PALABRA Y ESENCIA PURA
sábado, 22 de marzo de 2014
En la página 84, editorial
Gustavo Gili, de El lenguaje clásico de la arquitectura, John Summerson se
expresa en estos términos: “En el caso de que alguien me preguntara: ¿está
usted completamente seguro que todas estas obas –Piazza de San Pedro, fachada
este del Palacio del Louvre y el Blienheim– son barrocas puras?, yo le
respondería inmediatamente: no, por supuesto que no estoy seguro. Y es que no
existe ese barroco puro, ya que el mero hecho de que exista una palabra no
quiere decir que exista también la esencia pura que designa. Hay además otra
razón: si bien puede demostrarse más allá de toda duda razonable que estos
edificios tienen títulos suficientes para que los llamemos barrocos, podría
demostrarse con idéntica certidumbre que hay en ellos elementos suficientes
para descalificarlos como tales en ciertos contextos. Así que no nos calentemos
más la cabeza. Miremos estos edificios en sí mismos y veamos lo que nos dicen”.
Los filósofos sí deberían
calentarse la cabeza, pero con el fin de que los demás no se la calentaran.
Desgraciadamente muchos filósofos más que aliviar las calenturas de cabeza las
propagan y alimentan. Algunos creen que la filosofía es eso: calentarse la
cabeza. No obstante, si observamos la conducta intelectual de Summerson, vemos
la solución filosófica para no incurrir en ese error: nos invita a dejar a los
conceptos de lado, en este caso el concepto de barroco, para ir a las cosas
mismas y que ellas nos digan lo que nos tienen que decir. Es una invitación
para que los conceptos se acomoden a las cosas y no para que las cosas queden
atrapadas en las redes conceptuales vigentes. Las cosas de continuo rompen la
unidad de los conceptos viejos, proponen nuevos contenidos que estos no poseen,
exigen su renovación.
La realidad siempre supera los
conceptos, los desborda, los envejece. El dogmático, sin embargo, sigue atado a
los viejos conceptos. Eso sucede mucho en el seno de la izquierda radical y
marxista. La realidad les demuestra una y otra vez que no existe el socialismo
puro, que no existe una esencia pura del concepto de socialismo, pero ellos
siguen examinado la realidad con los contenidos conceptuales viejos del
socialismo. Y de ese modo no enriquecen el concepto de socialismo con las
realidades nuevas, no transforman el socialismo en un concepto flexible, sino
que lo transforman en un ideolograma anquilosado, inútil, muerto.
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