3. RUMBO A PUERTO MALDONADO
En los
primeros días de 1963 empezamos a viajar por diferentes vías para
reencontrarnos en Bolivia como paso previo a nuestra incursión al Perú. El
comando manejaba los detalles de la operación y los demás no preguntábamos a
fin de evitar indiscreciones y no exponer riesgos a la misión en caso de ser
apresados y torturados.
Mientras
tanto, en la escena nacional se habían cumplido las elecciones de 1962 con tres
principales candidatos a la presidencia: Víctor R. Haya De la Torre, Fernando
Belaunde y Manuel A. Odría. Ninguno alcanzó el tercio requerido y entre
acusaciones de fraude se produjo un golpe militar que convocó a elecciones para
el año siguiente. Con estas miras, los grupos políticos incluyendo de izquierda
estaban empeñados en participar en las campañas electorales nuevamente.
Nuestro
reagrupamiento en Bolivia, la organización de la ruta de ingreso, la
adquisición de armamento y pertrechos, ropa de campaña, logística, corrieron a
cargo del comando de nuestra agrupación con la ayuda del Partido Comunista
Boliviano y a inicios de Mayo de 1963 estábamos ya atravesando la selva
boliviana rumbo a Puerto Maldonado. La ruta fue dificultosa y tensa al tener
que recorrer pueblos y ríos sin despertar sospecha.
El último
tramo fluvial fue por el río Manuripi y algunos iban cantando “Por los ríos y montañas, guerrilleros libres van, los
mejores luchadores, del campo y de la ciudad. ¡Abajo el imperialismo! Viva la
Revolución”. Éramos sesenta muchachos en dos grupos de treinta
dispuestos a luchar por una causa noble, sin reparar en los graves peligros que
nos acechaban.
Seguimos
por un sendero que nos acercó a la frontera. En toda la travesía nos había
acompañado como guía el “camba” Julio Luis Méndez Corne- “Ñato”, miembro del
Partido Comunista Boliviano. (Su muerte estaba reservada para 1967 combatiendo
en la guerrilla del “Che” cuando ya salvaba el cerco militar de la quebrada del
Churo- La Higuera).
Nuestra
columna guerrillera se abría paso bajo la sombra de una jungla silenciosa. Tras
la escuadra de vanguardia venía el grueso de guerrilleros. Al centro el
comando, y más atrás, la escuadra de Javier Heraud que cargaba su ametralladora
ZB30, caminando“entre pájaros y árboles”, recio
como un guerrero espartano. Lejos estaba de presagiar su súbita muerte en
Puerto Maldonado cumpliendo una misión especial.
No éramos
del partido comunista ni de otro partido político. Simplemente éramos jóvenes
patriotas, dispuestos a dar la vida luchando por una revolución justiciera. Ya
no éramos becarios que buscábamos una profesión en provecho propio. Luchar por
la sociedad estaba por encima de lo personal. Pero todo lo habíamos dejado de
lado por una causa suprema.
No
teníamos líderes pre definidos ni definitivos porque nuestra posición al
respecto era que estos, deberían surgir de la misma lucha. Tampoco teníamos un
partido político porque este debería forjarse desde nuestra base social
participando en el proceso revolucionario. Por ello, nunca practicamos el culto
a la personalidad ni estuvimos atados a dogmatismos alienantes.
Al llegar
a la frontera recibimos la mala noticia de que la ayuda peruana comprometida
para llegar a nuestros destinos operativos había sido cancelada dejándonos
colgados en plena selva desconocida para nosotros. Esta inconsecuencia
traicionera de último momento, por oportunismo electorero, nos puso en una
situación crítica, pues no tendríamos los guías ni la organización de apoyo
para llegar a los destinos planeados.
El
desaliento cundió en la tropa en pugna con la intrepidez de avanzar por
nuestros propios medios. La audacia se hizo presente y resolvimos optar por un
operativo arriesgado. Un comando de guerrilleros con capacidad de conducir
vehículos se infiltraría cruzando la frontera para regresar con camiones en
supuesta “campaña electoral” los cuales abordaríamos para continuar nuestra
misión.
