Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez en 9:26
lunes, 6 de octubre de 2014
Cuando la estructura
económica va mal, necesariamente se tiene que reflejar en la superestructura
política e ideológica. Y ese reflejo puede tener una dimensión progresista,
caminar hacia adelante, o una dimensión reaccionaria, caminar hacia atrás. Pero
no siempre queda claro qué significa caminar hacia atrás. Marx y en especial
Lenin definían el socialismo reaccionario como aquel movimiento que
presentándose como un movimiento socialista sus propuestas tenían un contenido
capitalista. ¿Y cuál es en concreto el contenido capitalista que corresponde al
socialismo reaccionario? El contenido que expresa los intereses del
pequeño capitalista y del capitalista individual. Y bajo el punto de vista del
desarrollo del capitalismo el pequeño capitalista y el capitalista individual
representan el capitalismo originario y atrasado, mientras que el gran capital
representa el capitalismo avanzado y el capitalismo de transición hacia el
socialismo.
Aclaremos primero qué
entendemos por capitalista individual. Hoy día un sector importante de los
profesionales –abogados, arquitectos, ingenieros, cantantes,
deportistas,…– perciben tal nivel de ingresos que deben considerarse
capitalistas individuales. Y la mentalidad ideológica de muchos
jóvenes es convertirse en capitalistas individuales. Distinto es el
caso del pequeño capitalista, que se caracteriza por tener un pequeño negocio y
contratar a un número pequeño de empleados para llevar a cabo su fin industrial
o comercial. Aclarado este pormenor sigamos con muestro razonamiento acerca del
carácter progresista o reaccionario del capitalismo. Las grandes corporaciones
–entidades bancarias, industriales y comerciales– están en su sentido económico
muy cerca del socialismo, mientras que en sentido político representan el
sector más importante de la clase dominante. Por el contrario, el pequeño
capitalista y el capitalista individual en su sentido económico están muy lejos
del socialismo, mientras que en su sentido político representa el sector
más reaccionario de la clase capitalista. Lo que sucede es que en momentos de
crisis sus intereses se entremezclan con los intereses de la clase trabajadora
y el socialismo de esta última se tiñe de contenido reaccionario. No es lo
mismo una alianza del pequeño capitalista y del capitalista individual con la
clase trabajadora bajo la hegemonía y dirección de la clase trabajadora que
bajo la hegemonía del socialismo pequeño burgués. El pensamiento populista
español tiene tan poca experiencia y tan poca profundidad teórica que no
percibe el socialismo reaccionario que propaga. También ignora que los intereses
que han ido hegemonizando el movimiento de los indignados corresponden a los
del capitalista individual.
Es cierto que las
contradicciones entre las clases sociales, tanto las que se dan entre clases
distintas como las que se dan en el seno de la misma clase, se reflejan como
una contradicción entre la sociedad civil y el Estado. Pero las vanguardias
marxistas no deben tomar esta inversión de valores sociales por la
contradicción real. Pablo Iglesias hace uso del término “gente” para referirse
a las masas sociales que se enfrentan no a las clases dominantes sino
a los políticos o sistema de gobierno estatal. Sustituye la contradicción entre
las clases sociales por la contradicción entre sociedad civil y Estado. Y por
aquí da vía al pensamiento reaccionario. Los ciudadanos, máxime en
una época de crisis y con un sinfín de fenómenos de corrupción como los que
salpican la vida política española en la actualidad, culpan de sus males no a
los conflictos sociales entre clases sino a los políticos. Esto genera pensamientos
reaccionarios entre muchos sectores sociales, que ven en la democracia el mal
de sus problemas y no la solución. Los dirigentes de Podemos pueden
creer que promueven más democracia o la democracia verdadera, pero lo que están
promoviendo en buena parte es el pensamiento reaccionario, cuya esencia
consiste en exculpar a la sociedad civil, que es donde se producen
las graves diferencias entre las personas, del mal del mundo y proyectarlo en
los políticos. No debemos olvidar tampoco que buena parte de la extrema
izquierda es reaccionaria. E importantes sectores de la extrema izquierda se
cobijan en la actualidad bajo la marca Podemos.
Pensemos en un solo
hecho: la corrupción. La democracia española tiene ya la suficiente historia
para demostrar que la corrupción está presente en todos los ámbitos y en todas
las clases y grupos sociales. Pensar que se puede acabar con la corrupción por
medios éticos y medios judiciales es demasiado iluso e ingenuo. Aunque lo diga
el presidente de Uruguay. El dinero en mucha cantidad es un poder imparable.
