sábado, 28 de junio de 2014

RAMÓN GARCÍA RESPONDE A MIGUEL ARAGÓN: LA PARODIA BURGUESA


I

CRISIS CÍCLICA O CRISIS TERMINAL

Este debate, aparentemente "teórico", en el fondo es un debate político, eminentemente táctico.

Si la crisis actual es una "Crisis Terminal", y el Perú se encuentra en "Crisis General", las tareas políticas y organizativas tienen que ajustarse a esa realidad. Deberá colocarse en primer plano el objetivo de luchar por la "dirección de la producción", y asumir como tarea del momento presente, la lucha insurreccional. Y si somos consecuentes con nuestras afirmaciones, todo el trabajo organizativo deberá adecuarse a esa necesidad perentoria, colocando en primer plano la reivindicación de una "máquina de combate".

Por el contrario, si la crisis actual es una "Crisis cíclica" que está afectado solamente a una parte del mundo (a los países capitalistas más desarrollados), y el Perú se encuentra atravesando un largo periodo de "crecimiento capitalista", igualmente las tareas políticas y organizativas tendrán que ajustarse a esta realidad. Deberá continuar colocándose en primer plano el objetivo de luchar por la "distribución de la  producción", y asumir como tarea del momento continuar fortaleciendo la lucha reivindicativa y la lucha político electoral. Y si somos consecuentes con estas conclusiones, todo el trabajo organizativo deberá continuar adecuándose a esta necesidad urgente, colocando en primer plano el fortalecimiento de la "máquina de organización".

Creo que así podemos entender mejor, la importancia y trascendencia de este debate "teórico", debate que no tiene nada de abstracto.

Creo que todos entendemos que plantearse la lucha insurreccional como tarea principal, en condiciones de "crecimiento capitalista" sería una propuesta tan absurda y torpe condenada al fracaso, como también sería torpe plantearse la lucha reivindicativa como tarea principal en condiciones de "crisis general".

O es lo uno, o es lo otro, aunque no lo podemos entender ni plantear en términos estáticos. Por el contrario, tenemos que entender que ante la cambiante realidad, los virajes tácticos se pueden presentar, y se presentarán, en cualquier momento. (   )

Miguel Ángel Aragón
[TacnaComunitaria] Blogger <no-reply@blogger.com> 29 mayo 6:16 a.m

II

BIBLIA CATÓLICA

Nácar Colunga (Págs. 1007, 1200, 1256)
Mateo 5
33 También habéis oído que se dijo a los antiguos: No perjurarás, antes cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pero yo os digo que no juréis de ninguna manera: ni por el cielo, pues es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, pues es el escabel de sus pies; 36 Ni por tu cabeza jures tampoco, porque no está en ti volver uno de tus cabellos blanco o negro. 37 Sea vuestra palabra: sí, sí; no, no; todo lo que pasa de esto, de mal procede.
2 Corintios 1
15 En esta confianza quise ir primero a veros, para que tuvieseis una segunda gracia, 16 y pasando por vosotros, ir a Macedonia, y de nuevo desde Macedonia volver por ahí y ser por vosotros encaminado hacia Judea. 17 Al proponerme esto, ¿obré a la ligera? O lo que yo me he propuesto, ¿me lo propuse llevado de sentimientos humanos, de manera que haya en mí Sí, sí, y No, no? 18 Dios me es fiel testigo de que nuestra palabra no es Sí y No. 19 Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que os hemos predicado yo, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No, antes ha sido . 20 Cuantas promesas hay en el Señor son en Él ; y por eso decimos amén, para gloria de Dios en nosotros.
Santiago 5
12 Pero ante todo, hermanos, no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni con otra especie de juramentos; que vuestro Sí sea Sí y vuestro No sea No, para no incurrir en juicio.

III

BERNSTEIN Y LA DIALÉCTICA

Otro ejemplo: si en 1885, en ocasión de la nueva edición del folleto de Marx Revelaciones sobre el proceso de los comunistas, y en 1887, en el prólogo de su folleto Sobre el problema de la vivienda, Engels expuso ideas que, en opinión de Bernstein, concuerdan difícilmente con su actitud francamente negativa hacia determinada rebelión de los jóvenes de la socialdemocracia alemana, producida hace algunos años, la culpa de ello la tiene la dialéctica. ¿El lector no me cree? Pues vea por sí mismo: “Esta duplicidad, tan ajena al carácter de Engels, al fin de cuentas provenía de la dialéctica tomada de Hegel” En esta frase no hay, desgraciadamente, ni sombra de “duplicidad” Y si, convencidos de ello, le preguntamos al señor Bernstein por qué motivo, en cambio, la dialéctica inclina a la duplicidad, recibiremos de él la siguiente explicación: el “sí es no y no es sí”, en vez de el “sí es sí y no es no”; “el traspaso recíproco de las contradicciones, la transformación de la cantidad en calidad y otras bellezas dialécticas siempre han constituido un obstáculo para tener una idea clara sobre el alcance de los cambios ocurridos” (…)

