Ucrania: no a las oligarquías
14-03-2014
En el conflicto entre los mercenarios corrompidos
que tomaron el gobierno en Kiev y la autocracia de Putin que, dirigiendo una
corrupta oligarquía, gobierna Rusia y trata de dominar en todos los Estados
surgidos de la ex Unión Soviética, se mezclan temas históricos no resueltos
pero el fondo del problema reside en el intento permanente de Estados Unidos
de la OTAN, con la Unión Europea como sirviente, de golpear a Rusia, que hoy
es una potencia de segundo orden con una economía frágil, para debilitar de paso
a China, la aliada de Moscú.
Los mercenarios de Washington, apoyados por los
fascistas del grupo Svoboda, que han cometido atentados anticomunistas y
antisemitas, denuncian la corrupción –real- del expresidente Viktor
Yanukóvich, pero están aliados a grupos criminales y ampliamente financiados
en una u otra forma por todos los servicios occidentales a los que sirven. Su
principal fuerza políticosocial reside en el repudio a la corrupción del
régimen depuesto. Se apoya igualmente en las ilusiones populares, en Ucrania
occidental, que siempre estuvo ligada a Alemania y Polonia, en la posibilidad
de tener un mejor nivel de vida si el país ingresase en la Unión Europea (a
la que toda Europa, menos Alemania, repudia) y, sobre todo, en la utilización
xenófoba del viejo sentimiento antiruso en una región que es mayoritariamente
católica, y no ortodoxa, y habla ucraniano en vez de ruso.
Los fascistoides y fascistas, agentes de Estados
Unidos, en el intento de cercar y hacer retroceder a Rusia, cabalgan así
verbalmente el caballo de la unidad y el nacionalismo ucraniano mientras
Vladimir Putin, el ex general de la KGB, denuncia a los fascistas pero, para
aliarse con los comunistas opositores que en realidad son nacionalistas,
esconde los crímenes del stalinismo (como la deportación de todos los
tártaros de Crimea) contra las nacionalidades minoritarias y chantagea con
dejar a toda Ucrania sin gas para debilitar a la camarilla de Kiev y con
incorporar a Rusia la península de Crimea (que fue rusa durante más de cuatro
siglos y está habitada mayoritariamente por rusos o rusófonos) e incluso la
parte oriental de Ucrania, que es de fe ortodoxa y de lengua rusa.
De este modo, los agentes de la U.E, aunque
hablen de unidad nacional, empujan hacia la división de Ucrania y Putin, a su
vez, favorece de hecho la construcción de una base nacional para los
fascistas y los agentes extranjeros que se han apoderado de las instituciones
en Kiev (que, dicho sea de paso, fue la capital del primer Estado de los
rusos, ucranianos y bielorusos, el Rus o principado del mismo nombre).
Salvo un sector muy minoritario de los
ucranianos, que se incorporó al ejército alemán ocupante, el pueblo de
Ucrania resistió heroicamente a los nazis junto con los pueblos hermanos de
la entonces Unión Soviética. En la llamada Gran Guerra Patria contra los
ocupantes alemanes se forjaron las bases de una alianza plurinacional y de
clase contra los imperialistas que entonces querían destruir la URSS y ahora
quieren colonizar con gobiernos capitalistas locales o de las transnacionales
todos los fragmentos de la misma, empezando por Rusia.
Las oligarquías que substituyeron en el poder a
la burocracia stalinista, incluida la de Putin, el amigo y socio de
Berlusconi, sólo piensan en sus propios intereses espúreos y favorecen la
política de fondo de Washington aunque resistan tal o cual posición que les
quita poder.
Ucrania posee un vasto potencial granero y minero
y por eso siempre fue vista por los imperialismos como una colonia potencial.
Pero hoy su principal interés es estratégico ya que Estados Unidos, que no
puede imponerse ni en Irak ni en Siria ni en Afganistán, quiere crear un
problema político militar a Rusia-China en la puerta occidental de la enorme
región euroasiática. Quienes coquetean con la idea de la ruptura de Ucrania y
de la incorporación de Crimea y de una parte de las regiones orientales a
Rusia, de hecho introducen a Estados Unidos en la frontera occidental como
aliado de los fascistas de Kiev y regalan a éstos la bandera de la unidad
ucraniana.
