Uno
de los más grandes aportes de la época moderna ha sido la formación del mercado
mundial, y como consecuencia de ello, la internacionalización de las relaciones
económicas, políticas y culturales. La nueva situación mundial caracterizada
por la interrelación entre las naciones y los países, a su vez, creó la
necesidad de expertos en relaciones internacionales, que han dirigido o
asesorado la diplomacia mundial. Cada cierto tiempo han surgido hombres
que han tenido esas cualidades especiales de influir en el reordenamiento
mundial.
Después
de la gran conmoción europea resultante de la Revolución Francesa (1789)
y de las guerras napoleónicas que en las primeras décadas del siglo XIX
invadieron todo el continente europeo hasta las mismas fronteras de la lejana
Rusia, las propuestas y relaciones diplomáticas de dos hombres influyeron
decisivamente en el establecimiento del nuevo orden europeo durante el siglo
XIX, ellos fueron el austriaco Príncipe de Metternich,
y el canciller alemán Otto Bismark.
Cien
años después, en la segunda mitad del siglo XX, superado el gran
desorden producido durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945,) dos
destacados asesores de la política externa norteamericana influyeron de manera
decisiva en la formación del nuevo orden mundial de la segunda post
guerra: Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski.
El
primero (HK), fue asesor principal del gobierno de Nixon y artífice tanto del
golpe de estado de Pinochet en Chile (1973); como del inevitable como
impostergable reconocimiento diplomático de la emergente República Popular
China (1972), país cuyos derechos internacionales en la ONU habían sido
postergados por más de veinte años; y del retiro de las tropas
norteamericanas derrotadas en la guerra de agresión contra Viet Nam
(1975), acontecimiento este último que limitó la influencia de EEUU en el
extremo oriente. Mientras que el segundo (ZB), fue el asesor principal del
gobierno de Carter, y tuvo que afrontar las dificultades producidas por
la caída del autoritario gobierno pro norteamericano del Sha de Irán,
restringiendo así la influencia de EEUU en el convulso medio oriente.
Precisamente,
el día 16 de julio, el asesor internacional Zbigniew Brzezinski (Zbig)
concedió una entrevista al diario español El País, a los pocos
minutos de conocerse el derribo de un avión comercial en los cielos de Ucrania,
y momentos antes del inicio del bombardeo israelí sobre la población palestina
en la Franja de Gaza. En esa entrevista, Zbig afirmó lo siguiente: “El
mundo hoy está tan despierto, tan activo políticamente, que ninguna
potencia puede ser hegemónica”, y agregó: “La responsabilidad de América en
este caos debe ser compartida con cualquiera que participe en él. El
caos no es producto de un solo país. El orden, tampoco”. Y concluyó afirmando que: “Barack Obama
no sería el primer presidente de EE UU que ya no lidera el mundo sino
el primero consciente de ello”.
“A
confesión de parte, relevo de pruebas”, nos aconsejaría cualquier iniciado en
derecho internacional. Esas tres expresiones son de un asesor
de la mayor potencia mundial, que ya no puede ocultar la verdad y
se siente obligado a reconocer la notoria disminución del actual
poder hegemónico norteamericano, lo cual es un síntoma propio de su
irremediable e indetenible ocaso. No son palabras de un “anti-imperialista”, ni
de un fanático “anti-yanqui”, sino que son palabras de uno de los más
importantes asesores presidenciales de EEUU.
A
continuación, tal como lo había ofrecido, reenvío el texto de la entrevista a
Zbig publicada el día 21 de julio en el diario español El País con
el expresivo título “Ninguna potencia puede ser hegemónica”. Todos
sabemos que el diario El País no es una publicación
antisistema y mucho menos socialista, sino que es el principal vocero de
la burguesía española, equivalente a El Comercio en nuestro
país.
Adicionalmente,
como Archivo Adjunto estoy enviando declaraciones de Noam Chomsky, otro
destacado intelectual norteamericano, que desde una posición teórica
libertaria, diferente a la de Zbig, escribió el 3 de julio el artículo Las
amenazas para la humanidad, artículo publicado en el Blog Mundo
del Sur. Artículo que contiene ideas que también contribuyen a
entender la importancia de los acontecimientos que actualmente están
conmoviendo al mundo entero. Miguel Ángel Aragón (31 de julio de
2014)
“NINGUNA POTENCIA PUEDE SER HEGEMÓNICA”
Zbigniew Brzezinski, consejero de seguridad nacional con Carter y sabio
de la política exterior, describe un mundo caótico y sin un líder único en una
semana complicada para Barack Obama
Cuando trabajaba junto al
presidente Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski le recomendaba un ejercicio inusual en políticos norteamericanos:
plantarse ante el mapamundi y reflexionar con la vista más allá del día a día,
con la “visión estratégica” que da título a su libro más reciente.
