martes, 23 de diciembre de 2014

¿JUVENTUD DE LA ESPERANZA EN LUCHA CONTRA LA CONTINUIDAD DEL CHOLO BARATO?


En estos días en el Perú nuestro, se despierta la indignación contra quienes desde el gobierno y la oposición de las momias embalsamadas - quieren vender uno de sus productos – acompañados de los liberales no libertarios y los neoliberales, gobiernan a nombre de los conservadores fallones que, en 200 cientos años estafan y engañan a las cholitas y a los cholos peruanos.  

El mismo rezo falsificado de una ley de trabajo de la juventud dirigida a mostrar   la explotación, el maltrato y la indignidad de la juventud laborista. La mentira de siempre, y que, los líderes de la década del veinte del siglo pasado, denunciaron y actuaron en memorables luchas, por ejemplo de las 8 horas. 

Ellos iniciaron las luchas contra quienes no sólo eran dueños de la tierra de la caña y el algodón de la costa y los latifundios paupérrimos de la sierra, sino de quienes poseían las concesiones de los productos de exportación primaria. Con el dominio y su poder tan fuerte, también incluían al cholo barato. 

El más conspicuo de los luchadores de la igualdad y el respeto al trabajador, José Carlos Mariátegui, decía en los mencionados años 20 “el avance del capital financiero no encuentra mejor cauce por donde prosperar, que la explotación incesante de la clase trabajadora. El sistema actual de la racionalización de la industria, nos demuestra como organiza la burguesía su sistema de explotación. Esta explotación la encontramos en las grandes compañías, las cuales para su mejor ‘desenvolvimiento’ hacen tabla rasa de los derechos que asisten a los trabajadores, con el sistema empleado de destajos y “contratistas”. 
Y, como ahora, “estos intermediarios para sacar su jornal que peligra ante la competencia ‘profesional’ reciben a trabajadores, que se someten por un salario ínfimo a trabajar 9, 10 y 12  horas diarias – sin distinción de domingos y feriados…”, “para llevar a su hogar un jornal que les sirva para no morirse de hambre” (Ver Mariátegui, J.C: Ideología y Política, pág. 141).
¿Lo manifestado por el cientista social Mariátegui es semejante a lo que ocurre con los trabajadores del Perú de hoy? La semejanza es tal que hasta el sistema de intermediación con más y menos requisitos se parecen a las formas como hoy se contratan a los que necesitan de un trabajo.
Igualmente, las autoridades del trabajo sabían de las triquiñuelas, así “la sesión de trabajo del Ministerio de Fomento conoce ya un sinnúmero de reclamos de esta índole, reclamos que no pueden ser todos desde que los que reclaman son sólo los más ‘audaces’. “Ante este problema no cabe pues sino la organización… de sólidos sindicatos” (Ver ob. cit. pág. 142). 
¿Qué pasa con el Ministerio de Trabajo de hoy que tiene conocimiento?, pero no puede intervenir porque sencillamente no tienen personal suficiente de fiscalización, y carece de métodos para intervenir y llevar acabo inspecciones que, selectivamente logren actuar, a favor de los trabajadores.  