Por otra parte, sería posible endilgarle al señor Bernstein esta “duplicidad” si, por lo menos, intentara de algún modo demostrar la exactitud de su opinión sobre el carácter dañino de las “bellezas dialécticas”. Pero él no lo intenta en modo alguno. Y, por otro lado, no tiene de dónde tomar las pruebas (…) Esta es la razón por la cual el señor Bernstein no intenta siquiera dar pruebas de su opinión. Él se limita a enunciarla, contando, con sobrada razón, que habrá de encontrar lectores ingenuos que no sólo habrán de creer su palabra, sino que inclusive le atribuirán hondura de pensamiento. (…)

Si el señor Bernstein conociera el tema por el cual se ha aventurado tan ingenua e imprudentemente, no hay ninguna duda de que se avergonzaría de su juicio sobre la dialéctica. Bernstein piensa que el “sí es no y no es sí” obstaculiza una relación sobria con la realidad y nos entrega al “auto-desarrollo de los conceptos”. Pero este es un pecado que comente justamente el pensamiento metafísico que obedece a la formula citada por Bernstein -“sí es sí y no es no” (…)

Pues esta última forma es justamente la abstracción “o una cosa u otra” que, como dice Hegel, atrae normalmente a la juventud. Pero la abstracción -“o una cosa u otra”- ha obstaculizado durante mucho tiempo un planteamiento justo de los problemas en la vida social y en las ciencias naturales, como es sabido ahora por todo el mundo. (…)

A primera vista parecería que esto se aclara por sí solo; pero esto resulta claro tan sólo a quien -consciente o inconscientemente- adopta el punto de vista dialéctico y no considera a la abstracción “o una cosa u otra” (dicho de otro modo: “sí es sí y no es no”) como la regla fundamental del pensamiento. Preguntad, por ejemplo, al conde León Tolstoi si es justa la opinión de Chernishevski sobre la guerra. Tolstoi nos dirá que es absolutamente falsa, puesto que la guerra es un mal, y el mal nunca puede ser el bien. El conde Tolstoi juzga todos los problemas desde el punto de vista de la abstracción “o una cosa u otra”, lo cual quita a sus conclusiones toda seriedad. Como pensador, es completamente ajeno a la dialéctica, y esto explica, entre otras cosas, su instintiva repulsión por el marxismo. (…)

Los anarquistas preguntan a los socialdemócratas: “¿Reconocen ustedes la libertad de la personalidad?” “La reconocemos -contestan los socialdemócratas-, pero la reconocemos condicionalmente, puesto que la libertad incondicional de una persona implica la esclavitud incondicional de todos los que están a su alrededor, es decir, la libertad se transforma en su contrario”. Esta respuesta tampoco es del agrado de los anarquistas, quienes al parecer opinan sinceramente que los socialdemócratas son los enemigos de la libertad y, por otra parte, proclaman la libertad ilimitada, es decir, incondicional de la personalidad. La transformación de la libertad en su contrario se presenta a sus ojos como un simple sofisma o -como acaso pueda decirlo alguno de ellos, enterado de la terminología del señor Bernstein- una de las bellezas de la dialéctica hegeliana. La doctrina anarquista de la libertad está impregnada del espíritu de la abstracción “o una cosa o la otra” (o la libertad o el despotismo), y se basa plenamente en la fórmula preferida del señor Bernstein -sí es sí y no es no-, mientras que los socialdemócratas consideran en problema de la libertad desde el punto de vista concreto. Los socialdemócratas no olvidan que no existe una verdad abstracta, que la verdad es concreta. Al respecto, los socialdemócratas están imbuidos del espíritu dialéctico. (…)

La búsqueda de la verdad concreta constituye el rasgo diferencial del pensamiento dialéctico. (…)

