Estimados amigos:
El artículo que
adjuntamos del profesor y economista Félix Jiménez nos ha llevado a la
formulación de presente escrito sobre si o no estamos estancados. Por la parte
del Estado es evidente que a pesar de los muchos años que se habla de reformar
su organización, es muy poco lo hecho o mejor nada se comenzado que tenga
significación.
El no haber hecho nada
por las reformas públicas lo interpretamos que hay temores por hacer los
cambios, porque esos cambios en la organización del Estado traen consigo
cambios en el modelo de la economía. Es decir, que la reforma organizativa del
Estado no puede desligarse de cambiar el modelo neoliberal.
Resulta complicado para
los peruanos comprender que una y otra, la reforma del sector público y cambio
en la marcha de la economía tiene que estar adheridos; pues, si se hace reforma
igualmente es imprescindible los cambios.
Atentamente,
Fernando Arce Meza
¿Estamos Estancados?
Estado sin Reformas y Economía sin cambiar
Tenemos que estar
convencidos y consensuar que la reforma organizativa del Estado no puede
marchar desligada de los cambios del modelo económico y de sus propósitos de
transformación en los sectores público enmarcados en el régimen democrático,
significado lo que éste representa en cuanto no sólo en libertades y respeto a
la dignidad de cada uno de sus ciudadanos, sino al cumplimiento del orden
constitucional, para que Estado asuma las funciones de regulación y de ser
promotor.
El Estado y sus
gobiernos bajo las características mencionadas tanto para cubrir debidamente la
subsidiariedad en los servicios básicos; como de la regulación deteniendo y
frenando poderes e intereses, y la de ser promotor no sólo para la producción
dentro de los cambios por una economía abierta, sino de la participación de los
sectores estratégicos de la energía (gas y petróleo), haciendo posible el
desarrollo económico para la diversificación productiva.
Ello significará la
transformación donde se pasa de una economía extrativista (de las materias
primas), hacia la economía de valor agregado. Estableciendo la correlación de
cambios a nivel país con las reformas estructurales del Estado. Estos esfuerzos
recién se avizoran cuando el Estado ingrese a realizar las reformas; es decir,
poner en valor al Estado, no sólo en su organización, sino en las instancias de
decisión en democracia, que movilizan al sector estatal en su papel que le corresponde
en los servicios básicos, a los que se suman los roles reguladores y promotores
que coadyuvan al desarrollo del país.
Las reformas tienen que
contar con la participación partidaria renovada y sus ciudadanos romperán con
los atávicos impedimentos de una población que mayoritariamente es segregada
por quienes ostentan todos los poderes, y que próximos al bicentenario de la
independencia, han realizado el segundo desgarramiento que, ha significado
apoderarse de gobiernos y de destruir movimientos partidos, y de manera
perversa han formado el “constructo de mentalidades conservadoras”
proclives al no cambio de la sociedad sufriente del temor individual y
colectivo que está enmarcado en la cultura del secuestro que niega la vida
democrática en sus principios de libertades públicas y de respeto a la persona
humana.
El Estado tiene que ser
de carácter promotor, profundiza la inclusión no sólo para la mayor y mejor
oferta de los servicios públicos: reforma educativa, de salud, de las fuerzas
de seguridad interna; sino de la conformación y el accionar de las políticas de
Estado, en particular, para los sectores estratégicos dirigiendo los planes y
programas, como es el caso del sector energía - gas, petróleo y
electricidad – en capacidad de establecer los polos petroquímicos y
energéticos, son ellos los que dan soporte al desarrollo de la economía de
transformación con valor agregado y al proceso mismo de industrialización.
El pensador y jurista
Norberto Bobbio en su libro: “El Futuro de la Democracia” nos dice: “como
he dicho frecuentemente, el paso del Estado liberal al Estado social está
marcado por el paso de un derecho con funciones principalmente
protectivo-represivas a un derecho cada vez mas promocional. Esto no quiere
decir que en un algún lugar haya existido un Estado que se hubiese limitado a
impedir y no haya ampliando su acción a la promoción de comportamientos útiles
para la convivencia o solamente para la sobrevivencia, como el de la defensa
común asumido por Mill, por lo menos hasta que dicho Estado deba proteger no
solamente a un individuo de otro, sino también a todos los individuos en su
conjunto”.
