Fe de
Erratas, o Nota rectificatoria.-
El día 29
de abril, por intermedio de varios grupos de correos, envié copia de las Dos
Cartas de Abril de 1928 escritas por José Carlos Mariátegui, precedidas de una
presentación mía. Después de revisar mi envío, he reparado que por cuestiones
técnicas, ajenas a mi voluntad, la segunda carta de Mariátegui lamentablemente
la divulgué recortada. Ese error de parte mía, me obliga a reenviar las dos
cartas, ahora como Archivo Adjunto. Igualmente estoy revisando y ampliando
mis palabras de presentación. Miguel Aragón, 01 de mayo de 2015
MARIÁTEGUI: ¿PARTIDO O FRENTE?
Presentación
de la “Carta Colectiva del Grupo de Lima” de abril de 1928.-
Dos hechos que están ocurriendo en el país, están
influyendo y reanimando en los últimos meses las coordinaciones y debates
en amplios sectores del pueblo peruano, que están buscando y construyendo la
ansiada “unidad”. Por una parte, la reanimación e intensificación
de las luchas reivindicativas del pueblo trabajador en todo el país; y por otra
parte, la proximidad de tres nuevas jornadas de lucha política
electoral (parlamentarias en abril de 2016, presidenciales en junio de
2016, y municipales en octubre de 2018).
Así, entre nosotros se está configurando un
escenario muy saludable de acción conjunta y discusión, acción
táctica que está resultando sumamente favorable para la
continuación de la lucha estratégica por el cambio social.
Cuestiones concretas como “la amplitud y
conformación del frente”, así como “las tareas del frente”, o “las formas
de organización y las formas de lucha del frente”, están anotadas en la agenda
diaria del accionar de amplios sectores de la población. Estas cuestiones
concretas, a su vez, nos exigen respuestas concretas y precisas,
distantes de cualquier tipo de superficial divagación “teorética” o
“ideológica”.
Estas preocupaciones y debates de definido carácter
frente unitario, no son nuevos en el historial de las luchas del
pueblo peruano. Cada cierto tiempo se reanudan, y a la vez se renuevan, de
acuerdo con las nuevas condiciones y con los nuevos actores que se
presentan y surgen en la lucha diaria.
Uno de los hitos más importantes de este largo
historial de acción frente unitaria, fue el debate sostenido en las filas del
frente único de trabajadores a comienzos del año 1928. Por una parte, José
Carlos Mariátegui defendió la necesidad de fortalecer el frente único
que se venía desarrollando vigorosamente en esos años; mientras que por otra
parte, Víctor Raúl Haya, saturado de caudillaje personalista,
pretendía imponer una posición partidarista, para así debilitar la
acción conjunta frente unitaria.
A comienzos de abril de 1928, Mariátegui preparó
una propuesta de Carta Colectiva del Grupo de
Lima, en la cual propuso varios temas para orientar el debate, temas
que abarcaban tanto el aspecto teórico, como los aspectos político
y organizativo, para fortalecer el frente único en desarrollo. De esa manera,
Mariátegui deslindó y desenmascaró las desviaciones y maniobras del caudillaje
personalista.
En el aspecto teórico, Mariátegui
diferenció “factor nacionalista, de lucha antiimperialista”, así
como “movimiento nacionalista, de movimiento antiimperialista”, dos conceptos
que en el presente nuevamente se vienen utilizando y confundiendo con
excesiva ligereza, pretendiendo colocar al actual movimiento socialista peruano
a la cola del movimiento nacionalista de notoria inspiración “hayista -
velasquista”.
En el aspecto político, Mariátegui precisó
cuáles eran los objetivos de la lucha frente unitaria en esos años de la década
de 1920, haciendo un llamado a unir todas las fuerzas que estén
“dispuestas de verdad a la lucha contra los rezagos de la feudalidad y contra
la penetración imperialista”. Tareas de muy definido carácter democrático,
acordes con la todavía inconclusa etapa democrática, de la revolución
socialista en el Perú.
