El príncipe Mohammed ben Salman acoge la delegación china en el aeropuerto de Riad, el 16 de enero de 2016.
por Thierry Meyssan
El presidente
chino Xi Jinping realiza una gira por Arabia Saudita, Egipto y la República
Islámica de Irán. Oficialmente, no se trata de hablar de política sino
sólo de economía. China propone a los Estados del Medio Oriente participar en
el establecimiento de la «nueva ruta de la seda» para que todos puedan
desarrollarse y liberarse del colonialismo occidental.
Red Voltaire | 25 de enero de
2016
El mundo árabe de hoy está bajo el dominio de
Estados Unidos, que trata de explotarlo y de frenar su desarrollo. Pero
las numerosas revueltas registradas en Palestina, Siria, Irak, Yemen
y Bahréin muestran que existe una voluntad de resistencia que contrasta con el
voluntario servilismo de los europeos.
Ese juego, enteramente controlado por Washington
desde los éxitos de Henry Kissinger, está viéndose modificado, por un lado, por
la intervención militar rusa en Siria y, por otro lado, por
el regreso del comercio chino, que dominó el Mediterráneo durante la
Antigüedad tardía y la Edad Media.
Es en ese contexto que el presidente Xi Jinpin
ha emprendido una gira por Arabia Saudita, Egipto y la República Islámica de
Irán, con el objetivo de abrir tramos de una nueva vía de comunicación,
según el eslogan que adoptó el líder chino desde 2013: «un cinturón,
una ruta». Se trata a la vez de una vía terrestre como la antigua
«ruta de la seda» y de una vía marítima como la que imaginó el
almirante Zheng He, en tiempos del imperio Ming. Para concretar ese
proyecto fundamental, que viene preparando desde hace una decena de años,
la República Popular China ha creado el Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura (BAII), del que son miembros los 3 países que presidente
chino está visitando, aunque Irán no ha ratificado aún el tratado.
Aunque el presidente chino evita hablar de política
y llevar directamente la contraria a los intereses occidentales,
su proyecto económico, si llegara a concretarse, llevaría a un
liderazgo mundial chino-ruso y sería el fin del imperio talasocrático de
británicos y estadounidenses.
Sería falso creer que Pekín no hace política y
que está ausente de la región en el plano político. China ha respaldado la
lucha de la Resistencia palestina, que incluso pudo abrir, hace ya mucho tiempo,
una representación en Pekín. En 2006, fue gracias a los misiles
chinos que el Hezbollah impidió a los barcos israelíes bombardear la costa
libanesa. Y, según numerosos expertos, no fueron árabes sino consejeros
chinos quienes accionaron esos misiles. Hoy en día, China ha impuesto
su propia participación en las negociaciones sobre Siria y durante los
últimos meses ha recibido a los representantes de todas las facciones.
En todo caso, durante su viaje Xi Jinping ha limitado sus
intervenciones políticas.
Arabia Saudita
China es el principal cliente de Arabia Saudita, de
donde importa petróleo por valor de 70 000 millones de dólares
al año. Pekín espera que la dinastía Saud permitirá que las mercancías
chinas pasen por su suelo [que, en este caso, es propiedad de los
Saud]. Pero chinos y sauditas son rivales en Pakistán y
se enfrentan en una guerra feroz en Xinjiang. Desde hace al menos una
década, Estados Unidos está reclutando yihadistas chinos, a través de
los servicios sauditas, durante el peregrinaje a La Meca. Estos
yihadistas, frecuentemente uigures, actúan después bajo las órdenes de los
servicios secretos turcos para perpetrar atentados, primeramente en el oeste
de China, que ahora están cometiendo en todas partes de ese país y en nombre
del Emirato Islámico.
El rey Salman y el presidente Xi inauguraron la
refinería de Yasref-Yanbu, en la costa oeste de Arabia Saudita. Es la primera
refinería construida en el extranjero por la empresa china Sinopec. Evaluada en
10 000 millones de dólares, dos tercios de esta instalación pertenecen a
Aramco [la compañía estatal saudita a cargo de la explotación y
comercialización del petróleo] y un tercio pertenece a la compañía china.
Esta gigantesca instalación, construida en 2 años, es resultado de una
inversión que se realiza precisamente en momentos en que la coalición
encabezada por Estados Unidos contra el Emirato Islámico
ha bombardeado y destruido todas las inversiones similares de China
en Irak. De producirse una futura división de la actual Arabia Saudita,
esta refinería estaría en el Estado que se creara alrededor de las santas
mezquitas.
