica del papel social de las mujeres.
La relación directa entre patriarcado y
esclavismo en los albores de la humanidad cimenta la constatación de que en las
sociedades de clases – y especialmente en el capitalismo – la opresión de
género redimensiona y amplifica las condiciones de dominación. El hecho de que
el patriarcado como estructura de dominación se haya perpetuado y reproducido a
través de las diferentes formaciones socio-económicas le hace impregnar
profundamente estructuras simbólicas y esferas de lo inconsciente que
configuran las identidades personales y colectivas, además de atravesar toda la
superestructura ideológica y material característica de cada estructura social.
Las contribuciones de la historiadora
comunista austriaca, que trabajó codo con codo con Ángela Davis y las Panteras
Negras, aunque por otros caminos, comparte conclusiones fundamentales con
Silvia Federici. La relación entre género, raza y clase se entrelaza con el
vínculo entre la caza de brujas, el esclavismo y la acumulación originaria,
permitiendo profundizar en la coherencia interna entre la lucha feminista, la
lucha contra la discriminación racial y el combate comunista por la
emancipación de clase. Se refuerza así el principio comunista básico de que la
lucha revolucionaria de la clase obrera por su emancipación es imposible si no
implica la liberación de todos los oprimidos en función del género, nacionalidad,
raza, etc.
Algunos apuntes sobre la crisis del
feminismo radical
No pretendo analizar aquí las razones
del debilitamiento del feminismo radical pero no cabe duda que tuvo una
contribución fundamental el predominio progresivo que fueron adquiriendo posiciones
individualistas e intimistas que relegaban, o no contemplaban en absoluto, la
teoría y la práctica de la lucha de clases. Al igual que el modelo burocrático
de socialismo supuso al mismo tiempo un ramplón reduccionismo economicista que
ignoró la segunda mitad de la frase de Lenin. “El socialismo es la
electrificación, más el poder de los soviets” y toda la función emancipadora
general de la revolución socialista, el feminismo que reniega de posiciones de
clase es fácilmente asimilado por la ideología capitalista dominante. Y no
solamente se trata del cinismo de exhibir como una conquista de la igualdad el
que haya muchas mujeres ministras, mientras más del 70% de las trabajadoras en
paro en el Estado español no cobra ningún tipo de subsidio.
El enfrentamiento entre sexos dentro
del movimiento obrero y popular es utilizado por el poder para dividir
organizaciones. James Petras denuncia en un informe el papel de las ONGs en los
intentos de destrucción de las organizaciones del pueblo30. En concreto trata
de la presión desatada por una ONG en el comité de mujeres del Movimiento de
los Sin Tierra (MST) de Brasil, que además ofrecía generosa financiación, para
que las mismas abandonaran su importante participación en la lucha de clases y
en la ocupación de tierras – en las que inscribían sus reivindicaciones de
igualdad de género - y se ciñeran a demandas minimalistas, exclusivamente
feministas.
La integración en la ideología
dominante de este feminismo devaluado, mutilado de su imprescindible dimensión de
clase, está rindiendo bien pagados servicios a un imperialismo más criminal que
nunca. Las ONGs de “cooperación”, buena parte de las cuales centra sus
actividades en la “línea de género”, utilizan los fondos que reciben de los
gobiernos para arropar ideológicamente las guerras imperiales con el discurso
de la guerra humanitaria y de los derechos, sobre todo, de las mujeres. Muchas
de ellas contribuyeron a la difusión de la mentira construída de que la
invasión de Afghanistán tenía algo que ver con el burka o de que la guerra
declarada por el imperialismo euroestadounidense y sionista contra los pueblos
de África y Oriente Medio tenga como objetivo acabar con la opresión de las
mujeres en sus países respectivos.
La historiadora vasca Alicia Stürtze31
plantea que el feminismo occidental dominado por las privilegiadas mujeres
blancas pone en un primer plano la denuncia del sistema patriarcal dominante en
gran parte de los países del Tercer Mundo, de forma que, "con un racismo
latente", relega los intereses fundamentales de sus hermanas negras,
latinas o asiáticas. Ella plantea que incluso el feminismo de clase no ha
levantado con la suficiente fuerza "la condena sistemática del ajuste
estrucutral impuesto por el banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
causante de una creciente pobreza y de la reducción de los servicios públicos
y, como consecuencia la acentuación de una tragedia que, según parece no capta
lo más mínimo la atención del movimiento feminista occidental actual a quien
aparentemente no interesa la mujer en su función reproductora".
