El marxismo de la
subjetividad revolucionaria de Lukács
MICHAEL LÖWY
Sábado
7 de septiembre de 2013
Durante
muchos años, los investigadores y lectores se preguntaron por qué Lukács nunca
contestó al fuego intenso de la crítica dirigida contra Historia y
Conciencia de Clase(HCC) poco después de su publicación, particularmente
desde las filas comunistas. El reciente descubrimiento de Chvostismus
und Dialektik, en los viejos archivos del Instituto Lenin, muestra que el
"eslabón perdido" existía. Efectivamente Lukács respondió en forma
muy explícita y vigorosa a estos ataques y defendió las principales ideas de su
obra maestra hegeliano-marxista de 1923. Se podría considerar esta respuesta
como el último escrito marxista revolucionario del filósofo húngaro, poco antes
de que se produjera un giro importante en su orientación teórica y política.
Laszlo
Illés, el editor húngaro de Seguidismo y dialéctica (SyD) en
1996, cree que fue escrito en 1925 o 1926 "al mismo tiempo que las
importantes revisiones de la Edición Lassalle y los escritos de Moses
Hess". Creo que 1925 es la fecha más exacta, porque no hay razones para que
Lukács esperara dos años para responder a críticas publicadas en 1924. El
estilo del documento sugiere mas bien una respuesta inmediata. Pero sobre todo,
no creo que sea contemporáneo al artículo sobre Moses Hess (1926) por un buen
motivo: y es que este texto está estrictamente opuesto, como trataré de
demostrar más adelante, en su orientación filosófica básica, al ensayo
recientemente descubierto.
Ahora
que sabemos que Lukács consideró necesario defender Historia y
Conciencia de Clase contra los críticos comunistas
"ortodoxos" -nunca se molestó en contestar a los socialdemócratas- la
pregunta obvia, que curiosamente no plantean los editores (ni los ingleses, ni
los húngaros) es ¿por qué no lo publicó? Se me ocurren tres respuestas posibles
a esta pregunta:
1)
Lukács temía que su respuesta pudiese provocar una reacción de los organismos
soviéticos o del Comintern, agravando así su aislamiento político. No creo que
esa sea una explicación plausible, no sólo porque en 1925- contrariamente a
1935- todavía había lugar para la discusión en el movimiento comunista, pero
sobre todo considerando que en 1925 había publicado una dura crítica a la
"sociología marxista" de Bujarin, que tiene muchos puntos en común
con Seguidismo y dialéctica.[1] Por
supuesto, Bujarin era una figura mucho más importante en el movimiento
comunista que Rudas o Deborin, y sin embargo Lukács no tuvo miedo de someterlo
a un intenso ataque crítico.
2)
Lukács trató infructuosamente de publicarlo. Otra hipótesis posible es de que
la envió a una publicación soviética -por ej. Pod Znamenem Marxisma (Bajo
la bandera del marxismo), donde Deborin había publicado un ataque contra él en
1924- pero el ensayo fue rechazado dado que los editores estaban más del lado
de Deborin. Esto explicaría por qué el manuscrito se encontró en Moscú y
también -tal vez- por qué Lukács uso la palabra rusa Chvostismus,
que sólo conocían los lectores rusos. También podría ser que el ensayo fuese demasiado
largo para ser publicado en una revista y demasiado corto y polémico para
aparecer como libro.
3)
Algún tiempo después de escrito este ensayo -unos pocos meses o tal vez un año-
Lukács comenzó a tener dudas y finalmente cambió de parecer y ya no estuvo de
acuerdo con esa orientación político-filosófica. Entre paréntesis, esta
hipótesis no se contradice necesariamente con la anterior.
En
cuanto al silencio de Lukács sobre este documento en los años siguientes , se
puede explicar fácilmente por su rechazo -particularmente después de la década
de 1930 - de HCC como un libro "idealista" e incluso
"peligroso".
