¿Estamos
cerca de un Espacio Económico Común?
RT-
Question more
13-03-2015
Traducido
del inglés para Rebelión por Carlos Riba García.
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La Unión
Económica Eurasiana es una realidad que puede terminar costándole su “ventajosa
posición” a Estados Unidos en la periferia occidental de Eurasia según vaya
formándose un espacio económico común.
En 1997, el ex asesor en seguridad nacional
Zbigniew Brzezinski aseguró lo que sigue: “Pero si el espacio central rechazara
a Occidente, se convertiría en una única entidad firme; así, tanto adquiriría
capacidad de control del Sur como crearía una alianza con el principal actor de
Oriente. La consecuencia sería que la primacía de EEUU en Eurasia se reduciría
dramáticamente. Lo mismo sería si los dos jugadores más importantes del Este se
unieran de algún modo”.
Se trataba de una clara advertencia a las elites de
Washington y Wall Street. Escondido detrás de una melifluamente velada jerga de
apariencia liberal y académica, lo que el doctor Brzezinski estaba diciendo era
que si la Federación Rusa y el espacio post-soviético se las arreglaban para
rechazar o hacer retroceder la dominación de Occidente –léase, una combinación de
tutelaje de EEUU y la Unión Europea (UE)– y tenían éxito reorganizándose en la
creación de cierto tipo de confederación o bloque supranacional, que o bien
ganara influencia en Oriente Medio y Asia Central o bien se aliara con China,
la influencia de Washington en Eurasia se acabaría.
Todo lo que advertía Brzezinski a Washington está
sucediendo. La Unión Económica Eurasiana (UEE) –llamada sencillamente Unión
Eurasiana– se ha formado con Armenia, Bielorrusia, Kazakhstán y Rusia.
Próximamente, Kyrgyzstan accederá a la membresía de la UEE, y Tayikistán está
considerando hacer lo propio. El Kremlin y la UEE están activos también en la
búsqueda de nuevos socios. Incluso países que están fuera del espacio
post-soviético, como Siria, están interesados en unirse a la UEE, y el bloque
liderado por Rusia ya ha firmado un importante tratado comercial con el gigante
árabe Egipto. En el Sudeste Asiático, se han realizado negociaciones con Hanoi;
Vietnam es el siguiente país en el cronograma de firmas de tratados con la UEE
en algún momento de 2015.
Está claro que el “Espacio Central” está
resurgiendo. Turquía está atenta a la alternativa eurasiana. El tratado entre
Ankara y Moscú por el ducto que transportará gas natural a través de Turquía
han puesto en alerta a Washington y la Comisión Europea. Después de los
acuerdos en materia de energía y comercio, Rusia renovó sus lazos militares con
Irán; consecuentemente, ofreció a Teherán el vehiculo lanzamisiles Antey-2500.
En 2013, Teherán codo a codo con Moscú fue un actor clave cuando se evitó que
el Pentágono lanzara una guerra abierta en Siria. El 20 de enero de 2015, el
ministro de defensa ruso, Sergei Shoigu, y su equivalente iraní, brigadier
general Dehghan, firmaron públicamente en Irán unos tratados que renuevan la cooperación
militar ruso-iraní. Desde Egipto, Líbano y Siria hasta Yemen e Iraq, la
influencia de Rusia está aumentando en Oriente Medio (es decir, “el Sur”).
En América latina, desde Argentina y Brasil hasta
Nicaragua y Venezuela, la influencia de Rusia también está creciendo. La
excursión regional que el año pasado realizó el presidente ruso Vladimir Putin
y otra de Shoigu este mismo año han incluido conversaciones sobre cooperación
militar y condujeron a especulaciones sobre la construcción de una red de bases
de comunicaciones, navales y aéreas en el continente. Por otra parte, el
aumento de la influencia rusa y la disminución del peso de Washington en el
interior de América latina han sido razones para el acercamiento de EEUU y
Cuba. La influencia de Moscú estuvo presente incluso en la víspera de la
histórica visita de una delegación del Congreso estadounidense cuando el buque
de inteligencia y comunicaciones ruso Viktor Leonov amarró en La Habana
el 20 de enero de 2015.
