Darío Salinas Figueredo
ALAI AMLATINA, 21/04/2016.-La
actual
coyuntura política brasileña constituye escenario de aguda
confrontación dentro
y fuera de las instituciones legales. En su dinámica concurren
abigarradamente
diversas expresiones de descontento, vinculadas con la
corrupción inocultable
que permea importantes esferas del poder y el impacto de la
crisis económica
que sigue su curso. Por otro lado, la ofensiva multiforme de
restauración
conservadora que se extiende a lo largo de una franja de la
región
latinoamericana, con enormes recurso desestabilizadores
articulados, en marcha
desde hace un tiempo y cuyo objetivo estratégico consiste en
erosionar y
destituir gobiernos no alineados a la hegemonía hemisférica y
retrotraer los
avances democratizadores. En la perspectiva de tales propósitos,
caracteriza
muy bien lo que se ha dado en llamar “golpes de última
generación”.
Los
mecanismos que se diseñaron para llevar a cabo el “juicio
político” en
Paraguay, que culminó aquel fatídico 22 de junio de 2012 con la
destitución del
presidente Fernando Lugo, pueden considerarse un laboratorio de
experimentación
para golpes institucionales bajo ropaje parlamentario. Después
de escuchar las
inenarrables intervenciones de los diputados que votaron
mayoritariamente a
favor del golpe el domingo 17 de abril de 2016, queda claro que
ese proceder
muy poco tiene que ver con la tarea de representar a sus
representados. Que la
institucionalidad vigente lo permita es una cuestión muy grave
que no se limita
a solamente al caso brasileño. El sistemático e implacable
hostigamiento del
poder legislativo, aunado a algunas decisiones de los aparatos
de justicia y
policial a lo largo del período político más reciente,
terminaron por desgastar
la capacidad de maniobra legal del gobierno. Así como en aquel
entonces en
Asunción, aquí también no pocas son las dudas que se extienden
sobre la validez
y legitimidad de las bases que sustentan el juicio en proceso
contra la
presidenta constitucional de Brasil.
El juego de
fuerzas que se ha movilizado dentro de la legalidad
parlamentaria es la
dinámica dentro la cual se instalado principalmente la
maquinaria de los
grandes intereses de la derecha política y la oligarquía para
provocar la
involución de la democracia. Ese núcleo de poder dispones de
partidos,
presencia en el corazón de la estructura gubernamental, en los
espacios
legislativos y en los propios circuitos aledaños a la misma
presidencia. Los
rostros más visibles, sin ser los únicos, se ratifican
vergonzosa y
definidamente en los operadores del impeachment. Allí
están, nada menos
y nada más, la misma cabeza de la Cámara de Diputados y el
Vice-presidente.
Para nadie
es un secreto que los recursos del poder político de las esferas
promotoras del
juicio contra la presidenta aparecen asociados a verdaderos
aparatos de
corrupción. Todo el mundo sabe que muchos diputados de la actual
legislatura
están señalados por delitos de corrupción. Los generosos
recursos financieros
de grandes empresas formatearon el comportamiento político de la
franja
legislativa golpista, incluso desde el mismo momento en que
fueron candidatos
al parlamento. Toda una amalgama de recursos para instrumentar
indebidamente la
legalidad. Allí se encuentran instalados los puentes para
movilizar al gran
poder mediático que construye la vida visible de la política
brasileña,
verdadero triturador de conciencias, capaz de diseñar
exactamente al enemigo al
que hay que aniquilar. La presidenta está sometida a una
acusación para
destituirla sin que haya un delito por comprobar. Atroz paradoja
política,
cuando en realidad sus acusadores se encuentran moral y
políticamente en las
antípodas de su conducta pública. Esta coyuntura brasileña puede
ser
perfectamente leída al revés. No es la acusada sino los
acusadores quienes
debieran ser investigados.
¿Cuál es el
trasfondo de este indignante juicio político? Si el actual
proceso llegara a
concluir con la destitución de la presidenta, quienes
promovieron este amañado
juicio pasarán a la historia política de la región a engrosar la
fila de los
verdaderos golpistas. En tal escenario, quien ocupe la
presidencia,
sustituyendo a la presidenta defenestrada, será el portador de
un proyecto
abiertamente involutivo con relación al sentido de las políticas
aplicadas
durante la última década. Basta con examinar el posicionamiento
políticos de
los opositores al gobierno para concluir que la pretensión
neoliberal se siente
plenamente entronizada en las actuales circunstancias,
esperando el
momento para la aplicación autoritaria de políticas sociales
regresivas,
privatizadoras de los recursos y una conducta exterior con giros
hacia la
dominación de las grandes transnacionales, los bancos, las
multinacionales,
perfectamente coherente con los planes estratégicos y
geopolíticos de la
hegemonía estadunidense. Este perfil de futuro no es
descabellado. Es
completamente verosímil. Es el proyecto de la llamada “clase
política”
brasileña, cuya política de clase cuenta con aparatos
partidarios, como el PMDB
y los de mayor tradición en su alianza ideológica con la
burguesía y, a no
dudarlo, con los recursos necesarios que no serán regateados
para la
restauración conservadora golpista. Su proyección regional y
hemisférica
ensombrece los proyectos multilaterales y los esquemas de
integración no
subordinados. Es un golpe también a los equilibrios de la
gobernabilidad
regional. Sin embargo, si todo esto resulta como viene
ocurriendo para
infortunio de la democracia brasileña, queda claro que la
deplorable
destitución no será la solución para la crisis que afecta a la
sociedad. Por el
contrario, el potencial escenario que se puede configurar es de
mayor
conflictividad, de importantes y justas luchas sociales, de
legítima respuesta
popular al golpismo, de defensa de los derechos conquistados,
tal como de hecho
están apareciendo en la inmensa periferia de la legalidad,
aunque tales
expresiones están sistemáticamente invisibilizadas por los
monopolios
mediáticos.
- Darío
Salinas Figueredo
Profesor-investigador
emérito de la Universidad Iberoamericana. Miembro de la Red de
Intelectuales y
Artistas en Defensa de la Humanidad, Capítulo México.
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/ articulo/176943
Contribuciones: http://alainet.org/donaciones.
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