Atmósfera de Ideas
TRES EXPERIENCIAS
UNO
TRES EXPERIENCIAS INTERNACIONALES
Del siglo pasado
hay valiosas experiencias revolucionarias internacionales, de las cuales hay
mucho que aprender siguiendo la norma de “que lo pasado sirva al presente y lo extranjero
al país” Pero sin desmerecer a otras y tomando una por continente, se tiene en
Europa la Revolución de Octubre, en Asia la Revolución China, en América la
Revolución Cubana.
En 1917 la
Revolución de Octubre (25 de octubre en el Calendario Juliano, 7 de noviembre
en el Calendario Gregoriano), abrió una nueva época en la historia mundial:
“con la Revolución Rusa ha comenzado la revolución social” (JCM, 15.06.23) La
repercusión de este gran esfuerzo de un sector del proletariado europeo quedó analizada
por JCM en su célebre Historia de la Crisis Mundial. Ya en su
primera conferencia señalaba que esta revolución repercutía en nuestro país
porque “el Perú, como los demás pueblos de América, gira dentro de la órbita de
esta civilización, no sólo porque se trata de países políticamente
independientes pero económicamente coloniales, ligados al carro del capitalismo
británico, del capitalismo americano o del capitalismo francés, sino porque
europea es nuestra cultura, europeo es el tipo de nuestras instituciones” y que
“precisamente, estas instituciones, que nosotros copiamos de Europa, esta
cultura, que nosotros copiamos de Europa también, están ahora en un período de
crisis definitiva, de crisis total” (15.06.23) En el Programa de las
Conferencias figuraba el análisis de la controvertida Nueva Política Económica,
NEP; la reseña periodística señala que “La nueva política económica de los
Soviets está caracterizada por algunas concesiones, inevitables históricas y
políticamente” (23.10.23); y años después señala que “El genio realista de
Lenin inauguró el ‘nuevo curso’. Vino el período de la NEP (Nueva Política
Económica) Período de trabajo prosaico: reorganización de la industria y el
comercio” (01.10.27)
El 07.11.07
cumpliría la Revolución de Octubre 90 años. La URSS era el país más extenso del
mundo. Era de hecho, un país-región en el plano mundial. En sus etapas,
primero, gracias al Partido Comunista, gracias al Socialismo de
Estado, gracias a la NEP, La Unión Soviética se desarrolló y pudo
superar el atraso industrial, enfrentar la II-GM y la agresión nazi. Después,
pasada esta dura experiencia, a causa del Partido Comunista, a causa
del Socialismo de Estado, a causa de la NEP se derrumbó esta gran
experiencia internacional. Pero la copiosa literatura al respecto nos sirve
ahora más que nunca para hallar nuestro propio camino. Y la literatura de JCM
es la base para ello.
En 1949 triunfó la
Revolución China (1° de octubre) China es el único país que cuenta con una
historia continua de más de dos mil años, y con la población más numerosa del
mundo. En el plano internacional es, de hecho, un país-región. En los años 70
se descubrió la tumba del primer emperador, Qin Shi Huang-ti. El ejército de
Terracota, que la custodiaba, concita la atención internacional. Las dinastías
que se sucedieron impulsaron el avance de China, hasta que las posibilidades
del feudalismo se agotaron. En 1840, la agresión europea, británica en
particular, se inició con la Guerra del Opio. Pero tras cien años de larga y
tenaz lucha contra el imperialismo, feudalismo, capitalismo burocrático el
pueblo chino logró la victoria e inició la construcción de una nueva sociedad.
En la primera Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, Mao Zedong
señaló que “Nuestra nación no será más una nación humillada. Nos hemos puesto
de pie” (21.09.49) Eso está ocurriendo ahora.