Tanto el “Espacio central” como el “Reino central”
( Zhongguo/China) han unido fuerzas hace tiempo. Esto sucedió antes de la
formación de la UEE o el golpe del EuroMaidan en Ucrania. Moscú y parte del
espacio post-soviético empezaron a construir una alianza con China (esto es,
“el más importante actor del Este”). Esto ha comenzado a florecer. La
Organización por la Cooperación de Shanghai (SCO, por sus siglas en inglés),
constituida en 2001 por Los Cinco de Shanghai, es la prueba de ello. El
megacuerdo chino-ruso sobre el gas natural no es más que el fruto de esta
alianza y la consolidación d el espacio común integrado por el “Espacio
central” y el “Reino central”.
Evitar la integración eurasiana: intentos de cercar
el “Espacio central”
Independientemente de cualquier mezquindad o cálculo,
sin Rusia, Europa está incompleta. Tanto demográfica como territorialmente, la
Federación Rusa es el mayor país europeo. Sin la menor duda, Moscú también es
la fuerza primordial en lo político, lo socioeconómico y lo cultural en los
asuntos europeos, una fuerza que no puede ser desdeñada desde el mar Báltico a
los Balcanes y el mar Negro.
Económicamente, Rusia es un exportador importante y
un mercado importador para la UE y sus países miembros. Es por eso que la UE
está sufriendo las consecuencias de las sanciones económicas, urdidas por
Estados Unidos, impuestas a Rusia como una forma de guerra económica. Es en
este contexto, en el de la importancia económica de Rusia para las economías de
la UE, que el vicepresidente de EEUU Joseph Biden admitió con todo candor
durante una conferencia el 2 de octubre de 2014 en la escuela de gobernanza
John F. Kennedy de la Universidad de Harvard que Washington debía presionar a
la UE para que aceptara el régimen de sanciones.
En este sentido, la advertencia de Brzezinski tiene
otro ángulo que involucra también a los socios de Washington, la UE y la OTAN.
“Finalmente, cualquier expulsión de Estados Unidos de su posición privilegiada
en la periferia de Occidente por parte de sus socios occidentales significará
automáticamente el fin de la participación de EEUU del tablero de juego
eurasiático, aunque también signifique la eventual subordinación del extremo
occidental de un revivido jugador ocupando el espacio central”, avisó
Brzezinski. Lo que quería decir el ex funcionario estadounidense es que si las
más importantes potencias europeas alineadas con EEUU (Francia y Alemania, o el
conjunto de la UE) rechazaban la influencia de Washington (tal vez incluso con
la retirada de la OTAN), EEUU perdería su situación de privilegio en Eurasia.
Brzezinski advirtió de que una Rusia afirmativa –probablemente junto con su
aliados de la Comunidad de Naciones Independientes (CIS, por sus siglas en
inglés)– podría incluso sustituir la influencia estadounidense.
La razón por la cual esta unidad en el espacio
post-soviético y cualquier convergencia entre la UE y el “Espacio central”
constituyen una amenaza para Washington puede ser analizada mediante la
utilización del punto de vista y el léxico del ministro de asuntos exteriores
de Rusia. En el marco diseñado en el Nº 32 de la plaza Smolenskaya-Sennaya,
Eurasia está dividida en tres zonas o regiones: la región euratlántica
(periferia occidental), la eurásica (región central) y la región Asia-Pacífico
(periferia oriental). Por lo tanto, la expresión “Espacio central” usada por
Brzezinski alude al espacio post-soviético.
En términos orgánicos, la región central –Eurasia–
es la que puede unir e integrar a las periferias occidental y oriental. En
última instancia, Rusia y la UEE quieren establecer una zona de libre comercio
que englobe a toda la UE y la UEE: un “Espacio Económico Común”. En las
palabras del ministro ruso de asuntos exteriores, la UEE está diseñada para ser
un vínculo efectivo entre Europa y la región Asia-Pacífico”.