En los aspectos social y organizativo,
Mariátegui propuso un alcance muy amplio y flexible del frente. Él no se
quedó solamente en la proposición, sino que en la acción práctica diaria, de
esos años, desarrolló ese carácter del frente único, como un frente amplio y
sumamente flexible.
Como ya es ampliamente conocido, Mariátegui regresó
de Europa el 18 de marzo de 1923 “con el propósito de trabajar por la
organización de un partido de clase”, ese y no otro fue su propósito
inicial. Durante los tres primeros meses de su estadía en Lima, él
trabajó priorizando ese definido propósito. Después de iniciadas
las conferencias en la UPGP (a partir del 15 de junio de 1923), Mariátegui a fines de junio rectificó su propósito
inicial, y partiendo del análisis y conocimiento de las condiciones
concretas del momento, propuso la táctica del “frente único proletario”,
postergando así el propósito inicial de organización del partido de
clase. Ese viraje táctico ocurrió a fines de junio de 1923.
Al año siguiente, comenzando el año 1924,
Mariátegui hizo el llamamiento “Trabajadores manuales e intelectuales”
aportando nuevos conceptos a la comprensión del carácter y las tareas del
frente único en desarrollo. Cuatro años después, comenzando ya el año 1927,
Mariátegui siguió desarrollando la propuesta de las tareas y el carácter de la
acción frente unitaria, anotando “Las discrepancias teóricas no impiden
concertarse respecto de un programa de acción. El frente único de los
trabajadores, es nuestro objetivo”. La revista Amauta ya se había
comenzado a publicar en setiembre de 1926, y venía contribuyendo decisivamente
a ese mismo propósito.
Al comenzar el año 1928 las filas del frente único
de trabajadores habían crecido vertiginosa y vigorosamente en Lima y
también en provincias, así como en varias ciudades del extranjero, agrupando
amplios sectores de trabajadores manuales e intelectuales comprometidos en la
lucha por la renovación peruana. Y como es natural y era de esperarse, ese
crecimiento agudizó las contradicciones internas en las filas del frente
único, desbordándose la desviación caudillista de Haya, desviación de inspiración
nacionalista.
Para continuar con su accionar frente unitario, a
comienzos de abril de 1928 Mariátegui preparó una propuesta de Carta
Colectiva del Grupo de Lima (carta que estamos enviando como Archivo
Adjunto), en la cual desarrolló una propuesta más amplia y
mucho más flexible del frente único. Propuesta más acorde con las nuevas
necesidades y circunstancias del momento. En esa oportunidad, en abril de
1928, Mariátegui anotó: “Como socialistas, podemos colaborar dentro
del Apra o alianza o frente único, con elementos más o menos reformistas o
socialdemocráticos –sin olvidar la vaguedad que estas designaciones tienen
en nuestra América—con la izquierda burguesa y liberal, dispuesta
de verdad a la lucha contra los rezagos de feudalidad y contra la penetración
imperialista”. Y ampliando y flexibilizando los alcances del frente único,
Mariátegui en la misma carta expuso su disposición para “colaborar dentro del
movimiento con elementos liberales o revolucionarios de la pequeña burguesía
y aún de la burguesía, que acepten nuestros puntos de vista”. (Ver Carta
Colectiva del Grupo de Lima).
En esta
nueva oportunidad de intensificación de la agitación, y de las reuniones
de coordinación, yo invito a todos los activistas realmente convencidos
de la necesidad actual de impulsar y fortalecer el frente único, a
revisar y comentar, debatir y desarrollar ampliamente esta
propuesta de Carta Colectiva del Grupo de Lima, propuesta que Mariátegui
nos ha dejado como una de las partes más sustanciales de su gran legado.
Miguel
Aragón
29 de
abril de 2015, revisado 01 de mayo de 2015.
