02-09-2015
La estrategia revolucionaria debe adaptarse al
tiempo y al espacio, al momento histórico y al lugar. Ésta es una de las
grandes lecciones que nos legaron los revolucionarios clásicos. Sus errores no
invalidan sus aciertos. Para que se produzca una revolución debe darse cierta
combinación de factores objetivos y subjetivos. Entre estos últimos la
estrategia es un factor clave. Sin una estrategia correcta no es posible
superar el actual sistema. Por un lado, hay que tener en cuenta la situación
actual, hay que ser realistas, pero, por otro lado, también hay que buscar
cierto futuro, hay que ser también idealistas. Es necesario cierto equilibrio:
ser suficientemente idealistas pero también suficientemente realistas.
Al intentar alcanzar este difícil equilibrio es muy
fácil caer en cualquiera de los dos extremos: quedarse en un mero reformismo
que se verá superado por la dinámica del sistema capitalista, haciendo que la
reforma sea muy insuficiente o simplemente no llegue ni siquiera a ser, o
quedarse en un revolucionarismo imposible, utópico, permaneciendo en la
marginalidad, imposibilitando siquiera empezar a arrancar en dirección a una
sociedad mejor, posponiendo indefinidamente una revolución pura pues, como bien
dijo Lenin, ninguna revolución lo es. Es evidente que hay que acudir a donde
están las masas en vez de esperar a que éstas vengan a nosotros. Y para ello,
es ineludible tener en cuenta el estado objetivo y subjetivo de éstas, en
particular, su estado de conciencia, sus prejuicios ideológicos. Quienes se
limiten a repetir un discurso megarrevolucionario, impecable desde el punto de
vista teórico, aun teniendo toda la razón en sus reivindicaciones, pero que no
tenga en cuenta dichos prejuicios, predicarán en el desierto. Por el contrario,
quienes opten por tener en cuenta dichos prejuicios para llegar a las masas,
para por lo menos ser escuchados, sufrirán el peligro latente y creciente de
perder por el camino ciertas ideas imprescindibles para superar el actual
sistema, acabando por ser ellos cambiados por el sistema en vez de al revés.
Existen numerosos ejemplos prácticos en la historia que demuestran todo esto.
El más reciente lo tenemos en Grecia con el gobierno de Syriza encabezado por
Tsipras.
Peor que no alcanzar el poder político es
alcanzarlo para practicar lo contrario de lo propugnado. El sistema está
deseando que sea Syriza quien lleve a cabo el programa neoliberal, pues así
asestaría un duro golpe a las clases trabajadoras griegas e internacionales.
¿Qué mejor manera de asentar el pensamiento único que una izquierda
supuestamente radical y anticapitalista aplicando a rajatabla el programa de
las élites oligárquicas? Los graves errores cometidos en el corto mandato de
Syriza pueden pasar una enorme factura a la ciudadanía de todo el mundo. Está
en juego mucho. Estamos en una encrucijada crucial de la historia de la
humanidad, en la que se puede decidir su futuro por muchos años, quien sabe si
incluso su propia supervivencia. Tsipras quería cambiar Europa y fue ésta quien
le cambió. Y es que no se puede ingenuamente pensar que quienes oprimen a la
mayoría social van a entrar en razones negociando con las simples armas de las
argumentaciones. Las élites sólo entienden de la fuerza, no van a renunciar a
sus privilegios voluntariamente. Nunca lo han hecho, ni lo van a hacer.
Cambiarán las formas pero no el fondo de la cuestión. Ahora bien, la fuerza no
tiene por qué ser la violencia física. En estos tiempos actuales la fuerza
viene dada por las movilizaciones en las calles, por los movimientos sociales,
por la ciudadanía organizada y activa, por el éxito en las urnas, por la
existencia de planes B,... Un partido (o frente) político que pretenda
transformar el sistema deberá tener una gran base social, promover el activismo
de las bases, darle el máximo protagonismo posible (y mantenerlo, incluso
acrecentarlo en el tiempo, y no al revés), deberá también adoptar un discurso y
una simbología que le permitan llegar a la gran mayoría social, teniendo en
cuenta los prejuicios de ésta, combatiéndolos progresivamente, deberá partir de
un programa mínimo, no demasiado radical al principio, pero también
suficientemente radical para iniciar una dinámica de cambio, que le
permita empezar a superar el sistema actual, pero también que le permita no
volver para atrás, no quedarse a mitad de camino.
