I
¡VIVA NUESTRA MUERTE!
Gritan algunos jóvenes de camiseta naranja
Hay quienes prefieren saltar al desagüe y
¡lo gritan a los cuatro vientos! Debe
ser porque están acostumbrados a vivir en las cloacas. Habituados a la
inmundicia les parece normal votar por Keiko Fujimori. Pero, por extraña
coincidencia la mayoría de los potentados de la prensa, el comercio, la minería
y la industria declaran públicamente sus intenciones de votar por Fujimori. ¿No
será porque los empresarios como el gángster son capaces de MATAR cuando pueden obtener
UTILIDADES del 300 %? ¿No será porque un eventual segundo gobierno de la mafia
fujimorista les garantiza pingues utilidades?
La prensa oficiosa elogia al CAPITAL, como
si fuera la varita mágica para el desarrollo económico de los pueblos,
olvidando –a propósito– que es la fuerza de trabajo del hombre la que crea la
riqueza. Hace mucho un escritor europeo observando la dinámica o el
comportamiento del inversionista o negociante burgués dijo lo siguiente: «El
capital huye de los tumultos y las riñas y es tímido por naturaleza. Esto es
verdad, pero no toda la verdad. El capital tiene horror a la ausencia de
ganancia o a la ganancia demasiado pequeña, como la naturaleza tiene horror al
vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona. Asegúresele un
10 % y acudirá adonde sea; un 20 % y se sentirá ya animado; con un 50 %, se
volverá positivamente temerario; al 100 %, es capaz de saltar por encima de
todas las leyes humanas; el 300 %, y no hay crimen a que no se arriesgue aunque
arrostre el patíbulo. Si el tumulto y las riñas suponen ganancia, allí estará
el capital encizañándolas. Prueba: el contrabando y la trata de esclavos.» En
el Perú tenemos confirmaciones vivas de esa lógica: Fujimori padre, Montesinos,
Fujimori hija y tantos otros que purgan condena en cárceles doradas. Nada los
detuvo si hay que traficar con ropa o drogas. Nada los detuvo si hay que robar
a todos los peruanos. Nada los detuvo si hay que asesinar a los opositores o
torturar a la esposa y madre. Nada los detuvo si hay que negociar con armas o
esterilizar a mujeres. En fin, nada los detiene si hay que contaminar y
destruir el planeta. Y estos BURROS con ANTEOJERAS gritan a todo pulmón: ¡VIVA
NUESTRA MUERTE!, cuando llaman a votar por Keiko Fujimori.
Negocios
son negocios para una
mente perturbada por la avaricia. Y Keiko les brinda seguridad para sus pingues
negocios con un 300% de utilidad. Ciegos en su ambición de riquezas compran
encuestas, jueces, periodistas y conciencias para lograr sus propósitos. No es
casualidad, entonces, que el voto naranja sea un voto afiebrado por la
credulidad de la avaricia, desesperada, ciega y proporcional a su miseria moral
e indigencia intelectual.
En medios académicos es bastante conocido
que «el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por
todos los poros, desde los pies a la cabeza.» Cualquier negocio turbio es bueno para
satisfacer la codicia de los mercaderes de la muerte. Recurrir a la mentira, a la estafa y hasta la
masificación del crimen es apenas un movimiento táctico en la estrategia del
Marketing cuando el negocio está a la vista.
Tacna, 02 junio 2011
Edgar Bolaños Marín
II
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EL KEIKISMO EN LA PICOTA
07-04-2016
El Diario “La Repùblica” sostiene que fueron 50,000
las personas que marcharon ayer en Lima contra Keiko Fujimori, y con motivo del
24 aniversario del Golpe de Estado del 5 de abril de 1992. Probablemente fueron
mucho más.
Y eso,
si contamos solamente a aquellos que marcharon, pero habría que sumar también a
las decenas de miles de personas que a lo largo de calles y avenidas, desde las
veredas, vehículos en marcha, viviendas o edificios; saludaron, y aplaudieron
la marcha, mostrando gráficamente su más clara identificación con la protesta
cívica convocada por los Colectivos Juveniles y las Redes Sociales con el apoyo
multitudinario de muchísimas organizaciones de muy variado signo.