Fueron
comisionados Abraham Lama, Alaín Elías Caso, Javier Heraud Pérez, Manuel
Cabrera Valenzuela, Mario Rodríguez Mesía y Edilberto Márquez Núñez. Partieron
con la orden de evadir Puerto Maldonado y salir a la carretera directamente.
Sucedió todo lo contrario y fueron detectados.
Ante la
resistencia a la detención y la dispersión se produjo un confuso tiroteo. Dos
de ellos alcanzaron el río abordando una canoa de escape pero fueron baleados
estando indefensos, y no obstante las señales de rendición, fueron acribillados
a mansalva, sin conocerse todavía de quienes se trataba. Ellos eran Alaín Elías
que quedó mal herido y Javier Heraud quien perdió la vida aquel infausto 15 de
Mayo de 1963.
A Javier,
la oscuridad le llegó estando en el seno del río Madre de Dios y su “Elegía” se
hizo realidad aquel día. “El Viaje” fue el último y terminó en “El Río” que era
su otro yo.
“Yo no me río de la Muerte.
Sucede simplemente,
que no tengo miedo de morir
entre pájaros y árboles”
|
Así
sucedió como en el verso. Javier Heraud fue abatido y el impacto de su
inmolación tocó las fibras más sensibles de la sociedad peruana. Su sangre
derramada, romántica y guerrillera, se expandió como pétalos de flores que el
pueblo ha recogido de mil maneras, estampando su nombre en las promociones
estudiantiles, en calles, plazuelas, centros de educación pública, pueblos
marginales, etc., sin que los opresores pudieran evitarlo.
Doblaron
las campanas en el silencio del monte y sentimos el profundo dolor de su
inesperada muerte que, para su madre, debió ser como un lanzón al corazón. Ella
lo creía estudiando cinematografía en Cuba. Nuestros padres, al escuchar las
noticias, rogaban al cielo para que no estuviéramos en las mismas andanzas.
Ese mismo
mes, las fuerzas represivas acudieron al Valle de La Convención en el Cusco,
para sofocar las invasiones de tierras y capturar al líder Hugo Blanco Galdós
quien fue hecho prisionero pero su prestigio popular se incrementó tras haber
pasado a la acción revolucionaria con su consigna “Tierra o Muerte”. Su labor
sindical pese a las limitaciones, sin embargo contribuyó a crear conciencia
nacional de la necesidad de hacer justicia social en el campo.
4. UN PASO ATRÁS Y DOS ADELANTE
Alertados
por los sucesos de Puerto Maldonado, era inminente que los dos ejércitos de los
países fronterizos salieran a la búsqueda y exterminio de nuestro grupo.
Tuvimos entonces que replegarnos diseminándonos en la selva boliviana para
reagruparnos nuevamente e intentar otra vía de acceso. Para evadir la
persecución tuvimos que seguir rutas inusuales y cruzar selva virgen a campo
traviesa.
Pese a ello, podríamos decir que
la operación frustrada en Puerto Maldonado evitó mayor derramamiento de sangre
y muerte segura de muchos de nosotros que románticamente creíamos que la
travesía en campo peruano sería fácil. Lo que vino después, fue dramático e
hizo ver a muchos que la guerra de guerrillas era un sacrificio inmenso de gran
coraje para arriesgar la vida por un ideal.
Agotadas
las provisiones hicimos la retirada a marchas forzadas abriéndonos camino con
intrepidez, pasando muchas peripecias, hambre y sed extrema que ponían a prueba
nuestras convicciones y fortaleza revolucionaria. Sobrevivíamos de lo que
podíamos arrancar a la naturaleza. El “Ñato” nos enseñó a pescar pirañas con
solo un trapo rojo, otras veces encontrábamos castañas, aves salvajes, monos,
tortugas y lagartos con los que lográbamos recuperarnos.
