CEPRID
25-04-2015
Han transcurrido cinco años desde que China decidió
aprovechar el momento de debilidad de Occidente, como consecuencia de la crisis
financiera, para jugar un papel más enérgico en la política internacional.
China es China, y su concepto del tiempo no tiene mucho que ver con el
Occidental. Ya lo dice uno de sus proverbios, “no temas ser lento, sólo
detenerte”. Por eso China no tenía previsto alterar el tablero internacional
hasta el año 2027 (1), fecha para la que consideraba habría alcanzado la
paridad estratégica en todos los aspectos (políticos, económicos y militares)
con EEUU. Para ello, fue tejiendo una cautelosa red de influencia en todo el
mundo -África, Asia, América Latina- a través de lo que los académicos chinos
denominan “el consenso de Beijing” y que no es otra cosa que la puesta en
práctica de un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el “poder
blando” –diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición al
modelo tradicional estadounidense y occidental de intervención militar, unipolaridad
e interferencia política.
Pero la prepotencia de EEUU ha hecho que China haya
acelerado sus pasos hasta llegar a la humillación pública de EEUU con la
creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), el
competidor formal del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. El
sistema diseñado en Bretton Woods en 1945 está agonizando y China es en gran
parte responsable de ello. Surge un nuevo mundo en el que el imperio ya no es
imperio y en el que sus instituciones pasan a ocupar un papel secundario en la
política internacional.
Puede que alguien piense que estas afirmaciones son
algo aventuradas, pero no lo son en absoluto. EEUU ha hecho todo lo posible y
lo imposible porque el BAII no cuajase, desde presionar a los países para que
no se sumasen al mismo hasta intentar desacreditarlo argumentando, entre otras
cosas, que “no cumple con los estándares internacionales de transparencia, buen
gobierno y equidad” (sic). Como si el BM o el FMI fuesen modelos de todo ello.
Y eso lo dice un país que lleva desde 2010
negándose a cumplir el acuerdo a que se había llegado en el FMI y en el BM de
otorgar más poder a las llamadas “economías emergentes”. En virtud del mismo,
China se convertiría en el tercer mayor contribuyente del FMI, por detrás de
EEUU y Japón. Pero eso tenía que ir en detrimento de alguien, y ese alguien
eran tanto la Unión Europea como EEUU y Japón. Y EEUU ha impedido cualquier
reforma desde entonces porque de hacerlo perdería su mayoría de bloqueo.
China aguardó pacientemente que ese cambio se
produjese y ofrecía un argumento de peso: es la primera potencia económica del
mundo y tiene el 3’8% de los derechos de voto en el FMI, mientras que países
como Holanda cuentan con el 2% o EEUU, la segunda economía mundial, con el
16’8%. Aún así, se conformaba con el tercer lugar.
Pero el tiempo pasa y China ha dicho basta, y lo ha
hecho de una forma indubitable: son 57 los países que han decidido formar parte
del BAII y los hay de los cinco continentes. Pero algunos no son países
cualquiera, sino aliados estrechos de EEUU hasta ahora como Gran Bretaña,
Alemania, Francia, Italia, Arabia Saudita, Israel o Australia por mencionar
sólo algunos de ellos. Incluso Japón, reacio en un primer momento y principal
contribuyente al hasta ahora hegemónico Banco Asiático de Desarrollo (en el que
China sólo tiene el 5’5% de participación, aunque ha buscado un porcentaje
mayor y siempre se ha encontrado con el veto de Japón, que tiene el 18’7%),
ahora está pensando su participación en el BAII. Pero aunque se incorpore, ya
llega tarde.
Es un golpe demoledor a EEUU. Aunque parezca
sorprendente, toda la historia del BAII parece haber pillado a EEUU con el pie
cambiado. Acostumbrado como está a que nada en el mundo se hacía sin su
consentimiento o conocimiento, daba por hecho que su sola oposición iba a
desalentar a sus aliados. Pero no. Y cuando comenzó a constatar su fracaso
recurrió a lo de siempre: a las amenazas y “recomendaciones”. Es lo que ocurrió
al menos con tres países, Gran Bretaña, Singapur y Corea del Sur. Esto es lo
que se ha hecho público, aunque seguro que hubo más casos. Pero de esos tres
sólo Corea del Sur se achantó, aunque el pasado 11 de abril pidió finalmente el
ingreso tras un fortísimo debate entre las fuerzas políticas coreanas y tras
haber negado China el ingreso en el BAII a Corea del Norte. A última hora
también pidió su ingreso Taiwán, otro aliado tradicional de EEUU, aunque China
está estudiando la forma de participación que tendrá.
Como es lógico, el “entusiasmo” de algunos países
occidentales no tiene nada que ver con una ruptura con EEUU ni con las
instituciones de Bretón Woods, que tan bien les han servido y utilizado, sino
con la pretensión de lograr grandes contratos y, lo más importante, para seguir
recibiendo el dinero chino que ayuda a sostener sus debilitadas economías.
