Publicado
por Francisco Umpiérrez Sánchez
Lunes, 9 de marzo de 2015
Le dije a mi pareja que
sería muy bueno que Syriza ganara las elecciones en Grecia, para así poder
apreciar lo que hay de verdadero en ese movimiento. La única teoría radical que
existe, la que cuestiona de base el sistema capitalista, es el marxismo. Así
que no estoy de acuerdo con que a Syriza y a Podemos se les catalogue como
partidos de la izquierda radical. Eso sería faltar a la verdad. No hay nada de
radical en el programa de Syriza como tampoco lo hay en el programa de Podemos.
Teóricamente no van más allá de la socialdemocracia, esto es, no van más allá
de luchar por reformar el capitalismo y hacerlo más justo y humano. El
inspirador en teoría económica de estas dos formaciones políticas no es Marx
sino Paul Krugman. Así que no nos hagamos con ilusiones falsas. Paul Krugman no
quiere acabar con el capitalismo, Marx sí lo quería.
Ya advertí en artículos anteriores del carácter reaccionario de la
ideología de Podemos, del caos
conceptual que se produce en una fuerza que no tiene clara sus raíces y está
dominado por la premura de la oportunidad histórica: llegar a convertirse en el
partido del gobierno. Le aconsejo al lector que lea el artículo de Yanis Varoufakis, titulado Cómo me convertí en un marxista errático,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196081, para que aprecie ese caos y miseria conceptual que alimenta el
movimiento populista que representa Syriza y Podemos. Es un artículo mal
escrito, confuso y enredado. Nunca he comprendido por qué algunos supuestos
líderes teóricos se empeñan en escribir de una forma que pocos les entienden.
Tal vez sí lo comprendo: ocultar su miseria conceptual. Lo que dice Varoufakis
que afirmó Marx es un enredo. Para no cansarles con un lenguaje ininteligible
sólo quiero que escuchen una de las aseveraciones de Varoufakis referida al
carácter del trabajo representado en la mercancía en cuanto creador de valor:
“el trabajo como una actividad creadora de valor nunca puede ser cuantificado
con anticipación (y es, por lo tanto, imposible de mercantilizar”. Hagámonos
una pregunta: ¿Qué es el salario? El precio del valor de la fuerza de trabajo
en su condición de actividad creadora de valor. Hagámonos otra pregunta:
¿Pueden calcular las empresas cuánto serán sus costos salariales durante el año
en curso? La mayoría lo hacen. Luego “el trabajo como actividad creadora de
valor”, por una parte, al tener un precio es una mercancía, y por otra parte, todas las empresas calculan por anticipado
cuáles serán sus costos laborales para cada ejercicio anual. Es evidente que
Varoufakis, por una parte, no sabe lo que dice, su conocimiento de la teoría
económica marxista es de muy bajo nivel, y por otra, contribuye al desarrollo
del pensamiento oscuro e ininteligible, para aparentar un saber de alto nivel,
ocultando así su más clara bancarrota ideológica.
Lo único que tiene cierto sentido en todo su escrito aparece al final
del mismo: “El truco consiste en evitar el maximalismo revolucionario que,
finalmente, ayuda a los neoliberales a superar toda oposición en contra de sus
políticas contraproducentes y en retener en nuestras visiones las fallas
inherentes del capitalismo mientras intentamos salvarlo, por razones estratégicas,
de sí mismo”. Resumiendo: lo que propone Varoufakis es que Syriza, y tal vez
también Podemos, luche por salvar al
capitalismo de sí mismo. Esta afirmación es, en parte, una solemne tontería, y
en parte, una defensa del capitalismo. ¿No ve Varoufakis por la experiencia de
su propio país que para salvar el capitalismo no hay protagonista mejor que el
capital financiero? ¿No ve Varoufakis que el éxito político de Syriza no
equivale a su éxito económico? ¿Por qué Varoufakis habla de esa forma tan confusa?
¿Para qué sirve esa forma tan enredada de hablar? ¿Por qué, al igual que ocurre
con los líderes de Podemos, se aleja
tanto del rigor conceptual? La respuesta es sencilla: el movimiento que
representa Syriza como el de Podemos
tiene mucho componente oportunista y reaccionario.
En estos momentos estamos estudiando en el Cekam la percepción en Hegel
tal y como se expone en su obra Fenomenología
del espíritu. Aunque Varoufakis habla de dialéctica, como hacen tantos, no
sabe lo que es la dialéctica y menos la dialéctica fenomenológica, que es la
dialéctica presente en El Capital de
Karl Marx y que éste heredó de Hegel. Pues bien, allí se habla de la percepción
como superación de la certeza sensible. Y a este respecto Hegel dice que en la
superación hay cambio y hay conservación. El capitalismo se ha salvado de sí
mismo desde hace tiempo con socialismo. En todas las naciones capitalistas
modernas el sector público representa el 48 por cien del total de la economía.
