27 de junio de 2014 | 09:01 CET
Japón está en decadencia. Supongo que es algo complicado de asumir si uno mira que por la calle
hay cada vez más coches japoneses, el anime y el manga crecen por todos lados y
los locales de sushi se han hecho muy comunes. También si uno es un enamorado
de la cultura japonesa y sigue el blog de Kirai, pero la economía japonesa
lleva años en una situación complicada.
Personalmente creo que salvo cambios
fuertes, el futuro centro económico de la humanidad está en Asia.
Es el continente más poblado y contiene los dos países con más habitantes. Pero
desafortunadamente Japón parece que no va a estar en ese futuro, o al menos ni
de lejos con la posición que tiene ahora.
Razones por las que
Japón está en decadencia
Personalmente los siguientes motivos
me llevan a pensar que la economía japonesa está en una situación de
decadencia:
·
El primer motivo es el estancamiento que
lleva el país desde aproximadamente 1990 con el estallido de la burbuja
inmobiliaria. Japón creció mucho en los años setenta y ochenta, pero desde
entonces su PIB per cápita está prácticamente estancado. El gráfico superior
del Banco de la Reserva Federal de San Luis lo muestra con bastante claridad.
·
El segundo motivo es la decadencia de su modelo educativo.
A pesar de ser la tercera potencia industrial mundial sólo superada por Estados
Unidos y China, Japón no tiene muchas universidades entre las mejores del
mundo. Además lleva varios años en los que la caída de la natalidad hace
disminuir los alumnos, y muchas universidades han tenido que cerrar por falta
de los mismos. Ahora, salvo las mejores, incluso compiten intentando atraer a
los alumnos con las mejores condiciones (para los mismos) con el objetivo de
sobrevivir. Que el conocimiento del inglés sea bastante deficiente no ha
ayudado a atraer a estudiantes de otros países, ya que las clases son en
japonés. No consiguen de este modo atraer a estudiantes de países emergentes
como China que optan por estudiar en países anglosajones.
·
El tercer motivo es la caída
de la natalidad y envejecimiento de la población. Menos población en edad
laboral sin incrementos de la productividad van a provocar que el estado esté
muy interesado en cuidar de los ancianos y de proporcionarle una serie de
servicios mínimos. Otros países han resuelto esto mediante la inmigración, pero
Japón es una excepción que está casi cerrado a la misma.
·
El cuarto son los problemas
culturales y/o sociológicos a los que se enfrenta. Probablemente sean
consecuencia de una sociedad opresiva y muy competitiva. Pero el fenómeno de
los Hikikomori o las relaciones no muestran una sociedad
sana. Tampoco los trabajadores que viven en cibercafés y dependen de empleos
temporales.
·
El quinto es la deuda pública,
brutalmente alta para cualquier estándar occidental en el que pensemos. Supera
el 226% del PIB, y en esta proporción es la mayor
del mundo.
·
El sexto es que las empresas
asiáticas de otros muchos países le están comiendo el camino. Hubo una
época en la que lo habitual era tener un televisor Sony, ahora no es raro que
este sea Samsung. Su sistema de móviles propio (Keitai) era más avanzado, pero
los iPhone y los terminales con Android coreanos y taiwaneses se han comido el mercado. Los fabricantes de
coches sufren la competencia de los coreanos y dentro de poco de los chinos, que están preparando su desembarco en los mercados occidentales (si es que no lo han hecho ya a golpe de talonario).
Puede que alguien piense que no he
incluído el accidente de Fukushima, pero creo que todavía es
demasiado pronto como para considerar las consecuencias del mismo a largo
plazo.
¿Podría estar
saliendo con Abenomics?
Shinzõ Abe es el primer ministro de Japón desde 2012. Entre ese día y el día
de hoy ha conseguido empujar la economía japonesa (y conseguir unas
olimpiadas). Además este primer ministro ha llegado en el momento justo, tras
20 años de estancamiento y el miedo al auge de China, la población parece estar
de acuerdo en que hay que cambiar algo (espero que en España no nos lleve
tanto).
Abenomics es su plan de trabajo, que se basa en tres puntos (o flechas), el
primero es el incremento del gasto público, el segundo la relajación monetaria
y el tercero las reformas estructurales. Los dos primeros ya los ha puesto en
marcha, aunque no queda muy claro si ya llevaban dos décadas. Ahora toca por ver
si las reformas estructurales (la tercera flecha) de verdad se ponen en marcha
y acaban saliendo adelante. A los japoneses claramente les queda mucho trabajo
por hacer si quieren dejar de caer.
En El Blog Salmón
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