Cierta
tarde, tras caminata agotadora estábamos sedientos pero al llegar a un pajonal
divisamos una poza de agua sobre la cual nos lanzamos para beber. Grande fue
nuestra sorpresa al encontrarla ocupada por una gran serpiente “yacumama” de
unos quince metros. La sed era desesperante y resolvimos dispararle para
acceder al agua, a lo que nuestro guía el “Ñato” se opuso rotundamente por el
peligro de que nos barriera con la cola como reacción de supervivencia.
Tuvimos
que proseguir nuestro rumbo aguantando hambre y sed. Al acampar, lográbamos
escuchar por las noches lejanos tambores de guerra de tribus salvajes mientras
hacíamos de centinelas soportando en todo momento a los mosquitos que nos
trasmitían el mal de la uta (leishmaniasis).
Poco a
poco fuimos alejándonos del peligro hasta llegar a algunos pueblos ribereños en
los que podíamos pasar desapercibidos para continuar viaje vía aérea hacia
Cochabamba y La Paz. Los que quedamos al final, proseguimos por ríos navegables
acampando en sus playas donde podíamos alimentarnos con huevos de tortugas de
río que, en abundancia salían por la noches a depositar unos 40 huevos cada
una.
Así
logramos escapar de todo, pero el impacto de la experiencia vivida diezmó la
moral de los más débiles que optaron por no continuar. La policía boliviana
detectó nuestra presencia en la ciudad y algunos tuvieron que fungir de asilados
políticos. Había que empezar de nuevo reorganizándonos para planear nuestro
ingreso al país y preparar nuestro alzamiento con mayor eficacia.
5. LA SEGUNDA INSURGENCIA
Así
llegamos a 1964 en que logramos trasladarnos a nuestro país, explorar posibles
zonas para el foco guerrillero, conseguir armamento, preparar la red urbana,
hacer vida clandestina, convocar nuevos contactos en diversas zonas del país,
reclutar a los más decididos y organizar la logística. Quienes habían estado
involucrados en los sucesos de Puerto Maldonado, salieron de prisión pero ya no
quisieron alzarse en armas.
Recorrimos los valles selváticos
del Cusco y Ayacucho, decidiéndonos por una zona entre el río Apurímac y el
Pampas, con acceso a la selva de La Convención. La ventaja era de que, uno de
los nuestros era miembro de la comunidad de Chungui cercana a nuestro
campamento inicial en la selva de Chinchibamba. Tenía amplio conocimiento de la
geografía zonal, hablaba el idioma de los lugareños y tenía ascendencia en la
comarca. Entre tanto, miembros del Partido Leninista del Perú se integraron al
grupo como simples soldados.
Ya el 7
de Febrero de 1964, Luis de la Puente, en su discurso de la Plaza San Martín
había manifestado: “Ha pasado la hora de la
economía capitalista perfeccionadora de la explotación del hombre por el
hombre. La burguesía peruana llega tarde a la historia. Ella no es dueña ni de
su propio mercado. Tan solo las masas que no tienen interés en seguir
manteniendo ningún régimen de explotación serán capaces de enfrentarse a la
oligarquía y al imperialismo hasta las últimas consecuencias. Esta es la hora
de los pueblos. Esta es la hora de iniciar el camino hacia el socialismo.”
En las
Tesis políticas del MIR publicadas en Marzo de 1964, se leía: “Ante este destino claro e inapelable de la burguesía, del
gobierno y del régimen, no cabe equívoco de parte de las fuerzas de izquierda.
Ellas deben prepararse para no dejarse sorprender sino quieren también ser
arrastradas por la tormenta. Ellas deben prepararse para cumplir su destino
histórico. Y no hay mejor manera de prepararse que planteándose desde ya la
tarea suprema, la tarea definitiva de la lucha por la toma del poder”.