Revisando las apreciaciones de la realidad de entonces, Mariátegui nos dice: “pensemos como pueden ser tratados los jóvenes en las ‘fábricas’ y pequeños boliches, en el campo donde el arrendatario o dueños de huertas, tienen a su servicio, por cada trabajador adulto, dos o tres ‘cholitos’ que trabajan igual que los ‘cholos’ grandes, pero tienen la ventaja de comer menos y ganar menos también. En las minas, y empresas encontramos tanto o peor explotados a los jóvenes que en los talleres o huertas”. (Ver ob. cit. pág. 143).
Hoy los indignados jóvenes – indudablemente – tienen un conocimiento más completo o sus ojos están más abiertos que los jóvenes de la pasada década del veinte -. Sin embargo, el Perú bicentenario continua por el mismo camino de la servidumbre neo colonial de la explotación. 
La crisis como problema no sólo se presenta con el empleo en general, y de los jóvenes en particular, el problema pertenece a los neo liberales que no ven la verdad de los hechos, con sus acólitos de los partidos falsificados y dirigidos por sus caudillos embalsamados que, no se rinden en entender ante lo que es la permanencia de la crisis estructural de la que el Perú no sale, incluida el tema laboral con su característica de la desmejora constante.  
Así, el sociólogo francés Alain Touranie que no es seguidor de Mariátegui, conoce del tamaño de la informalidad laboral en el Perú y de sus efectos “donde la economía se divide en dos sectores: formal e informal. El primero asegura una productividad, salarios y protección social más altos, pero, en una serie de países, el sector informal es más vasto. Es, por ejemplo, el caso de Perú, el que, a partir de José Matos Mar y Hernando de Soto esta realidad ha sido seriamente estudiada” ([1]).
Touraine nos conduce al tema de la democracia que, en el caso peruano no habría de tener excelencias, por lo que se pregunta: “¿Hay que asombrarse, además de que recientemente Alberto Fujimori haya sido llevado a la presidencia del Perú por el voto masivo de los pobres y el apoyo de los dirigentes económicos? ¿Puede hablarse de democracia cuando domina la heterogeneidad estructural a la que se refirieron los economistas latinoamericanos desde Celso Furtado y Aníbal Pinto?” 
“Esas categorías marginales, de las cuales los jóvenes desempleados constituyen una parte importante, participan en una cultura de masas, a través del consumo, pero están privadas de los medios de construirse como Sujetos (*); son arrastradas por ese consumo masivo y los medios a encerrarse en un territorio local que tiende a convertirse en un gueto. Pero, en una situación semejante  el retroceso de la democracia es grave, porque el sistema político ni tiene influencia ni sobre el consumo masivo ni sobre la identidad comunitaria” ([2]).
Lo observado en el Perú por el sociólogo francés Alain Touraine en la década del 90, se debió a comenzar con los cambios ante los problemas sociales y económicos, pues sin los cambios, se ponía en peligro el régimen democrático; el caso de la informalidad no sólo estaba presente en los problemas mencionados, sino se muestra que no habido políticas de formalización tanto de los gobiernos de Fujimori, como tampoco han habido en los siguientes  gobiernos, la informalidad ha llegado en cifras relativas al nivel del 70% principalmente, en sectores tan importantes como el económico y el laboral.  
  
