Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez en 7:05
sábado, 29 de marzo de 2014
Empiezo
transcribiéndoles unas ideas de Rolando Astarita contenidas en su trabajo
titulado Chavismo e independencia de clase http://rolandoastarita.wordpress.com/ :
“Como lo ponen en
evidencia los intercambios que he tenido en “Comentarios” a raíz de la nota
sobre control bonapartista, mis diferencias con la izquierda chavista son
profundas. Alguna gente se sintió ofendida porque planteé que, de hecho,
estamos en “veredas opuestas”, ideológica y políticamente, pero no hay otra
manera de decirlo. Es que hay dos visiones contrapuestas: una que hace eje en
que el movimiento obrero mantenga una actitud autónoma y hostil hacia el
conjunto de la clase dominante y el Estado. Y otra que pone el acento en
la colaboración con el proyecto del socialismo siglo XXI, dirigido desde el
Estado. En esta entrada amplío sobre qué significa un accionar independiente,
autónomo, de clase.
El fundamento último de
una estrategia política autónoma de las fuerzas del trabajo es la conciencia de
clase. En términos leninistas, conciencia de clase es conciencia del
carácter irreconciliable del antagonismo entre el capital, de conjunto, y
el trabajo. Es también conciencia de la naturaleza burguesa del Estado, de
su rol en el sostenimiento de la relación de explotación, y de la imposibilidad
de reformarlo “desde adentro”. Este carácter del Estado no se altera en los
países dependientes (ver más abajo).
Por eso la independencia
de clase exige una actitud hostil de los explotados hacia la clase dominante de
conjunto. Es un criterio general que ordena las orientaciones tácticas y
los programas de acción. De ahí el rol de la crítica. La crítica hacia toda
forma de explotación y sujeción de los trabajadores es la condición
indispensable para avanzar en la autonomía de la clase trabajadora. La raíz
última de esta crítica es la teoría de la plusvalía de Marx (esto es, la teoría
de la explotación del trabajo por el capital). Por esta razón no puede haber
política socialista y revolucionaria sin teoría, sin crítica, sin debates y
elaboración colectiva”.
La
práctica como criterio de verdad
No es correcto comparar una
idea con un hecho práctico. No es propio de marxista y no es científico. Hay
que comparar un hecho práctico con otro hecho práctico. ¿Con qué debemos
comparar la Venezuela chavista? Rolando Astarita la compara con sus ideas sobre
el socialismo y sobre lo que a su juicio sería la verdadera conciencia de
clase. Pero en verdad se debería comparar con la realidad de su propio país o
con la realidad de los países de la Unión Europea. ¿Y qué nos dice esa
realidad? Que la izquierda radical carece de poder y que no existe mayoría
social con conciencia socialista. Todo lo contrario de lo que ocurre en
Venezuela: la izquierda radical está en el poder y hay una mayoría social con
conciencia socialista. ¿El Estado venezolano sigue siendo burgués? Pues sí. ¿Y
qué? Así es la realidad. Tiene que seguir siendo burgués porque la sociedad
sigue siendo una sociedad capitalista. Venezuela vive en una época de
transición que durará muchas decenas de años, donde luchan las tendencias
socialistas con las tendencias capitalistas. ¿Es el socialismo representado por
el chavismo el socialismo verdadero? Pues no. Pero es que el socialismo
verdadero no existe en la realidad. El socialismo
verdadero solo existe como concepto idealizado e inmaculado en la cabeza de los
dogmáticos. Un rasgo esencial del pensamiento marxista es que todo debe
analizarse teniendo en cuenta su determinación histórica. Así que el socialismo
venezolano está determinado por las peculiaridades nacionales del pueblo
venezolano y por las peculiaridades históricas de finales del siglo XX y
principios del siglo XXI. Y dos rasgo de esta época histórica es que el
socialismo soviético dejo de existir y el socialismo chino sufre el duro embate
de las fuerzas del capitalismo global. La gran diferencia entre el socialismo
chavista y el socialismo que representa Rolando Astarita es que el primero es
una realidad y el segundo es un puro pensamiento.
La
práctica y los intelectuales
Yo me dedico a la elaboración
teórica. No represento ninguna fuerza social. Así que estoy muy agradecido a
todas las personas que hacen posible la existencia y la actividad de IU. Admiro
y respeto a Cayo Lara. Y no porque coincida con sus ideas, sino por la fuerza
social y tendencia que representa. Me parece totalmente improcedente que desde
las cuatro paredes de mi despacho dicte a IU lo que debe hacer. En política no se habla de lo que se debe hacer sino de lo
que se puede hacer. Y lo que se puede hacer deben decidirlo los jefes de
IU. Ellos tienen su propia conciencia de lo que pueden hacer y podrán evaluar
mejor que nadie lo más conveniente para IU. Lógicamente que se equivocarán y lo
harán en mil ocasiones. Pero solo quienes están en la
práctica política pueden equivocarse. Quienes sólo se dedican a dibujar
cómo debe ser el socialismo verdadero, y esta es la tendencia que representa
Rolando Astarita, no se equivocan. Puesto que como sus ideas nunca las ponen en
práctica, no hay manera de saber si están en un error o no. Mi actividad teórica la comprendo como una actividad dirigida
a enriquecer y modificar la conciencia. No voy más allá. El problema de
Rolando Astarita es que pretende que los agentes prácticos de la izquierda
radical sigan sus ideas y directrices. Se arroga una representación que no
tiene y un papel que los otros no se lo han reconocido.