Seguidismo
y dialéctica es, como su título lo sugiere, un
ensayo en defensa de la dialéctica revolucionaria y en contra de gente como
Lazlo Rudas (un joven intelectual comunista húngaro) y Abram Deborin (un
ex-menchevique y seguidor de Plejanov) que representaban, dentro del movimiento
comunista, un punto de vista influyente y poderoso, semi-positivista y
pre-dialéctico.[2] A
pesar de su excelente valor en este aspecto, el documento tiene, según mi
opinión, algunos defectos graves.
El
más obvio es que se trata de una polémica en contra de autores de segunda
línea. En sí, esto no es una cuestión relevante. ¿Acaso Marx no debatió en
detalle los escritos de Bruno y Edgard Bauer? Sin embargo, Lukács adoptó, hasta
cierto punto, los temas de sus críticos y limitó sus respuestas a los problemas
que ellos planteaban: la conciencia de clase y la dialéctica de la naturaleza.
Aunque el primero es un tema ciertamente esencial en la dialéctica
revolucionaria, apenas puede decirse lo mismo del segundo. Es difícil percibir
el significado filosófico/político de muchas páginas de SyD dedicadas
a la epistemología de las ciencias naturales, o a la cuestión de que la
experimentación y la industria son en sí mismas -como creía Engels
aparentemente- una respuesta filosófica al desafío de la cosa-en-sí kantiana.
Otra consecuencia de esta temática limitada es que la teoría de la reificación,
que es uno de los argumentos centrales de HCC y la
contribución mas importante de Lukács a una crítica radical de la civilización
capitalista, que ejercería una influencia poderosa en el marxismo occidental de
todo el siglo XX (desde la Escuela de Frankfurt y Walter Benjamin a Lucien
Goldmann, Henri Lefebvre y Guy Debord) estuviese totalmente ausente de Seguidismo
y dialéctica, como también estaba ausente en las laboriosas polémicas de
Rudas y Deborin.
En
relación a la conciencia de clase y la teoría leninista del partido
-verdaderamente la parte más interesante de este ensayo- hay un problema otro
tipo. Si se compara la discusión de estos temas en HCC con los
de SyD, no se puede dejar de tener la impresión que su interpretación
del leninismo en el segundo texto, adquiere un tono definitivamente
autoritario. Mientras que en la obra de 1923 hay un intento original de
integrar algunos de los puntos de vista de Rosa Luxemburgo en una especie de
síntesis entre ella y el leninismo[3],
en este ensayo polémico Luxemburgo solo aparece en forma bastante simplista,
como una referencia negativa y como la encarnación del espontaneísmo puro.
Mientras que en HCC la relación entre "conciencia
atribuida" y la empírica se percibe como un proceso dialéctico en el cual
la clase, asistida por su vanguardia, se eleva a una conciencia inclusiva (zugerechnetes
Bewustsein) por medio de su propia experiencia de lucha, en SyD la
tesis estrictamente no-dialéctica kautskyana de que el socialismo "es
introducido desde afuera" en la clase por los intelectuales (una visión
tomada por Lenin en ¿Qué hacer? (1902), pero descartada
después de 1905), se presenta como la quintaesencia del "leninismo".
Mientras que en HCC Lukács insistía en que "los consejos
obreros son la superación político-económica de la reificación"[4],
en SyD se ignora a los soviets y se refiere sólo al partido,
identificando incluso la dictadura del proletariado con la "dictadura de
un verdadero Partido Comunista".
A
pesar de estos problemas, Chvostismus und Dialektik tiene poco
en común con el estalinismo y puede ser considerado como un ejercicio poderoso
de dialéctica revolucionaria, en contra de la rama cripto-positivista del
"marxismo" que muy pronto se convirtió en la ideología oficial de la
burocracia soviética. El elemento clave en esta batalla polémica es el énfasis
que Lukács pone en la importancia revolucionaria decisiva del momento
subjetivo en la dialéctica histórica del sujeto/objeto. Este tema corre
como un hilo rojo a través de todo el texto, especialmente en su primera parte,
pero hasta cierto punto también en la segunda. Tratemos de poner en evidencia
los principales momentos de este argumento.
