El 1 de
marzo de 2015 asume Tabaré Vázquez como Presidente de Uruguay. Le entrega la
banda presidencial su antecesor en el cargo, José Mujica. Además del cargo, Vázquez asume un
legado. Lo más importante de ese legado es, curiosamente, el propio Mujica.
Será un escenario pleno de desafíos: un país, un partido político hegemónico,
dos liderazgos nacionales en el mismo partido y dos estilos personales y
políticos bien definidos y bien diferentes.
Comprender
esa dinámica es, además, un buen desafío para la psicología política.
Tabaré
Vázquez: la verticalidad de un Presidente
Vertical. Ordenado. Jerárquico. Secuencial. Reflexivo. Metódico. Firme. Paciente. Así es el liderazgo de Tabaré Vázquez.
Este médico
oncólogo de hablar claro y amable fue Intendente de Montevideo, la capital de
Uruguay, entre 1990 y 1994. Por entonces formaba parte del Partido Socialista,
integrante de la coalición de izquierdas Frente Amplio.
El Frente
Amplio había sido constituído en 1971 y agrupaba comunistas, socialistas,
demócrata-cristianos, independientes de izquierda y escindidos de los
tradicionales partidos Nacional y Colorado.
Entre 1973 y
1985 una dictadura cívico-militar prohibió, reprimió, persiguió y castigó
violentamente a esa fuerza política, pero finalizada la dictadura el Frente
Amplio seguía en pie y en poco tiempo conquistaba por primera vez el gobierno
de Montevideo. Tabaré Vázquez, sin mayor actividad política previa, fue factor
clave para aquel triunfo municipal. Con él la izquierda logró 2 avances
extraordinarios: carisma y experiencia.
En 1994
Tabaré Vázquez fue candidato presidencial del Frente Amplio. Su muy bien
valorada experiencia de gobierno y el carisma de su personalidad ayudaron
decisivamente a que por primera vez en la historia el país político se
dividiera en tercios entre el Partido Colorado (ganador de aquella elección y
fuerza hegemónica durante todo el siglo 20), el Partido Nacional y el Frente
Amplio.
En 1999 el
Frente Amplio, siempre con Vázquez como candidato presidencial, ya era la mayor
fuerza política del país a pesar de ser derrotado en la segunda vuelta
presidencial. Finalmente el Frente Amplio ganó las elecciones de 2004 y Tabaré
Vázquez fue el Presidente de Uruguay entre 2005 y 2010.
El primer
Presidente de izquierdas en la historia uruguaya culminó su mandato con
inéditos índices de aprobación popular a su gestión. Algunas de sus iniciativas
más perdurables fueron el combate frontal contra el tabaco y el programa de una
computadora por niño. El contexto de esas iniciativas fue la estabilidad
económica e institucional, la fuerza de las políticas sociales y el crecimiento
económico. Al mismo tiempo continuaban su declive la seguridad pública y la
educación, áreas de buen desempeño en términos latinoamericanos pero de
creciente insatisfacción en base a los estándares de calidad de vida de
Uruguay.
José Mujica:
la horizontalidad de un Presidente
Horizontal. Impulsivo. Contradictorio. Emocional. Apasionado. Discutidor. Impaciente. Así es el liderazgo de Mujica.
En 2010 José
Mujica recibió la banda presidencial de manos de Tabaré Vázquez. Había ganado
las elecciones de 2009 y era portador de una larga historia política.
En 1958 la
histórica hegemonía del Partido Colorado fue quebrada por primera vez en el
siglo 20 por su eterno adversario, el Partido Nacional. Allí estaba el joven
José Mujica. En la militancia, en la campaña electoral y luego en el gobierno
de ‘los blancos’ (como se denominan en Uruguay los simpatizantes del Partido
Nacional).
Luego vino
la decepción de muchos de aquellos jóvenes blancos que abandonaron el Partido
Nacional pero mantuvieron sus tradiciones rebeldes, su nacionalismo y su
mística revolucionaria derivada de las épicas revoluciones armadas que
protagonizaran los blancos a fines del siglo 19 y principios del 20. Esos
jóvenes confluyeron con otros muchos que venían de grupos católicos de base, de
la izquierda radical, de varios pequeños grupos de origen marxista, y de
desprendimientos socialistas y comunistas. Surgía la lucha armada, la
guerrilla. Surgía el Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Tupamaros), la
mítica guerrilla urbana uruguaya. Allí estaba Mujica.
