El hacha de guerra, el anzuelo de la paz y los
crápulas transparentes
09-04-2015
Sería
erróneo subestimar las especificidades de los casos colombiano y venezolano
pero también sería grave limitarnos a las tramas nacionales o dotarlas de una
autonomía excesiva. Mucho se ha escrito acerca de las globalización del
capitalismo a veces para diluirlo todo en una dinámica supranacional
apabullante pero en ciertos casos con un resultado opuesto donde lo global
aparece como una referencia abstracta, inasible o bien operando como una fuerza
exógena misteriosa sobre lo aparentemente “concreto” o “tangible”, lo que está
al alcance de la mano, tan complicado y “nacional” que solo puede ser
entendido por los que están sumergidos en esa realidad. Entonces se exagera el
nivel de poder real de las oligarquías y mafias locales, de sus supuestas
fracciones “reaccionarias” o “civilizadas”, de sus contradicciones en países
donde como en Colombia están instaladas bases militares del Imperio o donde
como en Colombia y Venezuela proliferan los negocios transnacionalizados
financieros, mediáticos, narcos, comerciales, etc. y donde importantes sectores
sociales altos y medios son desde el punto de vista político-cultural simples
prolongaciones coloniales de la sociedad estadounidense.
Los Estados
Unidos despliegan actualmente una guerra global cuyo fracaso significaría el
fin del Imperio, la lógica de la reproducción del parasitismo norteamericano
lleva a la superpotencia a una multiplicación de ofensivas a escala planetaria
destinadas a quebrar los obstáculos que frenan su proyecto de superexplotación
devastadora de los recursos naturales y humanos del conjunto de la periferia.
Los dirigentes del Imperio consideran que ese pillaje desaceleraría la
decadencia en curso, impediría el colapso del dólar, bajaría drásticamente los
costos de mercancías y salarios coloniales engordando los beneficios de sus
empresas, sosteniendo sus mercados internos cada vez más concentrados.
América
Latina y el Caribe constituye un espacio decisivo de dicho proyecto, su recolonización
integral es una pieza clave de una ofensiva planetaria cuya implementación en
la región abarca un amplio abanico de operaciones convergentes. Se trata de una
mega estrategia flexible que incluye las desestabilizaciones de mediana
intensidad en Brasil y Argentina, la intervención directa encubierta en
Colombia, los golpes de estado en Honduras o Paraguay, la tentativa de
desestabilización de alta intensidad apuntando hacia la intervención militar en
Venezuela, el ensayo de “abrazo-de-oso” buscando desarticular a Cuba, la
instalación de avanzadas militares en Perú, etc. El objetivo final es la
transformación del patio trasero latinoamericano en una región caótica, sin
barreras estatales ni rebeldías significativas a su dominación.
La
exacerbación de las intervenciones imperialistas coincide con (busca aprovechar
la) declinación de los gobiernos progresistas cuyas dificultades abren brechas
que facilitan esas embestidas. La agudización de la crisis global impacta sobre
América Latina, las altas tasas de crecimiento económico han quedado en el
pasado, las contradicciones sociales se agudizan y ponen en jaque a los
equilibrios progresistas que demuestran su fragilidad, un buen ejemplo de ello
es Brasil donde el gobierno derechiza su política económica causando
descontento popular sin por ello calmar el apetito de las elites y las clases
medias reaccionarias cada vez mas reaccionarias que buscan la revancha
apuntando hacia la hiper concentración de ingresos y el sometimiento integral
de los pobres.
Es dentro de
ese contexto global-regional que deben ser ubicadas las operaciones imperiales
en curso sobre Colombia y Venezuela.
El hacha de
guerra
Venezuela
aparece como el objetivo central del capitulo latinoamericano de la guerra
energética global de los Estados Unidos. La república bolivariana cuenta con el
20 % de las reservas mundiales de petróleo convencional, el primer puesto
global. La confrontación de este hecho con la información sobre las reservas
limitadas y declinantes a mediano plazo del petróleo convencional y de esquisto
en los Estados Unidos bastaría para medir la urgencia del Imperio por devorar
ese bocado. La propaganda acerca de las supuestas inmensas reservas
norteamericanas de petróleo de esquisto ha terminado por chocar con la dura
realidad: recientemente la Agencia de Energía de los Estados Unidos dio a
conocer que antes del fin de la década actual la producción norteamericana de
petróleo de esquisto llegará a su máximo nivel luego de lo cual empezará a
decaer, en realidad la crisis de ese sector ya ha comenzado impulsada por la
baja del precio del petróleo que ha reducido sensiblemente sus beneficios
(haciéndolos negativos en un número creciente de casos).
