jueves, 12 de febrero de 2015

LA IZQUIERDA BURGUESA, CON LA POLITICA DEL REMENDÓN, PRETENDE EMPANTANAR LAS LUCHAS REIVINDICATIVAS DE LA CLASE TRABAJADORA.




¿La salida es dejar la calle para “negociar” un proyecto de Ley General de Trabajo?

12-02-2015

La juventud y la clase trabajadora, que derrotamos en las calles la Ley Pulpín con la que se pretendía recortar los derechos laborales de los jóvenes, hoy continuamos la lucha por la derogatoria del DS 013 y el archivamiento del proyecto de ley 4008 que facultan despidos masivos y recortan otros derechos, en el marco de una resistencia contra la ofensiva patronal que cada día cobra nuevos despidos, procesa más dirigentes y no resuelve los pliegos, ahora con el pretexto del “enfriamiento” de la economía. 

El impulso de esta nueva etapa de luchas ya tuvo su primer hito en el exitoso Paro Textil del 28 de enero y en el plantón del 10 de febrero, protagonizados por cientos de trabajadores de numerosos sindicatos independientes y combativos, y ahora vamos con todo a la jornada del 18F que promete ser multitudinario. 

Sin embargo, el déficit de esta lucha es la ausencia de la CGTP. Así como en la lucha contra la Ley Pulpín la CGTP se borró dejando solo a su “Secretaría de Juventud”, esta vez hace lo mismo dándole la espalda a los que continuamos la pelea, quedándose en el discurso y en la promesa de un Paro Nacional. 

En lugar de impulsar la lucha la dirigencia de la central se viene empeñado en colocar en el centro de todo el debate la elaboración y aprobación de una Ley General de Trabajo (LGT). Con esta ley, dice, se abordaría la solución de toda la problemática laboral actual en lugar de seguir en las calles luchando por demandas parciales. El primer paso ya lo dio el congresista Dammert (del Frente Amplio, agrupación política de Mario Huamán) que presentó el 26 de enero un proyecto de LGT. Por su parte, la central ha conformado una comisión de “juristas” para revisar dicha iniciativa y elaborar otra. Así, la propuesta se ha instalado en la agenda de muchas reuniones y discusiones, tanto que luchadores honestos creen que la salida es luchar por una LGT “con participación de los trabajadores”. Una salida que en realidad es una trampa que amenaza con sacar a los activistas y a las bases del camino de la lucha que es la única garantía de victoria, para encerrarlos en el Congreso o en el Ministerio de Trabajo a discutir con nuestros verdugos, que es el camino seguro de la frustración o derrota. 

Lo que dice el proyecto de LGT 

El congresista Dammert no ha consultado con nadie su proyecto pero pretende que los trabajadores y los jóvenes lo discutan y defiendan. El hecho más grave, sin embargo, es que dicho proyecto no reconoce los derechos laborales que tanto se invoca como justificación para debatirlo. El proyecto en realidad es el mismo que aguarda en la mesa del Congreso desde el año 2012 y que fuera “consensuado” en un 85% entre la cúpula de la CGTP y la representación patronal, con el aval de los principales partidos de derecha y de connotados abogados. ¿Qué dice este proyecto? 

1. Perenniza el sistema de services y la tercerización laboral, regímenes abusivos que vulneran derechos laborales elementales.
2. Mantiene el perverso régimen de los contratos modales que introdujo Fujimori y con el que se suprimió la estabilidad laboral.
3. Introduce las remuneraciones mínimas diferenciadas por regiones, representando un retroceso respecto al sistema actual que es único.
4. Legaliza el despido arbitrario, introducido también por Fujimori, y que estaba prohibido en la legislación anterior.
Para colmo, el proyecto mantiene todos los regímenes especiales contra los cuales nos encontramos en pie de lucha: otorga 10 años más para el régimen mypes, y prolonga la vigencia (hasta que otra ley le ponga plazo) del régimen de exportaciones de textiles y el de agroexportación. 

