En estos días en el Perú nuestro, se despierta la
indignación contra quienes desde el gobierno y la oposición de las momias
embalsamadas - quieren vender uno de sus productos – acompañados de los
liberales no libertarios y los neoliberales, gobiernan a nombre de los
conservadores fallones que, en 200 cientos años estafan y engañan a las cholitas
y a los cholos peruanos.
El mismo rezo falsificado de una ley de trabajo de
la juventud dirigida a mostrar la explotación, el maltrato y la
indignidad de la juventud laborista. La mentira de siempre, y que, los líderes
de la década del veinte del siglo pasado, denunciaron y actuaron en memorables
luchas, por ejemplo de las 8 horas.
Ellos iniciaron las luchas contra quienes no sólo
eran dueños de la tierra de la caña y el algodón de la costa y los latifundios
paupérrimos de la sierra, sino de quienes poseían las concesiones de los
productos de exportación primaria. Con el dominio y su poder tan fuerte,
también incluían al cholo barato.
El más conspicuo de los luchadores de la igualdad y
el respeto al trabajador, José Carlos Mariátegui, decía en los mencionados años
20 “el avance del capital financiero no encuentra mejor cauce por donde
prosperar, que la explotación incesante de la clase trabajadora. El sistema
actual de la racionalización de la industria, nos demuestra como organiza la
burguesía su sistema de explotación. Esta explotación la encontramos en las
grandes compañías, las cuales para su mejor ‘desenvolvimiento’ hacen tabla rasa
de los derechos que asisten a los trabajadores, con el sistema empleado de
destajos y “contratistas”.
Y, como ahora, “estos intermediarios para
sacar su jornal que peligra ante la competencia ‘profesional’ reciben a
trabajadores, que se someten por un salario ínfimo a trabajar 9, 10 y 12
horas diarias – sin distinción de domingos y feriados…”, “para llevar a su
hogar un jornal que les sirva para no morirse de hambre” (Ver Mariátegui, J.C:
Ideología y Política, pág. 141).
¿Lo manifestado por el cientista social Mariátegui
es semejante a lo que ocurre con los trabajadores del Perú de hoy? La semejanza
es tal que hasta el sistema de intermediación con más y menos requisitos se
parecen a las formas como hoy se contratan a los que necesitan de un trabajo.
Igualmente, las autoridades del trabajo sabían de
las triquiñuelas, así “la sesión de trabajo del Ministerio de Fomento
conoce ya un sinnúmero de reclamos de esta índole, reclamos que no pueden ser
todos desde que los que reclaman son sólo los más ‘audaces’. “Ante este
problema no cabe pues sino la organización… de sólidos sindicatos” (Ver ob.
cit. pág. 142).
¿Qué pasa con el Ministerio de Trabajo de hoy que
tiene conocimiento?, pero no puede intervenir porque sencillamente no tienen
personal suficiente de fiscalización, y carece de métodos para intervenir y
llevar acabo inspecciones que, selectivamente logren actuar, a favor de los
trabajadores.
Revisando las apreciaciones de la realidad de
entonces, Mariátegui nos dice: “pensemos como pueden ser tratados los
jóvenes en las ‘fábricas’ y pequeños boliches, en el campo donde el
arrendatario o dueños de huertas, tienen a su servicio, por cada trabajador
adulto, dos o tres ‘cholitos’ que trabajan igual que los ‘cholos’ grandes, pero
tienen la ventaja de comer menos y ganar menos también. En las minas, y
empresas encontramos tanto o peor explotados a los jóvenes que en los talleres
o huertas”. (Ver ob. cit. pág. 143).
Hoy los indignados jóvenes – indudablemente –
tienen un conocimiento más completo o sus ojos están más abiertos que los
jóvenes de la pasada década del veinte -. Sin embargo, el Perú bicentenario
continua por el mismo camino de la servidumbre neo colonial de la explotación.
La crisis como problema no sólo se presenta con el
empleo en general, y de los jóvenes en particular, el problema pertenece a los
neo liberales que no ven la verdad de los hechos, con sus acólitos de los
partidos falsificados y dirigidos por sus caudillos embalsamados que, no se
rinden en entender ante lo que es la permanencia de la crisis estructural de la
que el Perú no sale, incluida el tema laboral con su característica de la
desmejora constante.
