jueves, 26 de febrero de 2015

¿ESTAMOS ESTANCADOS? ESTADO SIN REFORMAS Y ECONOMÍA SIN CAMBIAR






Estimados amigos:

El artículo que adjuntamos del profesor y economista Félix Jiménez nos ha llevado a la formulación de presente escrito sobre si o no estamos estancados. Por la parte del Estado es evidente que a pesar de los muchos años que se habla de reformar su organización, es muy poco lo hecho o mejor nada se comenzado que tenga significación.

El no haber hecho nada por las reformas públicas lo interpretamos que hay temores por hacer los cambios, porque esos cambios en la organización del Estado traen consigo cambios en el modelo de la economía. Es decir, que la reforma organizativa del Estado no puede desligarse de cambiar el modelo neoliberal.

Resulta complicado para los peruanos comprender que una y otra, la reforma del sector público y cambio en la marcha de la economía tiene que estar adheridos; pues, si se hace reforma igualmente es imprescindible los cambios.  

Atentamente,

Fernando Arce Meza



¿Estamos Estancados? Estado sin Reformas y Economía sin cambiar

Tenemos que estar convencidos y consensuar que la reforma organizativa del Estado no puede marchar desligada de los cambios del modelo económico y de sus propósitos de transformación en los sectores público enmarcados en el régimen democrático, significado lo que éste representa en cuanto no sólo en libertades y respeto a la dignidad de cada uno de sus ciudadanos, sino al cumplimiento del orden constitucional, para que Estado asuma las funciones de regulación y de ser promotor.
                                                                                            
El Estado y sus gobiernos bajo las características mencionadas tanto para cubrir debidamente la subsidiariedad en los servicios básicos; como de la regulación deteniendo y frenando poderes e intereses, y la de ser promotor no sólo para la producción dentro de los cambios por una economía abierta, sino de la participación de los sectores estratégicos de la energía (gas y petróleo), haciendo posible el desarrollo económico para la diversificación productiva.

Ello significará la transformación donde se pasa de una economía extrativista (de las materias primas), hacia la economía de valor agregado. Estableciendo la correlación de cambios a nivel país con las reformas estructurales del Estado. Estos esfuerzos recién se avizoran cuando el Estado ingrese a realizar las reformas; es decir, poner en valor al Estado, no sólo en su organización, sino en las instancias de decisión en democracia, que movilizan al sector estatal en su papel que le corresponde en los servicios básicos, a los que se suman los roles reguladores y promotores que coadyuvan al desarrollo del país.

Las reformas tienen que contar con la participación partidaria renovada y sus ciudadanos romperán con los atávicos impedimentos de una población que mayoritariamente es segregada por quienes ostentan todos los poderes, y que próximos al bicentenario de la independencia, han realizado el segundo desgarramiento que, ha significado apoderarse de gobiernos y de destruir movimientos partidos, y de manera perversa han formado el “constructo de mentalidades conservadoras” proclives al no cambio de la sociedad sufriente del temor individual y colectivo que está enmarcado en la cultura del secuestro que niega la vida democrática en sus principios de libertades públicas y de respeto a la persona humana. 

El Estado tiene que ser de carácter promotor, profundiza la inclusión no sólo para la mayor y mejor oferta de los servicios públicos: reforma educativa, de salud, de las fuerzas de seguridad interna; sino de la conformación y el accionar de las políticas de Estado, en particular, para los sectores estratégicos dirigiendo los planes y programas, como es el caso del sector energía  - gas, petróleo y electricidad – en capacidad de establecer los polos petroquímicos y energéticos, son ellos los que dan soporte al desarrollo de la economía de transformación con valor agregado y al proceso mismo de industrialización.