Y en
efecto. Jóvenes, estudiantes, mujeres, personas mayores, obreros,
intelectuales, profesionales y técnicos, trabajadores del campo y la ciudad; se
congregaron a partir de las 5 de la tarde en la Plaza de San Martín, e
iniciaron una hora más tarde una movilización que puede considerarse la más
grande, aguerrida y organizada, en lo que va del nuevo siglo.
Hubo
una campaña aviesa destinada a desalentar la participación de la gente en este
evento. Llamadas telefónicas, mensajes por la vía de Internet, amenazas por
Facebook y rumores intensos se extendieron desde la tarde de ayer por toda la
ciudad capital: “Sendero ha organizado la violencia, habrá dos coches
bomba que estallarán en San Martín, ocurrirá incendios en el centro de la
ciudad, habrá muertos y heridos, ocurrirá un Golpe de Estado”; se
repitió por una y otra vía, al extremo que muchos se preguntaron si se debía
ir, o si habría que evitar que fueran los hijos, expuestos a tan magnos peligros.
Nada de eso ocurrió, ni cambió el rumbo de las cosas.
Pero
eso no sólo fue en Lima. En todo el país tuvieron lugar concentraciones
similares: en Arequipa, Cusco, Puno, Chimbote, Piura, Huancayo, Ayacucho. En
Chiclayo, los miles de manifestantes fueron agredidos por activistas del APRA,
empeñados en hacer su propia manifestación en apoyo a García. Fue el único
incidente, ayer en el Perú. En todas partes las manifestaciones fueron
combativas, tumultuosas, pero enteramente pacíficas
Y por
si todo esto fuera poco, los peruanos en el exterior también hablaron: Buenos
Aires, Santiago, Caracas, Londres, París, Roma, Madrid y hasta Helsinski,
fueron escenario de presentaciones de centenares de compatriotas nuestros que
evocaron la tragedia vivida por la patria, y ratificaron su voluntad de impedir
que ella se repita.
Nunca
antes en el Perú se produjo una demostración tan masiva de repudio a una opción
electoral, como la que hoy se vio a lo largo y ancho del país. Preludio de una
elección compleja, pero también de un hipotético gobierno enfrentado a una
recia y combativa oposición ciudadana que lo tornaría inmanejable.
Si
Keiko Fujimori tuviera dos dedos de frente, si no se dejara manipular por los
titiriteros que se mueven en la trastienda, si no tuviera la ambición por el
Poder, que la corroe; y si no representara los intereses que la impulsan; bien
podría declinar su candidatura, porque ella luce inviable ante los ojos de los
peruanos. Podría, incluso, ser electa en un extraña maniobra fraudulenta, pero
no podrá garantizar ni estabilidad, ni gobierno en un país convulso.
Y es
que estratégicamente, el fujimorismo es muy precario. Está
transitoriamente apuntalado en tres campos. Un segmento pauperizado de la
sociedad integrado por persona muy pobres, carentes de oficio y función y
afectadas duramente por la crisis. Forma parte de lo que se llama el segmento
“E” de la sociedad, aunque éste no comparte esa opción de modo mayoritario.
Aún
así, en él tiene cierta fuerza, y se vale de ella para mostrar una “imagen
popular” que no corresponde al sentido de su política. Este segmento existió
siempre en la sociedad peruana, pero curiosamente fue alimentado bajo el
régimen de Alberto Fujimori en la última década del siglo pasado, cuando el
Perú, extenuado por la crisis, fue capturado y sometido por los organismos
financieros internacionales que le impusieron el “modelo” neo liberal de
dominación capitalista.
Con él,
el régimen interrumpió el proceso de industrialización en marcha, y quebró la
estructura productiva del país. Fueron desmanteladas o vendidas las empresas
públicas, y destruido brutalmente el sector estatal de la economía, lo que dejó
a miles de personas en la calle. Como consecuencia del mismo fenómeno, muchas
de las empresas privadas -del sector metal mecánica, textil y otros- también
quebraron, lanzando a la desocupación a significativos sectores del
proletariado industrial entonces emergente. Alrededor de un millón de peruanos
se vio afectado por este fenómeno y debió cambiar su modo de vida. Imposibilitado
de conseguir empleo, en unos casos optó por crear su propio puesto de trabajo
-trabajando, por ejemplo como taxista- o se asimiló a segmentos sociales
emergentes: comercio y servicios.
Creció
así, como espuma, el comercio informal y la actividad dependiente, que no
siempre pudo capturar al total de la mano de obra desproletarizada, y dejó a un
sector de la sociedad en la marginación y el desamparo. A este segmento llegó
el fujimorismo en su momento. Pero no para recuperarlo como fuerza productiva,
sino para afirmar su condición menesterosa, y envilecerlo.
A este
segmento se suman dos núcleos adicionales: uno “nuevo” de gentes que no
vivieron en la sociedad de entonces y que se formaron respecto a ella en un
“mensaje” que le trasmitiera la “Prensa Grande” ligada por esencia a la clase
dominante. Ella buscó afirmar en la conciencia de la nueva generación dos
conceptos que aún se repiten, como si respondieran a la verdad.
Dicen,
en efecto, que el fujimorismo “nos sacó de la crisis económica en la que
nos dejara el primer gobierno de García” y “derrotó al
terrorismo”.
Fujimori
“sacó” al país de la crisis, más o menos del mismo modo cómo Adolfo Hitler sacó
de la crisis a Alemania en los años 30 del siglo pasado. Sólo que no recurrió a
las fábricas de armas para tener mano de obra ocupada, sino que usó esa “mano
de obra” para sus programas clientelistas afirmando la sujeción, la dependencia
y el servilismo en un amplio sector social que aun hoy le sirve de sustento.
Envileció a una buena parte de la población degradándola moral y materialmente
Y no
"terminó con el terrorismo”, como se dice. Simplemente ocurrió que el
Estado dejó de hacer actos terroristas que antes hacía, atribuyéndolos a
Sendero Luminoso. Los atentados con explosivos y bombas, la ejecución ilegal de
personas, los llamados “Paros Armados”, la voladura de torres de alta tensión;
que eran frecuentemente hechas por efectivos de la instituciones armadas
cumpliendo “planes operativos” de su Comando adjudicándolas a SL; dejaron de
hacerse, con lo cual “las acciones terroristas” cesaron en el país.
Y eso
ocurrió porque ellas ya no fueron necesarias. Respondieron a una determinada
etapa de la implementación del “modelo”, cuando el Estado necesitaba levantar
un “cuco” -el terrorismo-. A fin de justificar una represión generalizada,
quebrar la resistencia popular a su programa fondomonetarista y perpetuar su
dominio.
Para
eso inventó leyendas que hoy lucen desopilantes al común de los peruanos, como
aquella del “equilibrio estratégico ” en un escenario en el que los
terroristas “rodeaban las ciudades” y estaban a punto de “tomar el
Poder”. De ese imaginario “peligro”, salvó al Perú el chinito de
la yuca.
Los
incautos que creen en ese cuento, constituyen -por ignorancia y necedad- un
segundo núcleo definido del “Keikismo”
Pero es
“la Clase Dominante” y sus expresiones concretas -la “prensa grande”,
entre otras- la que forma el tercer segmento del “Keikismo”. Está obcecadamente
empeñada en perpetuar el “modelo” neo liberal impuesto por el Fondo Monetario.
Siente verdadero pánico ante la sola posibilidad de que esto cambie. Sus
intereses, y los del Gran Capital, están en juego.
El
Keikismo, entonces, es, en las condiciones de hoy, una herramienta contra el
pueblo. Hay que derrotarlo con la más amplia unidad, pero también con una
política flexible, ágil, dirigida a la inteligencia ciudadana y que sea capaz
de ganar la confianza de millones. Y todo eso, es posible.
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=210893
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