Tras
estos planteamientos el MIR anunció al país en el verano de 1965 que se alzaba
en armas, lo que obligó al Ejército de Liberación Nacional-ELN, a apresurar
nuestra subida al monte antes de que la represión nos lo impidiera. Lo hicimos
en Abril dando a nuestra guerrilla el nombre de “Javier Heraud”.
A cargo
de la red urbana quedó Juan Pablo Chang Navarro-Lévano- “Francisco”, quien hizo
una gran labor política en el sector estudiantil y organizaciones de
trabajadores. Puso en circulación el periódico “Masas” y otras publicaciones,
además de su labor de reclutamiento.
Una parte
de los que hicieron la travesía en la selva boliviana en 1963, optaron por no
continuar y otra parte prefirió seguir pero solamente en la red urbana. Otro
grupo estaba en Cuba recibiendo entrenamiento. Militantes leninistas dejaron
familia y todo para alistarse como combatientes en la guerrilla aunque les
faltaba preparación militar pero asumieron las consecuencias.
Así lo
hizo el dirigente sindical obrero Luis Zapata Bodero -“Hernán”, y el dirigente
político Guillermo Mercado León- “Rosendo”. Estos se integraron a la guerrilla
conformada por los combatientes provenientes de grupo original del ELN: Héctor
Béjar Rivera- “Cali”, el poeta Edgardo B. Tello L. –“Cuyac”, Milciades Ruiz
Rojas- “Capac”, Jorge Toque Apaza-, César Pareja “Dumbo”, José Bernabé
Gurrionero Castro – “Atito”, Hermes Agapito Valiente Granados- “Moisés”, Hugo
Ricra Corrales- “Conti” y tres más que más tarde desertarían.
A ellos se sumaron los
revolucionarios ayacuchanos Edgar De la Zota “Fermín” y Edwin García. Este
último, había puesto a disposición de la guerrilla su fundo agrícola en las
orillas del río Pampas que nos servía de refugio y abastecimiento. Se retrasó
en incorporarse a la guerrilla y cayó prisionero antes de alzarse con los
peligros que ello implicaba.
Guiaban
nuestro accionar cinco objetivos y dos métodos. Gobierno socialista Obrero
campesino como expresión democrática del pueblo en armas, Revolución Agraria,
Nacionalización de Recursos Naturales confiscando y expulsando a las empresas
extranjeras que se nieguen a acatar las leyes revolucionarias, Soberanía
Nacional sobre la base de la independización económica y solidaridad con todos
los pueblos oprimidos.
Los
métodos: Lucha armada para la toma del poder y Unidad Popular. La nueva
democracia socialista tendría que ser fruto de las decisiones del pueblo en
armas dentro de una nueva institucionalidad emanada de la nueva organización
ciudadana. Unidad de acción con nuestra base social desde el inicio de la lucha
para generar la organización popular de gobierno en la nueva democracia
socialista.
Estando
ya bajo el gobierno de Belaunde, sometido por la oligarquía, chantajeado por la
embajada norteamericana y entrampado por la coalición “Partido Aprista/Unión
Odriísta” que controlaba el poder legislativo, miles de campesinos en diversas
regiones de la sierra continuaban invadiendo los latifundios de los
terratenientes, tomando las tierras que les fueron arrebatadas en el pasado con
la consiguiente represión que teñía de sangre los campos.
El 9 de
Junio de 1965, la guerrilla “Túpac Amaru” del MIR comandada por Guillermo
Lobatón y Máximo Velando, tomaron por sorpresa la mina “Santa Rosa” en la
sierra de Junín iniciando la lucha armada en el centro del país. Varios puentes
fueron volados para proteger la retirada de los combatientes. Tomaron el puesto
policial de Andamarca y las haciendas Runatullo, Punto, Armas, Alegría. El 27
de Junio, derrotan a una patrulla policial en Yahuarina capturando numerosas
armas y pertrechos militares.
Los
combates siguieron en Púcuta del 1 al 3 de agosto, en que se retiran hacia
Intiyalamuy (Sol Naciente), el campamento guerrillero. Los valerosos
combatientes se replegaron hacia la selva para seguir resistiendo el asedio los
siguientes meses, con gran coraje y heroísmo.
