¿Cuánto falta para que el
río
aumente su caudal?
Para que tormentosamente arrase
este cruel presente.
aumente su caudal?
Para que tormentosamente arrase
este cruel presente.
Hierba Silvestre - Edith Lagos
Entre los años 1980-1992, tanto en el Perú, como en El Salvador, se
desarrollaron fuertes conflictos bélicos. En ambos países las
fuerzas insurgentes habían tomado las armas, y se iniciaba un enfrentamiento
contra el Estado por el poder; El Salvador y Perú, países alejados de Centro a
Sur, iniciaban procesos revolucionarios similares.
En El Salvador, la Guerra Civil fue
desarrollada por medio del Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional[1] (FMLN) y en el Perú, la
Guerra Interna la libró el Partido Comunista del Perú “Sendero Luminoso[2]”
en Perú (PCP-SL).
A finales de los años 70, mientras el mundo observaba las repercusiones de
dos grandes revoluciones como la China y la Rusa, y su derrota a causa del
revisionismo de Jrushchov y Deng Xiaoping; El Salvador vivía una crisis económica aguda, la
falta de libertades, y la gran diferencia de ingresos entre pobres y ricos -que concentraba sólo en el 10% de la
población 80% de las riquezas del país- aunado a las victoriosas revoluciones
de sus países vecinos como Cuba y Nicaragua, y a la tensión entre occidente y
el bloque comunista, contribuyeron a cimentar los inicios del Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
En 1980, se
consolida el Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), como
alianza de las organizaciones político militares de izquierda –quienes a pesar
de sus diferencias, presentaban la misma mezcla ideológica de obediencia
marxista-leninista fuertemente impregnadas de elementos católicos-, las fuerzas
integrantes fueron: las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí"(FPL), el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP), la Resistencia Nacional (RN), el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) y el Partido
Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC).
El FMLN, da inicio a
sus acciones guerrilleras en 1980, luego de que fuerzas pro-gubernamentales,
asesinen al obispo Mg. Romero en plena misa. La Guerra Civil en El Salvador
duró doce años, y culminó luego de la firma de un Convenio de Paz con el gobierno,
posterior a ello, se llama a elecciones, cuya victoria la obtiene el FMLN. Según
el Informe de la Comisión de la Verdad de ese país, la guerra dejó 90.000
muertes, esencialmente de civiles.[3]
En paralelo a este
proceso, el Perú en 1980 se encontraba saliendo de las reformas iniciadas en el
gobierno del General Velazco Alvarado que se concentraban en el control de los
sectores económicos estratégicos por el Estado. Respecto a su situación
económica, política y social, era innegable admitir la realidad del Perú
profundo, el cual se encontraba sumido en la miseria, y que además tenía
a pueblos de la sierra y selva, completamente abandonados, y al margen de las
políticas gubernamentales, es decir, se vivía en un país, que continuamente
había sido víctima del autoritarismo, la injusticia, la muerte, y la explotación.
En este contexto
Abimael Guzmán Reynoso, a partir de 1970, mediante el Frente estudiantil
huamanguino sobre el que tenía influencia, utiliza a la Universidad Nacional
San Cristóbal de Huamanga para promover y difundir el movimiento barrial y campesino
en los departamentos de Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Junín y parte
del Cusco. Esto sucede luego de su separación con el Partido Comunista del Perú
- Bandera Roja, el que previamente se había separado del original Partido Comunista Peruano y que es
una derivación del Partido Socialista del Perú fundado por José Carlos Mariátegui. Así, se va
formando el Partido Comunista del Perú –que posteriormente será llamado por la
prensa “Sendero Luminoso”, por la frase “por el luminoso sendero de
Mariátegui”- guiado por la ideología marxista-leninista-maoísta, “pensamiento
Gonzalo". El PCP- SL ingresa a la clandestinidad y en 1979, en el IX Pleno
ampliado del Comité Central, acordaron iniciar la lucha armada.
El PCP-SL, inicia la
guerra interna en 1980, en el pueblo de Chuschi, quemando las ánforas y las
cédulas de votación, luego de que en el país se llamara a elecciones por
primera vez en 11 años. La guerra duró 12 años y culminó con el Acuerdo de paz
firmado por el Comité Central luego de que la cúpula senderista fuera capturada
en 1992. Este conflicto dejó un saldo de entre 40 mil y 60 mil muertos,
según la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú.[4]
Gran parte de la
población que apoyó la guerrilla en ambos países, estaba constituida por
mujeres. Aquellas protagonistas en su mayoría eran maestras, estudiantes,
profesionales, miembros de agrupaciones barriales, entre otras. Tanto en El
Salvador como en Perú, el grado de participación de las mujeres en la guerra
fue significativo.
Es curioso comentar
que, además de las similitudes en los inicios de estos procesos, en ambos
movimientos se forjan dos mártires, quienes son mujeres, que serán las primeras
en convertirse en un símbolo de la revolución en ese entonces. En El Salvador,
Lili Milagro Ramírez, más conocida como la joven comandante Ana Guadalupe
Martínez, conmueve al país entero, tras ser arrestada y torturada, publicando
posteriormente su testimonio antes de volver a la montaña.[5]
En el Perú en 1982,
Edith Lagos, no correría la misma suerte, 6 meses después de que ayudara a
llevar a cabo el escape de 78 senderistas de la cárcel de Huamanga, fue abatida
en un confuso tiroteo con un grupo de policías en Umaca, sus padres luego de
conseguir el traslado de su cadáver desde Andahuaylas a Huamanga, conservaron
sus prendas, para mostrar que no habría muerto en la balacera, sino detenida y
torturada antes de matarla[6]. Ella
representó para ese entonces, como lo plasma Gustavo Gorriti a “una persona que
transpiraba una entrega intensa y total a la rebelión senderista, por las
razones que llevan a tantos jóvenes idealistas a unir sus destinos a epopeyas
luctuosas: la visión de una sociedad de justicia trascendente y perdurable (...)