Pd.- Como
Archivo Adjunto se está enviando copias de las dos Cartas de Abril de 1928
escritas por José Carlos Mariátegui.
El debate
sobre la trascendencia de la Carta Colectiva de abril de 1928, por mi
parte no se agota con esta breve presentación, que a su vez forma parte del
estudio de los Antecedentes de la Reunión de Barranco de octubre de 1928.
Tenemos mucho más que decir, tanto sobre el contenido, como sobre las
vicisitudes de la difusión de esta carta. Esta ampliación del debate, la
desarrollaré paralelamente a mi participación decidida en las tareas del
fortalecimiento del frente unido en desarrollo en la actualidad.
CARTAS
DE ABRIL DE 1928
[PROPUESTA
DE] CARTA COLECTIVA DEL GRUPO DE LIMA A LA CÉLULA DE MÉJICO (*)
[Carta escrita por José
Carlos Mariátegui, sin fecha en el original, probablemente escrita el domingo 02 de abril de 1928]
Compañeros:
Consideramos
necesario informar a ustedes sumariamente sobre nuestros puntos de vista
respecto de principios y métodos de acción adoptados por el grupo de deportados
peruanos que trabajan en Méjico y que sin una explícita declaración nuestra,
pasarían como positivamente aceptados por nosotros que constituimos el núcleo
que tiene aquí la responsabilidad de nuestra obra.
Estamos
seguros de que ustedes mismos se dan cuenta de la necesidad de que la acción
del Apra en el Perú no sea resuelta por un comité establecido en Méjico, sino
amplia y maduramente deliberada con
principal intervención de los elementos que actúan en el país. Cuantos se
coloquen en el terreno marxista, saben que la acción debe corresponder directa
y exactamente a la realidad. Sus normas, por consiguiente, no pueden ser
determinadas por quienes no obran bajo su presión e inspiración.
La
definición del carácter y táctica del Apra nos parece, de otro lado,
fundamental para la existencia de una disciplina orgánica. Pensamos que,
conforme a la idea que originalmente la inspiró, y que su propio nombre
expresa, el Apra debe ser, o es de hecho, una alianza, un frente único y no un
partido. Un programa de acción común e inmediato no suprime las diferencias ni
los matices de clase y de doctrina. Y quienes desde nuestra iniciación en el
movimiento social e ideológico, del cual el Apra forma parte, nos reclamamos de
ideas socialistas, tenemos la obligación de prevenir equívocos y confusiones
futuras. Como socialistas, podemos
colaborar dentro del Apra o alianza o frente único, con elementos más o menos
reformistas o socialdemocráticos –sin olvidar la vaguedad que estas
designaciones tienen en nuestra América—con la izquierda burguesa y liberal ,
dispuesta de verdad a la lucha contra los rezagos de feudalidad y contra la
penetración imperialista; pero no podemos,
en virtud del sentido mismo de nuestra cooperación , entender el Apra
como partido, esto es, como una facción orgánica y doctrinariamente homogénea.