Así, el sociólogo francés Alain Touranie que no es
seguidor de Mariátegui, conoce del tamaño de la informalidad laboral en el Perú
y de sus efectos “donde la economía se divide
en dos sectores: formal e informal. El primero asegura una productividad,
salarios y protección social más altos, pero, en una serie de países, el sector
informal es más vasto. Es, por ejemplo, el caso de Perú, el que, a partir de
José Matos Mar y Hernando de Soto esta realidad ha sido seriamente estudiada” ([1]).
Touraine nos conduce al tema de la
democracia que, en el caso peruano no habría de tener excelencias, por lo que
se pregunta: “¿Hay que asombrarse, además de que recientemente Alberto
Fujimori haya sido llevado a la presidencia del Perú por el voto masivo de los
pobres y el apoyo de los dirigentes económicos? ¿Puede hablarse de democracia
cuando domina la heterogeneidad estructural a la que se refirieron los
economistas latinoamericanos desde Celso Furtado y Aníbal Pinto?”
“Esas categorías marginales, de las cuales
los jóvenes desempleados constituyen una parte importante, participan en una
cultura de masas, a través del consumo, pero están privadas de los medios de
construirse como Sujetos (*); son arrastradas
por ese consumo masivo y los medios a encerrarse en un territorio local que
tiende a convertirse en un gueto. Pero, en una situación semejante el
retroceso de la democracia es grave, porque el sistema político ni tiene
influencia ni sobre el consumo masivo ni sobre la identidad comunitaria” ([2]).
Lo observado en el Perú por el
sociólogo francés Alain Touraine en la década del 90, se debió a comenzar con
los cambios ante los problemas sociales y económicos, pues sin los cambios, se
ponía en peligro el régimen democrático; el caso de la informalidad no sólo
estaba presente en los problemas mencionados, sino se muestra que no habido
políticas de formalización tanto de los gobiernos de Fujimori, como tampoco han
habido en los siguientes gobiernos, la informalidad ha llegado en cifras
relativas al nivel del 70% principalmente, en sectores tan importantes como el
económico y el laboral.
La política de los años del 90 muestra
concentración tanto económica, como del poder político por parte del Gobierno
Central que, prefiere contar con el apoyo militar abierto desde 1992, para
establecer un “dirigismo civil/militar”; sin éste, no sólo se cumpliría, sino
se asegura los requisitos para desarrollar una economía de mercado.
Se apuntaba a una original opción
frente a los desarrollos neoliberales de los países de Latinoamérica y del
mundo - pensar cómo los militares gobernaron de 1968/1980 - para realizar
reformas, y cómo volvieron en 1992 aliados con el neoliberalismo ¿Se ponía a la
luz acaso el escondido Plan Verde de los mandos militares de 1988 que
conspiraban contra García Pérez?
Pero, este modelo aparte de recibir el
apoyo de los grupos económicos locales, requiere de la presencia del capital
externo, que en el caso del Perú se intentó preferentemente pro asiático, lo
que tipificaría el modelo deseado por quienes gobiernan en un entorno
autoritario y de duro signo militarista; la opción mencionada podía llevar al
retiro del Perú de la comunidad andina y de hasta abandonar su posible
integración al tradicional mercado de Estados Unidos que fue ampliado, por la
presencia activa de México y de Canadá.
Por otro lado, el modelo no tendría
esperanzas en el ahorro interno, ello le habría dado una holgura de decisión
propia y de menor vulnerabilidad a las crisis financieras externas;
transcurrido casi diez años el gobierno no definió un modelo de desarrollo, ni
les interesaba; tanto es así, que se reingresó a la comunidad andina y trató de
impulsar el significativo financiamiento de los gastos en el orden social, el
fujimorismo dictaría dispositivos para incentivar a los empresarios bajando los
costos del trabajo, aun cuando no se intentaba la rebaja de impuestos en
dirección a crear empleos; planea formas de salvar a las empresas y dar
compensaciones, caso de la Ley de la Amazonia, y finalmente las disposiciones que
favorecerían a las concesiones mineras, igual a los artículos de la
constitución por veinte o más años.