Para todo ello nunca hay que subestimar al enemigo,
hay que plantearse distintas alternativas en función de sus previsibles
movimientos. La política actual es una guerra y nunca debe perderse de vista
este trascendental hecho. Hay que hablarle al pueblo muy claro sobre, por un
lado, la posibilidad de una sociedad mejor, pero también, por otro lado, sobre
las enormes dificultades para alcanzarla, hay que darle en todo momento el
protagonismo, hay que informarle adecuadamente, dándole a conocer todas las
alternativas en igualdad de condiciones,… Una titánica labor. Muy difícil, pero
necesaria y posible. Siempre que se tengan muy claras las ideas desde el
principio, siempre que haya, entre otras cosas, constancia, paciencia, coraje,
determinación, coherencia, astucia, flexibilidad para reaccionar ante los
movimientos del enemigo, que nunca se queda de brazos cruzados y tiene mucha
más experiencia, que tiene el poder en sus manos,… Está claro que una sociedad
radicalmente distinta, en la que todos sus individuos tengan las mismas
posibilidades de sobrevivir dignamente, de vivir plenamente, de ser felices, no
podrá alcanzarse en poco tiempo. El cambio social es un camino muy largo y
lleno de obstáculos que, como la historia ha demostrado tozudamente, puede
revertirse. Para iniciarlo habrá que ser al principio más moderados en los
objetivos, éstos tendrán que ser al principio bastante modestos, para ir
progresivamente radicalizándolos a medida que los ciudadanos comprueben en la
práctica que otro sistema es posible, que éste se va abriendo paso, pero
también dichos objetivos iniciales deberán ser suficientemente ambiciosos para
posibilitar un salto suficiente, para iniciar una dinámica. La cantidad
debe transformarse en calidad, como nos dice la dialéctica materialista. Se
necesita una transición para “conectar” el futuro deseado con el
presente vivido, pero también un salto para desprenderse de las
telarañas del sistema actual, para que ese impulso nos evite volver a la
situación inicial, nos permita realmente despegar.
Quiere esto decir que quienes pretendan superar el
actual sistema deberán prescindir de aquellas banderas ideológicas que ya no
sirven (que despiertan los prejuicios de las masas), pero deberán también
adoptar un discurso y una praxis que se diferencien de las fuerzas prosistema.
Deberán ser un poco radicales (al principio) en el programa defendido, muy
radicales en la manera de organizarse (dando el máximo protagonismo a los de
abajo), tremendamente ejemplares, pero bastante moderados en los discursos, en
las formas. Progresivamente habrá que irse radicalizando, a medida que las
circunstancias lo permitan habrá que plantear nuevos objetivos cada vez más
ambiciosos, a medida que el pueblo se radicalice así deberá hacerlo también su
gobierno transformador, y viceversa. Tsipras desaprovechó el contundente
triunfo del no a la austeridad en el referéndum en el que el pueblo griego no
se dejó amedrentar por la oligarquía internacional y sus cómplices. Esa
oportunidad perdida posibilitó el contraataque de la Europa del Capital en el
que Syriza claudicó. Pero no sólo eso, Syriza, que ahora podría retomar la
iniciativa, plantearle al pueblo la posibilidad de dejar el euro para recuperar
la soberanía nacional y popular, por el contrario, se divide (impidiendo el
debate interno) y pretende convertirse en el nuevo ejecutor de las viejas
políticas. Un gran y profundo error, o incluso podríamos afirmar que una gran
traición a sí misma y sobre todo al pueblo griego y europeo. En España debe tomarse
nota de este gravísimo hecho. Preocupante es ver a dirigentes de Podemos apoyar
sin ninguna crítica a Tsipras y la deriva que está tomando la ya vieja Syriza.
Ciñéndonos al caso español, yo creo que hay que
decirle claramente a la ciudadanía lo que ha hecho bien Syriza y lo que ha
hecho mal. La Revolución es un complejo proceso de aprendizaje en el que toda
la humanidad participa. Y es imposible el aprendizaje sin la crítica
(constructiva). Yo creo que, de acuerdo con todo lo dicho anteriormente,
Podemos (o el frente unitario que pueda constituirse) en España debe tener un
programa lo suficientemente ambicioso pero también realista para posibilitar el
salto. Su programa gira en torno a dos grandes ideas: rescate ciudadano y
desarrollo democrático. Yo opino que dicho programa mínimo no puede prescindir
de esas ideas que hicieron que se agitaran las aguas de la política en nuestro
país como no se recuerda: creación de una banca pública, renta básica universal,
auditoría de la deuda con posibilidades de renunciar al pago de la deuda
ilegítima, proceso constituyente,… Ahora bien, hay que decirle claramente al
pueblo que algunas medidas podrán adoptarse más temprano que otras, hay que
advertirle también de todas las dificultades que habrá, plantearle las posibles
alternativas,… Si en España se toma nota de lo ocurrido en Grecia, pero no para
repetir los errores cometidos allí, sino para evitarlos, entonces sí que habrá
posibilidades de que se abran las puertas de un sistema mejor. Si no, habrá que
esperar a otra ocasión, que seguro volverá a surgir y, probablemente, antes de
lo esperado.
Las profundas e irresolubles contradicciones del
capitalismo hacen acto de presencia recurrentemente, de una u otra forma. La
izquierda real, la anticapitalista, debe estar preparada para la ocasión, debe
tener una guía de acción revolucionaria actualizada a los tiempos actuales,
además de tener la suficiente flexibilidad para responder ante lo que no puede
preverse. Aun así yo creo que la ventana de oportunidad que se abrió con la
crisis capitalista actual todavía sigue abierta. Siempre que se reaccione a
tiempo, siempre que se aprenda de los errores propios y de los compañeros de
viaje. Y siempre que no se renuncie a lo esencial, a las señas de identidad.
Blog del autor:
http://joselopezsanchez.wordpress.com/
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