Profesamos
abiertamente el concepto de que nos toca crear el socialismo indoamericano, de
que nada es tan absurdo como copiar literalmente fórmulas europeas, de que
nuestra praxis debe corresponder a la realidad que tenemos delante. Pero este
principio no nos aconseja adoptar apresuradamente fórmulas que, por el momento,
pueden tener absoluta precisión en la
mente de quienes las conciben como medio
táctico pero que mañana, bajo la presión de proselitismos más adoctrinados, y
al influjo de la mentalidad burguesa y pequeño-burguesa incorporada fatalmente en el movimiento,
pueden prestarse a confusionismos infinitos. La experiencia del Kuo Min Tang es
preciosa para el movimiento antiimperialista de Indoamérica, a condición que se
le aproveche integralmente. El alejarnos de las fórmulas europeas, no debe
conducirnos a una estimación exagerada de las fórmulas asiáticas y de su posible eficacia en nuestro
medio. No debemos olvidar que, en todo caso, las fórmulas europeas nos son más
inteligibles, que nos llegan directamente a través de los idiomas y pueblos en que se expresan, mientras de las
fórmulas chinas no tenemos sino la versión europea. Tampoco podemos olvidar el
ascendiente y la función que en la ideología del movimiento nacionalista chino
tienen las ideas occidentales. El Kuo Min Tang, finalmente, se encuentra en
crisis, y en gran parte por no haber sido explícita y funcionalmente una
alianza, un frente único. Sus rumbos estaban subordinados al predominio de sus
elementos de derecha, centro e izquierda que correspondían al de sus
respectivos movimientos e intereses de clase. Las últimas deliberaciones del
Kuo Min Tang, según “Internationale Presse Correspondez” y otras publicaciones
recientes – entrañan una rectificación total de sus principales puntos de
vista, en lo concerniente al proletariado y a las organizaciones de clase. El
Kuo Min Tang fue Sun Yat Sen, pero es también Chang Kay Sheck. El Kuo Min Tang
además, se desarrolló no continental sino nacionalmente, cosa en la que el Apra se diferencia necesariamente
de aquel movimiento.
La
colaboración de la burguesía, y aún de muchos elementos feudales, en la lucha
anti-imperialista china, se explica por razones de raza, de civilización
nacional, que entre nosotros no existen. El chino noble o burgués se siente
entrañablemente chino. Al desprecio del
blanco por su cultura estratificada y decrépita, corresponde con el desprecio y
el orgullo de su tradición milenaria. El anti-imperialismo en la china puede,
por tanto, descansar fundamentalmente en el sentimiento y en el factor
nacionalista. En Indoamérica las circunstancias no son las mismas. La
aristocracia y la burguesía criollas no se sienten solidarizadas con el pueblo
por el lazo de una historia y de una cultura comunes. En el Perú, el
aristócrata y el burgués blancos, desprecian lo popular, lo nacional. Se
sienten, ante todo, blancos. El pequeño burgués mestizo imita este ejemplo. La
burguesía limeña fraterniza con los capitalistas yanquis, y aun con sus simples
empleados en el Country club, en el tenis y en las calles. El yanki desposa sin inconvenientes de raza ni de religión a
la señorita criolla, y ésta no tiene escrúpulos de nacionalidad ni de cultura
en preferir el matrimonio con un individuo de la raza invasora. Tampoco tiene
este escrúpulo la muchacha de la clase media. La huachafita que puede atrapar
un yanqui empleado de la Grace o de la Fundation, lo hace con la satisfacción
de quien siente elevarse su condición social. El factor nacionalista por estas
razones objetivas, que a ninguno de Uds escapa seguramente, no es decisivo ni fundamental
en la lucha anti-imperialista de nuestro medio. Sólo en países como en la
Argentina, donde existe una burguesía numerosa y rica, orgullosa del grado de
riqueza y poder de su patria, y donde la personalidad nacional tiene por muchas
razones contornos más claros y netos que en estos países retardados, el
anti-imperialismo puede penetrar fácilmente
en los elementos burgueses, pero por razones de expansión y crecimiento
capitalista y no por razones de justicia social y de doctrina socialista como
es nuestro caso.
Estas
consideraciones nos mueven a someter a Uds las siguientes conclusiones.
1° El Apra debe ser
oficial y categóricamente definida y constituida como una alianza o frente
único y no como partido.
2° Los elementos de
izquierda que en el Perú concurrimos a su formación constituimos de hecho –y
organizaremos formalmente—un grupo o Partido Socialista, de filiación y
orientación definidos que colaborando dentro del movimiento con elementos
liberales o revolucionarios de la pequeña burguesía y aún de la burguesía, que
acepten nuestros puntos de vista, trabaje por dirigir a las masas hacia las
ideas socialistas.
