06-05-2015
La planta sagrada de los incas desafía al gigante
Monsanto. Pánico entre agricultores de Estados Unidos. La transnacional de
semillas transgénicas no sabe qué hacer con el amaranto (kiwicha) que acabó con
sembríos de soya.
En Estados Unidos los agricultores han tenido que
abandonar cinco mil hectáreas de soya
transgénica y otras cincuenta mil están gravemente amenazadas.
Este pánico se debe a una “mala hierba”, el amaranto
(conocida en el Perú como kiwicha) que decidió oponerse a la transnacional
Monsanto, tristemente célebre por su producción y comercialización de semillas
transgénicas.
En 2004 un agricultor de Atlanta
comprobó que algunos brotes de amaranto
resistían al poderoso herbicida Roundup. Los campos víctimas de esta invasora
“mala hierba” habían sido sembrados con granos Roundup Ready, que contienen una
semilla que ha recibido un gen de resistencia al herbicida.
Desde entonces la situación ha empeorado y el
fenómeno se ha extendido a Carolina del Sur y del Norte, Arkansas, Tennessee y
Missouri. Según un grupo de científicos británicos del Centro para la Ecología
y la Hidrología, se ha producido una transferencia de genes entre la planta
modificada genéticamente y algunas hierbas indeseables como el amaranto.
Esta constatación contradice las afirmaciones de
los defensores de los organismos modificados genéticamente (OMG): una
hibridación entre una planta modificada genéticamente y una planta no
modificada es simplemente “imposible”.
Según el genetista británico Brian Johnson, “basta
con un solo cruce logrado entre varios millones de posibilidades. Una vez
creada, la nueva planta posee una enorme ventaja selectiva y se multiplica
rápidamente. El potente herbicida que se utiliza aquí, Roundup, a base de
glifosato y de amonio, ha ejercido una presión enorme sobre las plantas, las
cuales han aumentado aún más la velocidad de la adaptación”. Así, al parecer un
gen de resistencia a los herbicidas ha dado
nacimiento a una planta híbrida surgida de un salto entre el grano que se
supone protege y el humilde amaranto, que se
vuelve imposible de eliminar.
La única solución es arrancar a mano las malas
hierbas, como se hacía antes, pero esto ya no es posible dadas enormes
dimensiones de los cultivos. Además, al estar profundamente arraigadas, estas
hierbas son muy difíciles de arrancar con lo que, simplemente, las tierras
fueron abandonadas.
Transgénicos soportan un efecto búmeran
El diario inglés The Guardian publicaba un artículo
de Paul Brown que revelaba que los genes modificados de cereales habían pasado
a plantas salvajes y creado un “supergrano” resistente a los herbicidas, algo
“inconcebible” para los defensores de las semillas transgénicas.
Resulta divertido constatar que el amaranto o
kiwicha, considerada ahora una planta “diabólica” para la agricultura genética,
es una planta sagrada para los incas. Pertenece a los alimentos más antiguos
del mundo. Cada planta produce una media de 12.000 granos al año y las hojas,
más ricas en proteínas que la soya,
contienen vitaminas A y C, y sales minerales.
Así este bumerán, devuelto por la naturaleza a la
transnacional Monsanto, no sólo neutraliza a este predador, sino que instala en
sus dominios una planta que podría alimentar a la humanidad en caso de hambre.
Soporta la mayoría de los climas, tanto las regiones secas como las zonas de
monzón y las tierras altas tropicales, y no tiene problemas ni con los insectos
ni con las enfermedades con lo que nunca necesitará productos químicos.
Buena Siembra
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