30-03-2015
“Cuando transcurran los tiempos,
cuando nuevas generaciones divisen las cosas desde su verdadero punto de mira;
las gentes se admirarán de ver cómo pudo existir nación tan
desdichada para servir de juguete a bufones y criminales tan pequeños”
Manuel Gonzales Prada. “Nuestros legisladores”.
Horas de lucha
Se puede definir gramaticalmente el servilismo,
en estricto manejo del idioma como “una ciega y baja adhesión a los
poderosos”. Y, en efecto, lo es, sólo que en algunas circunstancias,
sus exponentes suelen guardar algunas formas, para no mostrar su estulticia tan
impúdicamente. Este, no es el caso.
La expresión mas clara de un servilismo en extremo
rastrero y ramplón, ha sido, por cierto, el documento publicado recientemente y
suscrito por la “Comisión de Relaciones Exteriores” del Congreso de la
República y refrendado, nada menos, que por 57 de un total de 130 congresistas.
Gracias a él, el legislativo peruano ha tenido a
bien ponerse del lado de los Estados Unidos, y apoyar abiertamente la
injerencia yanqui en los asuntos internos de un Estado Soberano e Independiente
de América Latina. Una versión alucinante de Caín en el Siglo XXI.
Para este “colectivo” parlamentario no existen
principios que rigen las relaciones entre Estados. La No Intervención en los
Asuntos Internos de un país y a Libre Determinación de los Pueblos, no existen.
Del mismo modo que no existen la Independencia, ni la Soberanía. Tampoco la
dignidad, por cierto. Son pamplinas, cuando lo que está en juego son los
intereses del Imperio, amenazados, ciertamente, por la insurgencia de un pueblo
que se levanta en procura de consolidar sus derechos y libertades más
elementales.
Que el gobierno de los Estados Unidos amenace
abiertamente a la Venezuela Bolivariana y que incube la idea de atacarla
militarmente es un abuso incalificable, aunque previsible; pero que los
parlamentarios peruanos aprueben esa voluntad, y la aplaudan, es ya un extremo
abyecto de felonía y traición. Bien podría resultar inconcebible, sino fuera
vergonzosamente cierto.
Esos “parlamentarios” peruanos, encabezados por Lourdes
Alcorta no se pusieron siquiera a “la altura” de los Riva Agüero y los
Torre Tagle. Aquellos que, en los albores de la Independencia optaron por
someterse dócilmente a las autoridades virreinales de Lima, en lugar de sumarse
a la lucha emancipadora de los Libertadores; finalmente cambiaron de rumbo y se
sumaron a regañadientes y con pérfidas intenciones, a la Causa Patriótica.
En el caso, como lo recuerda la historia, el tiempo
les alcanzó para buscar otra ruta cuando percibieron en qué dirección soplaba
el viento. Se dieron maña, entonces, para plegar sus raídas banderas y se
sumaron a aquella por la que soldados de distintos países de la región, dieran
su sangre en los agrestes parajes andinos de Junín y Ayacucho.
Ese volteretazo permitió a a oligarquía criolla
auparse en el nuevo régimen y garantizar un modelo social que se consolidó a la
mala, y que hoy hace agua por todas partes.
Carlos Marx decía -y con razón- que la historia no
se repite. Y cuando ello, ocurre, la primera vez toma la forma de una tragedia,
y la segunda de una farsa. Podríamos decir que, en el caso, ésta vez el
“documento parlamentario” de marras, fue apenas una simple payasada. No podía
esperarse otra cosa de un Poder tan descalificado como el que actualmente
tenemos.
Los parlamentarios, de hoy, en detrimento de la
honorable institución legislativa, y salvo muy honrosas y escogidas
excepciones, están ligados a una infinidad de truhanerías.
Unos, son coimeros, otros proxenetas. Los hay,
vinculados al contrabando, al narcotráfico, al lavado de activos, al crimen
organizado y a las distintas mafias que pululan a la sombra de un Poder que
cada día se hace más evidente y amenaza gravemente a todos los peruanos con
tomar nuevamente las riendas del Estado a partir del 2016.
