Psiquiatra
Rodrigo Paz, diagnostica al país a 40 años del golpe
Diario
Universidad de Chile
04-01-2016
Con
cifras y estadísticas frescas en su memoria, el reconocido médico psiquiatra y
especialista en neurociencias, analiza la salud mental de los chilenos a 40
años del golpe militar y su diagnóstico es tajante: “Este es un país
brutalmente enfermo”, asegura, corroborando sus palabras con datos que muestran
altas tasas de depresión, estrés y adicción en la población, señalando que son
todas enfermedades que se han desatado luego de la imposición del modelo
neoliberal instalado por la dictadura. Su conclusión es que en la sociedad
chilena se instaló la anomia, “que es la pérdida de la confianza en que existe
un colectivo”, un fenómeno que genera aislamiento e insensibilización.
La consulta del doctor Paz está en el límite
histórico entre el barrio alto y el bajo pueblo: La Plaza Italia. Para iniciar
esta conversación, subimos a su consulta en un quinto piso al comienzo de calle
Vicuña Mackenna, y lo primero que dice, al preguntarle por la salud mental de
los chilenos, es que no quiere hacer “atribuciones causales”, que prefiere
comenzar por los hechos, dando inicio a una larga lista de problemas que pesan
sobre la población de nuestro país:
“Uno: Chile es el país que tiene la tasa de
depresión más alta del mundo. En la última Encuesta Nacional de Salud se logró
establecer que 2 de cada 10 chilenos presentaban síntomas depresivos como para
provocar algún grado de incapacidad funcional. Si uno compara eso con la
estadística internacional, el promedio en estudios similares, hay 4 veces más
prevalencia de síntomas depresivos en la población de chilenos adultos que en
el resto de la población mundial.
“Dos: En todos los países de la OCDE el
suicidio en niños y adolescentes, o se mantiene estable o va en disminución.
Chile y Corea del Sur son los únicos países donde el suicidio en niños y
adolescentes va en aumento.
“Tres: En la última encuesta de violencia aplicada
por Adimark, 3 de cada 4 niños chilenos, declara que en su casa hay situaciones
de violencia física y/o psicológica, y 1 de cada 10 niños chilenos reporta que
ha sido víctima de abuso sexual.
“Cuatro: Chile es el país del mundo donde el
consumo de alcohol de y/o marihuana se inicia más precozmente. El promedio de
inicio de consumo de alcohol y marihuana y/o nicotina es a los 12 años, en
circunstancias que en el mundo es entre los 14 y 15 años. De hecho las tasa de
adicción en niños y adolescentes son de las más altas del mundo”.
“Cinco: Cerca del 40 por ciento de la población de
adolescentes consumen alcohol en forma perniciosa para la salud. Cerca del 5%
de la población de niños y adolescentes consume pasta base de forma adictiva y
más menos el 10% de la población consume marihuana en forma perniciosa para la
salud”.
“También tenemos las tasas más altas del mundo en
conductas de bullying, de maltrato de niños por otros niños, para qué hablar de
las tasas de delincuencia infanto-juvenil. Somos el país con la mayor tasa de
internación en cárceles del mundo. La tasa de institucionalización en hogares
del Sename, por situaciones de violencia intrafamiliar y otras, también es de
las más altas del mundo. En Chile, las dos causas principales de muerte entre
jóvenes y adolescentes, es muerte violenta, ya sea por suicidio o por
homicidio. Uno de cada 3 santiaguinos se declara altamente estresado. En fin,
tenemos una serie de indicadores que muestran que estamos atravesando por una
gravísima crisis de salud mental inédita en occidente.”.
-¿Qué pasó con los ciudadanos de este país para
tener este escenario?