El año 1997 aparece como tiempo
de recuperación, pero en 1998 no se crece, además se presentó el Fenómeno del
Niño y la crisis asiática que causan recesión, la situación es de crisis
y en el año 2000 se derrumbó el fujimorismo.
Los errores continúan en las dos últimas décadas,
con los tres gobiernos elegidos de Toledo, García Pérez y OHT, con la mal
llamada esclavitud de los trabajadores y en particular de los jóvenes
trabajadores, pues, más bien llamemos la servidumbre en el marco de la
hegemonía capitalista y financiera a nivel mundial, colocando en los extremos
la desocupación, los pagos mínimos de los salarios, en una sociedad, igualmente
mínima, para reclamar y protestar.
En los países del tercer y cuarto mundo, en el caso
del Perú no sólo existe desocupación, desigualdad y pobreza; sino también se le
suman los pagos por salarios que en su mayoría serán para subsistir, y el
subempleo es cara frontal de la enorme informalidad ¿en esas condiciones,
peligra la democracia?
Los mandatos de la globalización, hacen que las
entidades financieras internacionales impongan las políticas de flexibilidad
laboral, aquí en el Perú o en Europa; sin embargo, no cuentan las ganancias
cada vez mayores de los bancos y capitales, que siguen sin pestañar. La
flexibilidad en las ganancias no puede ocurrir. Las Encíclicas Papales son
sacudidas con la irresponsabilidad social empresarial. Así, el cholo barato y los
cholitos jóvenes, ahora ¿son los indignados con las crisis, que es creada por
los defraudadores financieros, y la continuidad del modelo económico de los
dogmáticos neoliberales y de sus amigos los liberales no libertarios?
La informalidad es una situación establecida tanto
por los manejos de los gobiernos populistas, como por las políticas económicas
neoliberales que, terminan y/o están bajo dominio de las ganancias desmedidas
de la banca y de los negocios de las transnacionales, haciendo creer que los
salarios son costos de las empresas y es necesaria su flexibilidad que
significa desempleo.
La informalidad subsiste en países sub
desarrollados del tercer mundo, como el Perú, porque no hemos evaluado que el
neoliberalismo y el populismo de los políticos – momias embalsamadas – que
pierden tiempo en discusiones sin encontrar soluciones, prácticamente son
causantes de que no halla inversiones válidas para el crecimiento y la creación
de puestos de trabajo.
La implantación de las economías sin rostro humano
y su incompetencia, se dirigen a destruir el tejido social de los países,
relajando a los mismos empresarios, haciéndolos quebrar y/o llevándolos a
establecer empresas al margen de la ley y al margen de la economía formal.
En el Perú desde los populismos hasta el
neoliberalismo, las actividades sociales, en especial las económicas y
laborales, el 70% están pegadas a la informalidad, incluido tanto el
cholo barato, expresión de la desigualdad, como el derrumbe de los derechos
humanos laborales. Ello se convierte en el primer problema que tenemos que
hacer frente, pues, además pone en peligro a las democracias de intensidad
normal (países Europeos) y de las precarias de los países del tercer mundo como
la peruana. Preguntamos, ¿en esas condiciones somos un país emergente y próximo
en algunos años de ser país del primer mundo?
Surco, 22 de Diciembre del 2014
Fernando
Arce Meza
(*) El profesor Alain Touraine
introduce una palabra clave para entender bajo nuevas comprensiones
sociológicas en la teoría y la praxis de la democracia, al decirnos: “me parece
que la expresión ‘una política del Sujeto’, define mejor que cualquier otra
fórmula la democracia de hoy: reconocimiento de la diversidad cultural, rechazo
de la exclusión, derecho de cada individuo a una historia de vida en que se
realice, al menos parcialmente, un proyecto personal (y colectivo), tales son
las nuevas formas asumidas en la actualidad por los principios generales
‘Libertad, Igualdad, Fraternidad’” Ob cit, pág 259.
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