La autora vasca une su voz a la de la
comunista afroamericana Angela Davis32, creadora entre otros, del antológico
libro “Mujeres, raza y clase” en el que se pregunta: ¿Cómo es posible que
habiéndose gestado el feminismo americano, como movimiento y teoría política,
en el seno de las luchas abolicionistas y obreras de finales del siglo XIX, la
voz y las reivindicaciones de las mujeres negras hayan sido sistemáticamente
invisibilizadas por el feminismo blanco liberal? Stürtze destaca el hecho
abrumador de que el 99,5% de las mujeres muertas en el mundo (1.600 al día) a
causa de complicaciones relacionadas con el embarazo parto y puerperio han
nacido en países empobrecidos. La Tasa de Mortalidad Materna se considera en
Salud Pública como uno de los indicadores más sensibles para medir las
desigualdades sociales; lo que equivale a decir que estas muertes dependen casi
exclusivamente de factores socio-económicos – es decir del capitalismo
imperialista - y son perfectamente evitables.
Frente a hechos como éstos Alicia
Stürtze levanta intervenciones de portavoces de asociaciones progresistas de
mujeres árabes y africanas en las que denuncian que en foros internacionales
destinados a tratar de la situación de las mujeres del "Tercer
Mundo"se de prioridad a “temas tan del gusto occidental como la
circuncisión femenina o el velo”. Sus palabras son tann contundentes como las
siguientes: “Esas salvadoras blancas, de clase media.... que sólo defienden sus
intereses y no los de las mujeres pobres..defienden el derecho al aborto, pero
no la esterilización involuntaria a mujeres del tercer Mundo... (...) La
campaña occidental contra la circuncisión femenina crea la impresión de que
ésta constituye el eje de la opresión de la mujer musulmana y de hecho distrae
la atención de los verdaderos problemas de la desigualdad de las mujeres que no
han hecho sino aumentar desde que Egipto estableció estrechos vínculos con
EE.UU. e Israel”.
Campañas como la llevada a cabo en 2002
por Amnistía Internacional para “salvar a Amina” de la lapidación33, que
recorrió Europa y EE.UU pidiendo mensajes de apoyo en la web
amnistiapornigeria.org, coincidió curiosamente con una importante ofensiva de
EE.UU. contra Nigeria34. La “tranquila ofensiva” iba destinada a conseguir que
el país africano abandonara la OPEP y aumentara la producción de petróleo en
función de los intereses de las grandes potencias en vísperas de la invasión de
Iraq35.
La autora vasca concluye su lúcido
análisis con estas recomendaciones al movimiento feminista:"Desde mi
perspectiva, la mejor ayuda que podemos prestar a las mujeres del Tercer Mundo
es condenar por principio y desde una posición abiertamente antiimperialista,
todas las intervenciones humanitarias internacionales que no sirven más que a
los intereses de las grandes potencias y que, encima, “maquillan” la creciente
presión del BM y del FMI... (...) Tampoco nos vendría mal, de paso, atemperar
algo nuestro etnocentrismo (la creencia de que nuestra representación del mundo
es la más justa) y ese superior sentido misionero con que a los hombres y
mujeres occidentales parece que nos ha marcado la civilización
judeo-cristiana”36.
La denuncia de Alicia Stürtze sobre el
empeoramiento de las condiciones de vida de la población en general y de las
mujeres en particular entronca con el nuevo “cercamiento de los comunes”, que
tiene lugar muchos países de África, Asía y América de la mano de los ajustes
estructurales, de la masiva privatización de tierras y de la expulsión de las
mismas de sus habitantes. Las presiones coordinadas de las grandes
multinacionales (de la minería, del petróleo, de la industria textil o
alimentaria) y del BM y el FMI a través de la complicidad y/o la extorsión de
los gobiernos, acaban con una pequeña propiedad y tierras comunales que
permitían subsistir a millones de personas y que eran trabajadas
fundamentalmente por mujeres. Para facilitar la expropiación masiva, llevada a
cabo con la complicidad directa de los gobiernos localesse utiliza nevamente la
acusación de brujería De hecho, el Banco Mundial plantea que esa agricultura de
subsistencia es la causa de la pobreza, cuando como plantea Federici “la
agricultura y el comercio de susbsistencia son la diferencia entre la vida y la
muerte para millones de personas”.
De la misma forma que Marx analiza en
la acumulación originaria de capital, las expropiaciones masivas– violentas
siempre – convierten la tierra en capital y lanzan a la miseria a millones de
personas trabajadoras "libres", muchas de ellas niñas y niños, que
serán, ahora, presa fácil de las condiciones de trabajo semi-esclavas de las
fábricas deslocalizadas de empresas multinacionales, cerrándose así el círculo.