“En mis días yo miraba mucho el mapa y
con frecuencia animaba al presidente a que mirásemos juntos al mapa y
discutiésemos”, recuerda Brzezinski en su despacho del Centro de
Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), el laboratorio de ideas en Washington donde trabaja. En el despacho,
claro, tiene un mapamundi.
Brzezinski (Varsovia, 1928) mantiene la
capacidad para observar el mundo —el mapa— a vista de pájaro. Y lo que ve no le
gusta.
El jueves recibió a EL PAÍS cuando
acababa de conocerse la noticia del derribo un avión comercial en Ucrania y a
unas horas para que Israel lanzase una operación terrestre en Gaza. En el ritmo
desbocado de la información continua, por unos minutos el mundo pareció fuera
de control y el presidente de EE UU, Barack Obama, un bombero desbordado
por incendios incontrolables.
Sobre el conflicto israelopalestino,
Brzezinski, que participó en la negociación de los acuerdos de Camp David entre
Israel y Egipto en 1978, dijo: “Debemos afrontar el hecho de que una parte es
muy débil, los palestinos, y una parte es muy fuerte, los israelíes, y por
tanto se requiere más persuasión con los israelíes”. “Sin duda”, añadió,
“tenemos mucha capacidad de influencia con Israel, porque le damos mucha ayuda
económica y militar, y sentimos una gran simpatía por su pueblo”.
Las consecuencias de la caída del avión
de Malaysia Airlines “podrían ser enormes, en particular si resulta que los
rusos suministraron el arma o la dispararon ellos”, dijo Brzezinski. “Pero
todavía no lo sabemos”.
El día siguiente, viernes, cuando Obama
había señalado a los rebeldes prorrusos —e, indirectamente, a sus
patrocinadores en Rusia— como responsables del ataque, Brzezinski envió un
mensaje electrónico: “Los responsables por el ataque a la aerolínea deberían
ser juzgados ante el Tribunal Criminal Internacional, y su patrocinador debería
pagar a las víctimas”.
Con su coetáneo Henry Kissinger, Zbig
—como le llaman quienes lo conocen— es el último sabio de la política exterior
norteamericana. Como Kissinger, nació en Europa y vivió el sueño americano. Con
Kissinger, ha sido el más brillante y seguramente el más influyente Consejero
de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, que asesora al presidente en materia
de política exterior y defensa. Ejerció el cargo entre 1977 y 1981.
Brzezinski está acostumbrado a las
crisis: le tocó afrontar la caída del Sha en Irán y la invasión soviética de
Afganistán en un tiempo en que, como ahora, se hablaba de declive de EE UU y de
un presidente débil que invitaba a los rivales a sentirse fuertes. Entonces era
Carter; ahora, Obama. Ambos, demócratas.
Zbig ve un mundo desencuadernado y sin
líder: EE UU debe conformarse con intentar reducir, en cooperación con otros
países, los riesgos que entrañan los nuevos desequilibrios internacionales.
“El mundo hoy está tan despierto, tan
activo políticamente, que ninguna potencia puede ser hegemónica”, dice. “La
responsabilidad de América en este caos debe ser compartida con cualquiera que
participe en él. El caos no es producto de un solo país. El orden, tampoco”.
A la pregunta sobre si EE UU debería
aspirar a poner orden, contrarresta: “La manera que usted tiene de pensar es
muy tradicional: que una potencia puede dictar las respuestas, o resolver los
problemas, o imponer su modelo. Mi argumento es simple: no vivimos en una era
en la que el dominio imperial del mundo sea una opción realista”.
Conversar con Brzezinski es someterse a
un combate dialéctico. Jimmy Carter siempre ha dicho que Zbig era su vecino de
asiento favorito en los viajes de larga distancia. “Quizá nos peleábamos, pero
nunca me aburría”, ha escrito.
¿EE UU en retirada? “No creo que
América se esté retirando del mundo. Si se miran las estadísticas,
probablemente esté más implicada en el mundo que cualquier otro país: la
economía y las finanzas, la información, los viajes, lo que sea”.
“Es una nueva era, es diferente”, dice
en otro momento. “Napoleón podía soñar en el dominio global. Y después, con la
revolución industrial, con el ascenso de las potencias modernas, algunos
líderes tenían planes de dominio global. Y después, con el ascenso del
comunismo, algunas personas pensaban en un dominio global ideológico y militar.
Y después América, cuando logró ser dominante, tenía la idea la democracia
brotando por doquier”.
Todo esto terminó. Vivimos en la era de
la complejidad, de los claroscuros, y no existen respuestas claras.
El referéndum de independencia en
Escocia, el próximo septiembre, y la iniciativa para convocar un referéndum de
secesión en Cataluña son, según Brzezinski, una prueba más de una realidad
“fragmentada, turbulenta, contradictoria, sin una pauta uniforme en una u otra
dirección”.