En pocas palabras: el proyecto ordena y sistematiza toda la normatividad laboral dictada desde la época de Fujimori y continuada por Toledo, García y ahora Humala. Precisamente el régimen en el que se funda el despotismo de los empresarios, la burla a los derechos elementales de negociación, libertad sindical y huelga; los salarios miserables, y contra el cual luchamos todos los días. El mismo Dr. Carlos Blancas (uno de sus mentores), ante el cuestionamiento de ciertos empresarios, dice: dicho proyecto “no introduce ningún costo adicional a los ya existentes”. 

Grabar en letras de hierro la legislación laboral fujimorista renunciando a luchar por restituir nuestros derechos históricos, no es precisamente la “salida” que necesitamos. Sin embargo eso fue lo que hizo Mario Huamán el 2012 y por la que surgió un fuerte movimiento opositor dentro y fuera de la CGTP contra semejante traición. Y es a lo que lleva la propuesta de negociar una nueva LGT. 

El cuestionamiento al proyecto Dammert ha dado lugar a que la CGTP se plantee elaborar un proyecto propio . Pero sea el proyecto que sea, incluido el que se propone elaborar “con participación de los trabajadores”, éste no será aprobado por el Congreso ni el CNT. Si en el 2012 no aprobaron el proyecto “consensuado” por Mario Huamán, hoy que el gobierno ha girado más a la derecha y que la reacción ha ganado mayoría en el Congreso, menos lo aprobarán. Al contrario, aprovecharán el debate para introducir las reformas que están aprobando por partes para flexibilizar más el trabajo, como piden los empresarios. Y para peor: lo harán con nuestro consentimiento y participación. ¿Esto es lo que se quiere? 

Es más. ¿Se han preguntado sobre la base de qué se realiza, o realizará, la “negociación” de la nueva LGT? Sobre la base de la legislación laboral establecida por la dictadura de Fujimori, que está vigente Precisamente por ello el 2012 la CGTP justificó su actuación con el argumento que “no se podía pedir más”. Recientemente, cuando la Ley Pulpín, el gobierno planteó “negociación” de la ley y los jóvenes dijeron no, no hay negociación, solo derogatoria. Lo mismo está planteado hoy porque no podemos “negociar” nuestros derechos, que son irrenunciables, solo se puede exigir su restitución plena y total, lo que se hace luchando en las calles. 

Pero la propuesta de colocar en el centro el debate de una LGT no por falsa y equivocada es inocente viniendo de donde viene. Tiene la finalidad de sacarnos de la calle con la falsa ilusión de que reunidos en una mesa con empresarios vampiros, y en el Congreso con la mayoría reaccionaria de fujimoristas, apristas, nacionalistas y toledistas, vamos a aprobar una LGT favorable a las mayorías, lo que, como ya vemos, no es cierto. 

¿Qué planteamos? 

En lugar de sentarnos a “negociar” con nuestros verdugos nuestros derechos laborales con una falsa ilusión, lo que necesitamos es fortalecer y extender la actual lucha hasta lograr la derogatoria del 013 y el archivamiento del proyecto 4008, y, como parte de una plataforma más amplia de todo el pueblo pobre, por la derogatoria de todos los regímenes especiales que discriminan derechos y por la derrota del gobierno y su política económica patronal. Lo que necesitamos es un Plan de Lucha, un Paro Nacional Unitario y de Todo el Pueblo, una CGTP combatiendo en calles y no conciliando bajo la cama. 

¿Y qué hacemos si se pone en debate LGT en el Congreso o el CNT? Mantener la absoluta independencia de la clase trabajadora y no asumir ningún compromiso con lo que ahí se debata o apruebe, para mantenernos movilizados por nuestras reivindicaciones, como única garantía de defensa de nuestros derechos. 

Si algún proyecto tenemos que presentar, defender y anteponer desde las calles y al servicio de la lucha, es una que claramente recoja nuestras aspiraciones, y que diga: 

“1. Derogase todos los regímenes laborales especiales del sector privado y público.
2. Derogase todos los decretos laborales aprobados durante la dictadura de Fujimori y la normatividad que se ha construido en base a ellos.
3. Restitúyase la constitución de 1979, y dentro de ella los derechos laborales que estuvieron vigentes hasta entonces”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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