En 1929 JCM
señalaba que “La revolución china constituye el signo más extenso y profundo
del despertar del Asia. Un pueblo de 400 millones de hombres, a través de este
proceso lleno de alternativas y complicaciones, se esfuerza por encontrar la
vía de su emancipación” (13.03.29) Es a través de estas alternativas y
complicaciones que China ha logrado convertirse en el país del más alto
desarrollo sostenido, cerrando primero sus fronteras para montar su base
industrial y abriéndolas después para concurrir en el mercado internacional,
declarando construir un “socialismo con características chinas” El análisis de
este “signo más extenso y profundo del despertar del Asia” nos sirve ahora para
hallar nuestro propio camino. Y la literatura de JCM es la base para ello.
En 1959, 1° de
enero, triunfó la Revolución Cubana, en un país-isla de 10 millones de
habitantes y a 150 km de EUA, el país más poderoso de la tierra. Sin embargo,
rompiendo todo fatalismo geográfico, superando la dirección del Partido
Socialista Popular de los comunistas cubanos, mediante un Movimiento
político-militar el pueblo cubano derrocó a la dictadura títere del
imperialismo, uniendo la lucha contra el colonialismo a la lucha por el cambio
social. Durante décadas Cuba ha podido repeler el embargo sistemático de EUA,
aunque no ha podido lograr su autonomía económica. Cuando se desintegró la
URSS, más de un analista interesado pronosticaba la inminente caída del régimen
“Castro-comunista” Sin embargo, hasta ahora Cuba se muestra como La Dignidad
de América, y en reciente sesión de la ONU, 184 países votaron contra el
ilegal embargo, respaldo que es imposible ignorar o pasar por alto, y sólo tres
países apoyaron a EUA.
Si bien JCM no se
refirió directamente a Cuba, su copioso, persistente y sistemático análisis de
la lucha de nuestros países queda plasmado en sus Temas de Nuestra América.
Esa literatura es la base para comprender nuestra realidad americana.
Sobre la base de la
obra de JCM, literatura elemental para comprender el devenir de la Unión
Soviética es Historia del Partido Comunista (bolchevique) de
la URSS (Moscú, 1940, 430 págs.) Y su elemental mensaje que nos deja es
que, en la labor de preparación desempeña papel decisivo la construcción
ideológica, la construcción teórica, la construcción política, la construcción
orgánica. (Cap. IV. La Conferencia de Praga).
Sobre la base de la
obra de JCM, literatura elemental para comprender el devenir de China es Breve
Historia del Partido Comunista de China (Beijing, 1994, 1015 págs.)
Y su elemental mensaje que nos deja es que, al echar una mirada a los últimos
42 años de China (Nota: 1949-1991), con sus éxitos y reveses, “la
sociedad humana nunca se ha desarrollado y progresado en forma recta, y es
inevitable que cometamos errores en el trabajo y experimentemos reveses en el
proceso de desarrollo cuando buscamos un nuevo camino de construcción
socialista sobre la base económica y cultural tan extremadamente atrasada como
la que nos legó la vieja China. El hecho de que sean grandes o pequeños los
reveses depende de muchos factores, empero, no se puede plantear la hipótesis
de la no ocurrencia de ningún tipo de reveses” (Conclusión)
Sobre la base de la
obra de JCM, literatura elemental para comprender el devenir de Cuba son La
Historia me Absolverá: “En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no
lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde
ensañamiento, pero no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a
sesenta hermanos míos. Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.(Fidel
Castro, La Habana, 1953); y la Segunda Declaración de La Habana: “Las
condiciones subjetivas de cada país, es decir, el factor conciencia,
organización, dirección, pueden acelerar o retrasar la revolución según su
mayor o menor grado de desarrollo; pero tarde o temprano en cada época
histórica, cuando las condiciones objetivas maduran, la conciencia se adquiere,
la organización se logra, la dirección surge y la revolución se produce” (La
Habana, 1962).
De estas tres
experiencias, una por continente, se constata que hasta el presente la
revolución proletaria ha triunfado en países atrasados, en países
semi-coloniales. Ésa es la razón básica para que tengan que emprender de
inmediato la industrialización del país, con todas sus contradicciones,
problemas, peligros y consecuencias que esa tarea conlleva. A causa de esta
tarea, no ha sido posible transformar radicalmente la superestructura mediante
un Estado tipo Comuna, como plantea la teoría marxista y se ha tenido que
conformar un aparato burocrático-militar que a la corta o a la larga resultó
ser otro aparato burocrático-militar, como el que fue derrocado por la
revolución. El Soviet primigenio fue archivado, la Comuna Popular fue
archivada, el Pueblo en armas fue archivado; y sólo en Cuba, según la propaganda,
funciona todavía el “pueblo en armas”, como única forma de poder enfrentar la
agresión del imperialismo. Y no se ha podido resolver la cuestión del
multipartidismo, bipartidismo, unipartidismo, apartidismo. Queda intocado el
tema capital, el propio Partido Comunista único.
En todo cambio
social, temprano o tarde “la revolución devora a sus líderes” Eso ocurrió en
Rusia, eso ocurrió en China, eso ocurrió en Cuba. Y al identificarse con la
propaganda que los elevó, el activista interno o externo rechaza a quien lo
defenestró, dejando de lado la premisa del análisis concreto de la realidad
concreta. Y en lugar de aprender, el activista externo pretende dar lecciones a
los actores del proceso. Se olvida que “la ironía de la historia quiso -como
acontece generalmente cuando el Poder cae en manos de doctrinarios- que tanto
unos como otros hiciesen lo contrario de lo que la doctrina de su escuela
prescribía” (Prólogo de Engels, 1891, a La Guerra Civil en Francia,
de Marx, 1871) Y, por un lado, Marx señalaba que ”Ninguna formación social
desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben
dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción
antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el
seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre
únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos
siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se
están gestando las condiciones materiales para su realización” (Prólogo a
Contribución a la Crítica de la Economía Política, 1859) Por otro lado,
después entre nosotros JCM señala que “La Revolución social necesita
históricamente la insurrección de los pueblos coloniales. La sociedad
capitalista tiende a restaurarse mediante la explotación más metódica y más
intensa de sus colonias políticas y económicas. Y la revolución social tiene
que soliviantar a los pueblos coloniales contra Europa y Estados Unidos, para
reducir el número de vasallos y tributarios de la sociedad capitalista”
(22.12.23)
Debemos tener
presentes ambos planteamientos en el análisis concreto de cada situación concreta.
Ragarro
03.01.08
18.03.08
DOS
TRES EXPERIENCIAS NACIONALES
El Perú, como
cualquier otro país del mundo, tiene un glorioso historial de lucha contra la
dominación ideológica, explotación económica, opresión política, represión
social. El pueblo peruano no desmerece ante otros pueblos del mundo. Aún más,
tiene hasta literatura propia que le da fisonomía singular. Felipe Huamán Poma,
Garcilaso de la Vega Inca, Hipólito Unánue. Ricardo Palma, Manuel González
Prada, César Vallejo, José Carlos Mariátegui jalonan nuestra historia, sin
desmerecer a tantos más varones ilustres y mujeres heroicas. Huamán Poma y
Garcilaso nos enseñan lo que fue nuestro glorioso pasado precolombino, lo que
fue el único Estado conocido en todo el Hemisferio-Sur, de cuyo pasado a veces
vivimos hasta de espaldas, Hipólito Unánue y Ricardo Palma nos enseñan la preparación de la lucha por el
cambio social de entonces, y a rescatar nuestras propias tradiciones. González
Prada y César Vallejo nos muestran ya al aristócrata intelectual y al hijo del
pueblo trabajador comprometidos con la nueva realidad social. Con el Amauta
Mariátegui se asimila creadoramente la teoría del proletariado, clase con la
cual culmina la sociedad de clases y que en nuestra realidad tiene connotación
específica, unión de obreros y campesinos “con carácter netamente clasista” El
socialismo ciencia fue “peruanizado” por JCM.
El Perú
precolombino fue obra de un pueblo trabajador, solidario, digno, disciplinado,
creativo, cualidades que marcan nuestra realidad actual sin solución de
continuidad. Sin trabajo solidario no habría podido domeñar la difícil
naturaleza. Sin dignidad ni disciplina no habría podido resistir la desigual
lucha contra la adversidad histórica. Sin creatividad no habría podido expresar
su pensamiento propio ante tantos retos del proceso social. Es, pues, el más preciado
legado de nuestro pasado histórico. Es nuestra piedra miliar. Con la rebelión
de Túpac Amaru, 1781, se agotó la posibilidad de una “restauración” del Estado
quechua, con dinastía incaica incluida. Y la rebelión de Atusparia, 1885,
mostró ya la impotencia de todo intento similar “por falta de fusiles, de
programa y de doctrina”, como analizara JCM (15.03.30) El programa restaurador
era ya obsoleto, y la doctrina liberal estaba ya en el Poder en plena
república.
El Perú republicano
fue otro gran esfuerzo en nuestra historia, la independencia, la emancipación
del país, con los altibajos propios de toda creación heroica. Si el Perú
republicano devino políticamente independiente pero económicamente colonial,
eso se debe al desarrollo propio del capitalismo internacional, y a que el
liberalismo peruano no pudo liberarse del lastre feudal y no supo resolver el
problema primario, el problema de la tierra. La pobreza de la literatura
liberal sólo expresa la pobreza del capitalismo peruano, marginal ante el capitalismo
transnacional. Pero el Perú republicano es el punto de partida para nuestra
tercera experiencia histórica, que no puede ser ya la “segunda independencia” o
“segunda emancipación” sino la emancipación del trabajo, en esencia la
propiedad social sobre los medios de producción. Por eso señalaba JCM que “La
reivindicación que sostenemos es la del trabajo. Es la de las clases
trabajadoras, sin distinción de costa ni de sierra, de indio ni de cholo”
(11.03.27)
Contrastando con
esta realidad surge la lucha por el Socialismo Peruano, por el Perú Socialista.
Su tarea basal fue resolver la cuestión nacional. Sin ella no era ni será
posible unir a obreros y campesinos en la lucha común contra el enemigo común,
por el cambio social. No era ni será posible el Perú Integral. Para ello había
que lograr perfil definido, no seguir al bastón de mando de turno sino aprender
por cuenta propia. El Socialismo Peruano surgió así como creación heroica, no
de iluminados sino de quienes supieron y lograron realizar el análisis concreto
de la realidad concreta de su tiempo. Es el mejor mensaje que nos dejan los
iniciadores, partir siempre de la realidad, no de los libros.
En el análisis de
esta realidad concurren diferentes escuelas, diferentes tendencias. Es natural,
entonces que la lucha hasta se agudice en momentos coyunturales. Y si el pueblo
peruano tiene cualidades innegables, que es deber común reconocer, resaltar,
asimilar y cultivar, también tiene defectos que se expresan en los individuos,
por más buenas intenciones que levanten. El pueblo indígena, raizal, siempre se
ha mostrado desconfiado ate el “misti” aunque “La llamada hipocresía del indio,
según Valcárcel, es una actitud defensiva” (JCM, 25.02.27). Más de un
descendiente de terrateniente tiene “todos los defectos del plebeyo y ninguna
de las virtudes del hidalgo” (JCM, XI.27). Más de un intelectual burgués que se
une a la lucha del pueblo “tiene el concepto de la renta antes que el de la
producción” (JCM. 27.07.28). Esto se expresa más ahora, cuando se pasa a la
preparación de la organización. Así, quien no sabe mandar ni sabe obedecer es
porque tampoco sabe mandarse ni sabe obedecerse; es simple expresión del
individualismo huachafo.
Estas cualidades
son de mayorías y estos defectos son de minorías que, así se logre la
organización formal, persistirán hasta que una nueva cultura de solidaridad
enraíce en el pueblo. Mientras, la mejor solución es la que plantea la
expresión china: “buscar lo que haya de común, dejar de lado las divergencias”.
Es la guía más segura para avanzar, etapa tras etapa, hacia el objetivo común:
liberar las fuerzas productivas.
Ragarro
18.01.08
18.03.08
TRES
3.- TRES EXPERIENCIAS PROGRAMÁTICAS
El pueblo peruano
tiene a la vista tres experiencias programáticas básicas, que le sirven de guía
para la acción, dos del exterior y una propia. Teniéndolas siempre presentes,
podremos orientarnos mejor en la situación actual.
Del histórico Manifiesto
del Partido Comunista, 1848, parten todas las demás experiencias. En él
Marx y Engels, luego del corto Preámbulo y del conciso Capítulo I: Burgueses y
Proletarios, en el concreto Capítulo II: Proletarios y Comunistas, en su parte
final plantean “la adopción de medidas que desde el punto de vista económico
parecerán insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se
sobrepasarán a sí mismas y serán indispensables como medio para transformar
radicalmente todo el modo de producción” Entre esas 10 medidas no estaba aún la
“nacionalización”, que levantaba la burguesía.
En verdad, aparte del
punto de vista económico faltaba precisar el punto de vista político. Y sólo la
experiencia de la Comuna de París, 1871, posibilitó señalar que “la clase
obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y
ponerla en marcha para sus propios fines” (Prólogo de 1872) Así, siete puntos
básicos del Programa Máximo son: Nacionalización, Expropiación,
Propiedad, Centralización, Organización, Cultura, Planeación. Así, es en el Manifiesto
Comunista donde se plantea por
primera vez trabajar “según plan general”.
Cuando en nuevas
circunstancias surgieron nuevos partidos, en Alemania dos de ellos propusieron
unificarse y elaboraron el Programa de Gotha. Sometido a crítica, Engels
señaló que “En general, importa menos el programa oficial que sus actos. Pero
un nuevo programa es siempre, a pesar de todo, una bandera que se
levanta públicamente y por la cual los de afuera juzgan al Partido” (18.03.875)
Y Marx señaló que “Cada paso de movimiento real vale más que una docena de
programas. (…) pero cuando se redacta un programa de principios (en vez de
aplazarlo hasta el momento en que una más prolongada actuación conjunta lo haya
preparado), se colocan ante el mundo los jalones por los que se mide el nivel
del movimiento del Partido” (05.05.875)
Como la situación
había cambiado, se requería no de un Programa Máximo sino de un Programa
Mínimo. Por eso Marx señala que “Por tanto, si no era posible -y las
circunstancias del momento no lo consentían- ir más allá del programa de
Eisenach, habría que haberse limitado, simplemente, a concertar un acuerdo para
la acción contra el enemigo común”; y agrega que si a los lassalleanos “desde
el primer momento se les hubiera hecho saber que no se admitía ningún chalaneo
con los principios, habrían tenido que contentarse con un programa de
acción o con un plan de organización para la actuación conjunta” Así se planteó
por primera vez la diferencia entre Programa Máximo y Programa Mínimo,
la razón de ambos y la relación entre ambos. (Eisenachanos y Lassalleanos eran los
dos grupos a unirse) Ésta es la primera gran experiencia que debemos
asimilar
Cuando surgió
Lenin, logró la unificación de grupos que activaban en Rusia. Pero de inmediato
el Partido del proletariado ruso constituido tras tenaces esfuerzos contra el
“espíritu de secta” de los grupos, se escindió. En Dos tácticas… señala
que los militantes “debemos insistir en la necesidad de un gobierno provisional
revolucionario. Es más, debemos indicar el programa de acción de dicho
gobierno, programa que corresponda a las condiciones objetivas del momento
histórico por el que estamos atravesando y a las tareas de la democracia
proletaria. Dicho programa es todo el programa mínimo de nuestro Partido, el
programa de las transformaciones políticas y económicas inmediatas,
completamente realizables, por una parte, a base de las relaciones
económicas-sociales actuales, y necesarias, por otra, para dar el paso