Se
podría empezar con el misterioso término de Chvostismus en el
título del libro. Lukács nunca se molestó en explicarlo, suponiendo que sus
lectores (¿alemanes? o ¿rusos?) lo conocerían. La palabra fue usada por Lenin
en sus polémicas (por ejemplo, en ¿Qué hacer?) contra los
"marxistas economicistas" que "van a la cola" del
movimiento obrero espontáneo. Sin embargo, Lukács lo usa en un sentido
"historiosófico" mucho más amplio. Chvostismus significa
seguir pasivamente -"a la cola"- el curso "objetivo" de los
acontecimientos, ignorando los momentos subjetivo-revolucionarios del proceso
histórico.
Lukács
denuncia el intento de Rudas y Deborin de transformar al marxismo en una
"ciencia", en el sentido burgués y positivista. Deborin -un
ex-menchevique- intenta, en una maniobra regresiva, llevar nuevamente al
materialismo histórico "al redil de Comte o Herbert Spencer" (auf
Comte oder Herbert Spencer zurückrevidiert), una especie de sociología
burguesa que estudia leyes trans-históricas que excluyen toda actividad humana.
Y Rudas se ubica como un observador "científico" del curso objetivo,
regido por leyes, de la historia, con lo cual puede "anticipar" los
acontecimientos revolucionarios. Ambos consideran digno de investigación
científica sólo aquello que esté libre de toda participación por parte del
sujeto histórico. A su vez, ambos rechazan, en nombre de esta ciencia "marxista"
(en realidad, positivista) cualquier intento de acordar "un papel activo
y positivo a un momento subjetivo de la historia".[5]
La
guerra contra el subjetivismo, dice Lukács, es la bandera bajo la cual el
oportunismo justifica su rechazo a la dialéctica revolucionaria: fue utilizado
por Bernstein contra Marx y por Kautsky contra Lenin. En nombre del
anti-subjetivismo, Rudas desarrolla una concepción fatalista de la historia que
sólo incluye "las condiciones objetivas", pero no deja lugar para la
decisión de los agentes históricos. En un artículo de Inprekor contra
Trotsky-criticado por Lukács en SyD- Rudas sostiene que la derrota
de la revolución húngara en 1919, se debió solamente a las "condiciones
objetivas" y no a los errores de la dirigencia comunista. Menciona tanto a
Trotsky como a Lukács, como ejemplos de una concepción política unilateral que
enfatiza demasiado la importancia de la conciencia de clase proletaria.[6]
En
tanto que rechaza la acusación de "idealismo subjetivo". Lukács no se
retracta de su punto de vista subjetivo y voluntarista: en los momentos
decisivos de la lucha "todo depende de la conciencia de clase, de la
voluntad conciente del proletariado", es decir, del componente subjetivo.
Naturalmente existe una interacción dialéctica entre sujeto y objeto en el
proceso histórico, pero en el momento (Augenblick) de la crisis, le da
una dirección a los hechos, en forma de conciencia y práctica revolucionaria. Con
su actitud fatalista, Rudas ignora la praxis y desarrolla una teoría del
"seguidismo" pasivo que considera que la historia es un proceso
"que tiene lugar independientemente de la conciencia humana".
¿Qué
es el leninismo -se pregunta Lukács- sino la insistencia permanente sobre
"el rol activo y conciente del momento subjetivo"?