El presidente Xi Jinping se reunió también con el
secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), para acelerar la
creación de una zona de libre comercio, y con el de la Organización de
Cooperación Islámica.
Egipto
A su llegada a Egipto, el presidente Xi Jinping se reunió
con el presidente al-Sissi. Los dos dirigentes hicieron un balance de las
obras que multiplicaron por dos la capacidad de Canal de Suez. El año
pasado, los occidentales quedaron sorprendidos ante aquel faraónico esfuerzo
del Cairo, realizado en momentos en que Egipto no logra alimentar a
su población y sobrevive únicamente gracias a la ayuda financiera saudita.
Ahora puede verse claramente que aquel proyecto, que parecía carecer de sentido
en función del comercio mundial actual, forma parte, a mediano plazo,
del proyecto comercial de China.
Una vasta zona industrial se ha creado, en la
desembocadura del Canal, a 120 kilómetros del Cairo. Allí se prevén
inversiones de envergadura sin precedente, que darán empleo a 40 000
egipcios. Ya en este momento, los chinos han invertido en las canteras, de
manera que la piedra destinada a la construcción se ha convertido en eje
del comercio entre Egipto y China.
Además, China está participando en la construcción
de una nueva capital egipcia.
El Cairo, que en tiempos de Nasser fue la principal
potencia árabe, fue desapareciendo poco a poco de la escena internacional.
La victoria del presidente al-Sissi sobre la Hermandad Musulmana y la
relativa estabilización del país ahora le permiten nuevamente recuperar
su antiguo papel. El descubrimiento, por parte de los italianos,
de considerables reservas de petróleo, le permite prever una rápida solución de
sus problemas económicos y ya le está abriendo el acceso a préstamos en los
mercados internacionales.
Recordando las relaciones que Egipto y China
mantuvieron en tiempos de Nasser y de Zhu Enlai, la delegación china
se reunió con el presidente de la Cámara de Diputados, Ali Abdel Aal, e
instauró una cooperación institucional entre ese órgano y la Asamblea del
Pueblo.
Los presidentes de China y Egipto expresaron
públicamente su respaldo al proceso político en Siria y
se pronunciaron contra todo intento de derrocar el régimen por la fuerza.
Pero se abstuvieron de mencionar el contenido de sus intercambios sobre
ese tema.
El presidente Xi Jinping se dirigió además a la
Liga Árabe. En su intervención subrayó el enorme potencial comercial
de la región y la necesidad de colaborar pacíficamente entre naciones para
acelerar el desarrollo económico.
República Islámica de Irán
Mientras escribo estas líneas, el presidente
Xi Jinping acaba de llegar a Irán. China e Irán tienen una larga
historia común que data de la Antigüedad, como lo demuestran algunas estatuas
de Persépolis y la influencia china en la pintura iraní. En la
Edad Media, la «ruta de la seda» bordeaba la India y pasaba
por el Asia central para atravesar Irán y más adelante Irak y Siria. Desde
el gobierno del presidente Ahmadinejad, las universidades iraníes disminuyen
sus cursos en inglés para aumentar la práctica de la lengua china.
Para Pekín, Irán no es simplemente una etapa
histórica de la «ruta de la seda», es una cultura cercana de la que
China ha estado separada por mucho tiempo, un socio natural que,
debido a su identidad musulmana, le permite entrar más fácilmente en
un mundo árabe que ve globalmente como atrasado y violento.
La República Popular China y la Federación Rusa han
anunciado su intención de incluir la República Islámica de Irán como
miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghai.
Esta decisión, que se pospuso durante el periodo de las sanciones
occidentales, convertiría a Teherán en un importante actor en materia de
relaciones internacionales.
Elementos fundamentales :
China espera continuar la construcción de la nueva «ruta de la seda» a través del mundo árabe. Ya logró que se multiplicara por dos la capacidad del Canal de Suez. Está actuando con prudencia hacia Arabia Saudita y parece más cómoda en su relación con Egipto e Irán.
Pekín siente interés por las posibilidades de intercambio comercial con el Medio Oriente pero le interesan más aún los intercambios con Europa a través del Medio Oriente.
Aunque se abstiene de expresarse en el plano político, China se mantiene discretamente presente junto a los movimientos árabes de resistencia contra el imperialismo occidental. Irán se convertirá próximamente en miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghai.
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