Durante una
década entera José Mujica hizo vida de guerrillero. Entrando a un banco pistola
en mano, secuestrando a una figura pública, enfrentado a balazos primero con la
policía y luego con el ejército, salvando su vida de milagro luego de ser
acribillado, ocultándose en montes de tupida vegetación o en sótanos o en zulos
en el campo o en casas de compañeros, circulando, escapando, atacando,
moviéndose, cambiando de nombre, pistola al cinto o fusil al hombro, evadiendo
patrullas, encarcelado, escapando de la cárcel por un túnel…
Mujica ya
estaba encarcelado cuando en 1973 comenzó la dictadura militar. Y fue liberado
al retornar la democracia en 1985. Durante más de una década había sido
torturado sistemáticamente y mantenido detenido en condiciones infrahumanas.
En 1989, el
año que Tabaré Vázquez gana la Intendencia de Montevideo, el MLN-Tupamaros
ingresa al Frente Amplio. Muchos de sus cuadros políticos y militares todavía
consideraban una segunda época de irrupción armada. Pero poco a poco la
organización fue derivando hacia la vía política pacífica representada por el
Frente Amplio. Allí estaba Mujica, procesando esa contradicción.
José Mujica
acompañó el ascenso electoral de la izquierda. Primero como dirigente, luego
como Diputado y finalmente como Ministro del gobierno de Tabaré Vázquez. El
foco guerrillero quedaba en el pasado. El presente era la gramsciana
acumulación de fuerzas. Al finalizar la presidencia de Vázquez hacía ya un buen
tiempo que Mujica era una de las figuras más carismáticas del país.
En la serena
y sólida institucionalidad uruguaya, el ex guerrillero José Mujica fue electo
Presidente en el año 2009. Su gobierno continuó por el camino de la estabilidad
política, el crecimiento económico y las políticas sociales. El aborto, el
matrimonio homosexual y la marihuana fueron elementos de gran repercusión de su
agenda social. Y uno de los logros más perdurables fue la consolidación de una
formidable revolución energética que pone al país en lugares de alto destaque
mundial en energías renovables. También, por otra parte, continuaron las
dificultades en materia de seguridad pública y de educación. Pero su saldo
final en la opinión pública fue ampliamente favorable.
Mujica como
legado de Mujica
La institucionalidad uruguaya no permite la reelección del Presidente en funciones. Por eso Tabaré Vázquez no volvió a ser candidato al final de su mandato sino 5 años después, en 2014. Y ganó por muy amplio margen. Y José Mujica encabezó la lista al Senado más poderosa.
El
Presidente Vázquez recibió un gran legado de Mujica. Y la pieza clave del
legado político es el propio Mujica, ahora la principal cabeza parlamentaria
del Frente Amplio. El escenario es distinto al de la primera Presidencia de
Vázquez: ahora tiene en Mujica a un interlocutor con ideas propias, con gran
peso político, con prestigio nacional e internacional.
La relación
Vázquez-Mujica tiene a favor la defensa del proyecto común del Frente Amplio,
el cierre de filas ante ataques opositores, la vasta zona de coincidencias
entre ambos y la inteligencia negociadora que los dos pueden poner en juego.
Pero esa
misma relación tiene en contra una también amplia zona de divergencias. Zona
que puede ser potenciada por 2 estilos políticos diferentes y por 2 personalidades
muy marcadamente diferentes.
El legado de
Mujica es Mujica. Allí está, tal vez sonriendo socarronamente. Viendo a ese
Presidente de su misma fuerza política. Ese Presidente tan formal para hablar,
para vestir, para actuar.
Mujica sabe
que ha plantado un virus en el sistema. El virus de la informalidad, de la
autenticidad, de las emociones. El virus de la horizontalidad y la
transgresión.
El
Presidente Vázquez también lo sabe.
Autor:
Daniel Eskibel
(Nota: este artículo lo publiqué con ligeras variaciones en la revista
española Beerderberg)
Fuente: http://maquiaveloyfreud.com/legado/
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