¿Cómo podría uno imaginarse "sin esta función del momento subjetivo"
el concepto de Lenin de la insurrección como un arte? La insurrección es
precisamente el Augenblick, la instancia del proceso revolucionario
donde "el momento subjetivo tiene una predominancia decisiva (ein
entscheidendes Übergewicht)". En esa instancia, el destino de la
revolución, y por lo tanto el de la humanidad "depende del momento
subjetivo". Esto no significa que los revolucionarios debieran
"esperar" la llegada de este Augenblick: no hay ningún
momento en el proceso histórico, donde la posibilidad de un rol activo de
los momentos subjetivos esté completamente ausente.[7]
En
este contexto, Lukács enfoca sus herramientas críticas contra una de las
principales expresiones de esta concepción positivista,
"sociológica", contemplativa, fatalista y objetivista de la historia
(chvostistich en la terminología de SyD): la ideología
del progreso. Rudas y Deborin creen que el proceso histórico es una
evolución mecanicista que fatalmente lleva a la próxima etapa. Se concibe la
historia de acuerdo con los dogmas del evolucionismo, como un avance permanente,
un progreso sin fin: la etapa siguiente en el tiempo, es necesariamente
superior en todos los aspectos. Sin embargo, desde un punto de vista
dialéctico, el proceso histórico "no es ni evolucionista ni
orgánico", sino que es contradictorio; se desarrolla espasmódicamente en
avances y retrocesos.[8] Desafortunadamente Lukács no
desarrolla estos conceptos que apuntan hacia un corte radical con la ideología
del progreso inevitable, tan común en el marxismo de la Segunda y -después de
1924- de la Tercera Internacional.
Otro
aspecto importante relacionado a la batalla contra la degradación positivista
del marxismo es la crítica que Lukács hace en la segunda parte del ensayo,
contra las opiniones expresadas por Rudas sobre la tecnología y la industria
como un sistema "objetivo" y neutral de "intercambio entre los
seres humanos y la naturaleza". Esto significaría, objeta Lukács, ¡que
existe una identidad esencial entre la sociedad capitalista y la socialista!
Desde su punto de vista, la revolución debe cambiar no sólo las relaciones de
producción sino que también debe revolucionar en gran medida las formas
concretas de la tecnología y la industria que existen en el capitalismo, dado que
están íntimamente ligadas a la división capitalista del trabajo. En ese
aspecto, Lukács también estaba muy adelantado a su época, pero no desarrolla su
sugerencia en su ensayo.[9]
Casualmente,
existe una analogía llamativa entre algunas de las formulaciones de Lukács en SyD (la
importancia del Augenblick revolucionario, la crítica a la
ideología del progreso, el llamado a una transformación radical de la
infraestructura técnica) y las últimas reflexiones de Walter Benjamin.
Unos
pocos meses después de escribir Seguidismo y dialéctica -en
todo caso, menos de un año- Lukács escribió el ensayo "Moses Hess y los
problemas de la Dialéctica Idealista" (1926) que exhibe una perspectiva
político-filosófica radicalmente diferente. En este texto brillante, Lukács
celebra la "reconciliación con la realidad" de Hegel, como prueba de
su "grandioso realismo" y su "rechazo de todas las
utopías". En tanto que este realismo le permite comprender "la
dialéctica objetiva del proceso histórico", el utopismo moralista y el
subjetivismo de Moses Hess y los hegelianos de izquierda no llevaba a ninguna
parte. Como traté de demostrar en otro lado, este ensayo proporciona la
justificación filosófica de Lukács mismo en su "reconciliación con la
realidad", es decir con la Unión Soviética estalinista, que implícitamente
representaba "la dialéctica objetiva del proceso histórico."[10] Poco después, en 1927, cuando
Lukács, quien todavía había citado favorablemente a Trotsky en un ensayo que
apareció en junio de 1926, publica su primer texto "anti-trotskista"
en Die Internationale, el órgano teórico del Partido Comunista
Alemán.[11]
¿Cómo
explicar este giro repentino entre 1925 y 1926, que llevó a Lukács del
subjetivismo revolucionario hacia la "reconciliación con la
realidad"? Probablemente la sensación de que la ola revolucionaria de 1917
a 1923 había sido derrotada en Europa y que todo lo que quedaba era el
"socialismo en un solo país" soviético. Lukács no estaba solo en sus
conclusiones: muchos otros intelectuales comunistas siguieron el mismo
razonamiento "realista". Solo una minoría -entre ellos por supuesto,
León Trotsky y sus seguidores- siguieron siendo fieles a la esperanza internacionalista
y revolucionaria de Octubre. Pero esa es otra historia.