Rusia y la UEE, actuando como puente entre las dos
periferias eurasianas, son las que amenazan los planes de Washington de
integrar las regiones euroatlántica y Asia-Pacífico con Estados Unidos.
Espacio Económico Común vs. TTIP y TPP
Estados Unidos quiere ser el centro de gravedad de
Eurasia. Y tiene el temor de que la UE podría eventualmente inclinarse en la
dirección del “Espacio central” e integrarse a Rusia y la UEE.
Las tensiones que Washington está acumulando
deliberadamente en Europa son un intento de distanciar la UE de Moscú; esto le
permitiría continuar con la construcción del imperio estadounidense en Eurasia,
la versión washingtoniana de un moderno “Gran Juego”. Incluso la advertencia de
Brzezinski sobre el resurgimiento del “Espacio central” (Rusia más el espacio
post-soviético) se refiere a la zona unificada que se convertiría en una
“entidad afirmativa única” y no precisamente “agresiva”, es decir, una amenaza
militar para la paz mundial.
Washington pretende que la periferia occidental
(euroatlántica) y la periferia oriental (Asia-Pacífico se integren mediante el
Tratado de Asociación e Inversión Comercial Transatlántico (TTIP, por sus
siglas en inglés) y el Tratado de Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas
en inglés). La UEE y cualquier pensamiento de un Espacio Económico Común son
una amenaza para la fusión de esas regiones con EEUU. Es por eso que Estados
Unidos no puede tolerar un “Espacio central” independiente y asertivo, ni, por
la misma razón, un “Reino central” independiente y asertivo. De ahí la
demonización y el señalamiento mediático de los que son objeto Rusia y China:
Moscú está en el centro de atención mediante la desestabilización inducida en
Ucrania (también mediante una novedosa ola de rusofobia); al mismo tiempo, los dardos
se dirigen contra Pekín mediante el llamado “giro (militar) hacia Asia”. Esto
se está dando mientras EEUU continúa desestabilizando Oriente Medio (es decir,
“el Sur”).
Mientras Bruselas tenía sus propias razones para
acelerar las conversaciones con Washington por el TTIP, los temores de una
integración eurasiana avivaron la sensación de urgencia de EEUU para llevar a
término las negociaciones por el TTIP de modo de solidificar su influencia
sobre la UE. Las sanciones (guerra económica) contra la economía de Rusia, la
caída del precio del petróleo y gas, y la depreciación del rublo en Rusia son
también otras tantas caras del cubo de Rubik.
El Espacio Económico Común es una aspiración
conducente a una zona de comercio de ámbito eurasiano. El interés por el
Espacio Económico Común viene dado porque Moscú y sus socios de la UEE lo ven
como un marco en el que poco a poco se incorporarían otras regiones eurasianas.
El segundo en el ministerio de asuntos Exteriores ruso, Vasily Nebensya,
confirmo todo esto a la agencia de noticias Tass en una entrevista publicada el
31 de diciembre de 2014. Nebenzya le dijo a Tass
que Moscú tiene en vista el objetivo a largo plazo de una cooperación UE-UEE en
Eurasia “sobre la base de un espacio económico común desde el Atlántico hasta
el Pacífico”.
Cualquier acuerdo comercial entre la UE y la UEE no
solo sería el primer paso hacia un Espacio Económico Común sino también el
embrión de una zona comercial de ámbito eurasiano con el potencial de incluir
el Acuerdo de Libre Comercio Centro Europeo (CEFTA, por sus siglas en inglés),
la Asociación por la Cooperación Regional del Sur de Asia (SAARC, por sus
siglas en inglés) y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por
sus siglas en inglés). La posibilidad es del surgimiento de un bloque
supranacional compartimentado.