El fracaso de EEUU para evitar que tan alto número
de países se sumen al BAII es sonoro y sienta un precedente para que muchos
países comiencen a distanciarse, y a resistir, sus presiones. China tiene casi
4 billones de dólares en sus reservas y un volumen de dinero muy superior a
todas las instituciones de Bretton Woods juntas, lo que hace que su nivel de
prestación de ayuda a las naciones –sobre todo en desarrollo de infraestructuras-
sea mucho mayor. Por lo tanto, era inevitable que China pusiese en marcha
iniciativas como la del BAII, que no será la única puesto que el país del
centro, que es lo que significa China, está decidido a crear su propio eje
alternativo en los asuntos financieros mundiales.
En un último intento de poner puertas al campo,
Obama, justo antes de ir a la Cumbre de las Américas, “mostró su preocupación”
porque China utilice “su tamaño y su músculo para intimidar a las naciones” (2)
porque, además del BAII, China ha firmado en lo que va de mes un acuerdo con
Pakistán para suministrarle material militar, con Irán y Pakistán para
construir un oleoducto que llevaba parado desde el 2012 por presiones de EEUU
sobre Pakistán –y esta es la primera consecuencia del acuerdo preliminar sobre
el programa nuclear de Irán y la disposición manifiesta de China de comerciar a
todos los niveles con este país islámico- y porque China ha sido el único país
que ha enviado buques de guerra al puerto de Adén (Yemen) para evacuar a sus
ciudadanos pese a las amenazas vertidas por Arabia Saudita para que ningún
buque recalase en una ciudad controlada por las milicias huzíes dado que podría
ser objeto de sus ataques aéreos. Lo curioso del caso es que Obama lo ha dicho
sin sonrojo alguno. Como dice un refrán español: “piensa el ladrón que todos
son de su condición”. Como EEUU lo hace, ahora que el imperio ya no es imperio,
o es mucho menos imperio, se permite el lujo de dar lecciones de moral. Si
alguien quiere hacer un estudio de la hipocresía, aquí tiene un ejemplo
perfecto.
Qué es el BAII
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura
fue propuesto en octubre de 2013 por el presidente chino, Xi Jinping, en un
discurso ante el parlamento de Indonesia y se constituyó formalmente el 24 de
octubre de 2014 en una ceremonia en Beijing con los representantes de los 21
países inicialmente considerados fundadores: China, India, Tailandia, Malasia,
Singapur, Filipinas, Pakistán, Bangladesh, Brunei, Camboya, Kazajstán, Kuwait,
Laos , Myanmar, Mongolia, Nepal, Omán, Qatar, Sri Lanka, Uzbekistán y Vietnam.
Es curioso que Indonesia, el país donde se propuso, no formase parte
inicialmente del mismo, aunque un mes más tarde rectificó y solicitó su ingreso
como miembro fundador. Y es significativo que dos países con los que China
tiene litigios históricos, como India y Vietnam, se hayan incluido desde el
primer momento porque pone de manifiesto que la política china que se recoge en
“el consenso de Beijing” es algo más que una mera retórica.
Como también se ha dicho antes, en la actualidad
son 57 los países que forman parte del BAII, entre ellos Rusia, Sudáfrica, Irán
y Brasil. En total, son 34 países asiáticos, 18 europeos, 2 africanos, 2
oceánicos y un latinoamericano.
Tiene como objetivos la infraestructura básica, la
electricidad, el acceso al agua potable, la construcción de plantas de
tratamiento de aguas residuales y medios de transporte. Tendrá una
capitalización cercana a los 100.000 millones de dólares, en su mayor parte
proporcionados por China.
No obstante, y para diferenciarse de EEUU en el FMI
y el BM, China rechaza expresamente tener la mayoría del capital en votos por
lo que su decisión nunca será un motivo de bloqueo mecánico. En el FMI basta
con que EEUU diga que no para que algo no se haga. En el BAII no habrá una
situación similar y no habrá condiciones a los países, al estilo de los
“programas de ajuste” del FMI, porque con el BAII “habrá que cooperar con las
autoridades de zonas en vías de desarrollo, respetar sus costumbres, y se
tendrán que diseñar instrumentos financieros eficientes, adaptados a cada caso
y no uniformes”, como hacen el FMI o el BM. Es decir, por mucho que algunos
quieran hacer ver que el BAII es un “complemento” del FMI y el BM, no tiene
nada que ver, es su claro reemplazo.
China no quería bajo ningún concepto que se pudiese
comparar su modelo de “poder blando” con los métodos utilizados por EEUU en los
últimos 70 años con las instituciones surgidas de Bretton Woods. Es decir, sin
ser considerado un país que se entromete en los asuntos de los países y con
presiones políticas en ellos. Eso lo logra claramente con el BAII.
Pero también China lleva años fortaleciendo su
moneda, el yuan o renmimbi, internacionalizada ya de hecho, que no de derecho y
que es su prioridad número uno en la presión que viene haciendo para que se
revisen las cuotas de la cesta de la moneda de reserva del FMI. Ese es el
comienzo del fin del dólar, la baza estratégica de China porque no falta mucho
para que el yuan o renmimbi (que significa “moneda del pueblo”) va de forma
clara a convertirse en moneda de reserva mundial, disputando la hegemonía al
dólar.