siguiente, para realizar el socialismo” (p. 9) Luego señala que “al fijar como
tarea del gobierno provisional revolucionario la aplicación del programa
mínimo, la resolución elimina con ello las absurdas ideas semianarquistas sobre
la realización inmediata del programa máximo sobre la conquista del Poder para
llevar a cabo la revolución socialista. El grado de desarrollo económico de
Rusia (condición objetiva) y el grado de conciencia y de organización de las
grandes masas del proletariado (condición subjetiva, indisolublemente ligada a
la objetiva) hacen imposible la liberación completa inmediata de la clase
obrera”, y que “Si en un momento determinado tales o cuales obreros nos preguntan
por qué no hemos de realizar nuestro programa máximo, contestaremos
indicándoles cuán ajenas son aún al socialismo las masas del pueblo,
impregnadas de un estado de espíritu democrático, cuán poco desarrolladas se
hallan aún las contradicciones de clase, cuán inorganizadas están aún las
contradicciones de clase, cuán inorganizados están aún los proletarios.
¡Organizad a centenares de miles de obreros en toda Rusia, difundid entre
millones la simpatía hacia vuestro programa! Probad a hacer esto, no limitándoos
a frases anarquistas sonoras, pero huecas, y veréis inmediatamente que llevar a
cabo esta organización, que la difusión de esta educación socialista depende de
la realización más completa posible de las transformaciones democráticas”
(p.11.1905)
Años de lucha
después, señala que “Ahora nace un nuevo ‘economismo’, que razona con dos
escarceos análogos. (…) ‘A la izquierda’: estamos en contra del programa mínimo
(es decir en contra de la lucha por las reformas y por la democracia), pues
esto ‘contradice’ la revolución socialista” Y líneas después señala que “¡El
autor quiere suprimir furtivamente (sin pensar él mismo y sin ofrecer
nada acabado sin tomarse el trabajo de elaborar su propio programa) el programa
mínimo del Partido Socialdemócrata! ¡No es de extrañar que lleve un año
atascado en el mismo sitio!” Y concluye: “El error del kautskismo radica en que
las justas reivindicaciones democráticas las orienta hacia atrás, hacia el
capitalismo pacífico, en vez de orientarlas hacia adelante, hacia la revolución
social” (Acerca de la naciente tendencia del ‘economismo
imperialista’, VIII-916, pp. 3, 7, 8)
Así, el Programa
Máximo es el Programa General para realizar el Socialismo, mientras que el Programa
Mínimo es el Programa de Acción, para transformaciones políticas y económicas
inmediatas. Uno es el Programa Prospectivo, otro es el Programa
Reivindicativo. Ignorando uno, el otro no funciona.
Pero la
diferenciación entre ambos programas, su razón y relación no es fácil de lograr
ni en la teoría ni en la práctica. En su comentario al folleto Un paso adelante…de
Lenin, Rosa Luxemburgo señala: “El movimiento mundial del proletariado hacia su
emancipación total es un proceso cuya particularidad consiste en lo siguiente:
por primera vez desde que existe la sociedad civil, las masas populares hacen
valer su voluntad conscientemente y frente a todas las clases dominantes,
mientras que la realización de esta voluntad sólo es posible más allá de los
límites del actual sistema social. Pero las masas no pueden adquirir y
fortificar dentro de sí esta voluntad sino en la lucha cotidiana contra el
orden constituido, o sea en los límites de este orden. Por una parte las masas
populares, por la otra un fin situado más allá del orden social existente: por
un lado la lucha cotidiana, y por el otro la revolución; tales son los términos
de la contradicción dialéctica en la que se mueve el movimiento socialista. De
aquí resulta la necesidad de desplazarse hábilmente entre dos escollos: uno es
la pérdida de su carácter de masa, el otro la renuncia al objetivo final: la
recaída al estado de secta y la transformación en un movimiento reformista
burgués” (1906; la página-comentario circuló por listas de internet en julio
2007)
Ésta es la
contradicción dialéctica que todo partido proletario debe resolver. Si levanta
sólo el Programa Máximo, deviene secta divorciada de las masas. Si levanta sólo
el Programa Mínimo, deviene movimiento reformista que renuncia al objetivo
final. Ésta es la segunda gran experiencia que debemos asimilar.