Pero no se
trata solo de petróleo, pese a la demonización mediática internacional del
proceso venezolano el mismo sigue operando como un incentivo importante para
los movimientos populares de la región, para los comportamientos estatales
independientes respecto de la dominación estadounidense. Pese a la desaparición
de Chavez Venezuela sigue siendo una pieza decisiva de articulaciones rebeldes
ante el poder imperial como ALBA y otras iniciativas regionales y hacia otros
espacios de la periferia.
La “Orden
Ejecutiva” de Obama contra Venezuela declarándola una “amenaza
extraordinaria” a la seguridad nacional de los Estados Unidos no es un
ejercicio retórico sino un paso decisivo de una ofensiva que busca acorralar al
gobierno y a las fuerzas armadas venezolanas, alentar a la oposición,
movilizando a sus grupos conspirativos más radicales. Con esa decisión
Washington da un salto cualitativo en la deligitimación del estado venezolano
ante Occidente abriendo de esa manera un capítulo de intervenciones directas y
encubiertas, de reconocimientos legales o de hecho a “representantes de la
oposición”, de apoyo a posibles levantamientos armados, a una agresión del
ejercito colombiano, etc., es decir a escenarios conocidos en otros lugares de
la periferia como Siria o Libia. Esa es la linea de acción principal.
No faltan
funcionarios de gobiernos progresistas latinoamericanos e incluso del propio
gobierno venezolano proclives a ver el lado moderado de la tormenta para
suponer que la declaración imperial tiende mas bien a presionar a Venezuela
para empujarla astutamente hacia la derecha buscando la instalación de un “gobierno
de unidad nacional” (mezcla pragmática de chavistas razonables y opositores
conciliadores) amigo o menos enemigo de los Estados Unidos. En realidad esa
ilusión forma también parte de la estrategia estadounidense golpeando por un
lado y ofreciendo al mismo tiempo una salida pacífica intentando así ablandar
al campo enemigo, crear fisuras y deserciones, el juego forma parte del manual
para principiantes en guerras coloniales.
Washington
sabe bien que a largo plazo no hay alternativa suave para Venezuela, cualquier
derechización brutal o gradual generaría una concentración de ingresos
acompañada inevitablemente por revanchas sociales de las clases superiores que
automáticamente harían estallar rebeliones populares. El proceso bolivariano no
trajo la transición socialista prometida, no le quebró la espina dorsal al
capitalismo (despegue imprescindible del camino postcapitalista), se empantanó
en una confusa e interminable “transición” hacia la transición anunciada, pero
lo hizo aportando numerosas conquistas sociales, movilizando a los de abajo,
llenando sus cabezas de esperanzas, forjando identidad popular, autoestima de
los humildes. Eso no se puede borrar fácilmente.
Así como
existe en Venezuela un fascismo macizo en las clases medias y altas que solo se
conforma con una contrarrevolución sangrienta también existe un chavismo
profundo en las clases bajas que ha aprendido a odiar al capitalismo, a los
Estados Unidos, que sabe pelear. El chavismo no aplastó al país burgués
imponiendo al país popular y socialista, el resultado de su conducción
desordenada ha sido la creación de dos países incompatibles entre si.
Para
Washington se trata de conquistar Venezuela, ni más ni menos, no para instaurar
un nuevo orden colonial sino para parasitar libremente sobre el caos, para
saquear riquezas nevegando en medio de la desarticulación violenta de una
sociedad estratégicamente sometida. Para visualizar el futuro venezolano
deseado por Washington no sirve leer los viejos textos acerca del ascenso del
fascismo en Italia o de los neofascismos militares mas recientes de América
Latina, alcanza con echarle una mirada a Irak o Libia.