En la actualidad el yuan o renmimbi ya es el quinto
medio de moneda de pago favorito de los países, y eso que no es divisa
internacional todavía. Mientras la moneda china sube, el dólar baja. Por
ejemplo, si hace cinco años el dólar suponía el 72% de las reservas de divisas
del mundo, ahora sólo es el 62%, mientras que el yuan o renmimbi ya está en el
2’9% (y no es divisa internacional aún) y las previsiones son que este mismo
año 2015 se sitúe en el 10% si, tal y como quiere China y se verá obligado a
reconocer el FMI, la moneda china pasa a ser parte del sistema de derechos
especiales de giro. El camino hacia la desdolarización mundial se acelera, y
tanto China como Rusia tienen mucho que ver en ello.
El BAII se suma a otra iniciativa que está en
marcha y que será operativa el año que viene, el Banco de Nuevo Desarrollo de
los BRICS. En él también China va a tener una participación mayoritaria, el 41%
del capital. Serán otros 100.000 millones de dólares, de los que Rusia, Brasil
e India pondrán cada uno 18.000 millones, Sudáfrica 5.000 millones y el resto
China. Luego en el 2016 habrá otro orden geopolítico claro, especialmente en el
ámbito económico aunque no sólo. Todos los países BRICS están también en el
BAII.
Esto es lo que preocupa a EEUU y a la UE. Por eso
los esfuerzos de Washington para contener lo incontenible. El nacimiento de una
estructura multilateral debe ser bienvenido porque asentado el poder económico,
vendrá un subyacente poder militar capaz de bloquear a la OTAN. En este
sentido, es relevante lo que ocurra este año en la XIV cumbre de Jefes de
Gobierno de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) que tendrá lugar en
China, aún sin tener fecha señalada aunque inicialmente se hablaba de ella para
este verano. No obstante, y dado que Irán ha pedido ser miembro de pleno
derecho de la OCS y que el 30 de junio es la fecha tope para la firma
definitiva o no del acuerdo sobre su programa nuclear, es muy probable que se
retrase dicha cita hasta finales de año si el acuerdo finalmente no se rubrica
dado que Irán habla de que sólo habrá firma final si ese mismo día se levantan
las sanciones a que está sometido, a lo que se opone EEUU.
Adiós a
la Asociación Trans-Pacífico
Pero esto no es todo. El BAII ha herido de muerte a
la Asociación Trans-Pacífico (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia,
México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, EE.UU. y Vietnam) que con tanto empeño y
cuidado montó EEUU para dejar fuera a China. Ahora los chinos le han devuelto
el golpe, y con creces. También por la chulería o prepotencia de EEUU, que
durante tres años ha estado retrasando el acuerdo final de la ATP por un
enfrentamiento con Japón y Canadá por temas agrícolas y de la industria
automotriz. A primeros de este año el Congreso de EEUU decidió retrasar el tema
hasta 2017, lo que dio argumentos a algunos de los integrantes de la ATP (como
Australia y Singapur, por ejemplo) para sumarse al BAII. Ahora, una vez que
estos dos países han decidido formar parte del BAII, el comité del Congreso
estadounidense ha decidido tramitar la ATP “por la vía rápida”. Pero, al igual
que con el dilema al que se enfrenta Japón, aunque se haga también llega tarde.
Este impasse ha sido, también, aprovechado por
China, que ha propuesto que una vez esté en marcha el BAII, se ponga en
funcionamiento el Área de Libre Comercio del Asia-Pacífico, con lo que liquida
la ATP. Aquí los países latinoamericanos tendrán que entrar, algo que no han
hecho ahora en el BAII.
Tomado todo esto en conjunto, representa la más
formidable humillación hecha jamás a EEUU y el desafío geopolítico de este
siglo XXI que se va a parecer muy poco al siglo XX. Es cierto que aún hay
incógnitas por despejar, como si el proceso de des-dolarización de la economía
va a ser lento o rápido –y, por el momento, tanto el BAII como el BD de los
BRICS van a funcionar en dólares- pero es un hecho que todo indica que esto es
coyuntural, como se ha indicado antes con el interés de China por
internacionalizar el yuan o renmimbi.
Estamos asistiendo a la profundización estratégica
de China y a unos momentos que pasarán a la historia. La creación del BAII
supone el fin de rol de EEUU como garante del sistema económico mundial. No es
extraño que China haya considerado “una aplastante victoria” (3) la
incorporación de tantos países al BAII pese a las presiones de EEUU.
Notas:
(1) Zhang Xiaotong, ideólogo del PCCh y uno de los
artífices de la nueva política exterior china, lo afirmaba en un artículo
publicado en diciembre de 2009.
(2)
Reuters, 10 de abril de 2015.
(3) Global Times, 7 de abril de 2015.
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