PUBLICADO POR ACUARELA ON LUNES, 13 DE
MAYO DE 2013
ENGARCES
Los engarces son historias aparentemente
imposibles de alianzas que transforman el dolor por el mayor de los daños (la
muerte violenta de los seres queridos) en fuerza creadora de nuevos vínculos y
posibilidades de vida. Que rompen la cadena fatal de victimización,
resentimiento y violencia, más victimización, más resentimiento y más
violencia. Que desmontan las imágenes de enemigo que ocultan la dimensión
humana del otro. Y dan así un sentido fuerte y positivo a la palabra “paz” en
tanto que vida compartida, convivencia.
Versión completa de la
entrevista con Terry Rockefeller aparecida el 10-9-2011 en Público, por
Margarita Padilla, Juan Gutiérrez y Amador Fernández-Savater **
Terry Rockefeller es
documentalista y activista por la paz. Ha realizado documentales sobre el
movimiento por los derechos civiles y La Gran Depresión en EEUU. Perdió a su
hermana Laura en el 11-S y desde entonces participa activamente en la
organización Peaceful
Tomorrows (Mañana en Paz). Forma
parte de la International Network for Peace (Red de Afectados por Violencia Política).
Tras cada acto de violencia
y terror surge un grito: “nunca más”. En el caso de Peaceful Tomorrows, ese
grito va más allá de la exigencia de castigo para los responsables del 11-S y
se traduce en acciones de paz positiva que asumen dimensiones globales. Acciones
de paz que pasan, en buena medida, por entender (y ayudar a entender) la
violencia, sus razones y consecuencias. Entender la violencia, para no reproducirla.
Terry, ¿qué te ocurrió el
once de septiembre?
Mi hermana Laura era actriz
y cantante, vivía en Nueva York. Encontró un trabajo de dos días como ayudante
en un curso de nuevas tecnologías que se desarrollaba en el World Trade Center.
Cuando el primer avión golpeó la torre norte, ella estaba en el piso 106.
Enseguida fui hasta allí. Era un paisaje de pesadilla, hierros retorcidos,
escombros de hormigón y un humo muy denso que se elevaba desde los restos. Lo
primero que pensé fue: “alguien ha querido hacer esto”. Me abrumó la
intencionalidad de la violencia del 11-S.
Cuando los atentados del
11-M en Madrid, la ciudadanía enseguida relacionó el “no a la guerra” y los
atentados, por eso la crítica de la guerra se hizo muy presente. Y mientras que
los grupos más militantes quedaban paralizados por sus visiones internas, la
ciudadanía (supuestamente “no concienciada”) desplegó un abrazo social de amor
y solidaridad que arropó a las víctimas en un deseo de paz, neutralizando el
deseo de venganza y de guerra. Nuestra impresión es que en EEUU no pasó lo
mismo.
¡Pero en Nueva York fue
exactamente así! La solidaridad se desbordó. Se improvisaban santuarios de
duelo y recuerdo por la calle, los restaurantes ofrecían comida gratuita, la
gente manifestaba su apoyo de mil formas distintas. ¿Sabes? Las ciudades menos
interesadas en la venganza fueron aquellas tocadas más directamente por los
atentados. La gente que vivió de cerca la destrucción no estaba preocupada por
la revancha. Es verdad que ese “abrazo social” no llegó a cambiar la política
como ocurrió en España, con la victoria de Zapatero y la salida de las tropas.
Nuestra política cambió, pero a peor. Desde EEUU vimos con asombro todo lo que
sucedió tan rápidamente en España.
¿Cómo reaccionaste a la
muerte de tu hermana?
La gente me preguntaba:
“¿no estás furiosa? ¿No quieres venganza?” Claro que estaba furiosa, nos habían
arrebatado brutalmente a Laura, ya no podríamos escucharla cantar ni reír, ella
no podría cumplir ninguno más de sus sueños. Pero la venganza es un tema muy
diferente. Tras visitar la zona cero en Nueva York, era incapaz de imaginar en
qué podría consistir una venganza. Y tenía el sentimiento irresistible de que
perseguirla empujaría el mundo fuera de todo control.