La única salida positiva al actual y trágico conflicto
consiste por lo tanto en mantener la unidad ucraniana luchando por elecciones
presidenciales limpias y democráticas en toda Ucrania, encarcelando a los
matones y delincuentes fascistas que hayan cometido delitos y en llamar a la
constitución de un frente de los trabajadores anticorrupción,
antiburocrático, antiimperialista, por sobre las diferencias religiosas o
lingüísticas, para convocar una Asamblea Nacional Constituyente que decida
cómo reconstruir política y socialmente el país.
En el referendo sobre Crimea de este domingo por
consiguiente habría que votar por la más amplia autonomía de esa República
peninsular dentro de una Ucrania renovada y democratizada a partir del
proceso electoral antes mencionado. Lo contrario podría llevar a la oposición
incluso guerrillera a grupos desesperados de tártaros o ucranianos que, por
ser minoría en Crimea, no pudieron presentar democráticamente sus posiciones
antes del referendo continuamente adelantado por Putin, consulta que Estados
Unidos, la UE, Kiev y la opinión pública mundial calificarán de
inconstitucional.
Los problemas políticos deben encontrar
soluciones políticas, no policiales o militares, como quiere Putin. La peor
posición para los antiimperialistas de todo el mundo sería la que meramente
se achatase sobre lo que hará la oligarquía capitalista mafiosa rusa dirigida
por un general de la KGB creyendo así enfrentar a Estados Unidos. Los
intereses de los pueblos siempre están por sobre los de los gobiernos que
dicen ser antiimperialistas pero sólo defienden su poder, a cualquier costo y
los trabajadores deben ser independientes de los aparatos partidarios o
estatales que dicen apoyarse en ellos.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=182004
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El
Kaganato de Kíev y otras historias
La Vanguardia
14-03-2014
-El
Kaganato de Kíev. Hay tres países que son vistos como obstáculo para el
dominio mundial en Washington: China, Rusia e Irán. Estados Unidos salta de uno
a otro, un día rodeando y agobiando militarmente a China y anunciando que su
potencia militar se traslada hacia Oriente; otro rondando a Irán y pasando de
la amenaza militar a la negociación y otro desestabilizando Europa por la vía
de azuzar al oso ruso. La política exterior que provocó la muerte de varios
centenares de miles en Irak para colocar a un régimen pro iraní en Bagdad, y
que ha propiciado con dinero y armas del Golfo (los padrinos de Al Qaeda) la
guerra civil en Siria, ha instalado en Kíev el actual “Kaganato”. El concepto
es del analista brasileño Pepe Escobar, y se basa en el nombre de Robert Kagan
un quimérico ideólogo neocón, vinculado a las anteriores chapuzas. Kagan está
casado con Victoria Nuland, la vicesecretaria de Estado y “estratega” del
cambio de régimen de Kíev. Asistida por sus peones polacos y con la obtusa
aquiescencia alemana, Nuland ha puesto por fin a sus hombres en el gobierno de
Kíev, los mismos que mencionaba el 25 de enero en una conversación telefónica
grabada de la que trascendió aquel magnífico “¡Fuck the EU!”. El deseo de
forzar el ingreso de Ucrania en la OTAN y de extender las bases americanas
hacia las mismas barbas de Rusia, han acabado con un zarpazo del oso moscovita.
El resultado; un claro peligro de guerra civil en Ucrania, la anexión de Crimea
con violación de la integridad territorial ucraniana, y una inusitada tensión
con Rusia. El Kaganato de Kíev es, hablando en plata, una gran cagada, dice
Escobar. Mientras tanto la prensa occidental continúa ignorando el asunto y
presentándolo como una mera maldad del “incendiario” Vladímir Putin.
-Audrius
Butkevicius. En 1990 un joven fisioterapeuta de 31 años llamado Audrius
Butkévicius fue nombrado por el gobierno lituano, “Director del Departamento de
Defensa del país”, una especie de ministro de defensa. Butkévicius se graduó en
la “Institución Albert Einstein” dirigida por un gurú norteamericano llamado
Gene Sharp especializado en la “resistencia no violenta”. Los libros y
enseñanzas de Sharp fueron aplicados por Butkévicius en Lituania y más tarde
por organizaciones como Kmara (Georgia) Porá (Ucrania), KelKel (Kirguizia) o
Zubr (Bielorrusia) en diversas “revoluciones coloreadas”.