El Estado promocional
según Norberto Bobbio hace entender que ha ampliado su actividad sujeta a la
promoción de los comportamientos útiles y por tanto necesarios, contrarios a
los que se conducen limitando nuevas posibilidades de mejor convivencia y vida
de sus ciudadanos, de los que se llama el bien común. El Perú por ser un país
sin elites, carece de cuadros para el desarrollo, requiere de dicho
Estado promocional. El mercado no es todo, cuando tenemos peruanos sin
empleos establecidos, donde el 70% son informales, con crecimiento dada, por la
explotación de los recursos naturales, y sin estas explotaciones que dependen
de los mercados internacionales baja el PBI, ligada a la informalidad
significativa de la población económica activa (PEA) en calidad de subempleada,
y por tanto sin productividad.
Los militantes del
mercado libre y del Estado limitado, como es natural reaccionan contra la
posición del Estado promocional, que también tendrá que acabar con el daño
individual y social que causa el desempleo y la pobreza. El Estado democrático
no va a desaparecer por los incentivos de gobiernos que acudan a un accionar
promocional partiendo de lo económico, más bien la democracia será incompleta
si es que un país se hace critico al ensancharse las desigualdades y no haber
alcanzado la justicia social. La complejidad que esto guarda está en relación
con las políticas generales de gobiernos en cuanto la distribución de los
sectores de la producción y de la riqueza generada.
Sobre lo dicho Norberto
Bobbio, reitera: “De cualquier manera, por grande o pequeña sea, la función
positiva del Estado (no solamente impedir, sino también promover; no solamente
proteger, sino también impulsar), ya no basta la justicia conmutativa (para
retomar la distinción tradicional, siempre válida) que consiste en hacer
corresponder al bien (o al mal) cumpliendo un bien (o un mal) igual o contrario
con base en el criterio de igualdad aritmética”.
Surco, 25 de Febrero del
2015
Fernando Arce Meza
Cambiar el modelo o
estancarse
Félix Jiménez
Diario “UNO”, 21 de
febrero de 2015
Según el INEI, la tasa
de crecimiento del PBI en 2014 fue de solo 2.35%, menos de la mitad de la tasa
de crecimiento que se registró en 2013. Se podrá decir que la política fiscal
no contribuyó a detener la desaceleración porque se generó superávit fiscal en
los años 2011-2012, pero no es su causa principal. En el 2013 el superávit fue
menor a 1% y es probable que en 2014 se registre un déficit. Tampoco se le
puede achacar como causa de la desaceleración a la política monetaria. Es
verdad que el Banco Central inició la disminución de su tasa de referencia
recién a fines de 2013, pero el hecho es que los créditos en moneda nacional
siguen creciendo a tasas cercanas al 20%.
No se puede negar que
las demoras en la aplicación de políticas contra-cíclicas y su propia
orientación, han tenido su cuota en la desaceleración del crecimiento, pero su
causa más importante se encuentra en el estancamiento de la economía
internacional y en la incertidumbre que acompaña a su recuperación en los
próximos dos o tres años. Por lo tanto, ya terminó el ciclo largo de altos
precios de las materias primas que exportamos. En la década de los años noventa
este ciclo de altos precios duró apenas 5 años, pero el que acaba de terminar
tuvo una duración de cerca de diez años. El actual gobierno desaprovechó esta
tremenda oportunidad con la traición a su propuesta de transformar el estilo de
crecimiento neoliberal.