La
conciencia de clase
Dice Rolando Astarita que en
términos leninistas la conciencia de clase es la conciencia del carácter
irreconciliable del antagonismo entre el capital, de conjunto, y el
trabajo. Es también conciencia de la naturaleza burguesa del Estado, de su
rol en el sostenimiento de la relación de explotación, y de la imposibilidad de
reformarlo “desde adentro”. Qué forma de expresarse tan anticuada. Lo peor es
que le asigna a Lenin unas ideas que no son suyas,
puesto que todo lo que se saca del contexto histórico donde se produce pierde
su sentido y su vida. ¿Hay antagonismo entre los capitalistas y los
trabajadores? De forma abstracta sí, pero en la práctica hay continua
conciliación. A nivel económico las empresas funcionan sobre
la base de la colaboración entre trabajo y capital, no sobre el antagonismo y
la lucha. Y a nivel político la mayoría de los trabajadores constituyen
la base social de los partidos de la derecha y de la izquierda reformista.
Luego a nivel político la conciliación y no el antagonismo entre las clases
sociales es lo que manda. Luego afirmar que la conciencia de clase
es la conciencia del carácter irreconciliable del antagonismo entre capital y
trabajo es una idea que falta a la verdad. Puesto que en la realidad la
conciliación domina sobre el antagonismo de clase. Pertenece
al socialismo de los años sesenta pensar en la lucha de clases como la lucha
principal del ser humano, relegando la lucha por la producción a un subproducto
de aquella. Cansa el socialismo dogmático. Es un socialismo
conceptualmente muy pobre, que vive de espalda a la realidad, y que
caricaturiza y deforma figuras políticamente tan estelares como Vladimir Ilích
Ulianov y Mao Zedong.
Desde
dentro del Estado
La gran lección del socialismo
chavista, el socialismo con peculiaridades venezolanas, es que hay que tomar el
poder del Estado burgués y ponerlo al servicio de la causa del socialismo,
sabiendo que esa toma de poder abre un periodo de transición muy largo. Esa
experiencia pone de manifiesto que se llega más lejos desde dentro del Estado
que desde fuera. La idea de destruir el Estado burgués
y sustituirlo por un nuevo y socialista ha pasado al baúl de la historia. La
transición del capitalismo al socialismo no es una época que se recorra rápida,
como pensaron Marx, Engels y Lenin, sino un periodo que durará siglos y que
estará salpicado de reveses. Y la experiencia del socialismo soviético y del
socialismo chino así lo pone de manifiesto. Creer que
desde fuera, desde las calles, desde las barricadas, se llegará al socialismo,
es seguir atado a las tácticas de lucha de clases propia de la primera mitad
del siglo XIX. La complejidad de la maquinaria del Estado moderno y de
la estructura económica del capitalismo global determina que las estrategias políticas de la clase obrera deban ser
igualmente complejas. Y esa complejidad hace imposible la idea de destruir el
Estado. Su destrucción se debe entender de un modo paulatino y que durará
siglos. De hecho los tres Estados nuevos que se crearon de forma
paralela al Estado existente, en Rusia, China y Cuba, no pudieron evitar los
rasgos del Estado burgués: ejército, policías y cárceles. Eran pretendidamente
nuevos, pero seguían siendo en esencia viejos. No se
pudo acabar con la esencia de todos los Estados: representar y
ejercer la violencia organizada. Antes se pensaba que el
camino hacia el socialismo transcurría en dos etapas: el socialismo y el
comunismo propiamente dicho. Y se pensaba que la etapa del socialismo apenas
duraría un siglo. Pero la experiencia del socialismo real dice lo contrario y los comunistas chinos se apercibieron de ello, afirmando que
China se encuentra en la fase primera de la primera etapa del socialismo.
Perder de vista la experiencia práctica del socialismo real y seguir hablando
como lo hizo Lenin que apenas vivió la experiencia de cinco años de socialismo
real, es no pensar ni como marxista ni como leninista. Pero es que incluso
Lenin, con la poca experiencia de socialismo que vivió, ya propuso la Nueva
Economía Política, que no era otra que el
reconocimiento de que el socialismo necesita en su primera fase de la economía
mercantil y de la economía capitalista. Así que creo que muchos líderes
de la izquierda radical siguen fuera de juego y se representan un mundo que no
existe. Y las fuerzas sociales que compartan esas representaciones se seguirán
moviendo en los márgenes de la historia.
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