Barómetro
Internacional
15-09-2015
Al tomar
contacto (viajando al país por tareas académicas) con la actualidad de la
política profesional peruana, observé un patrón semejante al de las demás
realidades latino-americanas. Hay una profunda - y bastante concreta – criminalización
de los representantes del Poder Ejecutivo del país vecino. Y a la vez, una
inversión de expectativas, con el gobierno de turno, del general Ollanta Humala
y su auto-proclamado Partido Nacionalista Peruano (PNP).
Debemos recordar que la primera elección que este
hubo disputado Humala, fue en 2006, al ser derrotado por el eterno candidato
del APRA, Alan García, y yo lo caractericé de “supuesto alvaradista tardío”,
militar nacionalista. Fui comedido, Humala no es partidario de Velasco Alvarado
ni nada por estilo, y tal vez esta sea, una de las grandes fuentes de confusión
del sistema político peruano actual. Pero, antes de entrar en el tema en sí,
vale destacar al menos dos aspectos de la relación entre el Pavo y nuestro
continente.
El Estado peruano viene logrando en los últimos
años, los mayores índices de crecimiento económico capitalista en América
Latina lo que por sí ya atrae bastante atención para esta vía heterodoxa, donde
el gobierno de Ollanta Humala, del PNP galvaniza una confusa mezcla de
nacionalismo alvaradista (tradición de nacional-desarrollismo referenciada en
el gobierno del general Velasco Alvarado, 1968-1975). Ollanta a elevado los
niveles de extracción mineral (enfocando en la siempre peligrosa primarización
de la economía), además, no hace ningún movimiento para revisar el Tratado de
Libre Comercio (TLC) con China, firmado durante el segundo gobierno de Alan
García (2006 a 2011, el primer mandato del político del APRA fue de 1985 a
1990, justo en el auge de la guerra interna).
La caracterización más pertinente para el gobierno
de Humala, me parece ser la del documentalista Renzo Forero, un profundo y
comprometido conocedor de las luchas sociales del Pavo contemporáneo. Según
Forero me ha informado:
“El partido de Humala, pasó rápidamente de un
populismo de izquierda, a un gobierno totalmente neoliberal. Ya nadie en el
Pavo, considera que es un gobierno nacionalista o de izquierda. Las
comparaciones con Velasco Alvarado son nulas. Antes de su elección él fue muy
comparado, pero después no. Por eso yo no diría que es un gobierno de
centro-izquierda. Para la mayoría de gente del Pavo, y sobre todo para la
izquierda, es un gobierno derechista.”
Esta misma contradicción discursiva, es observada
tanto en el Perú como en Chile. Ambos países son gobernados por mandatarios de
centro-izquierda, pero que poco o nada hicieron para frenar el giro rumbo al
eje del Pacífico, donde la capacidad de producir manufacturas chinas y las
relaciones con los EEUA, Ya que esta propuesta rivaliza con el siempre trabado
Mercosur.
El Perú, tiene elecciones presidenciales marcadas
para el año 2016, esta nación tiene líderes políticos presos, ex-presidentes
seriamente procesados y posibles candidatos involucrados en situaciones casi
inexplicables. Veamos, en este primer artículo, al caso más impactante.
Keiko Fujimori es administradora con MBA en
Columbia y tiene su vida profesional y política conectada al @fato por ser hija
de Fujimori. Cuando el ex-presidente dictador se separó, Keiko se hizo primera
dama precoz, ganando notoriedad entre la población del país. Fue candidata
derrotada en 2011 y, siguiendo el patrón familiar, tiene una renta declarada de
cerca de 10 mil soles, equivalente a cerca de 9.000 reales en moneda brasileña
(alrededor de 6000 dólares yankees) que serían pagados por su partido, el
Fuerza Popular.
Pero, tanto ella como su marido estadunidense está
en la condición de sospechosos permanentes. Mark Vito Villanella controla una
empresa unipersonal y fantasma, pues no tiene actividad económica, aunque esté
con la personería jurídica activa dentro del país. La sospecha evidente es que
ambos, operaran recursos advenidos de “inversores” de sus campañas, lo que ya
sería bastante grave. Aumenta la gravedad el @fato de que el padre de Keiko, el
nipo-peruano Alberto Fujimori, que hube dado un auto-golpe en 1992, está
acusado de corrupción, crímenes de lesa humanidad y narcotráfico.
Los ex-presidentes Alan García y Alejandro Toledo
también son blancos de investigación, por sospecha de corrupción por parte de
la Fiscalía General. Toledo - otro peruano con lazos muy hondos con el
pensamiento y prácticas neoliberales y status de intelectual de la derecha de
EEUU - tuvo su mandato entre 2001 y 2006 y tanto él como asesores de confianza
habría participado de operaciones de lavado de dinero y evasión de divisas.
Sospechas diversas involucran las personas del primer escalón de Humala,
incluyendo la primera dama Nadine Heredia y el ex-ministro del Interior Daniel
Arresti.
Los siniestros Alberto Fujimori y Vladimiro
Montesinos están presos así como la cúpula del ex partido guerrillero Sendero
Luminoso (el nombre completo de la organización es Partido Comunista de Perú –
por el Sendero Luminoso del camarada José Carlos Mariátegui), aún comandado por
el profesor de filosofía Abimael Guzmán. Juntos, de forma injusta y en el mismo
conjunto de demonizados, están los ex-miembros y dirigentes del grupo
insurgente Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que no han cometido
actos terroristas y genocidas.
El MRTA ha intencionalmente relacionados, con los
maoístas-senderistas comandados por “camarada Gonzalo”. Lo que quiero expresar
acá es que hay una estrategia de caracterizar como “política de los dos
demonios” el período lo que es absolutamente falso, una vez que hay más
personajes y operadores de la guerra interna que está en la vida pública, y
criminalizados por acusaciones típicas de corrupción y desvíos de funciones de
Estado, como es la regla de la política profesional dentro del marco de la
democracia indirecta en el capitalismo.
Volviendo a la coyuntura actual – al menos mi
primera impresión – peruana, hago una última observación. Apenas interpretadas
esta realidad, podemos observar, como un clima caótico o de falencia
institucional. Este no sería un retrato fiel de la realidad aparente y vivida.
Pero, afirmo que es posible observar un país cuya institucionalidad es siempre
delicada y hay una latencia de revuelta popular, lo que acarrea una esperanza
de protagonismo de las mayorías. Infelizmente, como dice arriba, también
percibí aún el país viviendo un clima de dos demonios, lo que es siempre
peligroso.
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