Edith Lagos simbolizaba esa generación de jóvenes ayacuchanos, la arcilla formada
para el sacrificio"[7]. Edith
Lagos, la comandante, la diana, la poeta, simbolizó la indignación y la
rebeldía ante la “desgarradora miseria de su pueblo”[8]. El día
de su entierro, fue todo un acontecimiento, se calcula que asistieron 10,000
personas, entre allegados y simpatizantes de la joven.
Pese a las cercanías
de ambos procesos insurgentes, continúa siendo una interrogante ¿qué llevó a
tantas mujeres a unirse a la guerrilla, a entregarse de esa manera tan intensa?
Ello resulta más interesante aún, teniendo en cuenta que 1980, tanto en
Centroamérica como en Sudamérica, la inserción de la mujer en la vida política,
económica y social, eran recientes.
El estado de los países
frente a los derechos de las mujeres
En El Salvador, el
voto femenino logra darse en 1950, mientras que en el Perú en 1955 por el entonces
presidente General Manuel A. Odría. En Perú, la mujer ingresa a la vida
universitaria en 1908, mediante la Ley 801, que autoriza a las mujeres el
ingreso a las universidades y el desempeño de las carreras liberales, y ya no
sólo de las domésticas. Por otro lado, desde los años
60s se incrementa la participación femenina en la educación, el trabajo
y en menor medida en la política. En el espacio público las mujeres se hacen
presentes a través del movimiento feminista, los partidos políticos y los
movimientos populares de mujeres.[9]
Pese a ello, es de
recordar, que si bien se tenía acceso a carreras universitarias, sólo las
mujeres de buena situación económica podían acceder a las mismas, debido a los
costos que implicaban. Asimismo, obtener los permisos de parte de los padres
para poder ingresar a la educación superior, debe haber sido una dura batalla
en los primeros años, teniendo en cuenta el machismo que imperaba en la época,
que condenaba a la mujer a ser hija o esposa.
Las mujeres, tanto
en El Salvador como en Perú, luego de que les fueran reconocidos los derechos
mencionados anteriormente, tuvieron más herramientas para desarrollar sus
capacidades e ir forjando vidas independientes. El voto femenino, y el ingreso
a la educación superior, les permiten el goce de sus derechos civiles y
políticos, así como de sus derechos económicos, sociales y culturales.
En ese sentido, las
mujeres ya contaban con las armas para ser libres de toda dependencia material,
las cuales les habían sido negadas anteriormente, encontrándose sometidas al
perpetuo tutelaje de sus padres, o esposos. Sin embargo, estas libertades a las
que se les abre paso, no llegan a ser más que una presunción, pues muchas de ellas,
habiendo estudiado y entregado todos sus esfuerzos en la consolidación de una
vida académica, no consiguen empleo y ello, aunado a la cruda realidad de la
crisis económica que en ambos países iba en aumento, perjudican en mayor medida
a las mujeres.
Algunos autores[10],
señalan que el tema del acceso de las mujeres a la educación superior y sus
dificultades para insertarse en el mercado laboral, es capitalizado por el
PCP-SL. Lo cierto es, que un gran número de sus militantes fueron mujeres, mujeres
de sensibilidad social, y hartas de las explotaciones y opresiones de su época.
Se registra que en los primeros años de la guerra, ellas, tienen un mayor nivel
educativo que los hombres, y son quienes más se incorporan a las filas
senderistas, quizás también porque el PCP-SL dirigía mensajes específicos a
estos grupos alentando su incorporación a la lucha armada y la instalación de
un nuevo orden.
Muchas de las
mujeres que se unieron a la Guerra Interna, tanto en Perú como en el Salvador,
cuestionaron sus roles como mujeres, como profesionales, madres, y esposas,
quienes pese a las grandes alternativas que les daba el mundo moderno, seguían
siendo pobres, pues su ingreso a la vida productiva, continuaba siendo negado.[11]
De acuerdo a lo repasado
en los hechos históricos que acontecieron nuestro país, las mujeres en el Perú,
tomaron la decisión de unirse a la guerra e ingresar en ella con las ansias de
participar en la construcción de una nueva sociedad, dejaron de ser ellas para
pasar a convertirse en las mujeres nuevas que el marxismo demandaba, llegar a
serlo, sería todo un proceso, pero decían que en su lucha iban haciendo el
camino. Estas mujeres, supieron que para superar las distintas opresiones que
vivían por el hecho de ser mujeres, debían volcar sus demandas a las de toda
una clase, ello, les garantizaría su emancipación.
Algunos testimonios
Algunos de los testimonios recogidos, dan muestra del motor
que las movilizaba a unirse a la guerra, una de las guerrilleras del FMLN
comenta “en la guerra aprendí bastante, sí valió la pena. Aprendí a leer y a escribir,
charlas políticas, y lo militar; era vivir una vida ya no sólo metida en la
casa cuidado las gallinas”[12].