El capitalismo puro hace un siglo que ha dejado de existir. En las sociedades
anónimas, en especial en las grandes empresas, el capital social domina sobre
el capital privado. Hace tiempo que el socialismo ha superado el capitalismo
primigenio, lo que sucede es que el capitalismo se sigue conservando en una
proporción mayor de lo que deseamos los socialistas radicales. Y frente a la
crisis financiera desatada en el 2008, los Estados capitalistas respondieron
con socialismo. Los bancos fueron rescatados con el dinero del Estado. No hay
que sacar de la cabeza, como han hecho siempre los socialistas utópicos, lo que
sale de la realidad y se desarrolla en
ella. El socialismo radical, cuya lucha consiste en lo esencial en lograr que
el sector público domine sobre el sector privado o que los intereses sociales
dominen sobre los intereses individuales, tiene que superar el capitalismo
regionalizado y globalizado de la actualidad, pero para ello no tiene que
cambiarlo todo ni mucho menos. Tiene que conservar muchísimas conquistas del
Estado del bienestar y del Estado de derecho.
Muchos líderes de la izquierda radical, en especial los que estuvieron y
permanecen en IU, creen que donde hay un gran movimiento de masas hay verdad
revolucionaria. Pero la verdad no depende de las masas y de sus movimientos, sino
de la concordancia de la teoría con la práctica. El movimiento liderado por Le
Pen en Francia es un gran movimiento de masas, pero no por ello convierte a
dicho movimiento en un movimiento revolucionario. Pues la misma razón hay que
aplicar a los movimientos de masas que representan Syriza y Podemos. No se debe
permitir el engaño. Esto ocurrió con los comunistas en relación con la Unión
Soviética y con China en el pasado, como ocurre en la actualidad con Cuba y
Venezuela. Se pretende que las palabras oculten la realidad. El gobierno de
Syriza quiere dar la impresión de victoria sobre la troika y afirma que no la
reconoce como interlocutor válido, hasta el punto de afirmar que la troika ya
es cosa del pasado. Y ¿cómo lo han logrado? Mediante operaciones nominativas.
Han cambiado el nombre de troika –Comisión Europea, Fondo Monetario
Internacional y Banco Central Europeo– por el de instituciones, el de rescate
por el de acuerdo y el de prestamista por el de socio. Pero todo el mundo sabrá
que cambiándole el nombre a la cosa no cambia en nada a la cosa, pero se da la
apariencia de que se ha producido un cambio. Y esto es lo que pretende el
actual gobierno griego, que con Syriza en el gobierno el mundo ha
cambiado. Y Podemos secunda esta victoria aparente de Syriza.
Una de los objetivos programáticos de Syriza es proporcionar suministro
eléctrico a 150.00 hogares y establecer un subsidio de alimentos de 100 euros
para 300.000 familias. Este objetivo es loable y creo que nadie está en contra
del mismo. Pero en ningún caso estos objetivos programáticos deben ser
presentados como objetivos radicales. Al margen de esto lo cierto es que las
grandes promesas electorales de Syriza, la quita de la deuda, la propuesta de
acabar con el rescate y el anuncio del fin de la troika, no han podido ser
cumplidas. Se podrá argumentar lo que se quiera argumentar, pero no es lo mismo
predicar que dar trigo. Sin duda que el pueblo griego es soberano y elige a sus
representantes con total libertad. Pero la troika, una quita de la deuda y el
rescate no dependen de la soberanía griega, dependen de la soberanía europea.
Es un engaño afirmar que la contradicción principal de la crisis es la existente entre Grecia y la troika o
entre el pueblo griego y Merkel. La contradicción principal antes, durante y
después de la crisis sigue siendo la existente entre capital y trabajo, y más
especialmente la existente entre el capital productor de interés y el trabajo.
Y esa contradicción existe en el seno mismo del pueblo griego y recorre toda
Europa. Recientemente ha estado en España Larry Fink: dirige BlackRock, la
mayor gestora de fondos con 4,2 billones en activos. Si BlackRock fuera un
país, sería la cuarta economía del mundo. Es evidente dónde está el poder
económico y, por tanto, dónde está el poder político; pues son los mercados,
estos es, gestores como BlackRock, quienes dictan la política económica a “los
gobiernos libres”. Y en los fondos de inversión que gestiona BlackRock hay
muchos capitalistas monetarios griegos y españoles. Syriza como Podemos
deberían luchar contra las empresas gestoras de fondos como contra los fondos
de inversión, que se han vueltos los amos del mundo, y no contra los enemigos
aparentes, la señora Merkel y el señor Rajoy, aunque esto último sea lo que
proporcione votos. Ni tan siquiera el BCE y el FMI son los verdaderos enemigos.
Esta creencia se la dejamos a Paul Krugman, que no lucha por acabar de raíz con
la esencia del capitalismo, la propiedad privada en este cado de los recursos
monetarios mundiales, sino por amortiguar sus malos efectos.
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