6. EL TERCER INTENTO
La
dispersión de nuestra guerrilla sucedía en momentos en que el jefe de nuestra
red urbana, Juan Pablo Chang, estaba de viaje para participar en la histórica
Conferencia Tricontinental de La Habana de Enero de 1966, conjuntamente con los
líderes revolucionarios de África, Asia y Latinoamérica (S. Allende, Marulanda,
Percof, Douglas Bravo, Ortega, Turcios Lima, entre otros). Ignoraba todo lo que
venía sucediendo en la zona de combate por lo que, recibió con entusiasmo la
decisión del “Che” de venir a integrarse a nuestra guerrilla.
Estando
de incógnito el “Che” se despidió de la Tricontinental mediante carta en la que
lanzaba la consigna de “Crear uno, dos, tres, muchos Vietnam”, como estrategia
de lucha mundial contra el imperialismo. Se hicieron los preparativos para el
viaje clandestino del Che al Perú, mientras por otro lado Juan Pablo Chang
retornaba al país para organizar la incorporación de dicho líder internacional
a nuestra guerrilla.
El Che tuvo que sortear las
dificultades de su recorrido clandestino rumbo al Perú. Pero nuestra guerrilla
estaba diezmada y dispersa por lo que no había garantías de que pudiéramos
trasladar al Che a la zona de alzamiento. Se tuvo que cambiar planes abriendo
un nuevo foco en la selva de Puno a la que era más factible que pudiera llegar el
Che con la seguridad requerida. Se trabajó de inmediato y se organizó todo para
tal efecto.
No
obstante, ante la incertidumbre sobre las condiciones en Perú, el Che se
detiene en Bolivia y toma más tarde la alternativa de organizar un foco
guerrillero en este país, con el mismo nombre de nuestro movimiento, y con
algunos de nuestros integrantes que venían de prepararse en Cuba. La campaña
guerrillera del “Che” en Bolivia duró hasta Octubre de 1967.
Murieron
combatiendo en la guerrilla del ELN boliviano al mando del “Che” nuestros
compañeros Juan Pablo Chang Navarro-Lévano- “Francisco”, Lucio E. Galván
Hidalgo- “Eustaquio”, encargado de las comunicaciones y Restituto José Cabrera
Flores –“Negro”, médico de la guerrilla. En la red urbana de este histórico movimiento
en Bolivia sobrevivió nuestro compañero Julio Dagnino Pacheco- “Sánchez”
corriendo todos los riesgos de su misión revolucionaria.
Tras la
muerte del “Che” y el descubrimiento del foco guerrillero en la selva del
Tambopata – Puno, por documentos capturados junto al diario del “Che”, se tuvo
que postergar el inicio de operaciones allí, pero al año siguiente Belaunde fue
depuesto de facto por un grupo militar encabezado por el General Juan Velasco
Alvarado. El gobierno militar asumió parte de nuestras banderas, favoreciendo
con una radical reforma agraria a nuestra base social.
En todas
las etapas de la campaña guerrillera, hubo muchos otros revolucionarios
involucrados arriesgándolo todo. El científico Dr. Zuño Burstein Alva, Jefe en
enfermedades tropicales del Hospital Dos de Mayo, nos ayudó mucho en la
clandestinidad, tanto en nuestra preparación sobre primeros auxilios como,
poniendo todo su empeño en combatir la leishmaniasis que afectaba al grupo
guerrillero.
El
empresario de logística minera Carlos Zegarra que había recibido preparación
guerrillera, tuvo a su cargo la introducción de armamento para nuestra misión,
contribuyendo también con el apoyo económico en diversas ocasiones. Así como
ellos, hubo muchos otros cuadros revolucionarios que formaron parte de nuestra
organización en diversos campos. Todos ellos, merecen el reconocimiento de la
patria y de la historia.