De igual forma “Teresa” en Perú, dice “Las mujeres siempre hemos sido
marginadas, teníamos miedo de opinar… pero Sendero Luminoso valoraba a las
mujeres…”, asimismo refiere que le decían “las mujeres tenemos que actuar,
tenemos nuestras ideas, somos iguales a los varones”.[13]
El nivel de compromiso
y entrega que tuvieron las mujeres fue alto. Su grado de participación, pese a
que en los 80 las mujeres no habían incurrido aún en los espacios de poder y
vivían azotadas por el machismo de ambas sociedades –la salvadoreña y peruana-,
fue significativa y de alto reconocimiento. Estas mujeres, al decidir
participar en la guerra, tomaron una decisión polémica, pues asumieron un
compromiso de gran magnitud, compromiso del que la sociedad en esas épocas, no
las creía capaces, ya que su participación en las grandes actividades les había
sido vedada.
No obstante, si bien
en ambos países fue importante la presencia femenina, no fue el mismo su desenvolvimiento
dentro de los movimientos insurgentes. Por un lado tenemos que en El Salvador,
las mujeres se incorporaron en los frentes de guerra como cocineras, auxiliares
de salud o combatientes[14]
y en menor medida como parte del brazo militar. Mientras que en Perú, las
mujeres que participaron en los frentes, ejército popular y partido, lo
hicieron ocupando los puestos más importantes de la guerrilla, tanto como parte
del brazo militar, como también y en gran medida, como mandos políticos y militares,
así como miembros del Comité Central. No existe a la fecha otro movimiento
subversivo en Latinoamérica en el cual las mujeres hayan jugado un rol tan
prominente.
Las
mujeres cabezas de las guerras
Entre las mujeres más resaltantes del FMLN, mencionamos a la
comandante Silvia, quien estaba a cargo de un pelotón exclusivamente compuesto
por mujeres y llevado al combate por otra mujer.[15]
Otra de las cabezas fue la comandante Nidia Díaz, quien también suscitó gran
admiración por su cercanía con la población campesina de San Vicente y su valor
cuando fue detenida y torturada por el ejército. Asimismo el FMLN pudo haber
estado bajo el mando de la maestra y sindicalista Mélida Anaya Montes
(comandante Ana María), quien durante varios años fue la número dos de las FPL[16].
Por su parte en Perú, camarada Norah, cuyo nombre fue Augusta
la Torre, junto a otras mujeres más fundaron el Movimiento Femenino Popular, ella
junto al líder de la cúpula senderista, serían miembros del Comité Central,
como lo fue además Elena Iparraguirre camarada Miriam, quien luego se convertiría
en miembro del Comité Permanente Histórico del PCP-SL. Las investigaciones indican
que más del 50% de su Comité Central, estuvo integrado por mujeres.[17]
Mujeres
salvadoreñas en roles tradicionales
De acuerdo a los
resultados de los Acuerdos de Paz, se tienen que de
los 13.600 combatientes del FMLN, 30% fueron mujeres; de las 100,000 personas
involucradas en redes y tareas de apoyo de diversa índole el 60% eran mujeres[18].
Sus formas de participación principales fueron: dirigentes y organizadoras de
trabajo político, combatientes, brigadistas (atención sanitaria), responsables
de logística, correos, radistas y también desarrollaron actividades de
sostenimiento de la guerra relacionadas totalmente con los roles tradicionales
femeninos: elaboración de comida y búsqueda de abastecimientos.[19]
Mayor información respecto a ello, se
recoge de un estudio representativo realizado por la Fundación 16 de enero, que
abarcó a una tercera parte del total de las mujeres inscritas por la ONUSAL,
quienes concluyen que un poco menos del 30% de las mujeres afiliadas al FMLN
durante la guerra trabajaban en la cocina, mientras que el 15% estaban
designadas a tareas relacionadas con la salud, las combatientes armadas eran un
grupo de 15%, y un 11% ejecutaban funciones de apoyo, por último el 40%
restante cumplía otro tipo de tareas.[20]
Pese a la gran predisposición de las mujeres
dentro del conflicto en El Salvador, su participación no fue valorada en la
misma medida que la de sus pares varones. En el marco de la guerra, fue una expresión
de desigualdad y poca coherencia con su discurso, el hecho de darles cargos
relacionados con las labores tradicionales de la mujer, aunque tuviesen cargos
de alto rango o la instrucción política militar adecuada al mismo nivel que los
hombres.[21]De igual forma, existieron
impedimentos para ocupar cargos de dirección, ya que estos estaban reservados
para los hombres, independientemente de las capacidades que pudieran tener las
mujeres en las mismas actividades.