Portada
de Der Spiegel esta semana, “El incendiario, ¿Quien detendrá a Putin?” Una vez
más el irresponsable papel de los medios de comunicación occidentales,
instalado en caricaturas y alentando el conflicto
En
1991 Lituania mantenía un pulso muy serio para lograr su independencia de la
URSS. Se esperaban medidas de fuerza de parte de Moscú. Era la lucha entre
David y Goliat. “Decidí no crear un pequeño ejército, sino usar la guerra
sicológica”, explica Butkevicius años después. “Sabíamos bastante bien lo que
el adversario iba a hacer y les estropeamos todo el escenario” (entrevista
en Youtube, enero de 2013). ”Las ideas tradicionales de defensa no
iban a funcionar”, decía en otoño de 1990. “Vamos a crear un grupo paramilitar
de unos 500 hombres capaz de responder rápidamente a las crisis y varias
unidades entrenadas en la guerra sicológica”. (Boletin del Instituto Einstein,
Otoño 1990).
En
Lituania había un genuino movimiento nacional popular. Moscú jugó movilizando a
la minoría rusa. Quería provocar enfrentamientos y a continuación intervenir
militarmente como “mediador”. Fue así como se llegó al “domingo sangriento”, el
13 de enero de 1991. La tropa rusa llegó a la torre de la televisión para
desalojarla, pero la ciudadanía bloqueó el lugar. Entonces actuaron
francotiradores. Más de una docena de personas murieron por impactos de armas
de fuego y muchos más fueron heridos. Les tirotearon desde las azoteas y los
balcones de los edificios circundantes. ¿Quién tiroteó a la multitud? “Mis
hombres no estaban estacionados allí”, “La tropa especial del KGB no llevaba
munición real en sus armas, solo en los bolsillos como reserva, nuestro
objetivo era entrar en la sede de la televisión”, explica el jefe del operativo
ruso, Mijail Golovatov (en Die Presse, 3 de septiembre de 2011). Inmediatamente
después de los hechos todo eso ya se dijo, pero ¿quién iba a creer que Goliat
no disparó contra David y que aquello no había sido una “masacre del KGB? Hubo
que esperar más de diez años para que el propio Butkevicius explicara que
fueron sus hombres, armados con fusiles de caza, quienes dispararon a la
muchedumbre desde las azoteas. Lo dijo en una entrevista con la revista “Obzor”
publicada en el 2000:
“No
puedo justificar mi acción ante los familiares de las víctimas, pero sí ante la
historia, porque aquellos muertos infligieron un doble golpe violento contra
dos bastiones esenciales del poder soviético: el ejército y el KGB. Así fue
como los desacreditamos. Lo digo claramente: fui yo el que planeó todo lo que
ocurrió. Había trabajado bastante tiempo en la Institución Albert Einstein con
el profesor Gene Sharp, que entonces se ocupaba de lo que se definía como
“defensa civil”, en otras palabras la guerra sicológica. Sí, yo programé la
manera de poner en dificultades al ejército ruso, en una situación tan incómoda
que obligara a cada oficial ruso a avergonzarse. Fue guerra sicológica. En
aquel conflicto no habíamos podido vencer con el uso de la fuerza, eso lo
teníamos muy claro, por eso trasladé la batalla a otro plano, el del
enfrentamiento sicológico, y vencí”.
“De
otra manera habría muerto mucha más gente, en esa situación solo murieron los
que murieron”, dice Butkevicius en el video de enero de 2013.
A
la vista de lo que ha pasado en Kíev, con más de veinte muertos a manos de
francotiradores el día 20 de febrero, la jornada que precipitó el acceso al
poder del actual gobierno prooccidental, la pregunta sobre quién fue el
Butkevicius de Kíev no es ninguna tontería. Hay que observar quién no quiere
investigar aquellos hechos, además de reflexionar sobre a quién han
beneficiado.
