miércoles, 6 de agosto de 2014

A PROPÓSITO DEL DINERO Y EL ANIMAL ECONÓMICO, ¿POR QUÉ NIALL FERGUSON MIENTE?



miércoles, 6 de agosto de 2014

Niall Ferguson ocupa la cátedra Laurence A. Tisch de Historia de la Universidad de Harvard y la cátedra William Ziegler en la Harvard Business School. Está considerado el historiador británico más brillante de la actualidad por el Times y una de las cien personas más influyentes del mundo por la revista Times. Importantes son las credenciales que ostenta Niall Ferguson y es presentado como un intelectual de alta categoría. Siendo así, ¿por qué miente cuando habla de Marx? Respuesta sencilla: por ignorancia. No ha leído directamente a Marx y debe guiarse al entenderlo por no se sabe quién. Y por honestidad intelectual, si habla de lo que pensó Marx, debe decir cuál es su fuente.

Hablo de su libro El triunfo del dinero. Y les transcribo lo que dice al inicio del capítulo 1 titulado Sueños de avaricia: “Según Friedrich Engels y Karl Marx, el dinero no era más que un instrumento de explotación capitalista que reemplaza a todas las relaciones humanas, incluidas las que se daban en el seno de la familia, por el frío nexo monetario. Como Marx trataría de demostrar más tarde en El Capital, el dinero era trabajo mercantilizado –el excedente generado por el esfuerzo honesto–, apropiado y luego cosificado a fin de satisfacer la insaciable ansia de acumulación de la clase capitalista”.

¿Dónde dice Marx que el dinero es un instrumento de explotación capitalista? Me considero una persona que ha  estudiado con mucho detenimiento El Capital y puedo asegurarle al lector que Marx no dice nada de eso. En El Capital,  Marx estudia en primer lugar cómo la mercancía se transforma en dinero, luego cómo el dinero se transforma en capital, y por último estudia las distintas formas y componentes del capital. Es obvio que Marx, por una parte, sabía que el dinero no era más que la mercancía  evolucionada hasta su forma más general, y por otra parte, que una cosa era el dinero como simple dinero y otra el dinero como capital. Y el dinero como capital se distingue en principio del dinero como simple dinero por la forma distinta de circular; y más tarde por la clase especial de mercancía que se compra con el dinero. El dinero que circula como capital viene representado por la siguiente forma: D-M-D,  con dinero compro mercancía y después la vendo para obtener más dinero. La expresión vulgar de esa forma y que predomina en el juego de la bolsa y en los mercados de valores reza así: comprar barato para vender caro. El dinero como capital se distingue del dinero como simple dinero porque el punto de partida y de llegada es el dinero. Esta es la forma del capital comercial y la forma originaria del capital, y puede encontrarse ya en las sociedades esclavistas. Pero además de por su forma de circular, el dinero como capital se distingue del simple dinero por las mercancías que se compra con él. Si con dinero compro medios de producción y fuerza de trabajo, entonces ese dinero funciona como capital. Luego es obvio que Marx distingue con claridad el dinero como simple dinero del dinero como capital, cosa que no hace Nial Ferguson. De hecho su libro no debe llamarse el triunfo del dinero sino el triunfo del dinero como capital.

Para Marx el dinero como el capital no son cosas, sino relaciones sociales. Así que es imposible que Marx conciba el dinero como un instrumento para la explotación capitalista, puesto que esa expresión lleva implícita el reconocimiento del dinero como cosa. Tampoco dice Marx en lado alguno que el dinero sea trabajo mercantilizado. Marx distingue con claridad entre trabajo y fuerza de trabajo, y lo que afirma es que en el capitalismo la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía. También afirma que la sustancia del valor es el trabajo humano abstracto o lo que es lo mismo: gasto de fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma de su gasto. Marx distingue entre trabajo útil, trabajo creador de valor de uso, del gasto de fuerza de trabajo, trabajo representado en el valor.

Tampoco dice Max en parte alguna que el dinero sea “el excedente generado por el esfuerzo honesto”. Cuando Marx habla de excedente se refiere al excedente de horas de trabajo realizadas por el obrero más allá de la reposición del valor de la fuerza de trabajo. Lo que comúnmente se llama plusvalor. Y carece de todo sentido distinguir en el ámbito de la economía el esfuerzo honesto del esfuerzo que no es honesto. La honestidad es una categoría moral que nada dice del esfuerzo, siempre que empleemos esfuerzo para referirnos a la fuerza de trabajo en acción. Tampoco habla Marx del dinero cosificado. Lo cierto es que el dinero, en tanto mercancía que funciona como equivalente general, como en su momento fue el oro, o como signo del valor, estos es, como dinero papel, es una cosa. Marx lo afirma en el inicio de El Capital: “La mercancía es, en primer lugar, un objeto externo, una cosa…”. Lo que en verdad dice Marx es que las relaciones sociales se cosifican; y esto es una afirmación que nada tiene que ver con la afirmación tautológica de que el dinero es una cosa.

Tampoco dice Marx en parte alguna que el dinero se cosifica a fin de satisfacer la insaciable ansia de acumulación de la clase capitalista. Al analizar Marx la forma D-M-D, la forma del capital, comprende que es un movimiento infinito. Que el dinero está siempre dispuesto a volver a la circulación para incrementarse. Y en este marco, en el capítulo de El Capital titulado La transformación del dinero en capital, Marx hace la siguiente afirmación: “Así, pues, el valor de uso no puede considerarse nunca como fin inmediato del capitalista. Tampoco la ganancia aislada, sino el apetito insaciable de ganar. Este afán absoluto de enriquecimiento, esta caza apasionada del valor, es común al capitalista y al atesorador, pero mientras el atesorador es el capitalista loco, el capitalista es el atesorador racional. El incremento incesante del valor que persigue el atesorador intentando salvar el dinero de la circulación, lo consigue el capitalista, con más inteligencia, entregándolo una y otra vez a la circulación”. ¿No es evidente que este es el comportamiento de los lobos de la bolsa y que a los operadores y gestores de fondos los domina el afán insaciable de ganar? Sin duda alguna. Los desproporcionados sueldos que ganan estos animales económicos, los cuales detalla el propio Ferguson en su libro, son una expresión y ejemplo de que Marx llevaba razón. También Marx habla de atesorador como el capitalista loco y del capitalista como el atesorador racional. Y en este sentido Marx llama racional al capitalista por el modo en que satisface su apetito insaciable de ganar.

Hemos visto cómo bajo la apariencia de un gran rigor intelectual, bajo el paraguas de un reconocimiento por todo lo alto de condición de intelectual, Ferguson atribuye a Marx unas ideas y en un modo de pensar que no es suyo. Tiene la apariencia del pensamiento de Marx, pero en el más estricto rigor no es el pensamiento de Marx. Si Marx se expresara como Ferguson dice, entonces el gran pensador alemán pertenecería a las filas del socialismo utópico y del socialismo reaccionario. Jamás Marx luchó contra el dinero tratándolo como una cosa, tampoco negó su existencia como si fuera un engendro de la maldad humana, sino que descubrió su esencia demostrando con el más absoluto rigor su génesis: “Se trata aquí de hacer lo que ni siquiera ha intentado la economía burguesa, a saber, de demostrar la génesis de esta forma de dinero, esto es, de seguir el desarrollo de la expresión de valor de las mercancías, desde su figura más simple y menos vistosa hasta la deslumbrante forma de dinero. Con ello se desvanece al mismo tiempo el enigma del dinero”. Karl Marx. El Capital.



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