Es
evidente que estas conclusiones no nos permiten prestar nuestra cooperación a
la creación del Partido Nacionalista que las comunicaciones de algunos compañeros, y aun de la célula oficialmente,
anuncian como una decisión del grupo de Méjico. Ese partido puede fundarse
dentro del Apra; pero además de que nos parece que su biología natural exige
que se decida su oportunidad y necesidad en el Perú y no desde Méjico, su
organización toca en todo caso a los elementos de pequeña burguesía que quieran
dar vida a un partido propio; pero no a nosotros que leales a los principios
que, sin duda alguna, constituyen
nuestra mayor fuerza moral, no asumimos ni la responsabilidad ni el
encargo de organizarlo. Desaprobamos toda campaña que no descanse en la verdad.
El procedimiento del bluff sistemático llevará al descrédito de nuestra causa.
Rehusamos, por esto, emplearlo. Las noticias propaladas sobre la candidatura de
Haya no producen el efecto, que Uds suponen, en la opinión. La gente –distante
de toda preocupación electoral—las recibe perpleja e irónica.
Recomendamos
a la célula, en todo lo tocante a cuestiones de acción, la correspondencia
oficial y centralizada. Las cartas particulares de los compañeros no deben
traer iniciativas ni instrucciones individuales. Por nuestra parte, nos
comprometemos al mismo procedimiento.
Con
sentimientos de solidaridad y afecto, que ninguna discrepancia –momentánea esperamos—de
criterio, pueda disminuir, los saludamos cordialmente.
[Carta sin firmas]
(*) Esta “propuesta” de
Carta Colectiva, escrita por José Carlos Mariátegui “sin fecha de redacción” en
la versión original, hasta donde hemos investigado parece que fue publicada por
primera vez en el Tomo II del libro de Ricardo Martínez de la Torre Apuntes para una Interpretación
Marxista de la Historia del Perú,
Lima, 1948, pp. 299, 300, 301, 302. Posteriormente, fue reproducida en la
antología de textos de José Carlos Mariátegui titulada La Organización del Proletariado, Lima, 1967. Esta carta no
está incluida en el libro Correspondencia de Mariátegui, Lima,
1984, tomo II.
En el folleto La Organización del Proletariado, el
editor en forma arbitraria colocó como fecha de redacción de esta carta
el “10 de junio de 1929”, y la ubicó posteriormente a la Carta de Mariátegui a
la Célula Aprista de Méjico del 16 de abril de 1928. La lectura atenta del
contenido de ambas cartas, nos induce a pensar que el orden de redacción fue el
inverso. Lo del año “1929” me parece que fue
un notorio, como comprensible error de imprenta o descuido en la
revisión de las pruebas de imprenta, pero lo del día y mes “10 de junio”, fue
una evidente e injustificada arbitrariedad del editor, intromisión ejecutada sin
ningún tipo de lógica, ni dialéctica ni formal. Arbitrariedad que ha inducido al
error a varios investigadores, que
asumieron la mencionada fecha (“10 de
junio”) como si fuese cierta.
El mismo editor del
folleto La Organización del Proletariado,
varias décadas después, en setiembre del año 2002, editó el folleto Mariátegui-Haya
Materiales de un Debate, en el cual volvió
a incluir esta “Carta Colectiva del Grupo de Lima”, y reiterando y agravando
la anterior arbitrariedad le colocó por
fecha de redacción el “10 de julio de 1928”, sin incluir ninguna nota
explicativa que sustentara su equívoco accionar.
Por mi parte, considero que la fecha de
redacción “más probable” debe haber sido en el mes de abril de 1928, pero días antes
de la carta personal del domingo 16 de abril (que estoy reproduciendo
más abajo). Partiendo de ese criterio lógico, supongo
que Mariátegui escribió la propuesta de Carta Colectiva, y la presentó a debate,
en la reunión del Comité de Lima realizada el
domingo 2 de abril de 1928 (o posiblemente
el domingo 09 de abril). Además, supongo que la carta no fue aprobada
ese día. Su estudio, debate y aprobación
se postergó para una siguiente reunión,
lo cual nunca ocurrió, porque “pronto resultó inferior al desacuerdo provocado por la precipitación
del grupo de México” como Mariátegui comentaría, varios meses después en carta
a Luís Valcárcel del 19 de octubre de 1928.