Si esto es así -y así es, en efecto- no es difícil comprender el papel desempeñado por la dialéctica en el desarrollo del socialismo desde la utopía hasta la ciencia. (…) Los socialistas utópicos toman en cuenta a veces la insuficiencia del pensamiento abstracto del siglo XVIII. Algunos de ellos, al opinar sobre la historia, dejan de lado eventualmente la abstracción elsí es sí y no es no y adoptan el punto de vista dialéctico. Pero tal cosa ocurre tan sólo eventualmente. Casi todos ellos, en la gran mayoría de las veces, al juzgar la vida social se limitan a la abstracción o una cosa o  la otra”. El espíritu de este “o-o” confiere a dichos sistemas un carácter utópico. Para pasar de la utopía a la ciencia, el socialismo necesitó superar este modo de pensar y alcanzar el método dialéctico. Marx y Engels realizaron esta necesaria reforma del socialismo. (…)

El señor Bernstein afirma que Marx exageró la rapidez de la marcha del movimiento histórico. Esto es exacto si se refiere al punto de vista de Marx sobre el desarrollo de la sociedad capitalista. Pero ¿por qué Marx tenía que exagerar en este sentido?. El señor Bernstein le echa la culpa a la dialéctica. (…)

Según Hegel, el proceso lógico de la negación se realiza fuera del tiempo. Pero los procesos reales de negación de un fenómeno de la naturaleza por otro, o de un sistema social por otro, se determinan por la rapidez de su marcha, por su naturaleza y por las condiciones concretas en las cuales se efectúan. (…)

El que escribe estas líneas está realmente muy asombrado al comprobar hasta qué punto ha entendido mal la filosofía de Engels -y, en consecuencia, la de Marx- el señor Bernstein, que ha tenido durante años una estrecha relación con él. (…) Aunque siempre lo hemos tenido por un hombre de cortos alcances (y de esto pueden dar testimonio muchos de nuestros camaradas más cercanos), de todos modos considerábamos que Bernstein pertenecía a la escuela de Marx y nos sentíamos muy afectados por las tonterías que escribía a la sazón sobre el materialismo. (…) La ignorancia filosófica del señor Bernstein se ha mostrado en todo su esplendor y ya ni siquiera nos atrevemos a invitarlo a que revise sus manuales; comprobamos que los manuales no han sido escritos para él. (…)

Todos estos errores del señor Bernstein son tan evidentes y tan imperdonables, demuestran hasta tal punto su total y franca incompetencia en el terreno filosófico, que el lector puede formularse la pregunta: ¿vale la pena ocuparse de ellos? Pero quien esté dispuesto a dar una respuesta negativa a esta pregunta, aunque sólo sea de pasada, cometerá un grave error. (…)

(…) estas deficiencias constituyen la expresión natural, inevitable y elocuente de sus actuales tendencias sociales y políticas. Estas tendencias pueden definirse de la siguiente manera: la aproximación a los sectores progresistas de la burguesía. “Lo que llaman burguesía -dice el señor Bernstein- es una clase compleja, compuesta por diversas capas de intereses muy diversos. (…) es decir, la burguesía forma una masa reaccionaria homogénea porque todos sus elementos se ven igualmente amenazados por la socialdemocracia, unos en sus intereses materiales y otros en sus intereses ideológicos: la religión, el patriotismo, el deseo de defender al país de los horrores de una revolución violenta” (…); por último, con el propósito de no “amenazar a la burguesía con los horrores de una revolución violenta”, se pronuncia contra la Zusammenbruchsteorie (teoría de las catástrofes) -la cual, dicho sea de paso, ha confeccionado Bernstein sobre la base de algunas palabras de Marx y Engels en parte mal entendidas y en parte desfiguradas- y trata de demostrar que “la dictadura de clase es señal de una cultura inferior: es un paso hacia atrás, un atavismo político” (…)

Si el señor Bernstein ha rechazado el materialismo para no “amenazar” a uno de los intereses ideológicos de la burguesía, la religión, este rechazo de la dialéctica está motivado por su deseo de no asustar a esa misma burguesía con “los horrores de una revolución violenta”. (…) Por esta razón los filisteos alemanes han saludado su “crítica” con repetidas exclamaciones de alegría, elevándolo al rango de los grandes hombres. Los pájaros del mismo plumaje se reconocen.