El pensador y jurista Norberto Bobbio en su libro: “El Futuro de la Democracia” nos dice: “como he dicho frecuentemente, el paso del Estado liberal al Estado social está marcado por el paso de un derecho con funciones principalmente protectivo-represivas a un derecho cada vez mas promocional. Esto no quiere decir que en un algún lugar haya existido un Estado que se hubiese limitado a impedir y no haya ampliando su acción a la promoción de comportamientos útiles para la convivencia o solamente para la sobrevivencia, como el de la defensa común asumido por Mill, por lo menos hasta que dicho Estado deba proteger no solamente a un individuo de otro, sino también a todos los individuos en su conjunto”.

El Estado promocional según Norberto Bobbio hace entender que ha ampliado su actividad sujeta a la promoción de los comportamientos útiles y por tanto necesarios, contrarios a los que se conducen limitando nuevas posibilidades de mejor convivencia y vida de sus ciudadanos, de los que se llama el bien común. El Perú por ser un país sin elites, carece  de cuadros para el desarrollo, requiere de dicho Estado promocional. El mercado no es todo, cuando tenemos  peruanos sin empleos establecidos, donde el 70% son informales, con crecimiento dada, por la explotación de los recursos naturales, y sin estas explotaciones que dependen de los mercados internacionales baja el PBI, ligada a la informalidad significativa de la población económica activa (PEA) en calidad de subempleada, y por tanto sin productividad.

Los militantes del mercado libre y del Estado limitado, como es natural reaccionan contra la posición del Estado promocional, que también tendrá que acabar con el daño individual y social que causa el desempleo y la pobreza. El Estado democrático no va a desaparecer por los incentivos de gobiernos que acudan a un accionar promocional partiendo de lo económico, más bien la democracia será incompleta si es que un país se hace critico al ensancharse las desigualdades y no haber alcanzado la justicia social. La complejidad que esto guarda está en relación con las políticas generales de gobiernos en cuanto la distribución de los sectores de la producción y de la riqueza generada. 

Sobre lo dicho Norberto Bobbio, reitera: “De cualquier manera, por grande o pequeña sea, la función positiva del Estado (no solamente impedir, sino también promover; no solamente proteger, sino también impulsar), ya no basta la justicia conmutativa (para retomar la distinción tradicional, siempre válida) que consiste en hacer corresponder al bien (o al mal) cumpliendo un bien (o un mal) igual o contrario con base en el criterio de igualdad aritmética”.

Surco, 25 de Febrero del 2015                           Fernando Arce Meza

Cambiar el modelo o estancarse

Félix Jiménez
Diario “UNO”, 21 de febrero de 2015

Según el INEI, la tasa de crecimiento del PBI en 2014 fue de solo 2.35%, menos de la mitad de la tasa de crecimiento que se registró en 2013. Se podrá decir que la política fiscal no contribuyó a detener la desaceleración porque se generó superávit fiscal en los años 2011-2012, pero no es su causa principal. En el 2013 el superávit fue menor a 1% y es probable que en 2014 se registre un déficit. Tampoco se le puede achacar como causa de la desaceleración a la política monetaria. Es verdad que el Banco Central inició la disminución de su tasa de referencia recién a fines de 2013, pero el hecho es que los créditos en moneda nacional siguen creciendo a tasas cercanas al 20%.

No se puede negar que las demoras en la aplicación de políticas contra-cíclicas y su propia orientación, han tenido su cuota en la desaceleración del crecimiento, pero su causa más importante se encuentra en el estancamiento de la economía internacional y en la incertidumbre que acompaña a su recuperación en los próximos dos o tres años. Por lo tanto, ya terminó el ciclo largo de altos precios de las materias primas que exportamos. En la década de los años noventa este ciclo de altos precios duró apenas 5 años, pero el que acaba de terminar tuvo una duración de cerca de diez años. El actual gobierno desaprovechó esta tremenda oportunidad con la traición a su propuesta de transformar el estilo de crecimiento neoliberal.