Las mujeres senderistas
Es en la distinción de las funciones que
tenían a cargo, que se encuentra la gran diferenciación que tienen las mujeres
del FMLN con las mujeres integrantes del PCP-SL, quienes en su mayoría eran
mando político, así como mando militar, además, el grado de participación de
ellas en la Guerra Interna fue muy superior al 30% -que era el grado de
participación de las guerrilleras del FMLN- Una
investigación de Rosa Mavila refiere que, “su presencia no fue adjetiva y,
según las escasas informaciones que se tiene, fueron parte importante de la
organización participando en actividades de inteligencia, comandando, columnas
y haciéndose cargos de diferentes operativos”.[22]
Asimismo, el nivel
intelectual que se reporta, tenían las mujeres miembros del PCP-SL, fue
superior; ello quizá, relacionado a lo que Carlos Degregori, ya ha reconocido
antes “Sendero Luminoso nació del encuentro que se
produjo en la Universidad de Ayacucho entre una elite intelectual provinciana
mestiza con una base social juvenil también provinciana y mestiza que sufría un
doloroso proceso de desarraigo producto de la descampesinización y
desindianización".[23]
De acuerdo a un
análisis estadístico, llamado Juventud y Terrorismo: Características de los condenados
por terrorismo y otros delitos, de Dennis Chávez de Paz, se obtiene cifras que
permiten afirmar, que las mujeres tuvieron una participación más activa en la
ejecución de los actos de terrorismo[24] –cosa
que con las guerrilleras del FMLN no pasaba, al ocupar en su mayoría cargos
logísticos-a su vez, indica que su responsabilidad ulterior es también mayor,
si consideramos las penas que se les impone. Esta situación se comprueba cuando
observamos que el 76.7% de ellas han sido sentenciadas de 5 a 20 años de
privación de su libertad; mientras que sólo al 54.9% de los hombres se les
impuso similar período de encarcelamiento.
Como se había
comentado anteriormente, la alta proporción de condenados por terrorismo con
estudios universitarios (35.5%) resulta especialmente significativa si se toma
en cuenta que solo el 4.7% de la población del país, tenía este nivel educativo.[25]
Es preciso remarcar además, que la proporción de mujeres
sentenciadas por terrorismo que son parte de esta muestra, significan una clara
realidad de lo que pasaba en aquella época con las mujeres guerrilleras. Así
pues tenemos que la cantidad de mujeres con título profesional y/o estudios de
post-grado es superior a la de los hombres (10% entre las mujeres y 3.9% entre
los hombres). Las diferencias son mayores al comparar el nivel de estudios por
sexo: el 56.7% de las mujeres sentenciadas por terrorismo habían recibido
educación universitaria y sólo el 31.4% de los hombres sentenciados por igual
motivo poseían ese nivel de educación superior. Asimismo, el 37.2% de hombres y
mujeres condenados por terrorismo mayores de 25 años de edad habían logrado
algún nivel de estudios universitarios, y el 34.3% de los condenados de 18 a 25
años habían logrado ese nivel de educación.[26]
La situación
política que se vivía mundialmente, mostraba las experiencias victoriosas de
Cuba y Nicaragua, de igual forma en el mundo se vivía un continuo
enfrentamiento entre los postulados occidentales y socialistas. Es a razón de
estos hechos que se suscitaban en el mundo y de los postulados ideológicos que
manejaba la izquierda de fines de los 70, que un gran grupo considera a las
insurgencias y los levantamientos armados, como la vanguardia del momento.
Muchas de las y los jóvenes intelectuales, universitarios, entre otros, se
sintieron atraídos por las propuestas del PCP-SL y decidieron unirse a la
llamada lucha armada, entre ellos, las mujeres fueron quienes mayor interés
mostraron, al ver la posibilidad de liberar las cadenas que las sometían a la
opresión y explotación.
Algunas de las ideas
revolucionarias que atrajeron a las mujeres en aquella época, fue la desarrollada
por Mao Tse Tung, quien expone las3 opresiones que vivían las mujeres, estas eran:
la opresión de la familia, la opresión de la iglesia, y la opresión de la
sociedad. La Revolución China –dirigida por el Partido Comunista Chino
encabezado por Mao Tse Tung– fue la primera que triunfó en un país dependiente
y semicolonial, el cual, tenía características muy similares al caso peruano.
Es por ello que el “Presidente Gonzalo” toma como modelo ese proceso
revolucionario y lo aplica a Perú. La táctica y estrategia empleada por Mao Tse
Tung, va del campo a la ciudad, donde el campesinado fue la fuerza principal y
el proletariado la fuerza dirigente. La participación de las mujeres en el
proceso revolucionario chino también fue significativa, Mao no sólo se dedicó a
desarrollar las opresiones que sufren las mujeres, sino que desde su etapa
universitaria (1919), se vio interesado en el tema y escribió una serie de 9
artículos en 13 días en defensa de los derechos de la mujer y contra su
opresión feudal. Estos postulados, les fueron alcanzados a las mujeres
peruanas, quienes convencidas en que la lucha de su pueblo les entregaría la
emancipación, se unieron al proceso revolucionario. Una de sus citas “Las
mujeres llevan sobre sus espaldas la mitad del cielo y deben
conquistarla”
Asimismo, otra de
las líneas ideológicas que seguirían fue la leninista, forjada en la Revolución Bolchevique de 1917, la cual una vez llegó a su
triunfó, hizo posibles diversas conquistas de los derechos de las mujeres; esto
trajo, sin duda, enormes beneficios a la mujer obrera. La Revolución Rusa
procuró llevar a la mujer a la participación plena en la vida social, económica
y política. Los bolcheviques reconocían que sin un desarrollo económico
cualitativo, la liberación de la mujer era una fantasía utópica, de hecho,
contaban con un departamento del partido dirigido a las necesidades de la
mujer, el Zhenot del, asimismo, hubo presencia de las mujeres en el Comité
Central, en la II Intenacional, así en como en los gremios específicos que defendían
sus derechos como el Sindicato Internacional de Obreras de la Confección. Una
de las frases de Lenin dice “La experiencia de todos los movimientos
liberadores confirma que el éxito de la revolución depende del grado en que
participen las mujeres”.