En
conclusión: a pesar de sus defectos, Seguidismo y dialéctica es
un documento fascinante, no sólo desde el punto de vista de la biografía
intelectual de Lukács, sino también en su actualidad teórica y política presente,
como antídoto poderoso a los intentos de reducir al marxismo o a la teoría
crítica a una mera observación "científica" del curso de los eventos,
a una descripción "positiva" de los altibajos de la coyuntura
económica. Más aún, dado su énfasis en la conciencia y la subjetividad, por su
crítica a la ideología del progreso lineal y por su comprensión de la necesidad
de revolucionar el aparato técnico-productivo imperante, parece llamativamente
adecuado a las cuestiones que hoy en día se discuten en el movimiento
internacional radical contra la globalización capitalista.
Notas
[1]La revisión crítica
de Lukács a la Teoría del Materialismo histórico de Bujarin se
publicó en el Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der
Arbeiterbewegunde Grünberg en 1925.
[2] En mi ensayo
sobre Lukács (de 1979) yo escribía: "Podemos notar que las dos críticas
mejor conocidas, es decir las de Rudas y Deborin, se ubicaban firmemente sobre
la base del materialismo pre-dialéctico. Deborin usa numerosas citas de
Plejanov para demostrar de que el materialismo se origina justamente en el
’materialismo naturalista’ tan criticado por Lukács. En tanto Rudas compara las
leyes marxistas sobre la sociedad con la ley de la evolución de Darwin y llega
a una conclusión sorprendente: la de que el marxismo es una ’pura ciencia de la
naturaleza’" (M.Lowy, Georg Lukács - From Romanticism to
Bolshevism, London, New Left Books, 1979, pág. 169).
[3] Por ejemplo:
"Rosa Luxemburg percibía muy correctamente que ’la organización es un
producto de la lucha’. Solamente sobreestimó el carácter orgánico de este
proceso:
...". (G. Lukács, Geschichte un
Klassenbewusstsein, Berlin, Luchterhand, 1968, pág.
494).
Yo traté de analizar esta síntesis en Georg Lukács, pág. 185
[5] G. Lukács, Tailism
and the dialectics, London, Verso, 2000, pág. 50, 135, 137. Cf. el original
en alemán Chvostismus und Dialektik, Budapest, Aron Verlag, 1996,
pág. 9.
[6] En un
comentario muy atinado, John Ree dice que Rudas y Deborin se encuentran en
continuidad directa con el marxismo de la Segunda Internacional , positivista y
determinista: "En la mente de Rudas, Trotsky y Lukács están ligados,
porque ambos resaltan la importancia del factor subjetivo en la revolución.
Rudas se perfila como el defensor de las ’condiciones objetivas’ que
garantizaban que la revolución estaba destinada a fracasar. Es llamativa la
similitud con la reseña de Karl Kautsky de Marxismo y Filosofía de
Korsch, donde atribuye el fracaso de la revolución alemana, justamente a estas
condiciones objetivas, lo cual es un notable testimonio sobre la persistencia
del marxismo vulgar en la emergente burocracia estalinista".
("Introducción" a SyD, pag. 24-25).
[7] G. Lukács, SyD,
pág. 48, 54-58, 62. Cf. Chvostismus und Dialektik, pág. 16. El
subrayado está en el original. Por supuesto que este argumento está
principalmente desarrollado en el primer capítulo de la primera parte de este
ensayo, que lleva como título explícito "Subjetivismo"; pero se lo
puede encontrar también en otras partes del documento.
[10] M. Lowy, Georg
Lukács págs. 194-198. La traducción al inglés del ensayo de Lukács
sobre Hess se la puede hallar en sus Political Writings 1919-1929,
London, New Left Books, 1972, págs. 181-223.
[11] El artículo de
1926 es "L’art pour l’art und proletarische Dichtung", Die
Tat18.3, junio 1926 que cita favorablemente la crítica de Trotsky al Proletkult.
El texto de 1927 es "Eine Marxkritik im Dienste des Trotzkismus, Rez. Von
Max Eastman: Marx, Lenin and the Science of Revolution", Die
Internationale, X.6, 1927.
Marzo
2007
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