“Uno puede visualizar varias causas: Chile tenía
cierta forma de trabajar, una cierta forma de funcionar y con el golpe militar
se instala esto que se ha llamado modelo neoliberal, que cambia totalmente esta
forma de vida. ¿Y en qué consiste este modelo? Básicamente en dos o tres cosas:
primero, el Estado es subsidiario, lo que significa que las iniciativas en
Salud, Vivienda, Educación, previsión social son entregadas a particulares y el
Estado sólo interfiere cuando los particulares no pueden resolver estos
problemas. ¿Qué significa en la práctica?, que cada chileno que arreglárselas
por su cuenta y eso ha generado un sentimiento de desconfianza, de inseguridad,
de desprotección total. La gente siente que ya no hay nada, ni nadie, que lo
pueda proteger. Si eso se conecta con otro fenómeno propio del neoliberalismo,
que es la individualización, entonces, ya no hay sindicatos, no hay colegios
profesionales, no hay federaciones estudiantiles -sólo en el último tiempo han
asumido mayor vitalidad- pero claramente, tenemos un tejido social pobre. Todas
las iglesias están debilitadas, los sindicatos, las juntas de vecinos, la gente
comienza a replegarse en sus casas.
“El sistema neoliberal además, ha puesto la
exigencia que las mujeres entren masivamente al mundo laboral y tienen que
dejar a sus hijos precozmente en salas cunas y todos sabemos que los niños, los
primeros seis meses o el primer año de vida no tiene que estar en salas cunas,
tienen que estar con su madre, pero el modelo neoliberal exige que la madre
salga a trabajar porque con el sueldo de uno de los progenitores no basta.
Entonces, tenemos progenitores cansados, obligados a dejar a sus hijos precozmente,
a destetarlos. Tenemos niños más estresados. Tenemos mala educación. Los
colegios, salvo los que pueden pagar, son de muy mala calidad, se van
segregando por nivel social, entonces, los colegios donde hay menos plata, es
donde hay más estrés y hay mayor violencia. De hecho hay indicadores claros que
dicen que la tasa de angustia y depresión es de más o menos un 7% anual en las
personas de Lo Barnechea, Vitacura y Las Condes, pero es de un 40% anual en los
sectores de bajos ingresos, o sea, claramente, la angustia y la depresión en
Chile se distribuyen según nivel socioeconómico. Agréguele a eso que tenemos un
sistema previsional absolutamente reventado, con un sistema de salud que está
quebrado, donde se crea un sistema Auge que en la práctica significa que si
usted se fractura una cadera a los 70 años va a tener que esperar un año con
suerte para que la operen. Entonces: desprotección, trabajo precario, campea el
poder de los empresarios, de los poderosos, con bajo nivel de sindicalización,
con leyes laborales que protegen poco a los trabajadores, con inspecciones del
trabajo que muchas veces favorecen más al empleador que a los trabajadores”.
-¿Quiénes acuden a su consulta?
“Trabajadores del Transantiago, trabajadores del
comercio, cajeras de supermercado, vendedores de call center, profesores
sobreexplotados que tienen que trabajar a triple jornada para hacer las
“lucas”, y al otro lado: ejecutivos de bancos y de empresas transnacionales,
porque la lógica del neoliberalismo es la sobreexplotación del trabajador que
incluye también al ejecutivo, entonces, tenemos estrés al por mayor”.
-¿Cuánta responsabilidad tiene en la salud mental
de la población, la impunidad en la que ha vivido la sociedad chilena en los
últimos 40 años?
“Afecta, y no sólo la impunidad de los crímenes
cometidos hace 40 años atrás, hay que pensar que hoy 15 mil niños están
secuestrados por el Poder Judicial, y las familias que hay detrás de esos
niños, que no tienen plata para pagar un buen abogado. Porque, ¿quiénes son los
que van a las cárceles?, los pobres. ¿Quiénes son los niños que terminan en el
Sename?, los niños pobres. Además, tenemos un Poder Judicial que está en
crisis. Carpetas que se acumulan en la fiscalía. Los fiscales de abusos
sexuales no dan abastos. O sea, un Poder Judicial que no está al servicio de la
gente. Claro, en aquellos sectores que sufrieron más directamente la represión
de la dictadura, por cierto que ahí también se acumula mayor fragilidad y
patologías.
Otro sector muy afectado en su salud mental y emocional,
es el pueblo mapuche. Estamos comenzando a trabajar con comunidades de niños y
adolescentes en la zona mapuche, en Ercilla precisamente, y la impresión que
tenemos es que hay un nivel de angustia, de temor, de desesperanza en algunos
casos, brutal. No sólo en los niños, en mujeres, en hombres. Niños que ven como
entra Carabineros a las 12 de la noche, les descerraja la puerta, sacos de
harina que se rompen en allanamientos que se hacen dos o tres veces al mes.