Al fin de “no amenazar” a la burguesía con los “horrores de una revolución violenta” el señor Bernstein se ha insurgido contra la dialéctica y rompe lanzas contra la misma “teoría de las catástrofes” lucubrada por él. Al mismo tiempo, y con la misma finalidad, Bernstein se presenta como el Píndaro de la “democracia” (…) La democracia suprime tan sólo los privilegios políticos de las clases altas. Y justamente por esto, por no suprimir el dominio económico de una clase sobre las otras -de la burguesía sobre el proletariado- no termina ni siquiera con la lucha entre el proletariado y la burguesía, ni con la necesidad del proletariado de luchar por todos los medios adecuados a su fin en un momento dado. Al razonar “humanamente”, cualquier hombre no prevenido estará de acuerdo en que “los horrores de la revolución violenta”, tomados en sí mismos, no encierran en sí nada deseable. Pero todo hombre que no esté enceguecido por las corrientes anti-revolucionarias habrá de reconocer que la constitución democrática en modo alguno previene la agudización de la lucha de clases, que lleva necesariamente a un estallido revolucionario y a una dictadura revolucionaria. Y el señor Bernstein no asusta por cierto a los revolucionarios, con su infundio de que la lucha de clases es síntoma de una cultura inferior. La gran cuestión de nuestro tiempo -la cuestión planteada por la supresión de la explotación económica del hombre por el hombre- sólo puede ser resuelta -como se han resuelto las grandes cuestiones sociales de épocas pasadas- por medio de la fuerza. Verdad es que la fuerza no implica violencia: es tan sólo una de las formas en que se manifiesta la fuerza. Pero la elección de la forma en que el proletariado habrá de manifestar su fuerza revolucionaria no depende de su propia buena voluntad, sino de las circunstancias. La mejor forma es la que lleva más segura y rápidamente a la victoria sobre el enemigo. Y si la “revolución violenta” resultare ser en un país dado y en determinadas circunstancias el modo de acción más adecuado a ese fin, entonces será un doctrinario lamentable -cuando no un traidor- el que opusiere a ella consideraciones de principio, en el estilo usado por el señor Bernstein: “cultura inferior”, “atavismo político”, etc. La lucha física es un “atavismo”, si queréis, donde quiera que se presente: es verdad que dos hombres que se pelean semejan a dos fieras. Pero ¿quiénes -salvo los tolstoianos- condenan esa resistencia al mal mediante la lucha física? Y si existe algún hombre serio que tome estas conclusiones seriamente, ¿qué razones usan los tolstoianos para condenar en principio la violencia? Para todo hombre sensato es evidente que estas conclusiones representan una aturdida caricatura del pensamiento de acuerdo a la fórmula favorita del señor Bernstein: “sí es sí y no es no”. Totalmente identificable, como ya sabemos, con la abstracción “o una cosa u otra” de Hegel (la violencia o el mal o el bien). “Los horrores de la revolución violenta” siempre son más o menos “horrorosos”. Así es, esto nadie lo discute. Pero el señor Bernstein ha elegido una manera muy equivocada de combatirlos: Bernstein debería dirigirse a la burguesía y mostrar ante los elementos que aún  no están estropeados por el egoísmo de clase que el esfuerzo por frenar el impulso del actual movimiento socialista representa el pecado más tremendo contra el humanismo y la cultura. En la medida en que esta exhortación tenga buen resultado, habrá de debilitar la resistencia que opone la burguesía al movimiento proletario. En tal forman disminuirían las posibilidades del horror de una “revolución violenta” (…)

La lamentable traducción del lamentable librejo del señor Bernstein ya ha tenido dos ediciones “legales”. Probablemente no tardará mucho tiempo en salir la tercera. No hay de qué asombrarse. Cualquier “crítica” del marxismo y cualquier parodia del mismo -siempre que esté imbuida del espíritu burgués- habrá de halagar indefectiblemente a ese sector de nuestros marxistas legales que representa la parodia burguesa del marxismo.

Jorge Plejanov, segunda parte de El Papel del Individuo en la Historia
Editorial Grijalbo S.A, México D.F. 1969
(Énfasis agregados en todo el tema)

IV

Nota.- Respecto a que: plantearse la lucha insurreccional como tarea principal, en condiciones de "crecimiento capitalista" sería una propuesta tan absurda y torpe…, sólo basta recordar que

Atribuir al adversario
Una evidente necedad
Para refutarla luego
Es recurso de personas
Poco inteligentes
Engels

Finalmente:

De nadie soy Maestro
De todos soy Alumno
Hasta de quien sabemos
Por lo que aprendo de él

Ragarro

28.06.14

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