Mantener esta posición no
fue fácil, en el ambiente caldeado post-11S. Algunas personas de Peaceful
Tomorrows hemos sido tildadas de anti-patrióticas en varias ocasiones. Un
locutor de radio llegó a acusarme de no amar a mi hermana, cuando dije que me
parecía importante preguntarse porqué Al-Qaeda había llevado a cabo los ataques
del 11-S. ¡Confieso que no fue fácil sentirme no violenta con ese locutor de
radio!
¿Qué es Peaceful Tomorrows?
Una organización donde
familiares y víctimas buscamos caminos para cortar la espiral de la violencia
que desató el 11-S, lo que se conoce como “Guerra contra el Terror”. Nos
hacemos cargo, no sólo de nuestros familiares, sino de todos las personas que
han muerto debido al 11-S. Nos hemos embarcado en numerosas campañas desde
2002: nos oponemos a las guerras en Irak y Afganistán; reivindicamos justicia
democrática para los responsables del 11-S y no juicios militares; exigimos el
cierre de Guantánamo y que los torturadores rindan cuentas; y trabajamos muy
duro contra la ola de islamofobia que amenaza con anegar EEUU.
¿Es Peaceful Tomorrows
minoritaria entre las víctimas del 11-S?
En EEUU no sólo hay una,
dos o tres organizaciones como aquí, sino cerca de doscientas, algunas muy
especializadas (en temas de documentación, seguros, programas especiales,
heridos, etc.). No es que seamos una minoría, sino que la mayoría de las
víctimas han decidido activarse en otras líneas de trabajo, con otras
preocupaciones. La mayoría de gente en EEUU se opone a la guerra en Afganistán,
pero aún no se ha parado. La mayoría de gente EEUU se ha manifestado contra la
guerra de Irak, pero aún no la hemos detenido. No creo que seamos minoritarios,
sino quizá menos visibles.
Vuestras primeras
iniciativas fueron viajar a Afganistan e Irak.
Nuestros seres queridos son
víctimas civiles inocentes. La guerra contemporánea mata sobre todo civiles. Es
un hecho, no importa lo inteligentes que sean las bombas. En 2002 y 2003 fuimos
a Afganistán e Irak y organizamos “hermanamientos” con otras víctimas civiles
inocentes. Personalmente, estuve en Bagdad y Basra, antes de la invasión
estadounidense. Hablo de “hermanamiento”, porque entre nosotros había un lazo
muy fuerte de sufrimiento compartido. Sentíamos lo mismo, habíamos sufrido la
misma pérdida y respondíamos de igual modo: no a la guerra. El terrorismo no se
acaba con la guerra. Es un pensamiento erróneo.
Has vuelto a ir luego a
Irak, ¿verdad?
Más tarde he trabado
relación con La’Onf.
Es una federación de casi un centenar de asociaciones activas en Irak
trabajando en torno a la no violencia. Me pareció increíble escuchar a iraquíes
contar cómo se vieron transformados por la sola noción de la lucha no violenta.
Es una cuestión muy profunda: ¿de qué sirve la no violencia en medio de una
guerra? ¿No supone complicidad con el ejército ocupante de EEUU? Ellos
responden que no, que la no violencia se opone a la ocupación pero que no
quieren participar en más violencias porque ya han tenido suficientes (bajo
Hussein, durante la guerra y ahora en la ocupación).
Buscan una tercera vía de
oposición no violenta a la ocupación, los conflictos étnicos o regionales y la
corrupción. No buscan tumbar al gobierno, sino obtener electricidad, agua,
educación y trabajo para los iraquíes. Y están prefigurando lo que desean que
sea el futuro de Irak. Esta primavera pasada decían en una declaración: “la no
violencia es la solución para reformar Irak y transformarla en una democracia
civil… En la no violencia las personas no son nuestro enemigo, es a la injusticia
a lo que nos oponemos”. No es una organización pequeña, La’Onf está implantada en las dieciocho
provincias que tiene Irak y participan muchas mujeres, contradiciendo todos
nuestros estereotipos sobre el papel de las mujeres en Irak.