Engels
en el Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, desarrolló los
orígenes de la opresión de las mujeres. Por su parte Marx, afirma que así como
el hombre, la mujer no es sino un conjunto de relaciones sociales
históricamente conformadas y cambiantes; por lo que, la mujer es, un producto
social, y su transformación exige la transformación de la sociedad. Una de las
frases de Marx en relación a la participación de las mujeres es
"Cualquiera que conozca algo de historia sabe que los grandes cambios
sociales son imposibles sin el fermento femenino. El progreso social puede
medirse exactamente por la posición social del sexo débil".
Es bajo estos
postulados por los que las mujeres deciden unirse a la guerra ¿locas,
fanáticas, radicales? no, más bien, consecuentes con su ideología, que de
acuerdo a lo investigado, les ofrecía la emancipación de su pueblo y de ellas
mismas. Dentro de los documentos repartidos por el PCP-SL se encuentran las
ideas mencionadas anteriormente, incluso documentos que el mismo “Presidente
Gonzalo” y el Movimiento Femenino Popular redactaron en relación a este tema. Se
vuelve a reiterar, que dentro del PCP-SL, se forma el Movimiento Femenino
Popular, grupo de mujeres que se encargaban de estudiar, desarrollar y levantar
todos los temas y demandas específicas de las mujeres proletarias en la
revolución.
El grado de participación de las mujeres
El grado de
participación de las mujeres en el PCP-SL, puede medirse de dos formas, por un
lado, en cuanto al número de participantes en la guerra interna, postulado que
ya se ha comprobado fue altísimo. Así
como por el grado de poder que tuvieron en la toma de decisiones.
Estas dos formas de medición,
podrían comprobar que la participación de las mujeres del PCP-SL,
contrariamente a las del FMLN, fue alta. Numéricamente fueron más, su
desenvolvimiento dentro del partido fue como miembros del “ejército popular”
así como mandos políticos, y militares, además de tener una presencia
significativa en Comité Central, es decir, tomaban decisiones, daban órdenes, y
asumían un papel protagónico en la guerra. Mientras que en el FMLN, pese a que
numéricamente también fueron muchas, su desenvolvimiento se limitó a repetir
los roles domésticos que el sistema les imponía.
Pese a lo referido,
muchas investigaciones indican que si bien las mujeres en el PCP-SL, fueron numerosas
y ocuparon cargos significativos, la toma de decisiones no fue manejada por
ellas mismas, dado que dependían de la orden de su superior y a la vez éstos
superiores de las órdenes del “Presidente Gonzalo”. Es decir, éstos postulados
afirman que no existía un poder real, sino que, todo dependía de “Gonzalo”, por
lo tanto, descalifican totalmente la participación protagónica de las mujeres
en la Guerra Interna.
Existen distintas hipótesis que intentan desestimar su
participación, desde las discriminadoras hasta las condenatorias. Para empezar
con las hipótesis que se han manejado para explicar el grado de participación
de las mujeres en la guerra interna, tenemos una que ha tomado de fundamento en
que la mujer es por naturaleza más sanguinaria que los varones “por la menstruación,
y por el parto” esta proposición ha sido desarrollada, reforzando argumentos
como “las pocas mujeres que han liderado guerrillas insurgentes modernas son
recordadas por su salvajismo, o por su fatal belleza: por ejemplo, Fusako
"Dama de Mayhem" Shigenobu, del minúsculo Ejército Rojo japonés, y
Ulrike Meinhof, cofundadora de la facción Ejército Rojo de Alemania Occidental”.[27]
En relación a esto, recordemos que si bien, una de las
mujeres íconos de la guerra fue Edith Lagos, no es la imagen de mujer en quien
se piensa cuando se evoca a la mujer senderista, sino en la “machona, frívola y
sanguinaria”. Esta imagen la construyeron alrededor principalmente de Carlota
Tello “Camarada Carla”. Ricardo Caro, comenta que un reportaje de La República
del 15 de marzo de 1982, subtitulado “«Camarada Carla»: Una mujer que juega con
la muerte”, muestra el perfil de Carlota Tello como “una mujer endurecida por
sentimientos de odio que nacerían del desprecio paterno. Pero de otro modo,
ella es una “macho”, una mujer apropiada de rasgos masculinos de valor, don de
mando, armada y dominante que explicarían su protagonismo subversivo”.[28]
Es decir, una senderista conocida por su letalidad,
tal y como se estigmatizó al resto de sus compañeras; intentándose asociar a las
mujeres senderistas como las radicales que mataban sin compasión y sin
argumento. Mavila, en su artículo Presente y Futuro de las Mujeres de la
Guerra, afirma que si bien las mujeres senderistas “Accedieron a cargos de
dirección llegando a ser una porción importante del Comité Central; esto no era
expresión de la valoración de su capacidad política y programática, sino más
bien de su capacidad implementadora de la línea directriz de «Gonzalo»”.[29]
Por otra parte, de acuerdo a algunas entrevistas realizadas por la CVR “la
población no solamente las recuerda porque eran mujeres sino también porque
eran extremadamente crueles”.[30]
Todas estas afirmaciones, desconocen en su totalidad, los anhelos, y razones
por las cuales estas mujeres se unieron a la guerra y generalizan, la letalidad
que pudo presentarse en algunos casos, al comportamiento de todas.