-Perspectiva
de caza de brujas en el Este y de caos en Kíev. El nuevo régimen de Kíev ha
empezado la caza de “separatistas” en el Este y el Sur de Ucrania, donde su
legitimidad es más discutida. En Járkov el martes encarcelaron al ex gobernador
Mijail Dubkin, un político con gancho que acababa de anunciar que se
presentaría a las presidenciales. Reinat Ajmetov, el hombre más rico de Ucrania
que ha estado intentando mantener el equilibrio entre los dos bandos en esta
crisis, ha dicho que el encarcelamiento de Dubkin (entretanto sometido a
arresto domiciliario) “desestabiliza la situación en el Este del país”. Hay
muchas más detenciones de opositores del nuevo gobierno acusados de ser
“agentes de Rusia”. Las detenciones corren a cargo de grupos bastante
inquietantes. Hay que recordar que tanto la Fiscalía General (su jefe es Oleg
Majnitski, de “Svoboda”), como el Consejo de Seguridad Nacional (su jefe es
Andri Parubi controlando los ministerios del Interior, Defensa y servicios
secretos) están en manos de ultraderechistas, lo que ofrece un pésimo
pronóstico. Parubi, que ha anunciado una movilización de reservistas que todo
el mundo ha ignorado, es señalado desde Moscú como el responsable de la matanza
con francotiradores realizada –dicen- desde la sede de la filarmónica y el
hotel “Ukraina”. Este nuevo hombre fuerte de los ministerios armados del
kaganato, fue fundador en los noventa de un partido nazi y quiere integrar a
los “grupos de autodefensa” del Maidán en las filas de una nueva “guardia
nacional”. Parubi también dice que “Rusia se ha gastado mucho dinero en
movilizar agitadores en las regiones de Lugansk, Donetsk, Odesa y Jerson”, lo
que es perfectamente plausible.
“Svoboda”,
el partido ultra que tiene más de media docena de puestos importantes en el
gobierno, fue condenado por el Parlamento Europeo en una resolución del 13 de
diciembre de 2012 que denunciaba sus, “presupuestos racistas, antisemitas y
xenófobos contrarios a los valores fundamentales de la Unión Europea”. Ahora
que están en el gobierno, han dejado de ser objeto de preocupación en Bruselas.
En
Kíev bandas paramilitares han asaltado esta semana por lo menos una fiscalía de
barrio (la de Kiv-Sviatoshinski), atracado un banco y atacado un autobús de
adversarios del Maidán. El martes, en el Maidán, hubo tiroteos nocturnos, con
uso de pistolas “makarov” y subfusiles, entre diversas “centurias” que siguen
guardando la plaza, incluida el “Pravy Sektor”. Los medios de comunicación
ucranianos no han informado. Le pregunto a un intelectual local no nacionalista
si se siente amenazado y su respuesta es “todavía no”. Todo indica que el
descontrol de esos grupos, liberados para el ajuste de cuentas, secuestros,
incendios de casas de adversarios (todo eso ya ha ocurrido en Kíev), puede ir a
más.
El
peligro de la extrema derecha no se reduce al gobierno de Kíev. El líder
prorruso de la autonomía de Crimea es lo más parecido a un bandido y las bandas
acorazadas (porra, casco y escudo) adversas al gobierno de Kíev que se han
visto en Odesa, Jarkov o Donetsk, no se diferencian gran cosa de las de Kíev.
El reclamo electoral que se agita en Crimea –y desde la propaganda rusa- del
pulso entre la esvástica y la tricolor rusa, es manifiestamente grotesco: entre
quienes gritan “el fascismo no pasará” hay mucha gente que merece una
caracterización muy parecida.
-El
peligro ruso y el nacionalismo ucraniano. Los nacionalismos se forjan
en el contraste con lo exterior, en reacción ante peligros y amenazas
exteriores. Invadiendo Crimea, Putin ha ofrecido a la nación ucraniana –que es
una obra en construcción- una de esas situaciones formativas para la conciencia
nacional. Eso afecta sobre todo a las regiones de Ucrania más favorables a
Rusia, donde mi impresión es que la anexión de Crimea se observa con desagrado.
Esa paradoja tiene una explicación muy sencilla: la ideología con la que Rusia
ha entrado en Crimea es el nacionalismo ruso y con eso no se conquista el
corazón de los ucranianos, sino más bien al contrario se fortalece su reacción
y su conciencia nacional. Y el nacionalismo ruso es la única ideología del
actual régimen ruso. No hay otra. Con esa ideología, Moscú nunca podrá
consolidar su entorno ni siquiera entre sus aliados más próximos. No ya en
Ucrania, sino en Bielorrusia y en Kazajstán, se asiste con extrema preocupación
a la anexión de Crimea. Como los crimeanos, los bielorrusos son “casi rusos” y
alrededor de la mitad de la población de Kazajstán es rusa. ¿Quién les
garantiza que Moscú no invoque algún día la fuerza mayor para justificar otras
anexiones?