La política de los años del 90 muestra concentración tanto económica, como del poder político por parte del Gobierno Central que, prefiere contar con el apoyo militar abierto desde 1992, para establecer un “dirigismo civil/militar”; sin éste, no sólo se cumpliría, sino se asegura los requisitos para desarrollar una economía de mercado.  
Se apuntaba a una original opción frente a los desarrollos neoliberales de los países de Latinoamérica y del mundo - pensar cómo los militares gobernaron de 1968/1980 - para realizar reformas, y cómo volvieron en 1992 aliados con el neoliberalismo ¿Se ponía a la luz acaso el escondido Plan Verde de los mandos militares de 1988 que conspiraban contra García Pérez?
Pero, este modelo aparte de recibir el apoyo de los grupos económicos locales, requiere de la presencia del capital externo, que en el caso del Perú se intentó preferentemente pro asiático, lo que tipificaría el modelo deseado por quienes gobiernan en un entorno autoritario y de duro signo militarista; la opción mencionada podía llevar al retiro del Perú de la comunidad andina y de hasta abandonar su posible integración al tradicional mercado de Estados Unidos que fue ampliado, por la presencia activa de México y de Canadá.
Por otro lado, el modelo no tendría esperanzas en el ahorro interno, ello le habría dado una holgura de decisión propia y de menor vulnerabilidad a las crisis financieras externas; transcurrido casi diez años el gobierno no definió un modelo de desarrollo, ni les interesaba; tanto es así, que se reingresó a la comunidad andina y trató de impulsar el significativo financiamiento de los gastos en el orden social, el fujimorismo dictaría dispositivos para incentivar a los empresarios bajando los costos del trabajo, aun cuando no se intentaba la rebaja de impuestos en dirección a crear empleos; planea formas de salvar a las empresas y dar compensaciones, caso de la Ley de la Amazonia, y finalmente las disposiciones que favorecerían a las concesiones mineras, igual a los artículos de la constitución por veinte o más años. 
El  año 1997 aparece como tiempo de recuperación, pero en 1998 no se crece, además se presentó el Fenómeno del Niño y la crisis asiática que causan  recesión, la situación es de crisis y en el año 2000 se derrumbó el fujimorismo.
Los errores continúan en las dos últimas décadas, con los tres gobiernos elegidos de Toledo, García Pérez y OHT, con la mal llamada esclavitud de los trabajadores y en particular de los jóvenes trabajadores, pues, más bien llamemos la servidumbre en el marco de la hegemonía capitalista y financiera a nivel mundial, colocando en los extremos la desocupación, los pagos mínimos de los salarios, en una sociedad, igualmente mínima, para reclamar y protestar. 
En los países del tercer y cuarto mundo, en el caso del Perú no sólo existe desocupación, desigualdad y pobreza; sino también se le suman los pagos por salarios que en su mayoría serán para subsistir, y el subempleo es cara frontal de la enorme informalidad ¿en esas condiciones, peligra la democracia? 
Los mandatos de la globalización, hacen que las entidades financieras internacionales impongan las políticas de flexibilidad laboral, aquí en el Perú o en Europa; sin embargo, no cuentan las ganancias cada vez mayores de los  bancos y capitales, que siguen sin pestañar. La flexibilidad en las ganancias no puede ocurrir. Las Encíclicas Papales son sacudidas con la irresponsabilidad social empresarial. Así, el cholo barato y los cholitos jóvenes, ahora ¿son los indignados con las crisis, que es creada por los defraudadores financieros, y la continuidad del modelo económico de los dogmáticos neoliberales y de sus amigos los liberales no libertarios?
La informalidad es una situación establecida tanto por los manejos de los gobiernos populistas, como por las políticas económicas neoliberales que, terminan y/o están bajo dominio de las ganancias desmedidas de la banca y de los negocios de las transnacionales, haciendo creer que los salarios son costos de las empresas y es necesaria su flexibilidad que significa desempleo.
La informalidad subsiste en países sub desarrollados del tercer mundo, como el Perú, porque no hemos evaluado que el neoliberalismo y el populismo de los políticos – momias embalsamadas – que pierden tiempo en discusiones sin encontrar soluciones, prácticamente son causantes de que no halla inversiones válidas para el crecimiento y la creación de puestos de trabajo.
La implantación de las economías sin rostro humano y su incompetencia, se dirigen a destruir el tejido social de los países, relajando a los mismos empresarios, haciéndolos quebrar y/o llevándolos a establecer empresas al margen de la ley y al margen de la economía formal. 
En el Perú desde los populismos hasta el neoliberalismo, las actividades sociales, en especial las económicas y laborales, el 70% están pegadas a la  informalidad, incluido tanto el cholo barato, expresión de la desigualdad, como el derrumbe de los derechos humanos laborales. Ello se convierte en el primer problema que tenemos que hacer frente, pues, además pone en peligro a las democracias de intensidad normal (países Europeos) y de las precarias de los países del tercer mundo como la peruana. Preguntamos, ¿en esas condiciones somos un país emergente y próximo en algunos años de ser país del primer mundo?
Surco, 22 de Diciembre del 2014
 Fernando Arce Meza




([1])  Touraine, Alain: ¿Podremos Vivir Juntos? pág  258.
(*) El profesor Alain Touraine introduce una palabra clave para entender bajo nuevas comprensiones sociológicas en la teoría y la praxis de la democracia, al decirnos: “me parece que la expresión ‘una política del Sujeto’, define mejor que cualquier otra fórmula la democracia de hoy: reconocimiento de la diversidad cultural, rechazo de la exclusión, derecho de cada individuo a una historia de vida en que se realice, al menos parcialmente, un proyecto personal (y colectivo), tales son las nuevas formas asumidas en la actualidad por los principios generales ‘Libertad, Igualdad, Fraternidad’” Ob cit, pág 259.
([2]) Touraine, Alain, Ob. Cit. págs. 258 y 259.

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