Del mismo modo, puede resultar sumamente
discriminatorio, menospreciar las dotes de las mujeres para ocupar un puesto en
el más alto rango de su organización, argumentando que, su presencia en
aquellos puestos respondía a su utilización a fin de implementar la línea de
Gonzalo. El PCP-SL, dentro de todos los actos de terror que se le hayan
impuesto o quieran imputársele, era marxista-leninista-maoísta, y para estas
líneas políticas, la presencia de las mujeres en el proceso revolucionario es
fundamental. De este modo, las mujeres senderistas, sólo mostraron sus
capacidades; como clase oprimida desencadenaron su furia hacia su emancipación,
y a través de su entrega pudieron posicionarse dentro de los altos cargos.
Es totalmente válido, que cada quien desde su mirada
de lo sucedido en la guerra interna, pueda realizar críticas sobre los actos de
crueldad suscitados, pero por esto, menospreciar la labor de las mujeres en la
guerra y manipularla a su instrumentalización, termina resultando, altamente
discriminatorio. Ellas fueron protagonistas, en un país donde aún las mujeres
no eran rostros intervinientes de la política nacional.
Por otro lado, pese a los casos en que mujeres o
hombres hayan protagonizado situaciones altamente sanguinarias y violentas, no
son resultado de sus características biológicas las causas de su comportamiento,
sino de la construcción de su ser social. Estas proposiciones no hacen más que
reforzar los estereotipos de género que se crean sobre las mujeres, los que,
las posicionan siempre dentro de los dos extremos, o débiles, sumisas,
inocentes “Marías”, o del otro lado, frívolas, dominantes, malvadas “Malas,
putas”. Para los razonamientos
patriarcales, las mujeres estamos hechas para el silencio o para el caos. Caro,
desde el análisis del testimonio de un varón, resalta la descripción que este
hace de un grupo de mujeres senderistas, cuando se refiere a ellas recurriendo
al asco, para hacer énfasis en el hecho de que la “situación” y las mujeres que
la crean, se encuentran fuera del orden moral, “no valen la pena”.[31]
Es de reiterar que,
mucho se habla de las mujeres senderistas como reproducción de las posturas
masculinas. Desde su vestimenta, hasta su forma de manejar el poder, se dice,
repite las formas en que los hombres se desenvuelven, sin embargo ¿no es el
género una construcción? por lo que se sabe, una vez una persona sea mujer y
varón, ingresaba al “ejército popular” debía olvidarse de todo cuanto había
aprendido antes, en esa destrucción y construcción, mujeres y hombres debían
adoptar una postura frente a la guerra, sin ser ésta una reproducción de uno u
otro género. ¿Se puede acusar por ello de machismo al PCP-SL? esto sí, me
parece extremadamente aberrante y forzado.
Ricardo Caro[32] en las
notas finales de su investigación “Ser mujer, joven y senderista: género y pánico
moral en las percepciones de Sendero Luminoso” reflexiona en base a la forma en
que se construyó una versión de las vidas de Edith Lagos y Carlota Tello, entre
sus reflexiones indica que, ésta puede comprenderse en el contexto de “ofensa
patriarcal” como contrapartida a la inusitada fama y popularidad de estas
mujeres sobre quienes se creó un estigma social, pánico moral y de género que
coloca y colocó los sentidos comunes en contra de la emergencia de estas
mujeres amenazantes y propiciatorias. Caro además, agrega que es interesante y
oportuno revisar los modelos de trasgresión femenina y las pautas emocionales
con que se buscó presentarlas públicamente –violentas y fanáticas-. Asimismo, señala
que en el caso de Carlota Tello, ese modelo resultó muy eficaz, pues se liquidó
al sujeto y se reemplazó por un estereotipo denigrante y deshumanizante, pudiéndose
demostrar a través de ello, que los mecanismos de una guerra, no sólo son
ideológicos y militares, sino también tienen un conflicto de universos simbólicos
en pugna y negociación, a través de ese pánico creado y que continúa creándose
por la prensa. Estos universos simbólicos establecidos alrededor de las
senderistas, responden a un trasfondo que sirve para manipular a la sociedad,
pero también que son imprescindibles para el patriarcado, que requiere y
requirió prolongar el statu quo en el que debían desempeñarse las mujeres.
Otra de las
hipótesis que se utiliza para justificar y descalificar el grado de
participación de las mujeres, es el fanatismo hacia el “Presidente Gonzalo” y
su pensamiento. Esto en relación a la entrega de las mujeres a la revolución
que, resultaba para la época, una situación nueva pues nunca antes en tal
magnitud, las mujeres habían asumido un rol protagónico en un proceso mediante
su participación política. “Entregar la vida, al partido y la revolución” esta
es una frase que se cuestiona mucho, pero si es que quiere cuestionarse, se
debería también cuestionar los procesos revolucionarios que responden a una
ideología al menos marxista-leninista, así como toda idea de violencia
revolucionaria. Con esto me refiero, que si bien pueden realizarse todas las
observaciones del caso a su entrega total a la guerra, ¿no tenía coherencia
esta con la ideología marxista-leninista-maoísta que tenían? Desde los ojos de
la reacción, se rechazará por seguro todo postulado que venga de la izquierda,
pero desde la izquierda, convendría analizar más la coherencia que tuvieron
estas mujeres con su discurso revolucionario, análisis que seguro arrojará
observaciones negativas, pero no su total.