Los “corchetes
cuadrados” en el encabezamiento y al final, han sido introducidos por mi, Miguel
Aragón (11 de abril de 2015, revisada el 01 de mayo de 2015)
CARTA
DE JOSÉ CARLOS MARIATEGUI A LA CÉLULA DE MÉJICO (*)
[Lima, domingo] 16 de
abril de 1928
Compañeros:
No
había contestado hasta hoy la carta de la célula suscrita por Magda Portal, en
espera de una carta de Haya de la Torre que me precisase mejor el sentido de la
discrepancia: “Alianza o partido”. La carta de la célula me supone simplemente
influenciado por el Secretariado de Buenos Aires, la Ucsaya, etc., o, por lo
menos, pretende que mis observaciones son en esencia las mismas. Hasta la
reaparición de Amauta he permanecido sistemáticamente privado por la censura de
mis canjes y correspondencia, de modo que no he
conocido en su oportunidad ni el número de “La Correspondencia
Sudamericana” en que –según he sabido después sin obtener el
ejemplar—aparecieron las observaciones del Secretariado de Buenos Aires, ni la
tesis de la Ucsaya, ni nada por el estilo. Solo recientemente he vuelto a
recibir “El Libertador”; desde que la censura ha comprobado que en mi
casilla no intercepta sino
correspondencia intelectual o administrativa, sin importancia para sus fines.
Por otra parte, creo haber dado algunas pruebas de mi aptitud para pensar por
cuenta propia. De suerte que no me preocuparé de defenderme del reproche de
obedecer a sugestiones ajenas. Este había sido, también un motivo para que no
me apresurase a responder a la carta de la “célula”.
Pero
como no tengo hasta hoy ninguna aclaración de Haya, a quien escribí
extensamente, planteándole cuestiones concretas –por la vía de Washington, en
diciembre—y llegan, en cambio, noticias de que ustedes están entregados a una
actividad con la cual me encuentro en abierto desacuerdo, y ara la cual ninguno
de los elementos responsables de aquí ha sido consultado, quiero hacerles
conocer sin tardanza mis puntos de vista sobre este nuevo aspecto de nuestra
discrepancia.
La
cuestión: el “apra alianza o partido”, que ustedes declaran sumariamente
resuelta, y que en verdad no debiera existir siquiera, puesto que el Apra se
titula alianza y se subtitula frente único, pasa a segundo término, desde el
instante en que aparece en escena el Partido Nacionalista Peruano, que ustedes
han decidido fundar en México, sin con el consenso de los elementos de
vanguardia que trabajan en Lima y provincias. Recibo correspondencia constante
de provincias, de intelectuales, profesionales, estudiantes, maestros, etc.; y
jamás en ninguna carta he encontrado hasta ahora mención del propósito que Uds
dan por evidente e incontrastable. Si de lo que se trata como dice Haya en una
magnífica conferencia, es de descubrir la realidad y no de inventarla, me
parece que Uds están siguiendo un método totalmente distinto y contrario.
He
leído un “segundo manifiesto del comité central del partido nacionalista
peruano, residente en Abancay”. Y su lectura me ha contristado profundamente;
1° porque como pieza política, pertenece a la más detestable literatura
eleccionaria del viejo régimen; y 2°, porque acusa la tendencia a cimentar un
movimiento –cuya mayor fuerza era hasta ahora su verdad—en el bluff y la
mentira. Si ese papel fuese atribuido a un grupo irresponsable, no me
importaría su demagogia, porque sé que en toda campaña un poco o un mucho de
demagogia son inevitables y aún necesarios. Pero al pie de ese documento está
la firma de un comité central que no existe, pero que el pueblo ingenuo creerá
existente y verdadero. ¿Y es en esos términos de grosera y ramplona demagogia
criolla, como debemos dirigirnos al país? No hay ahí una sola vez la palabra
socialismo. Todo es declamación estrepitosa
y hueca de liberaloides de antiguo estilo. Como prosa y como idea, está
esa pieza por debajo de la literatura política posterior a Billinghurst.