Silvia Federici denuncia la profunda hipocresía y los intereses estrictamente
capitalistas que se ocultan tras esa mentalidad “misionera” que criticaba
Stürtze, ahora “onegera”, vinculada a los microcréditos y vendidos como
“empoderamiento” de las mujeres. “En realidad – dice Federici – en lugar de
aliviar ala pobreza, lo que la microfinanciación ha hecho es llevar toda esa
esfera de actividades que tenía lugar al margen del mercado, dentro del mismo y
bajo el control de los bancos. De hecho, tras años de microfinanciación tenemos
un registro muy negativo, en el que muchas mujeres se ven cargadas de deudas
que no pueden pagar”. Y es en este escenario en el que se recrea la caza de
brujas con el mismo objetivo de eliminar una figura clave en las relaciones
sociales comunitarias, identificadas por el capital como un obstáculo para el
mercado. Veo la caza de brujas – dice Federici – como parte de este proceso más
amplio de nuevos cercamientos. Supone la privatización de tierras y relaciones
sociales y afecta principalmente a mujeres porque se dirige directamente contra
las formas de reproducción de subsistencia que no se orientaban hacia el
mercado”37. Conclusiones:
Tras esta aproximación a algunos de los
hitos fundamentales de la teoría y de la práctica del feminismo marxista pueden
apuntarse algunas ideas a modo de conclusiones.
A lo largo de la historia ha habido
posturas confrontadas dentro del marxismo en relación con la liberación de las
mujeres. Los periodos álgidos de la lucha de clases y antiimperialista, son
también momentos de avance del feminismo marxista. Lo contrario es también
cierto. La hegemonía del reformismo en los partidos comunistas conlleva el
olvido de la lucha feminista. Las posiciones reformistas, en las que subyacen
importantes dosis de reduccionismo economicista, son expresiones conservadoras
del orden de dominación – de clase y de género – establecido.
La acumulación originaria de capital
implicó no sólo la expropiación de tierras, el cercamiento de los comunes y la
esclavitud de la mano del colonialismo. Para que fuera posible tuvo que
destruir las relaciones sociales comunitarias y el relativo poder de las
mujeres. La caza de brujas fue la respuesta a la resistencia popular frente a la
violencia con que se implantaba el nuevo orden capitalista y patriarcal. Si la
expropiación del pueblo y la degradación de las mujeres fueron de la mano en la
creación de las relaciones sociales capitalistas, y con ellas del proletariado,
la lucha por el socialismo y por el derecho de autodeterminación de los pueblos
requieren, también, una gran batalla ideológica para arrancar las raíces de la
alienación y recuperar el poder real y simbólico del pueblo38. En ese proceso
de construcción de las vías de liberación e identidad popular juega un papel
clave la reconstrucción y adaptación de las señas de identidad y poder
simbólico de las mujeres, amputadas por el patriarcado y el capitalismo.
El hecho de que caza de brujas,
colonización y esclavismo pertenezcan a un mismo contexto histórico y político,
el nacimiento del capitalismo, marca la necesidad de unidad en la lucha entre
los y las condenadas de la tierra y la evidencia de que ninguna clase o sector
social puede ser libre sin liberar al resto de los y las oprimidas.
La crisis estructural del capitalismo y
su desesperada búsqueda de nichos de beneficio saca otra vez a escena
nuevas/viejas formas de acumulación de capital en el que las relaciones de
opresión y explotación se entrecruzan: esclavismo, patriarcado, racismo,
dominación cultural y lucha de clases.
La lucha internacionalista que
inevitablemente se enfrenta a vida o muerte a la necesidad de destruir el
capitalismo y construir el socialismo debe ser obrera, mujer, de todas las
razas y de los pueblos por sus derechos nacionales.
NOTAS:
1
Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado.http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/
2Texto
citado por Andrea D´Atri en su interesante aportación “Feminismo y marxismo:
más de 30 años de controversias” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=7972
3http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/sagfamilia/
4http://www.facmed.unam.mx/deptos/salud/censenanza/spivst/spiv/situacion.pdf
5Op.
Cit., p. 236
6http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
7Clara
Zetkin “La cuestión femenina y la lucha contra el
reformismo”http://www.icesecurity.org/feministas/LA%20CUESTION%20FEMENINA%20Y%20LA%20LUCHA%20CONTRA%20EL%20REFORMISMO.pdf.
P. 31
8
Op. Cit., p.34
9
Carlos Marx “La guerra civil en Francia”
(1871)http://investigacion.politicas.unam.mx/teoriasociologicaparatodos/pdf/Teor%EDa%201/Marx%20-%20La%20guerra%20civil%20en%20Francia.pdf
10En
el VII Congreso Extraordinario realizado del 6 al 8 de marzo del 1918, Lenin
presentó una resolución sobre la propuesta de cambio de nombre del Partido y de
modificación de su programa. La relación con la Comuna de París es, en ambos
casos, destacable:“El congreso decide que en el futuro nuestro Partido (el
Partido Obrero Socialdemócrata Bolchevique de Rusia) se llamará el Partido
Comunista de Rusia, con la palabra “Bolchevique” entre paréntesis agregada. La
modificación de la parte política de nuestro programa […] debe consistir en la
definición, lo más precisa y completa posible, del Estado de nuevo tipo , la
Republica de los Soviets, como forma de dictadura del proletariado y
continuación de las conquistas de la revolución obrera internacional,
inaugurada por la Comuna de París.” (II:
630).http://redroja.net/index.php/pensando-criticamente/957-marx-la-comuna-de-paris-y-el-proyecto-comunista
11http://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/
12http://www.poemas-del-alma.com/miguel-hernandez-el-nino-yuntero.htm
13http://pedrogarciamartin.blogspot.com.es/2011/04/explotacion-infantil-durante-la.html
14
San Martin, H (1984) La Crisis Mundial de la Salud, p.146
15http://www.rebelion.org/noticia.php?id=7972
16Op.
