06/01/2016
Opinión
Hoy más que nunca el “dinero” es un activo
económico para ricos y pobres, con destinos diferentes. El dinero sobrevalorado
se ha convertido en una fuente de poder para aquellos que sustentan el poder
económico en el planeta, y con esto manejan gobiernos, grupos empresariales,
medios de comunicación y otros. Por el otro lado, el dinero “mínimo necesario”
se ha convertido en una necesidad de subsistencia extrema para las clases
pobres, puesto que si no lo tienen, “se mueren”. Los pobres utilizan el
dinero para apenas subsistir en un mundo donde sus ingresos apenas alcanzan
para mantenerse. Los gobiernos, de los distintos países, se han
convertido en una suerte de defensores de los “ricos” y de los “pobres”. En un
mundo donde predomina el capitalismo salvaje, los gobiernos de ciertos países,
simplemente resultan ser títeres de grupos de poder económico.
En estas circunstancias, la humanidad se debate hoy
en una guerra mundial económica, donde Estados Unidos y sus aliados decidieron
atacar con todo a aquellos países que les hacen competencia, como China y
Rusia, y contra aquellos países que no se ajustan a sus políticas depredadoras,
como muchos de los países de Latinoamérica con gobiernos progresistas.
Hoy más que nunca, aquellos que consideran que el
dinero debe favorecer a pocos, y que debe ser distribuido de forma
diferenciada, deben saber que las riquezas del planeta Tierra nos corresponden
a todos, o sea la humanidad es la propietaria de las mismas. Si bien el
capitalismo ha creado la propiedad privada como pilar de sustento del sistema
para su desarrollo, hoy ese concepto distorsionado de propiedad rompe cualquier
tipo de equilibrio, y con eso el capitalismo salvaje desea para pocos la
propiedad de la mayor parte de las riquezas del planeta, y actúa para que el
resto se quede con las migajas. Aquellos que se creen dueños del mundo por el
megacapital reunido están muy equivocados al creer que la naturaleza les
corresponde, que el trabajo humano debe estar sometido a sus intereses, y que
por la cantidad de dinero que poseen, aquellos que no tienen deben rendirles
pleitesía.
Hoy más que nunca todo individuo con capacidad de
toma de conciencia debe apoyar a quien lucha por la igualdad social y por la
distribución de la riqueza, sin ser necesariamente marxista leninista o
maoísta. Cualquier hijo de vecino con necesidades, cualquier intelectual con
criterio humanista, cualquier individuo que desea la transformación de la
sociedad para bienestar de todos, debe entender que la riqueza debe estar a
cargo de aquellos que la van a distribuir de forma equitativa, en favor de toda
la humanidad, como concepto prioritario.
La humanidad de hoy atraviesa esta crisis
económica, puesto que está en proceso de transformación. Si bien la crisis
muestra también el embarrancamiento de las estructuras hipercapitalistas,
muestra también la necesidad de las personas por promover una sociedad más
justa.
El capitalismo, hoy más que nunca, usa los medios
de comunicación para generar desinformación, y con esto genera o refuerza
espejismos alrededor de la gente. Engaña con información falsa y distorsionada.
Desea que las personas sigan como borregos al sistema aceptando injusticias y
muchas catástrofes humanas. Aquellos periodistas que tienen capacidad de toma
de conciencia y análisis crítico deben denunciar, en cada artículo, en cada
ensayo y en cada comentario, esta política de desinformación.
Habiendo sido descubierto, por la física cuántica,
que la mente configura una red mundial, donde cada ser, cada persona, influye
en la esa red con su percepción, con sus pensamientos, y con sus aptitudes,
cada persona de bien debe crear una forma de pensamiento que involucre que el
dinero pasa a favor de aquellos que más lo necesitan, a favor de aquellos que
lo distribuyen de forma equitativa, y a favor de aquellos que buscan la
transformación positiva de la humanidad. Es hora de que el dinero pase a
las manos de una mayoría que no busca el acaparamiento (otro pilar de
capitalismo) y si, procura el bienestar de todos. Por esto, hay necesidad de
que gobiernos progresistas surjan en todo el orbe.
En esta guerra, todos perdemos si el dinero queda
en pocas manos, y todos ganamos si el dinero se distribuye entre todos. Y por
cierto, los necesitados no sólo son los pobres, (aquellos que no tienen un
centavo para el día a día), sino también son todos aquellos que viven de un
salario o que viven de un pequeño negocio; son aquellos nuevos profesionales
que buscan trabajo y también los desempleados; son aquellos que viven en
circunstancias de guerra y aquellos que son refugiados; son aquellos que
estudian o enseñan en escuelas, colegios y universidades; son aquellos ancianos
que son arrojados en asilos y son los hijos abandonados por sus padres que
pululan en las calles.
Si bien el capitalismo da condiciones de vida (con
ciertas comodidades) a las clases medias, ese bienestar es simplemente un
espejismo para generar una conducta de comodismo y de aceptación del sistema de
manera pasiva. Sin embargo, cuando aparece una crisis económica fuerte que
afecta también a las clases medias, nadie se preocupa de que esas clases caigan
en la pobreza y ya no tengan dinero para vivir como antes (Ver información
respecto a crisis anteriores en USA, España y otros países, afectando de forma
severa a familias de clase media que perdieron sus casas y sus empleos).
Es hora de que el dinero pase a manos de quienes
harán un buen uso del mismo. En plena guerra ya no importa la ideología, la
filosofía o la creencia personal, efímeras, puesto que la urgencia es que en
este conflicto económico mundial gane la opción de aquellos que usaran el
dinero para transformar la humanidad, y que aparezca una sociedad mucho más
equitativa, donde los valores espirituales predominen sobre los materiales.
Iván Prado Sejas
Escritor, psicólogo, docente universitario y
Presidente del PENCOCHABAMBA
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