El tema del día de
la limitada visión de las figuras y figurones de la política oficial del Perú
superficial es el tema de la corrupción y la seguridad ciudadana. Veamos
apretadamente su recorrido.
La Corrupción y
todos aquellos aditamentos que a modo de hongos lo acompañan pegados a él, no
es de ahora, es de siempre, solo que antes se mantenía muy recatadamente en el
interior del organismo del sistema económico, político y social dominante, que
tiene como base social que la sostiene a solo el 10% de la población, y es la
clase dominante. Con el transcurrir de los años y el notorio envejecimiento de
ese mismo caduco orden social, su interior ya no ha podido resistir su
galopante degeneración, y entonces su corrupción ha aflorado hacia el exterior
expeliendo sus fétidos olores.
Cortando la memoria
en una de sus fases degenerativas, para quienes fuimos testigos del hecho del golpe de Estado en 1968, nadie olvida
que el golpe militar se apoyó también en una corrupción: la célebre página once
en la gestión del Gobierno civil de Fernando Belaunde Terry. El pueblo peruano,
sus organizaciones y luchas propias, se vieron desorientadas por ese alud de
una supuesta nueva salud de un Estado caduco, y que esa salud le venía
precisamente en el envoltorio de un ejército permanente subordinado,
históricamente, a los intereses de las clases dominantes y al poder del capital
extranjero, y cuya cúpula dirigencial había sido escrupulosamente preparada
para ello. Así, el viejo Estado de las clases dominantes parasitarias sumaba
una vez más un nuevo aliento que prolongara su debacle absoluta.
Hoy estamos
viviendo la debacle absoluta de la fuerza organizada del viejo Estado al servicio
de la clase dominante que la sostiene. La corrupción y todas sus secuelas
generalizadas, es la crisis terminal de ese 10% de clase dominante parasitaria,
que históricamente han sido una carga para el avance de las fuerzas productivas
que en el Perú cuenta con el 90% de la población trabajadora.
Por eso, ante el
optimismo panglosiano, perezoso, mediocre, que le hace decir a esa clase
dominante parasitaria que el “Perú tiene un crecimiento superior a la economía
China”, como si viviéramos en el mejor de los mundos, el 90% de las masas
trabajadoras del Perú responde con el optimismo afirmativo, constructivo, de
sus propias reivindicaciones, como base material de su moral de productores.
Un Estado caduco
que se tambalea no vendrá a pique por sí solo. Tiene que ser abatido por otra
organización. Por eso, la tarea perentoria de nuestros días de hoy y futura es
la Preparación de la Organización.
Una vez más, lo que
está podrido, corrupto, es ese 10% de clase dominante parasitaria y las
instituciones oficiales por donde depositan el poder de sus intereses en nombre
de una patria que jamás la han tenido.
Una vez más,
persistamos en la necesidad perentoria de la Organización del 90% de las masas
trabajadoras del Perú Profundo, del Perú real.
Nada como los
tiempos de crisis aviva la llama del Cambio Social.
Héctor Félix D.
03.12.14
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