Cit.
17http://www.marxists.org/espanol/luxem/01_19.htm
18Palabras
de A. G. Goijbarg, responsable del comité redactor del Código de
Familia(1918)http://ateaysublevada.over-blog.es/article-la-union-sovietica-el-primer-pais-en-que-el-aborto-fue-legal-y-gratuito-100701696.html
19Tomado
de Sharon Smith “Marxismo, feminismo y liberación de la
mujer”http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5761
20http://www.icl-fi.org/print/espanol/spe/37/tesis.html
En
este enlace pueden consultarse las "tesis de la Internacional Comunista
sobre el trabajo entre las mujeres
21En
los primeros tres meses de 2013 en un hospital público de Madrid a14
trabajadoras eventuales que habían sido madres o estaban a punto de serlo no
les fue renovado su contrato de trabajo.http://rsocial.elmundo.orbyt.es/epaper/xml_epaper/El%20Mundo/14_04_2013/pla_11014_Madrid/xml_arts/art_14319803.xml?
22Clara
Ztekin “Sobre la liberación de la mujer” (Recuerdos sobre
Lenin)http://www.revolucionobrera.com/documentos/rmujer.pdf
23http://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/opinion/1423-brujas-en-la-noche
24Un
reciente análisis del mito del Estado del Bienestar puede consultarse
enhttp://redroja.net/index.php/comunicados/831-el-mito-de-la-vuelta-al-estado-del-bienestar-otro-capitalismo-es-imposible
25
“Si el dinero, como dice Augier, viene al mundo con manchas de sangre en una
mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo, por todos los poros,
desde la cabeza hasta los
pies”.http://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/eccx86s.htm
26Op
cit. Pág 106
27http://letras-de-cancion.com/canciones/show/221809/nina-simone/letras-y-traducciones-de-cancion-obeah-woman/
28 Gerda Lener, nacida en Austria, vivió en EE.UU, país al que llegó huyendo de
la persecución nazi. Allí desarrolló sus obras y su práctica militante en torno
a la liberación de la mujer y la opresión racial.
http://www.herramienta.com.ar/cuerpos-y-sexualidades/gerda-lerner-feminista-e-historiadora-injustamente-olvidada
29Iñaki
Gil de San Vicente cita la obra de Gerda Lerner para ilustrar el surgimiento
del patriarcado como primera gran ruptura en la unidad social del conocimiento
humano, y a partir de ella, el estallido de la pugna de fuerza y poder en las
colectividades humanas y entre ellas mismas. Ver “Emancipación nacional y
praxis científico-crítica”http://www.rebelion.org/noticia.php?id=22123
30“Duro
alegato de James Petras contra el accionar de las ONGs. Acusación de emprender
una campaña cloroformante y
despolitizadora”.http://www.servicioskoinonia.org/relat/207.htm
31
Alicia Stürtze “Feminismo de clase”.http://generoconclase.blogspot.com.es/2011/01/feminismo-con-clase.html
32
Su biografía y el libro “Mujeres, raza y clase” pueden encontrarse
en:http://es.groups.yahoo.com/group/foro_centenario/message/50243
33
http://www.cesarsalgado.net/200205/020524.htm
34
Le Monde Diplomatique “Tranquila ofensiva estadounidense sobre el oro negro
africano”http://monde-diplomatique.es/2003/01/servant.html
35
Para un análisis de la emigración, las riquezas naturales, la lucha contra el
neocolonialismo y el AFRICOM en Nigeria puede verse: “Nigeria: lucha de clases
en el corazón de las tinieblas. Maestro. A. (2007)
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=56890
36
Alicia Stürtze. Op. Cit.
37
Entrevista a Silvia Federici para nodo 50:
http://info.nodo50.org/La-caza-de-brujas-revela-aspectos.html
38Toda
la obra de Iñaki Gil de San Vicente está atravesada por el análisis inseparable
de los tres elementos: opresión de clase, patriarcado y opresión nacional y por
la defensa de una praxis política que las incluya. Destaco este fundamental
artículo: “La dialéctica como arma, método, concepción y arte”
http://www.rebelion.org/docs/55787.pdf
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