En el
desarrollo de todo este dramático episodio histórico destaca el liderazgo del
Combatiente en Jefe, compañero Héctor Béjar Rivera, bajo cuyo mando el Ejército
de Liberación Nacional- E.L.N. cumplió su rol revolucionario. Este líder
revolucionario llevó sobre sus hombros la gran responsabilidad histórica de
conducir la gesta guerrillera con mucho temple, entereza y valentía, asumiendo
los riesgos políticos y de su propia vida desde el mismo campo de batalla.
Su
honestidad revolucionaria y su trayectoria consecuente, no ha sido debidamente
valorada por la mezquindad que afecta nuestro campo político. La muerte no es
un requisito para reconocer a los héroes que sobrevivieron luchando por la
patria. La historia se encargará de darle el sitial que le corresponde.
7. CONCLUSIÓN
Con la
muerte del Che en Bolivia, se cierra el capítulo más glorioso de la historia
revolucionaria latinoamericana por el socialismo en la década de 1960. En lo
que al Perú respecta, podemos decir que asumimos nuestra responsabilidad
histórica en un momento en que se presentó la oportunidad de emprender la
revolución por una patria socialista. No lo logramos pero al menos, lo
intentamos aún a costa de nuestras vidas. Si nos equivocamos, fue de buena fe.
Si perdimos, lo hicimos con dignidad. Nunca por oportunismo ni personalismo.
Tuvimos
que abrimos paso venciendo obstáculos en nuestro propio campo que nos mezquinó
su apoyo favoreciendo al enemigo. Conspiraron contra nuestro mejor desempeño el
oportunismo electorero, el egoísmo sectario y la deshonestidad política. Esta
izquierda nociva nos ha seguido criticando aún después de la campaña
guerrillera para justificar su cobardía. Ningún reconocimiento al esfuerzo
desplegado.
La
lección histórica es que, a pesar de todo, forzamos cambios históricos que
vinieron luego en la década de 1970. El heroísmo guerrillero de 1965- 1967,
también estremeció la conciencia de los altos oficiales del Ejército que
encabezados por el general Juan Velasco Alvarado, comprendieron que no valía la
pena el derramamiento de sangre entre peruanos en beneficio de la oligarquía.
Ellos tomaron algunas de nuestras banderas de lucha y asumieron el poder
político para iniciar un proceso de reformas estructurales que por entonces,
cambiaron el país.
Los
guerrilleros fuimos amnistiados, se promulgó una radical reforma agraria, se
nacionalizó la explotación del petróleo y de recursos minerales expropiando a
las empresas norteamericanas. En el balance, podemos decir a favor de nuestro
haber, que contribuimos a que la oligarquía terrateniente y el gamonalismo
fueran eliminados definitivamente, liberando a los campesinos del yugo que
arrastraban desde sus ancestros tras la conquista española.
Hemos
visto llorar de alegría a recios campesinos tras liberarlos de la opresión del
amo terrateniente. Cada vez que hacíamos entrega de las tierras a los vasallos
de las haciendas por mandato de la reforma agraria, estos generalmente
explotaban en llanto emotivo y nos abrazaban como salvadores. Llegaba a su fin,
la abusiva opresión feudal que por siglos les arrebató sus tierras desde el
sometimiento del Tahuantinsuyo a una potencia extranjera.
Cuantas
humillaciones, asesinatos, violaciones a hijas y esposas de los campesinos,
carcelería, despojos, castigos corporales y abusos de toda índole, se han
evitado al impedir que el feudalismo continuara hasta ahora. Aunque la reforma
agraria fue desactivada y la contrarrevolución frustró el proceso de reformas
estructurales de la década de 1970, el Perú es ahora distinto a lo que fue bajo
el dominio oligárquico y feudal. Lo que pasó después con nuestro país es ya
conocido.
Han
transcurrido 50 años desde nuestra insurgencia armada de 1965, como también es
el tiempo que las guerrillas colombianas llevan combatiendo y cuyas
organizaciones nacieron a la par con las nuestras. Pero si comparamos
resultados efectivos podemos decir que nuestros logros, aún siendo indirectos
fueron mayores y los costos, mucho menores. Es que los procesos históricos
suceden de manera diferente en cada país.
