martes, 9 de junio de 2015

DEL DINERO... NI HABLAR



“Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero”.
(Francisco de Quevedo)

Por: Gustavo Vásquez Gaviria
Línea de Investigación Modelo Productivo

La economía neoclásica (hoy neoliberal), si la observamos de manera reduccionista y sintética, siempre ha sostenido que los precios existentes en el mercado dependen de los niveles de oferta y demanda y de la masa monetaria en circulación. Su incremento o disminución los aumenta o disminuye en proporción directa. En los comienzos de la Revolución Industrial o a finales del siglo XVIII llegaron a comparar al dinero con la sangre que circula en el organismo humano. Por eso, a su teoría monetaria se le ha llamado “cuantitativista”. Al partir de esta concepción, no son los productos los que llevan su precio sino que este se impone directamente en la transacción.

Basadas en esta concepción, las políticas antiinflacionarias van dirigidas a impedir el incremento de la masa monetaria en el mercado, y por esta vía, lo que los neoliberales llaman el gasto público. Quiere decir, entonces, que se debe evitar de un lado la intervención del Estado para determinar el curso y desarrollo de la circulación monetaria, por lo que los bancos centrales aparecen como órganos independientes, manejados por tecnócratas, que deben responder ante todo a los intereses del capital financiero y este, en especial, a las políticas de los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

De otra parte, surge de la concepción neoclásica que el Estado debe dejar de intervenir en el libre juego de las fuerzas del mercado, por lo que su papel debe ser, ante todo, el de garantizar la seguridad de los capitales y capitalistas, al mismo tiempo que evitar que agentes extraños de toda índole impidan, ya sea por presión o por acción directa, el libre juego de esas fuerzas del mercado (entiéndase que se debe evitar la lucha de las/os trabajadoras/es y destruir sus organizaciones, al tiempo que las protestas y resistencias sociales, ya que estos lo que exigen con sus movimientos es que se aumenten sus ingresos y por ende la cantidad de dinero en circulación; lo que lleva, por la vía de mayor masa monetaria en circulación y demanda de productos, a la inflación).

En la otra orilla, se postula la teoría económica marxista, que plantea que los precios llegan al mercado de antemano con una base, la de los precios de producción, que es el resultado de los costos de producción y el incremento que se le coloca por la tasa de ganancia media existente en el mercado. La oferta y la demanda se encargan, posteriormente, de hacer que sobre el precio de producción, los precios de mercado estén por encima o por debajo. En este sentido la masa monetaria se debe a la cantidad de productos y servicios puestos en el mercado, a las cantidades compradas y vendidas y a la velocidad de circulación de las mismas.

Dice Marx en su obra El Capital, tomo I: “No es el dinero el que hace que las mercancías sean conmensurables, sino al revés: por ser todas las mercancías, consideradas como valores, trabajo humano materializado, y por tanto conmensurables de por sí, es por lo que todos sus valores pueden medirse en la misma mercancía específica y esta convertirse en su medida común de valor, o sea en dinero”.

El dinero, por su parte, ya sea en su expresión de papel moneda o de unidad de cuenta, refleja el patrón que le sirve de respaldo y por supuesto, la cantidad de valor de producción que representa. Es claro que si se aumenta o disminuye la cantidad de respaldo en la unidad de cuenta o en el papel moneda como su representante, será mayor o menor, en proporción directa, el valor de la moneda con respecto a los productos o servicios con los que se enfrenta.

Dada la concepción anterior, ningún capitalista estará interesado en producir si no obtiene, al menos, la tasa media de ganancia después de realizar su producto o servicio. Mucho menos producirá si no tiene la posibilidad de rescatar los costos de producción. La figura del trabajador y trabajadora y de la explotación de su fuerza de trabajo, además de ser el o la productora de valor, queda oculta en las relaciones mercantiles y este/a aparece simplemente como un/a consumidor/a más que acude al mercado como otro/a comprador/a cualquiera.

La teoría cuantitativista, neoclásica o liberal y neoliberal se ha impuesto hegemónicamente en la cotidianidad y el imaginario social. Al ocultar las relaciones y condiciones en que se desarrolla el sistema de precios y los intercambios, asume al dinero, en todas sus expresiones, como la fuente de la riqueza y los valores económicos en circulación. De esta manera su objetividad tiene personalidad y señorío. Aparentemente entonces, no se vive de vender la fuerza de trabajo como asalariados o de la obtención de ganancias por la explotación del trabajo de los asalariados, relación vital del capitalismo, sino del dinero que se posee en la faltriquera o en las cuentas bancarias.

Dinero en función

Para Marx el dinero cumple cuatro funciones: medio de circulación, de atesoramiento, de pago y dinero universal. Como medio de circulación de las mercancías, dado que la producción se desarrolla para el mercado y los bienes y servicios no se intercambian directamente, se requiere de una mercancía equivalente que sirva de referente de todas las demás, como él decía “el espejo en el que se miran todas”. Esto quiere decir que es, en esta primera función, simplemente un intermediario entre la compra y la venta. Para la muestra un botón, hoy se requiere menos de los billetes emitidos por el Banco Central (en Venezuela aproximadamente solo 10% de la masa monetaria circulante corresponde a ellos), el resto se representa en cuentas de ahorro y corrientes, en segundo nivel o en depósitos a término y papeles de bolsa en tercer nivel. El dinero ahora es una cifra que está inscrita en un chip que sirve para debitarla o acreditarla a la hora de comprar o vender.

Capital financiero, el gato que cuida el queso

A partir del manejo del dinero como cuenta o cifra que se maneja desde los bancos, este, complementándose con sus funciones de atesoramiento (ahorro) y medio de pago (crédito), se ha convertido además en un arma que se maneja desde el capital financiero (bancos de todos los tipos, aseguradoras, corredores bursátiles, bolsas, etc.). Del papel puramente técnico que se requiere del dinero y de la función bancaria para garantizar que las mercancías circulen y para que los capitalistas industriales y comerciales puedan garantizar la realización de sus mercancías y el emprendimiento continuo de sus procesos, se erige como autónoma y dominante.

Ahora, el capital financiero se sirve de los flujos y transacciones para determinar condiciones tanto al dinero circulante como al crédito y su tasa o valor de ganancia del capital en préstamo. De la misma manera, su papel privilegiado de conocedor de la situación de sus cuentahabientes le permite fijar estrategias y decidir acciones contra los otros capitalistas y en contra del pueblo en general.

También, el capital financiero nacional e internacional de la función del dinero como equivalente universal, con base en las transacciones y su tasa o valoración, ha impuesto como condición dominante al dólar, convirtiéndolo en una mercancía de precio sin techo.

En Venezuela existen, por diversas circunstancias, ataduras casi que masoquistas con respecto a esta mercancía dineraria. De la capacidad de desprendimiento de ella por la autonomía económica y financiera que se logre y por la construcción de nuevas relaciones y posibilidades, dependerá el rompimiento del embrujo frente al papel moneda dólar, que además cada día pierde más su vigencia como equivalente universal.

-.o0o.-
CORREO DEL ORINOCO
La artillería del pensamiento
N º 2050, 7 de junio de 2015
Pág. 21 Análisis

PERSPECTIVAS Y REALIDADES
GisXXI
Grupo de Investigación Social S. XXI
comunicacion@gisxxi. org
N° de publicación 187

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