El anzuelo
de la paz
Una pieza
clave en la conquista de Venezuela es el ejército colombiano, la fuerza armada
regular con mayor experiencia de combate de la región, 460 mil personas
(incluyendo las tres armas más la policía nacional). Se trata de lejos del
mayor aliado militar con que cuentan los Estados Unidos en América Latina útil
tanto para la realización de incursiones rápidas como para una invasión a gran
escala y como aparato de respaldo a una guerra prolongada en Venezuela. A estas
fuerzas profesionales es necesario agregar varias decenas de miles de
paramilitares inmediatamente operativos o de fácil reclutamiento.
Pero esa
fuerza agresiva potencial está maniatada en el territorio colombiano por una
insurgencia que no ha podido ser doblegada luego de medio siglo de represión y
que en caso de guerra civil o de invasión a Venezuela podría convertirse en el
núcleo principal de una extendida guerra popular abarcando a ambos países o por
lo menos en una aliado estratégico decisivo de los combatientes venezolanos.
Para los estrategas del Imperio sacar de la escena regional a esa insurgencia
es un objetivo prioritario, no lo han podido hacer por la vía militar tratan
ahora de lograrlo a través de un complejo operativo envolvente de presiones
directas e indirectas y de ofertas tentadoras combinadas con la amenaza (y la
práctica) permanente del garrote bélico. Intentando convertir a la creciente
debilidad (y decreciente legitimidad) del régimen colombiano en una suerte de
trampa letal colocada en los pies de la insurgencia, “permitiendo” su
extensión (tendiendo a la sobre extensión) política más o menos legal con la
finalidad de crearle ataduras sistémicas de todo tipo (institucionales,
políticas, ideológicas, sociales, etc.) que le impidan salir de la ruta del
apaciguamiento. Al entramado local se agrega un no menos embrollado juego de presiones
regionales y extraregionales más o menos “amistosas” completando el cerco
psicológico. Apaciguar, dislocar, dormir, penetrar a ese factor perturbador
extremadamente peligroso es la obsesión de esos manipuladores de alto vuelo. La
estrategia tiene algo de ciencia y algo de poker porque se basa principalmente
en la capacidad (difícil de medir) de absorción (de degradación politiquera)
del régimen colombiano cuya evolución se articula cada vez más en torno de dos
dinámicas interrelacionadas que pueden ser maquilladas, adornadas con garantías
democráticas ilusorias pero no eliminadas ya que constituyen el núcleo duro,
sobredeterminante de la reproducción del sistema, de su inserción en el
capitalismo global.
En primer
lugar el aparato militar cuyo sobredimensionamiento con relación a la sociedad
colombiana se corresponde con la larga guerra interna de la que ha sido
protagonista pero también con su vinculación-dependiente con del aparato
militar norteamericano y sus estrategias coloniales. Atravesado por negocios
mafiosos propios y lazos directos con el imperio dispone de significativos
márgenes de autonomía respecto de la camarillas burguesas locales con las que
comparte intereses. No es un secreto para nadie que los Estados Unidos cuentan
con las fuerzas armadas de Colombia para sus futuras operaciones militares
regionales y extraregionales, solo algún progresista iluso puede creer que el
Imperio y sus lacayos locales pueden llegar a aceptar pacíficamente a
democratización y reducción significativa de esa estructura criminal.
En segundo
lugar la creciente hegemonía económica en Colombia del complejo agro-minero
exportador (agricultura casi sin campesinos y minería ultra-extractivista)
expulsor de población y destructor del medio ambiente, el modelo se va imponiendo
en América Latina atravesando gobiernos neoliberales y progresistas y responde
a la lógica global del capitalismo, de sus polos imperialistas (decadentes pero
poderosos) decididos a saquear los recursos naturales de la periferia.
La
eliminación o subordinación democrática de ese núcleo duro equivaldría en
términos concretos a la quiebra de la espina dorsal del capitalismo colombiano,
cuesta creer que los dueños del sistema se resignen a perderlo mientras el
Imperio exacerba su guerra planetaria.
Los crápulas
transparentes
Los Estados
Unidos expanden su despliegue militar por América Latina secundado por sus
aliados de la OTAN.
