"Operación
Barbarossa 2": Superpoblación y financiación de la Tercera Guerra Mundial
Global
Research
25-03-2016
Traducción
del inglés para Rebelión de Carlos Riba García
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–Las
guerras son horribles. Lo único bueno de las guerras es que ayudan a reducir la
población mundial.
Estas fueron las palabras que me lanzó a la cara
hace poco una persona a la que consideraba cercana. Me quedé anonadado; le
pregunté qué quería decir.
–Bueno, ¿no crees que el mundo está
superpoblado?
Me parecía increíble que alguien a quien yo
respetaba pudiese pensar así. Bien podían ser los pensamientos de la gente
común que vivía en mi barrio. Tuve que abrir los ojos a una realidad que había
ignorado hasta entonces: los pensamientos secretos y los sueños de las
personas; quizás los pensamientos de los grandes grupos empezaban a desvelarse.
Pensamientos que solo se expresan en un entorno de familiaridad, o tal vez
‘bajo la influencia de’, que suele ser cuando las verdades más interiores
saltan a la primera plana.
* * *
La superpoblación es una egocéntrica fantasía
occidental. El confortable mundo occidental tiene miedo de verse obligado a
compartir algunos de sus excesos con los pobres subhumanos de los llamados
países en desarrollo de Asia, África y América latina, los continentes que, sin
prisa y sin pausa, están emergiendo después de haber sido expoliados durante
cientos de años por precisamente aquellos mismos colonialistas occidentales que
hoy claman contra la superpoblación y financian guerras en todo el mundo como
una nueva forma de colonialismo.
Según la Organización Mundial de la Alimentación de
Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés) el actual potencial agrícola
del mundo podría alimentar hasta a 12.000 millones de personas; las únicas
condiciones son que los alimentos no estén sujetos a la especulación y que sean
distribuidos adecuadamente. Pero no es así. Quienes especulan con los alimentos
de origen vegetal en Estados Unidos y Europa tienen el poder de fijar los
precios mediante el hambre –controlan literalmente quién puede vivir y quién
debe morir–.
Según el Banco Mundial, el 80 por ciento del alza
de los precios de los alimentos indujo la hambruna de 2008-2009 que ocasionó la
muerte de dos millones de personas en Asia y África. Hace tres semanas, en los
últimos días de febrero, el gobierno suizo recomendó a sus votantes que
rechazaran la iniciativa de los socialistas contra la especulación con los
alimentos: “si prohibimos la especulación, los especuladores abandonarán Suiza
y conseguirán sus beneficios económicos en cualquier otro país”. Con el
dominante pensamiento neoliberal el lema es: ‘Profit über alles, para la
ética no hay lugar’. Ciertamente, el pueblo suizo cumplió y rechazó la
iniciativa con un margen cercano al 67 por ciento. Los centros financieros
suizos de Zurich y Ginebra controlan a algunos de los mayores especuladores con
los alimentos en el mundo. El obsceno negocio ligado a las prácticas
especulativas de la Place Finance Suisse* está vivo y goza de buena
salud.
Los pensamientos y los deseos ocultos de reducción
de la población y guerras lejanas son muy probablemente el resultado
inconsciente de décadas de espantosa propaganda occidental que ha buscado de
uno u otro modo la aceptación popular de que las guerras son necesarias, de que
la guerra es algo normal, de que la guerra es algo que la gente ha tenido desde
“el comienzo”. ¿Desde el comienzo de qué? Con toda certeza, desde el comienzo
de la atrozmente violenta y movida por la codicia era judeocristiana, hace unos
6.000 años.
La guerra es la quintaesencia de nuestra existencia
occidental, la última búsqueda del poder universal. Y la guerra es esencial
para la supervivencia de nuestro sistema económico occidental basado en el
crecimiento. La guerra crea la necesidad de nuevas guerras y conflictos
armados: la guerra impulsa una feroz espiral de dependencia del conflicto. En
nuestras economías occidentales hemos creado una dependencia de la guerra tan
burda que, por ejemplo, la economía estadounidense (sic) no podría subsistir
sin la guerra. Las guerras matan y destruyen; la reconstrucción crea
crecimiento. Las matanzas en masa ayudan a disminuir la población mundial, un
objetivo clave de la flor y nata de la elite, como los Rockefeller, financieros
de organizaciones semiclandestinas como la Sociedad Bilderberg.
La justificación de conflictos y masacres
interminables es precisamente lo que los medios occidentales están
transmitiendo cada día: terror que debe ser combatido con guerras. Si no existe
suficiente terror para dar racionalidad a la guerra, debe ser fabricado
mediante operaciones con bandera falsa. Occidente ha perfeccionado la
tecnología de construcción de falsas identidades; ha conseguido tanta
credibilidad que las masas piden a gritos más protección policial y militar,
tanta credibilidad que las masas quieren más guerras lejanas, en lugares de
ultramar, más guerras para su protección, para la protección de su comodidad;
tanta credibilidad que las sociedades occidentales renuncian de buen grado a
sus derechos civiles a cambio de más protección policial y militar. Como
ejemplo de esto, recordemos los “ataques terroristas” de enero y noviembre de
2015 en París. El presidente Hollande está tratando de introducir en la
constitución francesa un Estado de Emergencia permanente. Hasta ahora, esos
intentos han sido bloqueados en el Parlamento.