Las
guerrillas de 1965 por una revolución socialista tuvieron corta duración pero
si comparamos costos beneficio e influencia histórica con lo hecho por la
izquierda electorera en estos 50 años, quizá tengamos que reformular nuestros
planteamientos. Las luchas de masas en protesta frente al abuso gubernamental
suelen ser más efectivas cuando se carece de poder político.
La
conclusión es que, el pueblo sumiso que solo se defiende pero no lucha, se
condena a sí mismo. Para que haya cambio, no basta el reclamo ni la protesta
pasiva. Hay que pasar a la acción revolucionaria si queremos un mundo mejor.
Los derechos ciudadanos se consiguen con la lucha aún a costa de muchas vidas y
derrotas temporales.
Los
fracasos de las luchas populares por la liberación son muchas veces precursores
del triunfo final. Por ello, no deben ser motivo de desaliento sino de
persistencia porque siempre es un paso más en el avance hacia la meta final.
La gesta
de Túpac Amaru terminó en derrota militar pero estremeció la consciencia de
liberación en toda América no solamente en aquel momento de su rebelión sino
también hasta ahora, su lucha ha quedado como un sentimiento ancestral que se
conserva entre nosotros de generación en generación porque muchas aspiraciones
aun están pendientes.
La
oportunidad histórica fue bien aprovechada por los revolucionarios
independentistas que liberaron a los virreinatos de la monarquía española y el
triunfo fue rotundo. Eso fue lo que quisimos conseguir los revolucionarios
socialistas de la década de 1960 al pretender aprovechar el momento histórico
para liberar a nuestra patria de las garras del imperialismo.
No lo
conseguimos y muchos no pudieron volver a casa. Sin embargo, pese a los
reveses, los ideales siguen incólumes y el triunfo llegará tarde o temprano.
Eso lo sabe el pueblo que, pese al tiempo transcurrido, aún flamea la insigne
figura heroica del Che y de los guerrilleros peruanos en el pensamiento, en el
corazón, en las banderas de sus luchas cotidianas.
La
revolución no es propiedad de ningún partido político. La revolución es obra
del pueblo. Esa es la condición de ser del socialismo. Nuestra formación
revolucionaria fue humanista y por ello, jamás pasó por nuestra mente el
repudiable método del terrorismo cuya tiranía es incompatible con la causa
socialista y ajena a una democracia con justicia social.
Está
claro que vivimos en una dictadura mundial que condiciona nuestras vidas y la lucha
debe continuar hasta alcanzar el triunfo anhelado. Tenemos la historia de
nuestra parte y al igual que la monarquía absoluta feneció por obra del pueblo
revolucionario, así también el sistema de dominación capitalista avanza
inexorablemente a su final en la medida que el pueblo revolucionario de ahora,
logre inclinar la balanza a su favor en la lucha por un mundo más equitativo.
El día
que se escriba la historia verdadera, los heroicos combatientes revolucionarios
de la década de 1960 tendrán el reconocimiento merecido que hoy está proscrito
en la historia oficial pero no en el corazón de nuestro pueblo. Por ahora solo
podemos decir: ¡Gloria eterna en nuestra historia, a los combatientes
revolucionarios que ofrendaron su vida luchando por la República Socialista del
Perú!
Lima Febrero del 2015
Milciades Ruiz
Ex jefe del Estado Mayor
EJERCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL-
ELN
Guerrillas
1965 opúsculo 50 aniversario
Milciades Ruiz
8 de marzo 2015
Estimados amigos: Este año se cumplen 50 años de la
insurgencia guerrillera en el Perú. Uno de los protagonistas ha elaborado un
opúsculo conmemorativo en el que se revelan algunos detalles inéditos de ese
episodio histórico. Los que tengan interés en el asunto pueden acceder al
documento pulsando el siguiente enlace.
https://republicaequitativa.wordpress.com/
Quienes deseen copia del texto y datos adicionales
me avisan. Saludos cordiales.
Atte. Milciades Ruiz
Otra información en
http://www.gestiones-rurales.blogspot.com/
Mayores detalles en
http://www.gestionesrurales.apiaperu.com/
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