viernes, 23 de octubre de 2015

LA DESTRUCCIÓN CREATIVA: EL TIEMPO ES UNA TRANSFORMACIÓN SIN RETORNO, EL PASADO NO EXISTE Y EL FUTURO ES REALIZACIÓN



Mucha gente se aferra al pasado. Todavía muchos esperan que todo vuelva a ser como antes. La gente espera que alguien haga volver todo a la situación anterior. No han comprendido que el pasado ya no existe. La nostalgia es un ejercicio impertinente por inútil.

Todos estamos de acuerdo en que el tiempo es una magnitud de medida, pero naufragamos cuando intentamos identificar qué es aquello que el tiempo mide. Todos los intentos por hacerlo acaban en una referencia circular. Brian Greene (El Universo Elegante, 1999) propone una solución pragmática y define el tiempo como aquello que miden los relojes, esto es, “ciclos de movimiento perfectamente regulares”. Ya tenemos una primera asociación de ideas. A fin de cuentas, Einstein nos enseñó que el movimiento afecta al tiempo. Y el movimiento tiene igualmente un efecto muy importante sobre el espacio. Ya Aristóteles hizo del tiempo la medida del cambio. 

Quienes hayan vivido la experiencia de emprender conocen la importancia del tiempo. La experiencia de poner en marcha cualquier nueva iniciativa pasa por superar diferentes hitos en la historia de la Organización. Comenzamos por la etapa que el profesor Pedro Nueno (IESE Bussines School) llamaba prenatal y continuamos por un periodo de mera subsistencia. Luego vendrán momentos de consolidación, expansión o desarrollo. Aprehender, esto es, interiorizar el significado del tiempo, se torna así en algo esencial para el emprendedor. Sin embargo, no he conocido a nadie capaz de definir el significado de esta palabra. 

Partimos culturalmente, por tanto, de una descripción mecánica que asocia el tiempo al desplazamiento en el espacio. El tiempo se convierte así en una medida del cambio en mi posición. Esta visión de la realidad nos transporta al mundo de la dinámica newtoniana; una física de trayectorias y procesos reversibles. Si ejercemos una fuerza adecuada sobre un cuerpo, actuando en el punto apropiado y en el sentido correcto podremos modificar su trayectoria. Modificando su trayectoria en sentido inverso alteraremos el transcurso del tiempo y sus efectos. Esta idea se encuentra fuertemente arraigada en el cuerpo de creencias que anida en nuestro subconsciente. Nos aferramos a un mundo estático, en permanente equilibrio, donde cualquier variación pueda ser corregida para volver a su ser. Aspiramos a que los procesos de la vida sean de carácter homeostático: cambiar para que todo siga igual. 

De la misma manera que el hombre ilustrado aspira a dividir, descomponer, clasificar y categorizar la realidad, pretende atrapar una situación como si estuviera parada en el tiempo. Pero desde la época de la Ilustración hemos avanzado mucho en el conocimiento de la realidad. El pasado no existe más allá de nuestra memoria y no es más que un mapa mental representado por información registrada en lo más recóndito de nuestro cerebro. El pasado no volverá y el futuro no ha llegado. Podríamos pensar que únicamente existe el presente. Sin embargo, los neurofisiólogos nos muestran que desde la percepción por nuestros sentidos de los hechos que nos afectan hasta la toma de conciencia por nuestros mecanismos neuronales pasa un tiempo. En este sentido, nunca llegamos a conocer la realidad en un momento dado. 

El tiempo no puede entenderse como un elemento estático de realidades inmutables sino como un proceso dinámico, como un continuum que no puede trincharse como si fuera un chorizo. La clasificación del tiempo en tres estados claramente diferenciados resulta útil para alcanzar cierta comprensión de las cosas, facilita la transmisión de información y aporta cierto componente práctico para la vida. Pero el tiempo solamente puede entenderse como un proceso dinámico que, como tal, forma parte de un curso continuo de cambio y transformación. No hay tiempo sin movimiento y no hay tiempo sin cambio. El periodista Pedro G. Cuartango lo explicaba de esta manera en uno de sus artículos:

“La cámara es un instrumento antinatural porque detiene el avance del tiempo y fija un instante para la eternidad. En la vida no podemos parar los momentos ni existe una moviola para contemplar nuestras reacciones. Por eso también la fotografía es un engaño, una falsificación que opera gracias a la complicidad de la imaginación”.

Durante el Siglo XX la ciencia de la dinámica dio paso a la ciencia de la termodinámica. Una ciencia de trayectorias y procesos reversibles fue remplazada por una visión científica del mundo basada en procesos irreversibles. La irreversibilidad es una característica común a todo el Universo. Tal y como nos enseñara
IlyaPrigogine (La nueva alianza: metamorfosis de la ciencia. 1979) los procesos reversibles representan una minoría dentro de los procesos de la naturaleza; significan una excepción. Asistimos a una realidad dominada por situaciones estocásticas, espontáneas e inciertas. La gran mayoría de cuanto acontece en la naturaleza tiene un carácter irreversible y comporta una metamorfosis sin vuelta atrás.

Esto nos conduce a una nueva concepción del tiempo que ya no se entiende como una medida del cambio en la posición o en el espacio, sino una transformación sin retorno. La entropía se convierte así en una unidad de medida del tiempo.

Nos encontramos viviendo un tremendo ejemplo de lo que Schumpeter denominó
destrucción creativa. Sin embargo, a nuestro alrededor, mucha gente se aferra al pasado. Todavía muchos esperan que todo vuelva a ser como antes. La gente espera que alguien haga volver todo a la situación anterior. No han comprendido que el pasado ya no existe. La nostalgia es un ejercicio impertinente por inútil.

Nosotros mismos necesitaremos mudarnos mentalmente. Tendremos que desarrollar una sociedad que responda a nuevos patrones. Nuevos mecanismos de cooperación humana. El primer paso es transformarnos internamente. El segundo es modificar nuestro entorno. El futuro será de los que olviden el pasado. Como dijera el poeta: “a dónde hubieras sido feliz no habrás de volver”.



Este
artículo fue publicado en el Blog de ViveLibre

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