Eso es lo que envalentona a los “parlamentarios”
que se toman responsabilidades que no les competen, y que nadan contra la
corriente. En una circunstancia en la que los gobiernos de América Latina -sin
excepción- rechazan la injerencia yanqui, ellos la saludan y la aplauden.
No reparan, siquiera que, al margen de sus odios
infinitos y en extremo primitivos, Estados Unidos mantiene nuevas rondas
diplomáticas con Cuba a despecho de los procaces aullidos de los grupos
fascistas del Partido Republicano; que una delegación de alto nivel de la Unión
Europea llega a La Habana para normalizar los vínculos entre la isla y el viejo
continente; que el Canciller ruso Lavrov visita Caracas; y que el gobierno de
Nicolás Maduro cuenta con el reconocimiento y el aval de más de 200 países del
mundo, ninguno de los cuales cuestiona su legitimidad democrática.
Para todas sus pachotadas los legisladores peruanos
cuentan con la complicidad de la “Prensa Grande” que vigila y digita -al
mismo tiempo- cada uno de sus pasos.Ella tomará medidas para “poner en
evidencia” a congresistas que no quieran firmar contra Venezuela y tengan algo
que se les pueda enrostrar. Y verá la forma de prescindir de los que insistan
en mantener una posición decorosa y digna, asegurando que nos sean invitados ni
entrevistados, que el silencio los apabulle. Es su sueño.
Hoy, presiona tanto que ha logrado, finalmente, que
la Jefe del Gabinete, Ana Jara, y el Canciller Gutiérrez, reciban a las esposas
de los golpistas presos, en lo que sin duda constituye un gesto inamistoso hacia
el gobierno que donó casas para las víctimas del terremoto del 2007 en el sur
chico.
El objetivo más preciado de todos ellos es, sin
duda, amagar UNASUR y la CELAC, esas estructuras de coordinación
económica y política surgidas en los últimos años como consecuencia de la
afirmación de la conciencia soberana en diversos países. Por eso, en la
declaración que comentamos, ponen una pica en Flandes: piden el retiro del Perú
de UNASUR si este organismo no “condena” a Venezuela. A coro, se suman, claro, Vargas
Llosa, la Keiko, Toledo y García, poniendo en evidencia que es un problema de
clase.
En las últimas semanas el Perú ha vivido
conmocionado por diversos acontecimientos. Un accidente vehicular causado por
una empresa protegida por la Mafia, dejó el saldo de una persona muerta y 87
heridos. Y luego otro, ocurrido en el norte del país dejó una estela más
macabra: 38 muertos y casi un centenar de heridos.
Unido a esas tragedias que enlutan humildes hogares
peruanos, han ocurrido deslizamientos de tierras y caída de cerros sobre
caminos y aldeas. Lluvias e inundaciones y otras catástr9fes naturales
incontroladas han generado destrozos múltiples y daños humanos y materiales,
dolor, pánico y desolación.
Millares de damnificados han sido castigados por la
naturaleza en uno y otro confín de la patria. Localidades cercanas a la ciudad
capital -como Chosica, por ejemplo- han quedado virtualmente aisladas
requiriendo ayuda extraordinaria y urgente en maquinaria pesada, materiales de
construcción, medicinas y alimentos. Escuelas, centros de salud, comedores
populares, calles y avenidas, han sido destrozadas. Millones de soles en
pérdidas y daños han sufrido poblaciones y personas -sobre todo niños- en estos
días aciagos...
Los parlamentarios que firman contra Venezuela, no
han hecho nada por ellos. Los han borrado de su imaginario, y de sus
preocupaciones.
Han preferido abordar dos asuntos que lucen
“fundamentales” en su tarea de dominación: Promover una Moción de Censura al
Gabinete Jara y alentar una campaña de odio contra la Venezuela Bolivariana. Y
aplaudir ese aquelarre de brujos y hechiceros, reunido por iniciativa
del Premio Nobel en nuestra capital.
El paroxismo ha llegado a extremos tales que toma
viada lo que dijimos antes: la Mafia quiere tentar la vacancia de la
presidencia de la República, y adelantar los comicios nacionales del 2016. El
servilismo a toda máquina.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=197059
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