Desde su
campamento de “Mesa Pelada” en La Convención -Cusco, Luis De la Puente Uceda,
al mando de la guerrilla “Pachacútec” convocó al pueblo peruano a levantarse en
armas por la auténtica liberación. El Septiembre, el ejército enemigo cercó el
campamento de los guerrilleros del MIR y empezaron los combates. El 23 de
Octubre, según comunicado de las fuerzas armadas, en el combate de Amaybamba
fueron abatidos Luis de la Puente, Rubén Tupayachi, Paúl Escobar, Edmundo
Cuzquén, Agustín Marín, Hugo Soto, Benjamín Quispe y otros.
Por su
parte la guerrilla “Javier Heraud” del Ejército de Liberación Nacional- ELN, se
movilizaba reconociendo el terreno antes de iniciar las acciones bélicas. Poco
a poco nos fuimos acercando a nuestra base social rompiendo la desconfianza y
el temor inicial del campesinado. Aunque en vez de mochilas usábamos el “Qqepi”
o manta, a la usanza ayacuchana, no dejábamos de ser “mistis” para los
campesinos, en actitud defensiva tras siglos de abuso del blanco colonialista y
republicano.
Conforme
avanzaba el trabajo político, la desconfianza se iba disipando. Dábamos muestra
de nuestra solidaridad con ellos y curábamos a sus enfermos con la poca
medicina que llevábamos. Se convencieron de que no éramos sus enemigos sino sus
aliados. Ya no éramos “papai” y nos comenzaron a llamar “hermano”. Eran ellos
los que nos buscaban y llevaban alimentos y por más que evitamos ser ubicados
lograban seguir nuestras huellas en el monte.
Pero
nuestra guerrilla era móvil y siempre estábamos en marchas forzadas. Nuestras
necesidades tácticas nos hacían ascender hasta la cordillera a 4,500 m.s.m. y
bajar a nuestra zona de escondite transitando de noche, soportando el frío que
calaba los huesos y las lluvias de altura que bañaban nuestro cuerpo sin poder
acampar hasta llegar a zonas de refugio. No hay zapato que resista subiendo y
bajando entre cordillera y selva con los caminos anegados pero era parte de la
vida cotidiana a la que teníamos que acostumbrarnos.
No es
fácil habituarse al sacrificio diario en los días iniciales de la guerrilla
hasta lograr la supervivencia táctica, escapando a toda prisa del peligro para
poder sobrevivir, sufriendo extremos de hambre, sed, frío, sin derecho a
enfermarse, cargando armamento y municiones. La moral combativa sufre y las
convicciones flaquean. Es así como, el hombre base de nuestro grupo, el que
conocía la zona y hablaba el idioma del lugar, de pronto desertó dejándonos en
fatal desventaja.
Habiendo
perdido nuestro guía geográfico hubo mayor necesidad de explorar para tener
rutas de escape pero otros dos desertaron. No obstante, aun con las bajas
mencionadas iniciamos las intervenciones de justicia que dio por resultado la
huida de los gamonales odiados por los campesinos. Solo uno de los hacendados
que era oficial retirado del ejército nos recibió a balazos en la hacienda
“Chapi”, no dejándonos otra opción que abatirlo.
Hubo
algarabía entre los campesinos de la zona por la acción justiciera de la
guerrilla. El ELN había logrado una fabulosa compenetración con su base social,
el campesinado. Pero este, imprudentemente mostraba sus simpatías haciendo caso
omiso a nuestras advertencias del peligro que corrían, lo que más tarde les
costaría la vida a muchos. No guardar el secreto fue fatal.
Mientras
tanto en el Parlamento la alianza política contra natura del aprismo con el
odriísmo aprobó sin mayor trámite la pena de muerte para los guerrilleros y sus
colaboradores. Pero también, el ejército enemigo se concentró en nosotros
después de haber reducido las guerrillas del MIR.