Se critica también,
la organización sumamente jerárquica que hubo en el partido, en base a esta
crítica se fundamenta, que las mujeres no tuvieron ningún tipo de poder de
decisión, ya que todas las órdenes venían de Gonzalo y por lo tanto, sus
decisiones eran nulas. La crítica fundamental se centra en el manejo del poder.
Entiendo y comparto los postulados que apuestan por las relaciones horizontales
y democráticas, sin embargo, comprendo también que, este tipo de relaciones de
poder no pueden aplicarse en toda organización.
Foucault define al
poder como “una relación de fuerzas, o más bien toda relación de fuerzas es una
relación de poder”[33]el
poder, al ser resultado de relaciones de poder, está en todas partes, y no
puede validarse si no responde a relaciones voluntarias. Por otro lado, Crozier
y Friedberg en el Actor y el Sistema, destacan que la mejor manera de entender el
comportamiento humano en las organizaciones es el poder, al respecto,
señalan que “toda estructura de acción colectiva, se constituye como sistema de
poder. Es un fenómeno, un efecto y un hecho de poder”
Con estos dos
conceptos vamos analizando que en toda organización, existirán las relaciones
de poder, es imposible que no se establezcan, pues deben obedecer a ciertos
principios y líneas de pensamiento y acción, más aún si hablamos de
organizaciones políticas. De igual forma tenemos que, las relaciones de poder
que se establecen entre los actores, son relaciones voluntarias, se vuelven
relaciones de poder cuando las aceptamos y ejecutamos.
Michel Crozier y
Erhard Friedberg señalan que, su modo de razonamiento respecto al poder “no se
dirige tanto a las organizaciones como objeto social específico, sino a la
acción organizada de los hombres” estos hacen un reconocimiento explícito del
poder como una relación, apoyándose en Foucault, quien señala que lo importante
no es encontrar quien tiene el poder y por qué lo tiene, sino responder a la
pregunta de cómo funcionan los mecanismos de poder y cuáles son los efectos que
genera en las organizaciones donde se implanta. Desde este punto pueden existir
distintas críticas a cómo se establecieron los mecanismos de poder dentro del
PCP-SL, sin embargo, estos mecanismos fueron aceptados por quienes decidieron
formar parte del partido.
Por esta parte
tenemos que, si bien es cierto, los individuos no cuestionan las reglas que
imponen sus organizaciones a diario, sin embargo estas restricciones existen. A
partir de ello, ¿Cuestionamos las reglas que se establecieron dentro del
PCP-SL? ¿las formas de las relaciones de poder? Bien, hagámoslo, pero no por
ello desestimemos el grado de participación de las mujeres en la guerra.
Para terminar…
Ambas mujeres
guerrilleras, las del FMLN y PCP-SL, participaron en la guerra, porque tenían
la total capacidad para hacerlo, porque estos partidos fueron uno de los
primeros en sus países que les dieron la oportunidad de ser actoras. Ellas vivían
situaciones de opresión y explotación y comprendieron que la única forma de
acabar con ello, era liarse al sueño de luchar por una sociedad más justa.
Dentro de estas similitudes, en número e involucramiento, observamos también
disimilitudes, como el desenvolvimiento dentro de la guerra de las mujeres del
FMLN, quienes no participaron como cabezas de organización, como sí lo hicieron
las del PCP-SL.
Ello, de acuerdo a lo
investigado, resultó de la oportunidad que tuvieron cada una de ellas en sus partidos,
cómo les fue abierta la posibilidad para que fueran protagonistas y dejaran de
ser como dicen: pobres, amas de casa, y desvalorizadas en la sociedad.
Las mujeres
peruanas, tanto como salvadoreñas, fruto de la difícil situación económica, de
las distintas opresiones de las que eran presas y de su explotación y la de su
pueblo, comprendieron rápidamente las demandas de los grupos insurgentes de su
época, quienes –equivocados o no- les permitieron ser protagonistas de la
guerra, y ellas, se reconstruyeron de tal manera, que pasaron a ser las
forjadoras de la revolución.
Milena Justo
[1] En adelante se entenderá Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional como: FMLN
[3] De acuerdo a: COMISIÓN DE LA
VERDAD PARA EL SALVADOR, Informe
"De la Locura a la Esperanza: La Guerra de 12 Años en El Salvador",
1993, El Salvador.
[4] COMISIÓN
DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN, Informe Final, Lima: CVR, 2003 – Perú.
[5] MARTÍNEZ, 1981. En: FALQUET, Jules, El movimiento de mujeres en la "democratización" de posguerra
en El Salvador. En: REVISTA DEL CESLA No 4, El Salvador, 2002.
[6] “Edith
Lagos, final de drama”, por
Ilpidio Enrique Vargas P. En: Revista Gente,
16 de setiembre de 1982, p. 6-11.
[7] GORRITI, Gustavo. Sendero, historia de la guerra
milenaria en el Perú. Apoyo S.A., 4ta. Edición. Lima, 1991.
[8] CARO CÁRDENAS, Ricardo.
Ser mujer, joven y senderista: género y pánico moral en las percepciones de
Sendero Luminoso. Lima, p. 19.
[9] HENRÍQUEZ, N. y MANTILLA,
J (2003) Contra viento y marea. Cuestiones de género y poder en la memoria colectiva.