EL DESCUIDO DE LA OFERTA
PARA EL MERCADO INTERNO
La economía creció entre
2002 y 2014 a una tasa promedio anual de 5.9%, pero en lugar de resolverse los
problemas estructurales de la economía, se exacerbaron: alta tasa de
informalidad (73.7%); subdesarrollo del agro que emplea a cerca de la tercera
parte del total de trabajadores, pero que participó en la generación del PBI
con solo 5.34% en 2014; aumento de la participación de los sectores terciarios
de baja productividad, como los sectores de comercio y servicios que explican
el 60.2% del PBI; deterioro de la manufactura con la reducción de su
participación en la generación del PBI a 15%; un vector de exportaciones
altamente especializado en productos primarios con un porcentaje (75%) similar
al de las décadas de los años cincuenta y sesenta; y, una espectacular
penetración de importaciones que representa más del 180% de la producción de la
manufactura.
A pesar de los 16 años
de alto crecimiento (1993-1997, 6.8%; 2002-2008, 6.6%; y, 2010-2013, 6.7%) en
los 24 años de neoliberalismo, se redujo sistemáticamente la participación de
la oferta o producción orientada al mercado interno en la demanda interna
(véase gráfico). En el período 1950-1989, esta participación se mantuvo, con
fluctuaciones, en un promedio de 86%. En 1990 alcanzó el 87%, pero después cayó
sistemáticamente hasta 73% en 2013. Nunca antes se había registrado un
porcentaje similar. En el período anterior al neoliberal, los porcentajes más
bajos fueron de 82.3% en 1967 y de 82.1% en 1974. Además, hay que considerar
que dentro de la oferta productiva orientada al mercado interno se reduce la
participación de los sectores manufactura y agropecuario, mientras aumenta la
participación de los sectores comercio y servicios. Es claro, entonces, que las
políticas orientadas a la expansión de la demanda interna, sin cambios
simultáneos en la oferta productiva para el mercado interno, darán lugar al
aumento del déficit en la cuenta de la balanza de pagos y también a presiones
inflacionarias.
LA PROPUESTA DE
DIVERSIFICACIÓN PRODUCTIVA NEOLIBERAL
El plan de
diversificación productiva oficial no tiene sentido en el actual escenario de
estancamiento de la economía internacional. No toma en cuenta el efecto de las
reformas y políticas neoliberales en la estructura productiva del país. Es una
propuesta de cambio para que nada cambie como en la novela «El Gatopardo» de
Lampedusa. Veamos por qué. Este plan tiene tres ejes. El primero es poner la
economía en cadenas de valor internacional, apostando nuevamente por el papel
de los mercados externos en pleno estancamiento de la economía internacional y
descuidando el desarrollo de mercados internos. Y, precisamente porque apuesta
por los mercados externos, su segundo eje hace énfasis en la necesidad de bajar
los costos laborales, flexibilizar el mercado de trabajo, flexibilizar permisos
y trámites. Esta es la razón, por ejemplo, de porqué los neoliberales del
gobierno se oponen al incremento del salario mínimo.
Finalmente, su tercer
eje se resume en un conjunto de medidas administrativas para aumentar la
productividad. Sus autores no entienden que la productividad es un fenómeno
macroeconómico resultado de cómo crece y opera la economía. Si se crece
deteriorando la oferta orientada al mercado interno y a una tasa menor que la
fuerza laboral, como ha ocurrido en los últimos 24 años, no hay manera de
evitar que un alto porcentaje del empleo sea informal y de baja calificación, y
de que se ubique en sectores terciarios de baja productividad.
A MODO DE CONCLUSIÓN
La diversificación
productiva para iniciar el cambio del modelo neoliberal es la industrialización
a partir de la agricultura, de su modernización y del desarrollo de la
agroindustria. Para ello, las políticas orientadas a la expansión de la demanda
interna (inversión pública en infraestructura y financiamiento, por ejemplo),
deben orientarse a apoyar este tipo de industrialización y de diversificación
de la oferta productiva para el mercado interno. Es la manera, además, de
iniciar el cambio del marco institucional actual; de retirar las reglas de la
globalización neoliberal del espacio que ocupan en las decisiones de política
de nuestro Estado Nacional.
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