Marco Antonio Moreno
04 de
septiembre de 2015 | 18
La devaluación del yuan decidida por el
Banco Central de China ha sorprendido a los mercados financieros.
Después de anclaje del yuan con el dólar tras la quiebra de Lehman Brothers, en
2008, con un margen mínimo de oscilación, las autoridades chinas ampliaron
progresivamente la zona de variación que el año pasado alteró del 1% al 2%. La decisión
del 11 de agosto de desconectar el yuan del dólar ha desatado una gran volatilidad
en los mercados con caídas no vistas desde el estallido de la crisis en 2008.
Durante las últimas cuatro semanas, los mercados han entrado en modo
pánico, con fluctuaciones de hasta el 5 por ciento. Y ahora que el gobierno
chino dejó de intervenir para corregir la oscilación del yuan, la implosión
bursátil se acelera. ¿Por qué el gobierno chino devaluó el yuan?
Las razones de la devaluación del yuan se pueden encontrar en la caída anual del 8 por ciento de las exportaciones chinas reportados en el mes de julio. La conexión del yuan con el dólar, luego de la crisis en 2008, eliminó el riesgo de tipo de cambio y facilitó el flujo de inversiones extranjeras pero también provocó una sobrevaloración del yuan que penalizaba la balanza comercial. De hecho, el tipo de cambio real de China aumentó un 30% entre 2008 y 2014, mientras los países vecinos y competidores de China en los mercados mundiales, como Tailandia, Malasia, Indonesia, Singapur, devaluaban sistemáticamente sus monedas. Esto produjo un descenso progresivo en las exportaciones chinas que ahora explican un 25 por ciento del PIB en comparación al 40% de hace unos años. Las devaluaciones competitivas son la primera y más obvia forma de contrarrestar los embates mercantilistas. Por eso que la guerra de divisas iniciada en 2010 con los esfuerzos de Brasil y Japón para evitar la apreciación de sus monedas, escala peldaños siderales con el ingreso de China a la guerra devaluatoria.
Las razones de la devaluación del yuan se pueden encontrar en la caída anual del 8 por ciento de las exportaciones chinas reportados en el mes de julio. La conexión del yuan con el dólar, luego de la crisis en 2008, eliminó el riesgo de tipo de cambio y facilitó el flujo de inversiones extranjeras pero también provocó una sobrevaloración del yuan que penalizaba la balanza comercial. De hecho, el tipo de cambio real de China aumentó un 30% entre 2008 y 2014, mientras los países vecinos y competidores de China en los mercados mundiales, como Tailandia, Malasia, Indonesia, Singapur, devaluaban sistemáticamente sus monedas. Esto produjo un descenso progresivo en las exportaciones chinas que ahora explican un 25 por ciento del PIB en comparación al 40% de hace unos años. Las devaluaciones competitivas son la primera y más obvia forma de contrarrestar los embates mercantilistas. Por eso que la guerra de divisas iniciada en 2010 con los esfuerzos de Brasil y Japón para evitar la apreciación de sus monedas, escala peldaños siderales con el ingreso de China a la guerra devaluatoria.
Falsos milagros económicos
Si bien se tiende a culpar a China de la masacre
que hoy sufren los mercados (hoy los mercados bursátiles se hundieron
nuevamente en zona roja, con el Ibex 35 perdiendo 5,12% en la semana), la
culpa real es de los grandes bancos centrales. Europa, Estados Unidos y Japón
facilitaron la política del dinero barato y la especulación hizo lo suyo al
crear falsos milagros económicos. Como esas políticas de
expansión monetaria han llegado a su fin, entramos en un proceso de
desaceleración global. Las políticas monetarias han fracasado rotundamente dado
que en siete años de crisis no generaron empleo ni crecimiento que permitiera
volver a los niveles previos a 2008. Las políticas monetarias de los bancos
centrales, desde Ben Bernanke a Mario Draghi, solo crearon burbujas
especulativas y alentaron el mayor sistema bancario en la sombra que es lo que
hoy se cae a pedazos.
Como hemos señalado desde 2008, las políticas de
los bancos centrales y su control
de la inflación generaron grandes beneficios al capital especulativo en
desmedro de la economía real. El fracaso
de los bancos centrales ahora se ha hecho contundente y los tiene atrapados
en sus propios errores. Las turbulencias de los mercados son el resultado de
las políticas que incubaron la crisis a través de la infinita cadena de
burbujas. Si hace ocho años asegurábamos que los bancos centrales habían
fracasado al no detectar la crisis que se había incubado bajo sus propias
narices, esta vez los bancos centrales son directamente responsables del
colapso financiero que anticipa la nueva recesión global, por impulsar las
mayores burbujas especulativas.
En El Blog Salmón
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