Veamos
algunas noticias recientes. En Paraguay acaba de desembarcar un contingente de
expertos británicos en inteligencia militar, según lo informado por el gobierno
de ese país, que se suman así a una cifra desconocida de “asesores”
norteamericanos formales y de mercenarios de distinto origen (1). Estados
Unidos ha decidido la instalación en Honduras (en la base de Palmerola) de una
denominada “Fuerza de Tarea de Propósito Especial Aire-Tierra de Marines-Sur”
que dotada de la más alta tecnología estará en condiciones de operar
rápidamente en cualquier zona de la región considerada “en situación de crisis”
(2). Durante 2015 unos 3200 marines norteamericanos están llegando a Perú
prolongando las tareas de apoyo que ya venían realizando destinadas, según la
información oficial... “a combatir las amenazas insurgentes” (3).
Con relación
a la dupla Colombia-Venezuela las noticias no pueden ser más claras. A
comienzos de este año fue anunciada la instalación en el departamente de La
Guajira, fronterizo con Venezuela (próximo de Maracaibo) de una unidad blindada
capaz de desplazarse rápidamente llamada “ Fuerza de Tarea de Armas Combinadas
Medianas ” (FUTAM). La nueva unidad militar dispondrá de blindados de
última generación, según la publicación especializada “defensa.com” en el
acto oficial de entrega de los mismos el ministro de defensa de Colombia Juan
Carlos Pinzón “refiriéndose a un escenario futuro de pos-conflicto ante la
posibilidad llegar a la paz con la guerrilla de las FARC, resaltó que las
Fuerzas Armadas de Colombia 'están hoy en capacidad de interoperar con otras
del mundo, especialmente con las de otros países con estándares internacionales
y con misiones que busquen garantizar la paz global'...”. Los “otros países”
son en primer lugar los Estados Unidos y sus socios de la OTAN & Co que
“garantizan la paz” (?) con sus guerras en Libia, Irak, Afganistań, Yemen,
Siria, Palestina, Ucrania...
Esto
coincide con lo ocurrido en la “mesa de expertos” convocada por el ministro
Pinzon en torno del tema del futuro de las fuerzas armadas colombianas donde
Mary Beth Long ex subsecretaria de Defensa de los Estados Unidos señalo que “los militares (colombianos) están estudiando otras amenazas en la región que
pueden representar sus vecinos como es Venezuela, y prepararse para esas
eventualidades, y los felicito por ello porque hay otros desafíos en el
horizonte, y su fuerza pública, su liderazgo y su policía ya se están
preparando para eso” (4).
Pero el
departamento de La Guajira no es solo el lugar de una base operativa destinada
a agredir a Venezuela, hace pocos días la agencia de noticias ADITAL informaba
que “Desde que el principal río de la región fue represado y su agua
privatizada por la industria agrícola y por la mayor explotación de mina de
carbono a cielo abierto del mundo, la mayor comunidad indígena de Colombia,
compuesta por los pueblos Wayúu, muere de hambre y sed. Situada en el extremo
norte del país, en la península desértica de La Guajira, la población
sufre por desnutrición, contabilizando por lo menos 37 mil niños indígenas
desnutridos. Datos señalan que cerca de 14 mil niñas y niños ya murieron de
inanición”.
Notas:
(1),
“Expertos británicos proveen asistencia de inteligencia en Paraguay”, HISPANTV,
19 de marzo de 2015, http://hispantv.com/newsdetail/Sudamerica/24647/Expertos-britanicos-proveen-asistencia-de-inteligencia-en-Paraguay
(2),
"EEUU creará fuerza especial para América Latina con sede en
Honduras", ANNCOL, 3 de Abril de 2015,http://anncol.eu/index.php/mundo/politica-economia/item/122-eeuu-creara-fuerza-especial-para-america-latina-con-sede-en-honduras
(3), “Arribó
al Perú el segundo contingente de soldados de EEUU”, defensa.com, 19 de febrero de
2015, http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=14742:arribo-al-peru-el-segundo-contingente-de-soldados-de-eeuu&catid=55:latinoamerica&Itemid=163
(4),
“Exsubsecretaria de Defensa dice que Colombia se prepara para eventuales
conflictos con Venezuela”, noticias-uno, 28 de marzo de 2015, http://noticiasunolaredindependiente.com/2015/03/28/noticias/exsubsecretaria-de-defensa-dice-que-colombia-se-prepara-para-eventuales-conflictos-con-venezuela/
(5), Marcela
Belchior, "Privatización de río provoca 14 mil muertes de indígenas por
inanición", ADITAL, 5 de Abril de 2015, http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=84561
Rebelión ha
publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario