Hola amigos!
Comprender
los liderazgos políticos es comprender cómo piensa, siente y actúa una
masa psicológica. Claro que el concepto de masas no es igual en este siglo 21
que lo que fue en el siglo 20.
Hoy las multitudes que siguen y votan y apoyan
a un líder político no participan en grandes concentraciones humanas ni actúan
físicamente en una masa.
Pero es un nuevo tipo de masa: millones de
personas, casi todas aisladas entre sí pero todas con una pantalla frente a sus
ojos, ya sea smartphone, televisor, ordenador o tablet. La pregunta es:
¿reaccionan en forma similar a una multitud en la calle?
Para analizar estos temas le hice una visita
imaginaria al Dr. Sigmund Freud. Lee La Cara Oculta del Liderazgo Político de Nuestro Tiempo y
verás el resultado de mi 'diálogo'.
Saludos cordiales,
Daniel
Publicado en February 23, 2016 por Daniel Eskibel
TIP:
Recuerda que los votantes desean sentirse comprendidos, valorados, acompañados
y queridos.
El lector camina por uno de los largos corredores
de la nave Enterprise. A su lado va el Teniente Comandante Data, serio e
inexpresivo. Ambos caminan rumbo al Holodec (1).
-Señor Data- dice el lector con voz insegura
-¿Señor?
-¿Puedo hacerle una pregunta?
-Claro que sí-. La blanquísima cara del Oficial de
la Federación parece iluminarse por un instante.
-¿Por qué Jean Luc Picard es, además de Capitán de
esta nave, algo así como un líder, un conductor para todos ustedes?
El lector y Data se detienen frente a la puerta del
Holodec. Allí dentro pueden vivirse todas las fantasías, siempre que sean
adecuadamente programadas en la computadora. A esta tarea de programación se
entrega el señor Data. Mientras tanto su rostro tiene un aspecto de perplejidad
y curiosidad.
-Creo que nunca nos hemos hecho esa pregunta en el
Enterprise- dice Data mientras sigue trabajando en la computadora.
Sus ojos brillan con intensidad al continuar
respondiendo:
-Sucede que para quienes confían plenamente en
Picard, su liderazgo es sentido como algo natural, como que simplemente es así
y así debe ser y no hay nada que preguntarse. Y para quienes no confían en él,
pues sencillamente creen que su liderazgo tiene bases falsas y que se derrumbará
en cualquier momento, entonces ¿para qué estudiar un problema que pronto dejará
de existir?
-¿Y usted que piensa?- insiste el lector.
-Lógicamente existe la posibilidad de que ambas
posiciones sean incorrectas. De hecho podría ser un campo interesante de
investigación científica. Me doy cuenta que para eso ha venido usted al
Enterprise. A propósito, el Holodec está a su disposición.
-Gracias señor Data- dice el lector parándose
frente a la puerta de entrada que con suave zumbido comienza a abrirse.
Data lo mira con interés pero sin perder cierta
expresión de perplejidad. Y le anuncia:
–Bienvenido al Holodec, la máquina de realidad
virtual más potente de la historia. Al atravesar esa puerta usted estará en
Viena en el año 1920, más concretamente en la calle Berggasse. Mientras usted
hace su recorrido yo pensaré en su pregunta. Realmente es interesante. Buena
suerte señor.
-Gracias Data –responde el lector mientras ingresa
al Holodec y la puerta se cierra detrás suyo.
El Dr. Freud y los liderazgos
políticos
El lector se mezcla con la gente que camina por
aquella calle de Viena. Observa con placer los edificios de cuatro o cinco
pisos de altura, repletos de ventanas rectangulares con pequeños balcones. Se
detiene frente al número 19.
Diez minutos después esta tendido boca arriba en un
diván.
-Dr. Freud –dice-, quisiera comprender cómo es que
millones de personas, todas ellas muy diferentes entre sí, pueden elegir a
un mismo líder político y confiar en él.
La voz de Freud le llega desde una zona situada
detrás suyo:
–“El más singular de los fenómenos presentados
por una masa psicológica es el siguiente: cualesquiera que sean los individuos
que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su género de vida,
sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el solo hecho de hallarse
transformados en una multitud les dota de una especie de alma colectiva. Este alma les hace sentir, pensar y obrar
de una manera por completo distinta de cómo sentiría, pensaría y obraría cada
uno de ellos aisladamente.” (2)
El lector arriesga una opinión:
-Sí, entiendo. Pero se me ocurre que una masa
psicológica no es lo mismo a principios del siglo veinte que en el siglo
veintiuno, cuando las multitudes que siguen y votan y apoyan a un líder
político no participan en grandes concentraciones humanas ni actúan físicamente
en una masa.
Salvo que pensáramos en un nuevo tipo de masa:
millones de personas, casi todas aisladas entre sí pero todas con una pantalla
frente a sus ojos, ya sea smartphone, televisor, ordenador o tablet. En ese
caso…¿reaccionarían en forma similar a una multitud en la calle?
Freud no responde ni que sí ni que no. Simplemente
explica:
”La multitud es impulsiva, versátil e irritable
y se deja guiar casi exclusivamente por lo inconsciente…Aún cuando desea apasionadamente
algo, nunca lo desea por mucho tiempo…No tolera aplazamiento alguno entre el
deseo y la realización. Abriga un sentimiento de omnipotencia…
Es extraordinariamente influenciable y crédula…Piensa en
imágenes que se enlazan unas a otras asociativamente…Los sentimientos son
siempre simples y exaltados. De este modo, no conoce dudas ni incertidumbres.