“De un lado tenemos la necesidad de
Europa: muchas personas reconocen que Europa es necesaria en el mundo. De otro,
tenemos movimientos, en Europa, que buscan realizar sus aspiraciones étnicas o nacionalista,
lo que resulta contradictorio”.
“Tendremos problemas graves con la
posibilidad de una secesión escocesa, porque disminuirá el papel constructivo
de Gran Bretaña”, prosigue. “No sabemos cómo se resolverá la cuestión catalana,
pero sin duda complicará los problemas de España, sus problemas financieros”.
La escalada violenta en Irak
difícilmente pude atribuirse a una sola causa. “Si queremos medir de quién es
la culpa, quizá fueron los británicos y franceses en 1918”, dice. Él, que se
opuso a la invasión norteamericana de 2003, acepta que la violencia actual es
“parcialmente” una consecuencia de aquel ataque. “Pero no se pueden reducir las
causalidades históricas a acontecimientos aislados porque nos gusten o no nos
gusten”.
¿Contener el ascenso de China en Asia?
“¿Qué significa la palabra contener?”, replica.
“¿Usted cree que China intenta dominar
otros países?”, dispara.
“China está en ascenso. Esto es un
hecho”, zanja.
¿Debe aceptarlo Estados Unidos?
¿Deberíamos luchar contra ello? —responde— ¿Deberíamos impedir que China
tuviese más éxito?
Brzezinski elogia a Obama por ser “más
consciente” que sus tres antecesores —George Bush padre, Bill Clinton y George
Bush hijo, los tres presidentes de la postguerra fría— de los límites del poder
del presidente de EE UU.
“Actuar de una manera que esté
divorciada de las realidades complejas que dominan el mundo probablemente
signifique actuar de una manera mucho más peligrosa”, avisa. “¿Quiere usted una
repetición de 2003, con el ataques de Estados Unidos a Irak? ¿Para evitar, por
ejemplo, el dominio de China? ¿Adónde nos llevaría? Esta es la clave”.
Barack Obama
no sería el primer presidente de EE UU que ya no lidera el mundo sino el
primero consciente de ello.
LAS AMENAZAS PARA LA HUMANIDAD, SEGÚN CHOMSKY
El
politólogo Noam Chomsky considera que el próximo siglo podría ser el último de
la civilización humana si persisten las políticas actuales de EE.UU., que cada vez se rigen más por las
preocupaciones de pocos, a costo terrible para todos.
Según
el experto, las políticas de EE.UU. suponen una
amenaza para la humanidad, debido a que la seguridad de la población “es una
preocupación marginal de los planificadores de las políticas”, mientras que las
preocupaciones principales, la protección del poder del Estado y del poder
privado concentrado, “determinan en gran medida la política estatal”, informa
el portal TomDispatch.
Esta
política, continúa el politólogo, que se ve claramente en cómo aborda EE.UU. los problemas del calentamiento
global y las armas nucleares, ilustra el cálculo moral del capitalismo estatal
anglo-americano contemporáneo: “el destino de nuestros nietos no cuenta nada en
comparación con el imperativo de mayores beneficios de mañana”.
Estas
conclusiones, según Chomsky, están fortificadas por el sistema de propaganda
que existe en EE.UU.
Hablando
del caso del calentamiento global, hay una campaña enorme de relaciones
públicas en EE.UU., organizada por
la compañía Big Energy y el mundo de los negocios, que trata de convencer al público
de que el calentamiento global, una seria amenaza para la humanidad, ya no es
real o que no es resultado de la actividad humana.
El caso de las armas nucleares no es
menos aterrador: “revela muy claramente que, desde los primeros días, la
seguridad de la población era un ‘no tema’, y lo sigue siendo”.
Chomsky cita al general Lee Butler, quien
cree que hemos sobrevivido hasta ahora una era nuclear por “alguna combinación
de habilidad, suerte e intervención divina”.
Sin embargo, Chomsky subraya que “tampoco
podemos contar con la continua intervención divina como los políticos juegan a
la ruleta con el destino de las especies en la búsqueda de factores motrices en
la formación de políticas”.
Chomsky pone de relieve que hoy en día
hay muchos problemas que deben ser abordados, pero dos son los más importantes:
la destrucción del medio ambiente y la guerra nuclear.
“Es imperativo para barrer las ‘nubes
ideológicas’ y enfrentar con honestidad y de manera realista la cuestión de
cómo se toman las decisiones políticas”, insta.
Profundizando
en la historia de EE.UU., el especialista
apunta a que estas políticas no solo se llevan a cabo en los tiempos actuales,
sino que son propias del Estado remontándose a hechos como la guerra de
Vietnam, la Independencia de Cuba y la Guerra Fría.
http://mundodelsur.wordpress.com/2014/07/03/las-amenazas-para-la-humanidad-segun-chomsky/
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