16-02-2015
México es uno, pero también son varios. El D.F no
es Nayarit, Michoacán se diferencia de Yucatán. La tardía incorporación
histórica a México (como en caso de Chiapas), la debilidad constante del Estado
y la falta de comunicaciones son algunas de las causas de que México, sin ser
jamás realmente federal, no llegase tampoco a ser un país centralizado.
Es ridículo, por lo tanto, creer que se trata de un
gato gris y que las mismas medidas y tácticas son válidas para cada una de las
regiones o estados. Porque de lo que se trata es de ayudar a desarrollar la
independencia política y la autoorganización de los oprimidos según sus
experiencias locales y no de engrosar los votos de un partido aunque en el
mismo milite mucha gente valiosa y además sea la esperanza de muchos sectores
populares.
Es cierto que “en general” una gran cantidad de
mexicanos se resignan al desastre que les ha caído encima y, cuando mucho,
están dispuestos sólo a poner su protesta en la urna. Pero adaptar la propia
táctica a eso es seguir oportunistamente un proceso que no se intenta
modificar, desconocer que los que osan actuar e innovar crean y difunden
conciencia y organización, dan ejemplos y elevan la moral de los demás y siempre
modifican la visión estática de los autodenominados “realistas”.
Después del fraude de 1988 y de los asesinatos de
perredistas en el gobierno de Salinas ¿sólo quedaba esperar la elección
siguiente? Los zapatistas, en 1994, con su NO demostraron que era posible
oponerse sin ser aplastados a pesar de su poca fuerza militar porque reanimaron
a los oprimidos y les hicieron dar un salto histórico en su visión de sí
mismos.
“En el principio no fue el Verbo sino la Acción”. A
condición, es obvio, de que la acción corresponda a lo que están haciendo ya
centenares de miles de campesinos, comunitarios, indígenas, trabajadores como
los guerrerenses. Es decir, autoorganizándose, formando cuerpos e instituciones
democráticas y comunitarias, autonomizándose, construyendo gérmenes de poder
popular.
Sí, pasar del “¡Fuera Peña Nieto!” a la consigna
pasiva de abstención en todo el país es un gran retroceso. Pero el mismo fue
favorecido porque MORENA, en contra de la voluntad de luchar por un cambio
social de cientos de miles de sus integrantes, quedó entrampado en los
esfuerzos por llevar agua al molino electoral. Sí, la abstención es negativa
porque aunque casi todo México se abstuviera, bastaría el voto de Peña Nieto y
el de unos pocos más para conservarle el poder a la oligarquía. Pero pretender
acabar con ese poder mediante elecciones limpias, en México, es igualmente
utópico y pasivo. En cambio, el boicot activo a las elecciones y la
autoorganización de poder popular sobre bases municipales y comunitarias hoy es
posible en Guerrero y en parte en Michoacán con sus autodefensas o en Oaxaca
con la experiencia de la APPO. ¿Por qué debería subordinarse este proceso a lo
más conservador y atrasado en otras partes del país?
Todos los cambios importantes en América Latina no
se debieron a que primero se instauró un gobierno democrático sino a que
primero fue derribado el gobierno reaccionario por la acción de masas, que hizo
posible luego elecciones, el gobierno popular y una Constituyente. En Bolivia
fue la guerra del agua y la del gas la que derrocó al presidente y condujo a
elecciones limpias y al gobierno de Evo Morales que convocó la Constituyente.
Hugo Chávez derrocó al gobierno tras un levantamiento popular conocido como
Caracazo. No es serio plantear, para reforzar la primacía que tendría la
construcción de MORENA sobre la autoorganización de los oprimidos, que lo que
es posible en Grecia con Siryza o en España con Podemos también lo es en
México. Ni en Grecia ni en España se han sucedido los fraudes electorales
descarados como los de 1988, 2006, 2012. Ni en Grecia ni en España ningún
presidente “constitucional” mató más de 500 cuadros opositores ni carga sobre
su conciencia decenas de miles de asesinados y otros tantos desaparecidos. No
hay que olvidar además que Siryza pasó del 4 por ciento al casi 36 sobre la
base de 10 huelgas generales y de continuas movilizaciones no electoralistas,
que MORENA no promueve ni apoya activamente.
México, por otra parte, no tiene fronteras con
Suiza sino con Estados Unidos del que forma parte de hecho. Simplemente, el
imperialismo y el capital transnacional que controlan México jamás aceptarán un
gobierno democrático salido de las urnas. Sólo podrían ser obligados a tragarse
un gobierno popular apoyado por movilizaciones masivas. MORENA, si quiere ser
útil, no puede inspirarse en los modelos fracasados. El PSUV no es un partido
sino una mera máquina electoral ya que no tiene vida interna democrática y ex
ministro chavista Navarro está llamando a una rebelión de las bases para salvar
la revolución. El PT brasileño tampoco es un partido por las mismas razones
como lo demuestra su corrupción y los gobiernos de Brasil o de Argentina están
lejísimo de ser modelos para México.
En Guerrero -insisto, en este estado, por ahora- y
allí donde también existan elementos de poder popular, es posible boicotear las
elecciones. Boicot no significa sólo no votar sino impedir la votación y
sustituirla por medidas superiores, como decisiones de asamblea para todas las
cuestiones importantes, policías comunitarias, asambleas municipales que
gobiernen, redes de poderes locales que legislen y establezcan otro orden.
En la historia de Guerrero, como en la historia
reciente de la APPO oaxaqueña, está presente el intento reiterado de crear
poderes populares y autogobernarse. Si en Guerrero el boicot tuviese esas
características se extenderá sin duda posteriormente a otras partes del país.
Por supuesto, el gobierno fantoche podría militarizar la región y nombrar
autoridades que no representen a nadie. Pero el golpe político-moral que
sufriría su imagen y el avance de la organización popular serían muy grandes.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso
del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su
libertad para publicarlo en otras fuentes.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195485
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