Las multitudes llegan rápidamente a lo extremo. La
sospecha enunciada se transforma ipso facto en indiscutible evidencia. Un
principio de antipatía pasa a constituir en segundos un odio feroz.” (3)
Se hace un silencio bastante prolongado.
El lector comenta en voz alta sus pensamientos:
-Aislados físicamente pero psicológicamente
integrantes de multitudes…podría ser, sí. Con pantallas operando como
mediadoras con los líderes. Pantallas con palabras, con imágenes, con sonidos…
En la penumbra de la habitación el lector apenas
entrevé el pesado mobiliario recargado de libros y pequeñas estatuillas y
objetos de arte. La voz de Freud parece flotar en el aire:
-”La multitud se muestra muy accesible al poder verdaderamente mágico de las palabras, las cuales son
susceptibles tanto de provocar en el alma colectiva las más violentas
tempestades como de apaciguarlas y devolverles la calma. La razón y los
argumentos no pueden nada contra ciertas palabras y fórmulas…”(4)
“La multitud no reacciona sino ante estímulos
muy intensos. Para influir sobre ella es inútil argumentar lógicamente. En
cambio, será preciso presentar imágenes de vivos colores y repetir una y otra
vez las mismas cosas.” (5)
El lector sonríe:
-Eso me recuerda algunas campañas políticas que he
visto recientemente. Tal vez usted tuvo algo que ver.
Freud no le contesta. En el largo silencio se
escucha el tic tac de un reloj. El lector piensa, algo preocupado:
-¿Se habrá enojado por el chiste? ¿O estará
pensando para interpretármelo? ¿No se habrá quedado dormido?
En ese momento reaparece poderosa la voz de Freud:
-Es la hora.
Y finaliza la sesión.
Liderazgo: una cuestión de amor
El lector no podrá quejarse: estuvo en el
Enterprise, habló con el Teniente Comandante Data y estuvo en el diván de
Freud, en la Viena de 1920. Todo para intentar comprender mejor el fenómeno
psicosocial de los liderazgos políticos.
Los líderes políticos más convocantes poseen una
poderosa capacidad de comunicación. La misma se despliega en todo su esplendor
en las pantallas que estructuran la vida de la gente. Y en torno a esas
pantallas se congrega una muchedumbre que siente, piensa y actúa en forma
similar a la multitud que se despliega en la calle.
Freud concebía como masas desde las multitudes
efímeras, episódicas, formadas en la calle en determinado momento, hasta
instituciones como la Iglesia y el Ejército. Hoy en día podemos concebir estas
otras multitudes, las de los públicos instalados frente a las pantallas.
El estrado del acto de masas es sustituido por la
pantalla. Los miles de ojos del público ya no son visibles para el comunicador.
El público ya no siente la presencia física masiva de los otros espectadores,
ya no siente sus gritos, sus olores, su roce, sus empujones, su calor, su
colorido, su movimiento. Pero se sabe y se siente dentro de una multitud.
Tanto se siente en esa multitud, formando parte de
ella, que justamente suele utilizar las pantallas para eso: para sentirse
acompañado.
Y así, además, se siente mucho más cerca del
orador, lo ve y lo oye mucho mejor.
Esta nueva masa distiende sus represiones, se
vuelve más sugestionable, es afectada más fácilmente por el contagio afectivo,
y puede ubicar a una figura casi virtual como Ideal de su Yo, como modelo y
punto de referencia.
Desde sus pantallas van hilos invisibles que se
atan afectivamente a ese líder, mientras otros hilos invisibles se atan con
otros millones de personas que en ese mismo momento están ubicando a ese mismo
líder en su Ideal del Yo.
Todos ellos viven la ilusión de todas las masas: el
líder que ama por igual a todos los miembros del grupo.
Quizás, al fin y al cabo, los liderazgos políticos
tengan mucho que ver con el amor. Y con las necesidades amorosas en un mundo
fragmentado, lleno de multitudes solitarias y atravesadas por la violencia,
desconfiadas ya del excesivo uso de argumentos razonables para justificar hasta
el horror más descarnado.
Notas
(1) La nave espacial Enterprise,
su Capitán Jean Luc Picard y el Teniente Comandante Data son algunos de los
protagonistas de la serie televisiva “Viaje a las estrellas. La nueva
generación” (creada por Gene Rodenberry).
(2) Sigmund Freud: “Psicología
de las masas y análisis del Yo”. En “Obras completas” tomo VII, Biblioteca
Nueva, 1974. Pag. 2565.
(3) S. Freud: ibídem, pag. 2568.
(4) S. Freud: ibídem, pag. 2569.
(5) S. Freud: ibídem, pag. 2568.
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Este artículo fue publicado originalmente en enero 2016 en el número 007 de la Revista Beerderberg.
Daniel Eskibel pasó de un diván como el de Freud a la locura de las campañas políticas. Tal vez por eso regala 16 libros de estrategia política y 1 curso de psicología política en www.maquiaveloyfreud.com/biblioteca
Este artículo fue publicado originalmente en enero 2016 en el número 007 de la Revista Beerderberg.
Daniel Eskibel pasó de un diván como el de Freud a la locura de las campañas políticas. Tal vez por eso regala 16 libros de estrategia política y 1 curso de psicología política en www.maquiaveloyfreud.com/biblioteca
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