Informe para CVR. Lora, C. (1996) Creciendo en diginidad. Lima: Instituto
Bartolomé de las Casas. Patrón, P. (2000) Presencia social, ausencia política.
Lima: Agenda Perú. Barrig, M. (1996) Los nudos del liderazgo. En Revista
Márgenes, Nº 15.
[10] BALBI, C. y CALLIRGOS, J.
C. Sendero y la mujer, 1999. En: Revista Quehacer Nº 79.
[11]BARRIG,
Maruja, De vecinas a ciudadanas: la mujer en el desarrollo urbano, Grupo de
Trabajo SUMBI: Servicios Urbanos y Mujeres de Bajos Ingresos, Lima, 1990, p.
148.
[12]
Testimonio de Amanda, p. 234. En: NAVAS, María Candelaria y otras, ¡¿Valió la
pena?!, Editorial Sombrero Azul, El Salvador, 1995.
[13] La violencia en las
comunidades... Informe Final de la CVR, Tomo V, capítulo 2. (Teresa, 35 años,
Sancos) Lima, agosto 2003.
[14] GARGALLO,
Francesca, En: FALQUET, Jules, El movimiento de mujeres en la
"democratización" de posguerra en El Salvador. En: Revista del Cesla No
4, El Salvador, 2002, p. 3.
[15] CARTER, Brenda, LOEB,
David (1989). En: FALQUET,
Jules, El movimiento de mujeres en la
"democratización" de posguerra en El Salvador. En: Revista del
Cesla No 4, El Salvador, 2002, p. 4.
[16] Idem
[17] BARRIG, M. (1993) Liderazgo femenino y violencia política en el
Perú de los 90. En Debates en Sociología N° 18, 96-97.
[18] ONU (Naciones Unidas). Acuerdos de El Salvador:
en el camino de la paz. Junio 1992. Reimpresión julio 1993.
[19] ANAYA RUBIO, Noemy. Mujer
y Situaciones de Conflicto Armado y Post Conflicto en El Salvador. En: Monitoreo
sobre violencia sexual en conflicto armado en Colombia, El Salvador, Guatemala,
Honduras, Nicaragua y Perú, CLADEM, Lima, 2007, p. 4.
[20] Fundación 16 de Enero, Diagnóstico de la
situación actual de la mujer excombatiente San Salvador, 1993, p. 10.
[21]ANAYA RUBIO, Noemy. Mujer
y Situaciones de Conflicto Armado y Post Conflicto en El Salvador. En: Monitoreo
sobre violencia sexual en conflicto armado en Colombia, El Salvador, Guatemala,
Honduras, Nicaragua y Perú. CLADEM, Lima, 2007, p. 21.
[22] MAVILA León, Rosa.
Presente y Futuro de las Mujeres de la Guerra. En: Revista QUEHACER N° 79,
DESCO, Lima septiembre-Octubre 1992.
[23] DEGREGORI, Carlos Iván. Que difícil es ser Dios: Ideología y
violencia política en Sendero Luminoso. El Zorro de Abajo Ediciones,
Lima, 1989.
[24] Los
integrantes del PCP-SL, fueron considerados por las autoridades como un grupo
terrorista, por ello mismo su proceso de enjuiciamiento era por el delito de
terrorismo. Si bien como muestra el estudio de Chávez de Paz del año 1989, en
esa época las condenas oscilan entre 5 a 20 años, sin embargo, luego de la
legislación antisubversiva, las penas no bajan de los 20 años, y un gran número
de ellas fue de cadena perpetua.
[25] La cifra oficial, en esa época,
de la proporción de la población del país con estudios universitarios es de
4.7% (véase Consejo Nacional de Población 1985: 99-106).
[26] CHAVEZ
DE PAZ, Dennis. Juventud y Terrorismo: Características sociales de los
condenados por terrorismo. IEP, 1989, p. 43.
[27] KIRK, Robin. Grabado en
Piedra: Las Mujeres de Sendero Luminoso. IEP, Lima, 1993, p-15.
[28] “Historia secreta de una
guerrillera (cap. I), «Camarada Carla»: Una mujer que juega con la muerte.” Por
Víctor Caycho, Diario La República, 15 de marzo de 1982. En: CARO CÁRDENAS,
Ricardo. Ser mujer, joven y senderista: género y pánico moral en las
percepciones de Sendero Luminoso.
[29] MAVILA LEÓN, Rosa.
Presente y Futuro de las Mujeres de la Guerra. En: Revista QUEHACER N° 79,
DESCO, Lima septiembre-Octubre 1992.
[30] Educación y Sendero
Luminoso en Vilcashuamán. CVR, sede Sur central, Estudios en Profundidad. Lima,
enero del 2003. Las cursivas son nuestras.
[31] CARO CÁRDENAS, Ricardo.
Ser mujer, joven y senderista: género y pánico moral en las percepciones de
Sendero Luminoso. Lima, p. 08.
[32] Idem, pp. 18-21.
[33] Deleuze, Gilles. Foucault. Paidós. México, p. 99.
Ya pasaron casi 30 años de la "firma de la paz" y ningún investigador tiene las agallas de llamar las cosas por su nombre y aun siguen repitiendo "terrorismo, terrorismo" acuñada por el imperio yanqui. Gracias por su enorme aporte a la verdadera historia del Perú.
ResponderEliminarMuchas Micaelas y Edith, seguirán surgiendo del seno del Pueblo para conquistar la tierra y los cielos que le fueron arrebatadas.