Os habéis movilizado
también en Estados Unidos.
Sí, por ejemplo en torno al
rechazo de la pena de muerte. No creo que el Estado deba tener el poder para
matar a nadie. Nos movilizamos para que no fuera ejecutado Zacharius Moussaoui,
el llamado “secuestrador número 20” o “terrorista del zapato”. Durante el
juicio, conocimos a su madre, Aicha. Supimos por ella que educó a sus hijos
como inmigrante musulmana de Marruecos en Francia. Era una esposa muy joven en
un matrimonio forzado. El marido la pegaba a ella y a los hijos. Aicha es una
musulmana laica, pero Moussaoui viró al islamismo radical cuando creció y se
fue a vivir a Inglaterra. Nosotros le hablamos a Aicha de los seres queridos
que habíamos perdido y de que a pesar de nuestro dolor no apoyábamos la pena de
muerte. Finalmente, yo misma testifiqué en el juicio y fue muy importante para
mí evitar la ejecución de Moussaoui, la espiral de muerte.
Otro motivo de movilización
para vosotros ha sido Guantánamo.
Hace poco hemos conocido a
Omar Deghayes, un preso recién liberado de Guantánamo. Un caso de completa
equivocación de identidad. La inteligencia pakistaní vendió (literalmente) a
Omar a las autoridades militares americanas. Le ha llevado seis años salir de
Guantánamo. Ha sido torturado numerosas veces y ha perdido la vista del ojo
derecho. Hablamos durante horas. No he vivido nada parecido, pero siento una
conexión muy fuerte con él. Me impresionó una historia: Omar pidió varias veces
libros sobre EEUU, pero se los denegaron, sólo le daban el Corán. Diez años más
tarde seguimos con Guantánamo activo, un espacio inconstitucional, fuera de la
ley.
Obama no ha cumplido su
promesa de cerrarlo.
Millones de personas se han
movilizado para parar las guerras y cerrar Guantánamo, pero aún no lo hemos
conseguido. Obama nos ha decepcionado completamente, incumpliendo todas sus
promesas: cerrar Guantánamo, salir de Afganistán, ejecutar a Bin Laden en lugar
de llevarle a juicio como exige la justicia democrática, etc. Esta lucha va a
ser larga y dura. Hay algo muy roto en el sistema político estadounidense. Me
siento responsable de ello, no culpable, pero sí responsable.
¿Por qué te sientes
responsable de las acciones de gobiernos a los que no apoyas?
Me tomo la democracia muy
en serio. Si en las elecciones no sale lo que quieres, tienes que activarte,
protestar en la calle, trabajando día a día para cambiar la mentalidad de la
gente. La ciudadanía no acaba cuando votas. Y desde luego no hemos hecho lo
suficiente todavía. Nuestra democracia está como paralizada por el 11-S.
Entonces se instaló una especie de ceguera colectiva y la decisión de ir a la
guerra apenas tuvo oposición en el Congreso.
Hablas de islamofobia en
EEUU.
Recuerda el asunto de la
“mezquita” justo hace un año. Sólo se trataba de un centro cultural árabe que
se iba a abrir en Manhattan, como hay otros centros culturales judíos o
budistas. Un lugar donde estudiar, encontrarse y también meditar. Pero los
políticos ultraconservadores instrumentalizaron con fines electorales un
sentimiento anti-islámico, apelando a la memoria de las víctimas del 11-S. Eso
me rompió el corazón.
En EEUU hay mucha
ignorancia. Ha habido ataques a musulmanes, pero también a indios e incluso a
latinoamericanos sólo por ser morenos como los árabes. Buscan dividirnos según
cómo vestimos, rezamos o no rezamos. Son las diferencias que tenemos que dejar
en segundo plano para afrontar las verdaderas divisiones, las que condujeron al
11-S. Los secuestradores del 11-S eran musulmanes muy bien educados que no
recibieron un buen trato, dignidad y respeto en los contextos europeos donde
vivieron. Lo último que yo quiero es humillar y deshumanizar a alguien por su
religión.