Por
mi parte, siento el deber urgente de declarar que no adhiré de ningún modo a
este partido nacionalista peruano que, a mi juicio, nace tan descalificado para
asumir la obra histórica en cuya preparación hasta ayer hemos coincidido. Creo
que nuestro movimiento no debe cifrar su éxito en engaños ni señuelos. La
verdad es su fuerza, su única fuerza, su mejor fuerza. No creo con Uds que para
triunfar haya que valerse de “todos los medios criollos”. La táctica, la praxis,
en sí mismas son algo más que forma y sistema. Los medios, aun cuando se trate
de movimientos bien adoctrinados, acaban por substituir a los fines. He visto
formarse al fascismo. ¿Quiénes eran, al principio los fascistas? Casi todos
elementos de más vieja impregnación e historia revolucionaria que cualquiera de
nosotros. Socialistas de extrema izquierda, como Mussolini, actor de la semana
roja de Boloña; sindicalistas revolucionarios, de temple heroico, como
Carridoni, formidable organizador obrero; anarquistas de gran vuelo intelectual
y filosófico como Massimo Rocca; futurista, de estridente ultraísmo, como
Marinetti, Settimelli, Bottais, etc. Toda esa gente era o se sentía
revolucionaria, anticlerical, republicana, “más allá del comunismo” según la frase
de Marinetti. Y ustedes saben como el curso mismo de su acción los convirtió en
una fuerza diversa de la que a sí mismos se suponían. La táctica les exigía
atacar la burocracia revolucionaria, romper el partido socialista, destrozar la
organización obrera. Para esta empresa la burguesía los abasteció de hombres,
camiones, armas y dinero. El socialismo, el proletariado, eran, a pesar de
todos sus lastres burocráticos, la revolución. El fascismo por fuerza tenía una
función reaccionaria.
Me
opongo a todo equívoco. Me opongo a que un movimiento ideológico, que, por su
justificación histórica, por la inteligencia y abnegación de sus militantes,
por la altura y nobleza de su doctrina ganará, si nosotros mismos no lo
malogramos, la conciencia de la mejor parte del país, aborte miserablemente en
una vulgarísima agitación electoral. En estos años de enfermedad, de
sufrimiento, de lucha, he sacado fuerzas invariablemente de mi esperanza
optimista en esa juventud que repudiaba la vieja política, entre otras cosas porque
repudiaba los “métodos criollos”, la declamación caudillesca, la retórica hueca
y fanfarrona. Defiendo todas mis razones vitales al defender mis razones
intelectuales. No me avengo a una decepción. La que he sufrido, me está
enfermando y angustiando terriblemente. No quiero ser patético, pero no puedo
callarles que les escribo con fiebre, con ansiedad, con desesperación.
Y
no estoy solo en esta posición. La comparten todos los que tienen conocimiento
de la propaganda de ustedes –propaganda que por otra parte no está justificada
al menos por su eficacia, porque fracasará inevitablemente. Hemos acordado una
carta colectiva que muy pronto les enviaremos.
De
aquí a entonces, espero recibir mejores noticias. Y en tanto los abrazo con
cordial sentimiento.
José Carlos
Mariátegui
(*) Carta publicada en
el Tomo II del libro de Ricardo Martínez de la Torre, Apuntes para una Interpretación Marxista de la Historia del Perú,
Lima, 1948, pp. 296, 297, 298. Reproducida en La Organización del Proletariado, Lima, 1967, y en Correspondencia de Mariátegui, Lima,
1984, Tomo II, pp. 371, 372, 373.
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