“Hoy tenemos no sólo el impacto a los derechos
humanos de hace 40 años atrás. Hay territorios en Chile donde la violación a
los derechos humanos continúa de manera subrepticia, o a veces más directa,
como en la zona mapuche”.
LA ANOMIA “UN PAÍS DE ZOMBIES”
-¿Pero qué pasa con una sociedad que ve que quienes
cometieron violaciones atroces a los derechos humanos, tienen penas menores o
bien, andan sueltos y se los puede topar en cualquier esquina? Que no ha habido
justicia.
“No hay justicia para los poderosos, porque para el
pobre la justicia le cae con brutalidad. Todo eso va generando un fenómeno que
se llama anomia, que es la pérdida de la confianza en que existe un colectivo”.
“Los seres humanos somos animales sociales, somos
primates sociales, somos colectivo. Nuestra identidad se forma en la
interacción con los otros. Entonces, ¿qué pasa cuando se disuelven los vínculos
sociales y se pierde la confianza en que el colectivo es portador de una norma,
de un sentido, de una cultura? Surgen estas tribus urbanas, surgen las sectas,
los movimientos religiosos fundamentalistas, porque el ser humano necesita del
colectivo. Se produce este fenómeno de aislamiento, de insensibilización donde
al final vamos transformándonos en un país de zombies, que viven en la rutina.
Se produce una anomia, una pérdida de la conexión con la moral, lo social, lo
valórico. Entonces, hoy día pasan cosas aberrantes en Chile y la gente sigue su
camino como un verdadero zombie, y el que logra conectarse con la realidad se
deprime y se angustia. Tenemos un país dividido entre los anómicos,
insensibilizados, zombificados y los que logran conectarse con esta situación”.
-¿El diagnóstico es que este es un país que está
enfermo?
“Este es un país brutalmente enfermo, es cosa de
ver cómo manejamos, cómo nos vinculamos, la pérdida de cordialidad. Es un país
neurótico”.
-En el caso de un paciente, existen terapias y
medicamente, ¿qué se hace cuando es un país el enfermo?
“A un paciente, le damos fármacos para que el
cerebro comience a funcionar mejor, se adapte. Psicoterapia, para que la
persona vuelva a recuperar un nivel que le permita funcionar, pero claramente
estamos colocando parches. Si queremos salir de esta crisis de salud mental, el
país tiene que cambiar. Tenemos que volver a pensar, a imaginar un país decente,
un país vivible. Porque podemos generar ejércitos de psiquiatras, psicólogos,
consultores de salud mental, pero siempre vamos a quedar al debe, porque lo que
está generando esta oleada de enfermedades, inestabilidad emocional y estrés,
es el modelo y hay que hay que cambiarlo, pero para poder cambiarlo se
necesitan ciudadanos movilizados y conscientes. El problema es que el modelo
genera anomia y zombificación social. No es fácil. En la medida que el modelo
va enfermando más a la gente, la gente se va haciendo menos sensible. Por eso
el trabajo de recuperar la ciudadanía, la esperanza, es un trabajo urgente”.
-¿El proceso electoral que hoy vivimos, en el cual
se inscribieron nueve candidaturas a la presidencia, habla de un despertar o de
todo lo contrario?
“Yo creo que habla justamente de los contrario, de
la anomia, porque resulta que no hay sentido colectivo. La gente es incapaz de
generar alianzas. Creo que si hubiera más facilidades para inscribir
candidaturas habría 17 millones de candidatos, porque cada grupúsculo desconfía
del otro y genera identidades parciales, es un fenómeno de sectarización de la
política porque hay desconfianza. Entonces, está la izquierda más uno, más dos
o más tres. Ni la derecha logra ponerse de acuerdo, porque no hay redes, no hay
vínculos, no hay capacidad para generar alianzas y eso también tiene que ver
con el impacto que tiene el modelo neoliberal. Porque ¿cuál es el mensaje?:
arréglatelas solo, emprende solo, porque esta es una jungla y el que no se las
arregla solo, está sonado ”.
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