Este
es el plan que el vicealmirante Igor Kabanenko, ex representante y consejero de
la misión ucraniana ante la OTAN y actual vicejefe del Estado Mayor del
Ejército de Ucrania ha atribuido a Rusia esta semana:
“Tras
la rápida anexión de Crimea, avance del vigésimo ejército ruso hacia Donetsk,
el tercer ejército hacia Lugansk y la división 106 hacia Kíev. Desde Crimea
incursión hacia Odesa, con uso de las fuerzas de Pridniestrovia por el otro
lado. En cinco o seis días se crea un pasillo Lugansk-Donetsk-Odesa-Tiraspol”.
Es decir, para quienes no estén familiarizados con el mapa: tomar todo el sur y
el Este de Ucrania, privando a ese país de toda su salida al mar y
convirtiéndola en una nación continental desprovista de toda significancia
geopolítica.
Este
escenario es, naturalmente propagandístico. El Kremlin no está loco. Kabanenko
lo baraja para la semana que viene. Pero a largo plazo es otra cuestión.
Hay
pocas dudas de que en condiciones normales una invasión en toda regla de
Ucrania por tropas rusas cuya ideología ya no es la que acabó triunfando a
principios del siglo XX sobre este mismo terreno (la “druzhba narodov”, la
amistad entre los pueblos, el internacionalismo y la revolución social), sino
un nacionalismo ruso prepotente y dominante, fortalecería una genuina lucha de
liberación nacional ucraniana, pero mucho depende del nivel de caos que se cree
en la región en los próximos meses.
-¿Un
Maidán social en el Este de Ucrania? Se
puede discutir si la economía ucraniana ya está en quiebra o al borde de la
quiebra. En cualquier caso, su estado es ruinoso. El nuevo gobierno quiere
aplicar medidas económicas drásticas en línea con las recetas occidentales. Si
es así, eso destruirá la industria ucraniana, concentrada en el Este del país y
con enorme vínculo con Rusia (esa fue la principal razón del rechazo de Yanukovich
al acuerdo “Asociación Oriental” que le proponía Bruselas). ¿Cuánto tiempo
podrá mantenerse un gobierno que aumente drásticamente los gastos de vivienda,
corte las subvenciones energéticas y recorte salarios y pensiones que ya hoy no
alcanzan apenas para sobrevivir? El nivel de caos generado en los próximos
meses por el kaganato de Kiev, con su ideología nacionalista y sus padrinos
occidentales –que si no han realizado un “plan Marshall” para el sur de Europa,
aun menos lo harán para Ucrania- puede ser considerable. Es ahí donde hay que
volver a escuchar la conferencia de prensa de Putin el pasado 4 de marzo, en la
que se dijo que Rusia no quiere anexionarse nada si no es necesario: “Rusia”,
dijo Putin, “no se quedará al margen si se comienza a perseguir a la población
rusoparlante”. Pero si esta arriesgada jugada le sale mal a Putin, entonces
habrá que pensar en un Maidán moscovita y en el escenario 1905 ya evocado desde
estas páginas. La intervención, el pasado domingo, del magnate ruso Mijail
Jodorkovski -el hombre que Occidente quiere para Rusia, explicando a la
multitud en Kíev que “hay otra Rusia”, es muy sintomática.
-Smuta. Ucrania
se desliza hacia lo que en esa parte del mundo se conoce como “Smuta”. Es un
concepto de la historia rusa que designa la “turbulenta época” (“smutnoye
vremia”) de finales del XVI y principios del XVII, pero muchos autores hacen un
uso más amplio del concepto y caracterizan como “smuta” el principio del siglo
XX y la Revolución de 1917 seguida de guerra civil (la “Krásnaya Smuta” de
Vladimir Buldakov, por ejemplo), e incluso se refieren periodísticamente a la
disolución de la URSS (1991), como una “smuta” de fin de siglo.
Antídotos:
un gobierno representativo de todas las regiones del país, una declaración de
neutralidad de Ucrania (estatuto finlandés) y un reconocimiento de la soberanía
e integridad territorial ucraniana a todos los efectos por parte de
Euroatlántida y de Rusia. Por desgracia es poco probable que el kaganato
occidental de Kíev y sus irresponsables padrinos que han llevado las cosas
hasta este punto, abran vía a eso.
Hasta
personajes tan peculiares como Henry Kissinger advierten de que, “cualquier
intento de una parte de Ucrania por dominar a la otra conduce a largo plazo a
una guerra civil o a una división. Tratar a Ucrania como un capítulo de la
confrontación Este/Oeste destruirá para décadas cualquier posibilidad de
integrar a Rusia y Occidente, sobre todo a Rusia y a Europa, en un sistema
internacional cooperativo”.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=182031
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