EL DESCUIDO DE LA OFERTA PARA EL MERCADO INTERNO

La economía creció entre 2002 y 2014 a una tasa promedio anual de 5.9%, pero en lugar de resolverse los problemas estructurales de la economía, se exacerbaron: alta tasa de informalidad (73.7%); subdesarrollo del agro que emplea a cerca de la tercera parte del total de trabajadores, pero que participó en la generación del PBI con solo 5.34% en 2014; aumento de la participación de los sectores terciarios de baja productividad, como los sectores de comercio y servicios que explican el 60.2% del PBI; deterioro de la manufactura con la reducción de su participación en la generación del PBI a 15%; un vector de exportaciones altamente especializado en productos primarios con un porcentaje (75%) similar al de las décadas de los años cincuenta y sesenta; y, una espectacular penetración de importaciones que representa más del 180% de la producción de la manufactura.

A pesar de los 16 años de alto crecimiento (1993-1997, 6.8%; 2002-2008, 6.6%; y, 2010-2013, 6.7%) en los 24 años de neoliberalismo, se redujo sistemáticamente la participación de la oferta o producción orientada al mercado interno en la demanda interna (véase gráfico). En el período 1950-1989, esta participación se mantuvo, con fluctuaciones, en un promedio de 86%. En 1990 alcanzó el 87%, pero después cayó sistemáticamente hasta 73% en 2013. Nunca antes se había registrado un porcentaje similar. En el período anterior al neoliberal, los porcentajes más bajos fueron de 82.3% en 1967 y de 82.1% en 1974. Además, hay que considerar que dentro de la oferta productiva orientada al mercado interno se reduce la participación de los sectores manufactura y agropecuario, mientras aumenta la participación de los sectores comercio y servicios. Es claro, entonces, que las políticas orientadas a la expansión de la demanda interna, sin cambios simultáneos en la oferta productiva para el mercado interno, darán lugar al aumento del déficit en la cuenta de la balanza de pagos y también a presiones inflacionarias.



LA PROPUESTA DE DIVERSIFICACIÓN PRODUCTIVA NEOLIBERAL

El plan de diversificación productiva oficial no tiene sentido en el actual escenario de estancamiento de la economía internacional. No toma en cuenta el efecto de las reformas y políticas neoliberales en la estructura productiva del país. Es una propuesta de cambio para que nada cambie como en la novela «El Gatopardo» de Lampedusa. Veamos por qué. Este plan tiene tres ejes. El primero es poner la economía en cadenas de valor internacional, apostando nuevamente por el papel de los mercados externos en pleno estancamiento de la economía internacional y descuidando el desarrollo de mercados internos. Y, precisamente porque apuesta por los mercados externos, su segundo eje hace énfasis en la necesidad de bajar los costos laborales, flexibilizar el mercado de trabajo, flexibilizar permisos y trámites. Esta es la razón, por ejemplo, de porqué los neoliberales del gobierno se oponen al incremento del salario mínimo.

Finalmente, su tercer eje se resume en un conjunto de medidas administrativas para aumentar la productividad. Sus autores no entienden que la productividad es un fenómeno macroeconómico resultado de cómo crece y opera la economía. Si se crece deteriorando la oferta orientada al mercado interno y a una tasa menor que la fuerza laboral, como ha ocurrido en los últimos 24 años, no hay manera de evitar que un alto porcentaje del empleo sea informal y de baja calificación, y de que se ubique en sectores terciarios de baja productividad.

A MODO DE CONCLUSIÓN

La diversificación productiva para iniciar el cambio del modelo neoliberal es la industrialización a partir de la agricultura, de su modernización y del desarrollo de la agroindustria. Para ello, las políticas orientadas a la expansión de la demanda interna (inversión pública en infraestructura y financiamiento, por ejemplo), deben orientarse a apoyar este tipo de industrialización y de diversificación de la oferta productiva para el mercado interno. Es la manera, además, de iniciar el cambio del marco institucional actual; de retirar las reglas de la globalización neoliberal del espacio que ocupan en las decisiones de política de nuestro Estado Nacional.

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