La propaganda, tanto ahora como en ese momento,
difunde el miedo. Cuando el hombre tiene miedo es más vulnerable y puede ser
manipulado con más facilidad.
La Operación Barbarossa 2
Echemos una mirada al excelente análisis de
Christopher Black sobre la preparación del ataque a Rusia –esto es, el inicio
de la Tercera Guerra Mundial–, lo que él llama “Operación Barbarossa 2: el
gambito báltico” (en Operation Barbarossa 2: The Baltic Gambit,
publicado por NEO y Global Research); aquí hay algunos pensamientos
complementarios sobre el parecido de esta operación con la Operación Barbarossa
original –nombre cifrado del ataque a Rusia perpetrado por Hitler en la Segunda
Guerra Mundial– (véase el mapa a continuación).
En estos momentos, abundan las similitudes entre lo
que Chris Baker llama Barbarossa 2 y la Barbarossa original. Desde el apoyo de
los Grandes Negocios Corporativos (GNC) y Wall Street (WS) al impulso fascista
del poder mundial, la campaña de propaganda y mentiras de las seis enormes
corporaciones mediáticas del sionismo anglosajón hasta las mismas operaciones
para financiar la guerra.
“La Segunda Guerra Mundial mató a más de 50
millones de personas, de las cuales alrededor de la mitad eran rusas; fue
financiada por la Reserva Federal de Estados Unidos vía WS y el Banco
Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés), con sede en Basilea,
Suiza”**; el libro –Bankgeschäfte mit dem Feind - Die Bank für
Internationalen Zahlungsausgleich im Zweiten Weltkrieg (1997, de Gian
Trepp, en el que se basa esta nota del periódico alemán Neue Rheinische
Zeitung, describe minuciosamente las transacciones realizadas pero,
sorprendentemente, ya no está disponible, y aparentemente nunca ha sido
traducido al inglés. Sin embargo, el libro The Tower of Bassel complementa
y corrobora muy bien lo explicado por Trepp.
Tanto en la Primera Guerra Mundial como en la
Segunda –y, Dios no lo permita, la Tercera– fuimos –y seríamos– dirigidos hacia
el Este. El primer objetivo sería Rusia. China ya está en el camino de ataque y
conquista de estos elitistas de clase. La elite del CBB está guiando al
Pentágono y, por extensión, a los aliados-vasallos de Washington que forman la
OTAN. Esta flor y nata que pretende gobernar el mundo se esconde detrás de
nefastas organizaciones como la sociedad Bilderberg, la Comisión Trilateral. El
Consejo de Relaciones exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), la Casa
Chatham, el Foro Económico Mundial, y otras más.
Los Clinton, los Kerry, lo Obama, los Hollande y
los Cameron de este mundo, como también quienes están a la cabeza del
instigador Consenso de Washington, la Reserva Federal de EEUU, el Banco
Mundial, el FMI y el llamado Banco Central Europeo, juntos con los CEO de Wall
Street, el complejo industrial militar, los medios de comunicación de masa, la
industria farmacéutica –solo por nombrar algunos– son miembros de la mayor
parte de estas organizaciones semi-clandestinas e interconectadas.
Muchos de sus dirigentes son sionistas o respaldan
al mundo del sionismo. Todos ellos están unidos en lo más alto a través de uno
de los pactos más opacos y siniestros: la francmasonería cuyo símbolo es el
triángulo con el ojo vigilante en su ángulo superior, tal como aparece en el
billete de un dólar. Son los creadores de la Reserva Federal y nuestro fraudulento
sistema monetario occidental de casino. Ellos ya están gobernando el mundo. El
lazo se está apretando día tras día hasta el punto de no retorno, si Nosotros,
el Pueblo, lo permitimos.
Y así llegamos a las analogías entre la Segunda
Guerra Mundial y los preparativos para una Tercera. En los años treinta del
siglo pasado y durante toda la 2ªGM, IBM, que era una de las más grandes
corporaciones de Estados Unidos, colaboró estrechamente con Hitler ayudándole a
organizar el Holocausto mediante el recuento, el registro y finalmente el
transporte de los judíos a los campos de exterminio de Auschwitz y otros con
sus máquinas computadoras con tarjetas perforadas.1
Fue así como el fundador de IBM, Thomas Watson,
recibió la Cruz al Mérito (la más alta condecoración alemana de segunda clase)
concedida por Adolf Hitler. Entre otras empresas colaboradoras están las
automotrices Ford y General Motors, el gigante de la industria química Du Pont,
así como el imperio mediático de Randolph Hearst, por nombrar unas pocas,
admiradoras todas del Führer por su disciplinador liderazgo. Estas
corporaciones cerraron los ojos a las atrocidades de los nazis ante la
perspectiva de provechosos negocios. El Estados Unidos corporativo proporcionó
el arsenal del nazismo hitleriano.
Hoy día, lo mismo que en aquellos tiempos, El
Estados Unidos corporativo, la Europa corporativa, y la corporación mediática
occidental, codo a codo, promueven y apoyan una propuesta fascista para denigrar
y aplastar a una Rusia independiente y no alineada; después será China. Todo
con la finalidad de alcanzar el pleno dominio de la totalidad de los recursos y
la población mundiales formulada en el ‘Plan para un Nuevo Siglo
Estadounidense’ (PNAC, por sus siglas en inglés).
Una de las matanzas occidentales mas recientes
empezó en febrero de 2014 en la plaza Maidan de Kiev con el –ahora bien
documentado– golpe de Estado de instigación nazi en Ucrania contra el
presidente democráticamente elegido Viktor Yanukovych, para instalar en su
lugar un gobierno fascista y continuó con la inculpación de Rusia por la
consiguiente “guerra civil”. En realidad, se trata de una masacre en Ucrania
con apoyo de la OTAN en la zona oriental de Donbass en la que han muerto por lo
menos 40.000 personas –civiles, en su mayor parte– y otros dos millones han
debido dejar su casa para buscar refugio en otro sitio. El objetivo de esta
letal iniciativa occidental es doble: por un lado, mover a la OTAN acercándola
a Moscú, y por el otro, privatizar la riqueza agrícola y mineral de Ucrania por
los capitales occidentales.
¿Quién está financiando ‘Barbarossa 2’, la aventura
bélica de Estados Unidos y la OTAN en preparación de la Tercera Guerra Mundial?
El costo de la operación es difícil de estimar pero
podría rondar fácilmente el billón (es decir, un millón de millones o, lo que
es lo mismo, un 1 seguido de 12 ceros) de dólares, o más. Aquí es donde podrían
entrar la Reserva Federal de EEUU (FED) y el Banco Central Europeo (ECB, por
sus siglas en inglés) –y donde se daría la similitud con la Operación
Barbarossa de 1941, en la que la FED, vía Wall Street y el Banco Internacional
de Pagos financiaron a Hitler en su Holocausto y su guerra contra Rusia–.
¿Podría explicar esto la tolerancia del ECB respecto de algunos países de la
Eurozona –Francia e Italia; posiblemente Polonia y otros– en los dos últimos
años, imprimiendo más euros de los que permitirían las normas del Banco Central
Europeo? Este ‘nuevo’ dinero –creado con esta canción–, por lo menos 500.000
millones de euros (por encima de lo permitido por las alícuotas de la Eurozona)
sería para comprar bonos gubernamentales, por lo tanto, para financiar
endeudamientos gubernamentales.
Con lo que vamos sabiendo ahora sobre cómo se
financió la Segunda Guerra Mundial, ¿sorprendería acaso si la FED –gobernada
por Wall Street– y el ECB (recordar que Mario Draghi fue ejecutivo de Goldman
Sachs) siguieran instrucciones de Washington y cerraran los ojos ante las
limitaciones de endeudamiento de la Eurozona para crear, como hace la FED con
el dólar, euros sin valor para financiar una futura Tercera Guerra Mundial?
Esto no sería otra cosa que una copia de la fórmula FED / WS / BIS para
financiar al Segunda Guerra Mundial. Como siempre, el Imperio del Caos está
bailando en dos bodas distintas: financiando una nueva guerra contra Rusia
mediante un endeudamiento impuesto por Washington a sus aliados-vasallos de la
UE, sancionando a Rusia mediante los mismos aliados-vasallos europeos, que
aceptan de buen grado las nefandas consecuencias económicas que ellos mismos
han de sufrir, mientras la maquinaria de la guerra de la excepcional nación
Estados Unidos de América recogerá los beneficios de su industria
armamentística y mientras Obama no impedía que los representantes empresariales
estadounidenses asistieran al Foro Internacional Empresarial de Rusia que tuvo
lugar en San Petersburgo el pasado junio.
¿Cuándo abriremos los ojos –“Nosotros, el Pueblo”–
a estas flagrantes atrocidades humanas y a los engaños de una siempre
manipuladora elite?
Notas al pie:
* En francés en el original. (N. del T.)
** Este párrafo forma parte de la nota en alemán
que puede verse en http://www.nrhz.de/flyer/beitrag.php?id=21134
(N. del T.)
1. Véase (http://www.amazon.com/IBM-Holocaust-Strategic-Alliance-Corporation-Expanded/dp/0914153277/).
Peter Koenig es economista y analista en temas de
geopolítica. Formó parte del personal del Banco Mundial trabajando mucho en
todo el mundo en los campos del medio ambiente y los recursos hídricos. Escribe
regularmente para Global Research, ICH, RT, Sputnik, PressTV,
CounterPunch, TeleSur, The Vineyard del blog The Saker y otros
sitios de Internet. Es autor de Implosion – An Economic Thriller about War,
Environmental Destruction and Corporate Greed, una obra de ficción basada
en hechos reales y en la experiencia de 30 años de desempeño en el Banco
Mundial en todo el planeta. También es coautor de The World Order and
Revolution! – Essays from the Resistance.
Esta traducción puede reproducirse libremente a
condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión
como fuente de la misma.
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