Las grandes inversiones y las grandes empresas corrompen de un modo
ineluctable. Y no hay sector social ni profesional que esté libre de la
corrupción. No solo hay que señalar a los gobernantes como corruptos, sino a
los arquitectos, ingenieros, abogados, directivos, periodistas y un largo
elenco de profesionales. Tampoco hay que cerrar los ojos ante el hecho de que
también la corrupción está presente en las clases pobres. La corrupción es un
mal del sistema económico capitalista y más en una época donde el sector
dominante es el poder financiero. No podemos contribuir al pensamiento
reaccionario señalando solo a los políticos como la fuente y el centro de la
corrupción. El centro y el poder de la corrupción están en todas aquellas
personas que, por una parte, concentran un gran poder inversor, y por otra
parte, son dueños de grandes fortunas.
Una de las más
importantes enajenaciones del sistema capitalista es la que se produce en las
relaciones entre los intereses particulares y los intereses generales. Lo más
importante en una sociedad humana, en una sociedad socialista, son los
intereses generales. De hecho los intereses generales son los intereses de las
personas en tanto seres humanos. Los llamamientos para paliar los graves
problemas de la pobreza son los llamamientos en defensa de los intereses
generales de los seres humanos. Pero en la sociedad capitalista este hecho se
invierte: la persona en tanto miembro del Estado, esto es, en tanto miembro con
intereses generales, es reconocido como ciudadano, mientras que la persona en
tanto miembro de la sociedad civil, esto es, en tanto miembro con intereses
particulares, es reconocido como ser humano. Esta perversión e inversión de
valores llega al punto de que los intereses generales son presentados como
medios para defender los intereses particulares. El mismo Estado,
que es la expresión máxima de los intereses generales, se concibe como medio
para defender los intereses individuales de los miembros de la sociedad civil.
En este sentido muchos analistas olvidan que los políticos son los
representantes de los intereses generales, mientras que los miembros de la
sociedad civil solo se preocupan de sus intereses particulares. Resulta, por
tanto, un craso error arremeter contra los políticos y no decir nada crítico de
los miembros de la sociedad civil. ¿Cómo se pueden cuestionar los sueldos de
los políticos y no decir nada de lo que ganan, por ejemplo, Belén Esteban,
Arguiñano, Ronaldo y un sinfín de miembros de la sociedad civil que ganan lo
que no merecen? Sólo se puede hacer desde el pensamiento del socialismo
reaccionario, consistente en presentar el interés general como un medio que
debe estar al servicio del interés particular.
El extremo de la
enajenación de valores que viven los dirigentes de Podemos se
manifiesta en dos de sus últimas propuestas. Quieren ponerle un tope superior a
los salarios. En vez de proponer un tope superior a los ingresos personales,
solo lo plantean para los salarios. Se olvidan de las rentas de capital: se
olvidan de los dividendos que cobran los propietarios de las empresas y se
olvidan de los intereses que cobran los dueños del capital monetario. La otra
propuesta tiene que ver con la nacionalización. No proponen la nacionalización
de las grandes empresas por su razón inmanente: la producción tiene una
naturaleza social, gran parte de la propiedad es social y, no obstante, ciertas
minorías oligárquicas siguen teniendo el poder económico de las mismas. El
argumento es otro: si usted gran empresa acepta poner el precio que yo le
propongo para que la gente de poco poder adquisitivo pueda encender las estufas
en invierno, todo irá bien. Pero si usted no acepta esos precios, entonces mi
gobierno, el presidido por Podemos, nacionalizará su empresa. Es
evidente que se sustituye aquí el pensamiento sustancial del socialismo por el
pensamiento coyuntural del sentimiento ético. Y esto es un componente del
socialismo reaccionario.
El pensamiento populista
consiste en pensar como la gente común y no ir más allá. De hecho cuando me
refiero a los otros como “la gente”, no voy más allá, no entro para nada si esa
gente es rica o pobre, culta o inculta, alto directivo o simple trabajador. El
término “gente” es el medio lingüístico por el cual Podemos hace
abstracción de las diferencias sociales ocasionadas por la división social en
clases y por la división social del trabajo. El pensamiento populista consiste
en moverse en lo más superficial del mundo y basarse en los sentimientos de
frustración y rabia de la gente. El pensamiento populista consiste en sustituir
la lucha de clases por la lucha entre la gente y los políticos. El pensamiento
populista consiste en meter en un mismo saco a partidos políticos diferentes y
etiquetarlos con el mismo nombre. El pensamiento populista consiste en
presentar el interés general como un medio para defender los intereses
particulares. El pensamiento populista consiste en sustituir el pensamiento
revolucionario por el pensamiento del socialismo reaccionario. El pensamiento
populista consiste en sustituir a la clase trabajadora como clase dirigente por
“la gente” como clase dirigente. Y “la gente” como clase dirigente y en
términos de hegemonía política no son más que los pequeños capitalistas y el
capitalista individual.
Fuente: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2014/10/populismo-y-pensamiento-reaccionario_38.html#more
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