El centro cultural
pretendía ser un lugar de entendimiento y eso es lo que falta. Entender al
otro, aunque no estés de acuerdo. Entender incluso las motivaciones de los
terroristas, sin justificar sus métodos. Es un gran desafío. ¿Por qué rezas
así, por qué comes esto y no lo otro? ¿Qué significa Jihad? Jihad significa
lucha, lucha interior, lucha interior con mi propia fe. No significa violencia.
Escuchar hablar a un musulmán sobre la Jihad puede ayudar a un católico, a un
budista o a un ateo. Porque hay quien lucha también con su no creencia. Yo
todos los días me pregunto qué significa mi no creencia y de dónde vienen
entonces mis valores.
¿Cómo te sentiste sobre la
muerte de Bin Laden?
Medité profundamente sobre
aquello y concluí que la muerte de Bin Laden, el líder de la organización que
asesinó a mi hermana, no cambiaba fundamentalmente la búsqueda en la que estoy
comprometida desde el 11 de septiembre de 2001. Bin Laden fue asesinado tras
los levantamientos pacíficos en el mundo árabe que para mí son señales de que
el terrorismo de Al-Qaeda está en declive. Me entristeció cómo le mataron. Otra
vulneración más de la justicia democrática. Creo que no se le quiso capturar ni
llevar a juicio. Desde el 11-S, la Constitución americana ha sido violada una y
otra vez y yo quiero que esto termine. Mi visión personal es que un sistema de justicia
democrática, de acuerdo con los principios de la justicia internacional, que se
aplica igual a todos y que piensa en el mundo como un conjunto, es una fuerza
para la no violencia, atempera los deseos de venganza.
¿Ha cambiado tu visión del
mundo tras el 11-S?
Antes del 11-S era una
defensora muy activa de los derechos humanos, como documentalista, militante de
Amnistía Internacional, etc. Cuando ocurrió el 11-S, mi deseo más apasionado es
que la muerte violenta de mi hermana no llevará a otras muertes violentas. Fue
inmediato. Los amigos me llamaban y yo les decía eso. Una confirmación de quien
era. Lo nuevo en mi vida es la conexión sensible con el dolor y la gente que
lucha por lo mismo que yo. Trabajo contra la guerra de Irak y quiero estar conectada
con los iraquíes que la sufren. Antes todo era más abstracto, un activismo más
abstracto, no tenía una sensibilidad que me conectase tan profundamente con los
otros. Esta necesidad de juntarse y organizarse con otras víctimas de violencia
política era una novedad en mi vida. Necesitaba hablar con otras víctimas y
estar junto a ellas. Nunca pude imaginar que un afgano me entendiese mejor que
mi vecino de al lado.
¿Hay entonces relación
entre la actividad pública de Peaceful Tomorrows y el proceso de sanación
personal?
Sí, las dos cosas van
unidas muchas veces. Para mi fue muy importante anímicamente durante los
primeros meses encontrar otra gente que decidía oponerse públicamente a la
guerra exclamando “not in my
name”. Y luego encontrar compañeros para el camino, otra gente que
ha pasado por lo mismo, que comparte la tragedia y que reacciona igual. Ahora
tengo amigos que nunca habría imaginado tener. Mi hermana era amante de la paz.
De hecho era una persona mucho más amable y tierna que yo. Muchos de sus amigos
vinieron a mi cuando fue asesinada y me dijeron: “una de las cosas más duras
del 11-S es que de alguna manera todos esperábamos que Laura estuviera aquí para
ayudarnos a elaborarlo”. Siento que la honro acercándome a otra gente que
sufre, actuando como lo hago. Y eso me hace mucho bien.
** Terry Rockefeller fue
invitada en mayo a Madrid por la Asociación 11-M
Afectados de Terrorismo a
un encuentro de víctimas por la justicia democrática y la paz. Agradezco a
Jesús Abril de la Asociación 11-M su ayuda para la entrevista. En la foto
interviene ante alumnos del IES Jaime Ferrán Clúa de San Fernando de Henares,
en una actividad organizada por Juan Cordero de Ciria y Guillermo García Domingo.
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