Cuando JCM regresó
al país, 18.03.23, declaró ser “partidario antes que nada del frente único
proletario”, organización de masas. Pero al mismo tiempo trabajó por una
facción “orgánica y doctrinariamente homogénea”, organización de clase. Primero
desarrolló y expuso su teoría de la formación nacional. Sobre esta base planteó
después, en su Indigenismo y Socialismo (11.03.27) que “la
reivindicación que sostenemos es la del trabajo”, punto medular del Programa
Mínimo, y en sus Principios de Política Agraria Nacional (01.07.27)
planteó que “El punto de partida formal y doctrinal de una política agraria
socialista no puede ser otro que una ley de nacionalización de la tierra”,
punto medular del Programa Máximo. En el Acta de Constitución del
PSP (07.10.28) señaló que “La organización de los obreros y campesinos
con carácter netamente clasista constituye el objeto de nuestro esfuerzo y
nuestra propaganda, y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y
la burguesía nacional” punto medular de la organización del proletariado
peruano. Y en la misma histórica Reunión de Barranco, plantea los Principios
Programáticos del Partido Socialista, donde desarrolla y une los puntos
programáticos iniciales. Así, el PSP se presentaba como un partido de masas (Programa
Mínimo), pero dirigido por la “célula de los 7” como un partido de clase (Programa
Máximo)
Fallecido
prematuramente JCM (14.04.30) Ravines desechó el partido de masas y su Programa
Mínimo, siguiendo el bastón de mando de Codovilla y su Buró Sudamericano de
la III-IC, que hasta negó que Lenin hubiera levantado un Programa Mínimo;
y Martínez desechó el partido de clase y su Programa Máximo, siguiendo
el bastón de mando de Prado y la oligarquía nativa. Se desechó la contradicción
dialéctica que todo partido proletario debe resolver. Y ésta es la tercera
gran experiencia que debemos asimilar.
Esta contradicción dialéctica pone ahora en primer plano el tema de
desintegración o integración del partido proletario, el tema de disolución o
dilución. Los partidos proletarios, llámense como se llamen, que no puedan
levantar el Programa Máximo, se ven en la necesidad de levantar o apoyar
un Programa Mínimo desligado del anterior, y pierden su razón de ser así
tengan un historial heroico. Pero si parten de la diferencia entre ambos, y su
razón y relación, pueden abrir un nuevo rumbo yendo, no a la disolución,
desintegración, sino a la dilución, integración. La clave está en que el Programa
Mínimo como Programa de Acción esté íntimamente relacionado, no en palabras,
sino en contenido, al Programa Máximo. Y que la organización del
proletariado, cualquiera sea su nombre, pueda participar en la lucha de masas y
en la lucha política, comenzando por el municipio “hasta que el termómetro del
sufragio universal marque el punto de ebullición” Es nuestra tarea actual
Ragarro
02.02.08
18.03.08
Nota:
Estos artículos
forman parte del folleto: La Creación Heroica de José Carlos
Mariátegui: 80 Aniversario, de Ramón García Rodríguez, editado por el Comité 80 Aniversario, como parte de
las actividades para la Celebración del 80 Aniversario de la Creación Heroica
de JCM. (1928-07 de octubre-2008)
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
18 de marzo 2016
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