El
desconocimiento de la zona para movilizarnos con seguridad fue nuestra mayor
debilidad. Estábamos obligados a explorar para conocer la zona al detalle pero
a costa de dispersarnos perdiendo poder de fuego. Las fuerzas represivas
llegaron a la zona y empezó el baño de sangre ensañándose con los campesinos y
sus familias.
Los
comuneros de Chungui estuvieron apoyándonos desde el comienzo. Les advertimos
del peligro que corrían pero no se cuidaron. Nemesio Junco un campesino de
Soccos que estaba identificado con la guerrilla y nos ayudaba siempre en
nuestro recorrido por el río Pampas fue capturado, torturado y fusilado y lo
mismo hicieron con Juan Morales Villena y el adolescente Pedrito Ayuque que fue
el primero en integrarse a la guerrilla.
Igual
suerte corrieron los comuneros de Chungui: Urbano Tello Bellido, Gualberto
Berrocal Piñarayme, Celestino Valencia Tello, Constantino Valencia Tello,
Víctor Livio Valencia. En la hacienda Muyocc fueron igualmente ejecutados los
campesinos Julio Oscco, Víctor Soriano, Alejandro Gómez y Alejandro Acuña. Pero
además fueron perseguido capturados y eliminados campesinos colaboradores de
otras zonas desatándose un clima de terror porque muchos inocentes fueron
ejecutados pese a los alegatos y ruegos.
Rondaba
el fantasma de la delación y la traición que, sumados a nuestro exceso de
confianza nos expuso al desastre. Nuestro campamento fue cercado cuando algunos
estaban explorando. Alguien condujo a las tropas enemigas a nuestro campamento
y de improviso empezaron los enfrentamientos con nuestro grupo en la tarde del
17 de diciembre de 1965.
La
diferencia en armamento era enorme. No obstante, el poeta revolucionario
Edgardo Tello Loayza –“Cuyac–, el joven estudiante aimara Jorge Toque Apaza y
el becario arequipeño César Pareja, combatieron hasta morir para cubrir la
retirada de sus compañeros.
Los
combates continuaron el 24 de diciembre, cayendo Guillermo Mercado León –
“Rosendo”– que era un combatiente de gran trayectoria política. En la mañana
siguiente ocurrió un combate en que el becario Hugo Ricra Corrales –“Conti”–
recibió un balazo en el omóplato que lo desbarrancó mortalmente.
El 27 fue
capturado en las alturas de Oxamarca Luis Zapata Bodero–“Hernán”–, dirigente
sindical obrero. Lo torturaron hasta el cansancio para arrancarle secretos
guerrilleros. Al no lograrlo le mostraron las pertenencias de sus compañeros
caídos, conmoviéndolo de tal manera que no pudo contener el llanto fraterno.
Fue ejecutado extrajudicialmente el 3 de Enero siguiente. Hubo un combate la
noche del primer día del año 1966, cayendo el estudiante liberteño José Bernabé
Gurrionero Castro, junto con el obrero sindicalista Hermes Agapito Valiente
Granados- “Moisés”.
Informes
confidenciales daban cuenta que el revolucionario ayacuchano Edwin García,
quien había caído preso antes de iniciar las acciones fue arrojado a la selva
desde un helicóptero el 30 de diciembre de 1965 después de ser torturado. En la
continuación de la lucha fue capturado en Lima el estudiante arequipeño
Fortunato Silva Sánchez (1967), de la red clandestina urbana. Fue ejecutado
extrajudicialmente, muriendo estoicamente sin revelar secretos de nuestra
organización ni delatar a nadie.
Estos
luchadores de la patria no tienen tumba, ni reconocimiento a su inmolación como
muchos otros héroes del pueblo. Pero tienen un gran monumento en la memoria de
nuestro pueblo y en historia de la lucha revolucionaria de nuestra patria.
Continuará...
Lima Febrero del 2015
Milciades Ruiz
Ex jefe del Estado Mayor
EJERCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL-
ELN
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