Desde una perspectiva rusa, en lugar de priorizar
el TTIP con EEUU, para la UE tendría más sentido la creación de un marco de
cooperación con la UEE. Esta apreciación ha sido reflejada por el embajador
ruso ante la UE, Vladimir Chizhov, quien en una entrevista a EU Observer publicada el 2 de enero pasado dijo
que Moscú quería iniciar contactos entre la UE y la UEE tan pronto como fuera
posible, y que las sanciones de la UE contra Rusia no impedirían el diálogo y
el contacto entre ambos bloques. “Podríamos pensar en una zona de libre
comercio que abarcaría a todas las partes interesadas de Eurasia”, explicó en
la entrevista el embajador Chizhov mientras describía “el bloque liderado por
Rusia como un socio mejor para la UE que Estados Unidos”. Tal como preguntaba
persuasivamente, la cuestión en la que la UE debe pensar es esta: “¿Creéis
acaso que es inteligente gastar tanta energía política en una zona de libre
comercio con Estados Unidos mientras tenéis socios más naturales al lado mismo
de vuestra casa?”.
¿Está despertando la Unión Europea?
La pregunta del embajador Chizhov no ha caído en
oídos sordos. La misma pregunta se están haciendo en varias capitales de la UE.
Los líderes de las potencias europeas están dándose cuanta de que EEUU está
provocando un conflicto con Rusia, y que Washington pretende que sean los
europeos quienes peleen y dilapiden recursos que debilitarán tanto a la UE como
a Moscú para beneficio de Washington. Países más pequeños de Europa se han
hecho oír sobre esta cuestión mientras que los más grandes han sido más lentos
para darse cuenta de ella.
Grecia se negó a alinearse cuando la UE dio a
conocer el 24 de enero pasado una declaración de condena a Rusia por el
estallido de combates en la ciudad de Mariupol, Ucrania del Este. Atenas
rechazó condenar a Moscú y lamentó que la UE actuara antidemocráticamente y no
respetara sus propios procedimientos pidiendo el consenso de los estados
miembros antes de publicar una declaración en nombre de todos ellos. En lugar
de enfrentarse con Rusia, el gobierno griego busca lazos más estrechos con
Moscú.
La visita del presidente Putin a Budapest en
febrero de 2015 alborotó las plumas de la UE y EEUU. Hungría había alzado la
voz para oponerse a las sanciones estadounidenses contra Rusia. Esto había
escandalizado a algunos en Washington y la Comisión Europea. Incluso se produjo
un conflicto diplomático entre Budapest y Washington cuando el senador
estadounidense John McCain llamó “dictador neo-fascista” al primer ministro
húngaro Viktor Orban porque en 2014 Hungría se negó a romper sus vínculos con
Rusia.
Mientras se conjeturaba sobre la posibilidad de que
Hungría fuera utilizada como el “policía bueno” para regatear con Moscú, el 20
de octubre de 2014 Estados Unidos se excedió y prohibió la entrada en
territorio estadounidense de miembros del gobierno húngaro. A pesar de que la
UE está obligada a reaccionar colectivamente si cualquier país miembro es
castigado con sanciones diplomáticas, Bruselas no respondió a Washington.
El presidente de Chipre Nicos Anastasiades se unió
a la sublevación contra Bruselas y Washington visitando Moscú el 25 de febrero
de 2015. Nicosia y Moscú incluso firmaron un acuerdo que permite el uso de
puertos chipriotas a los barcos de la armada rusa.
Alemania y Francia –una vez más llamados
sarcásticamente “la vieja Europa” por el jefazo del Pentágono Donald Rumsfeld–
también están dudando. Las diferencias franco-alemanas con EEUU aparecieron en
la Conferencia de Seguridad de Munich en el hotel Bayerischer Hof cuando la
canciller alemana Angela Merkel contradijo a los delegados de EEUU e Inglaterra
en relación con una solución militar en Ucrania. En este contexto, París y
Berlín hicieron un refrito de la propuesta de paz original del Kremlin e
iniciaron conversaciones diplomáticas en Moscú.
Casualmente, Merkel también mencionó su apoyo al Espacio
Económico Común: ¿será una señal de los tiempos que se avecinan?
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196445
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