El economista Paulo Nakatani participa en el curso
de verano “Campus Praxis” de Valencia
“En el capital productor de interés es donde la relación capitalista
alcanza su forma más extensa y fetichista (…). El capital aparece como fuente
misteriosa y autocreadora de interés, de su propio incremento. La cosa (dinero,
mercancía, valor) es ahora, como simple cosa, capital, y el capital aparece
como simple cosa (…). Por eso, en el capital productor de interés aparece en
toda su pureza este fetiche automático, el valor que se valoriza a sí mismo,
dinero generador de dinero; sin que lleve ya en esta forma ninguna huella de su
origen. La relación social se ultima como relación de una cosa, del dinero,
consigo misma”. Marx avanzó estas ideas en el Libro III de “El Capital”.
Desde el
inicio de la crisis en 2007-2008, Estados Unidos recurrió a una política
monetaria que establecía los tipos de interés en cotas mínimas (entre el 0 y el
0,25% desde diciembre de 2008) y desarrollaron una enorme “monetización” de la
deuda, pública y privada (impresión de moneda por parte de la reserva federal
para la adquisición de éstas). En los tres periodos de “Quantitative Easing”
(incremento de la oferta de dinero por parte de los bancos centrales) en
Estados Unidos, la base monetaria se expandió en más de tres billones de
dólares (cifras hasta julio de 2014). El Banco Central Europeo (BCE) lleva
bajando las tasas de interés desde 2011, hasta alcanzar el 0,5% en 2014.
Además, a principios de 2015, el BCE anunció las mismas medidas de
“Quantitative Easing” que la Reserva Federal: la adquisición de deuda pública y
privada por valor de 60.000 millones de euros al mes. Hace mucho tiempo que
Japón llevó a término estas políticas monetarias, al igual que Reino Unido
después de 2009. ¿Llevaron estas medidas a un incremento del crédito doméstico,
la expansión de la demanda de bienes de consumo y el crecimiento económico?
Después de 2008, los principales factores que habían impulsado el dinamismo de
la economía estadounidense –vivienda y automóvil- vieron su producción
interrumpida o reducida, recuerda Paulo Nakatani, quien ha participado en el
curso de verano “Campus Praxis” de Valencia, en el que colaboran Sodepau y la
Universidad.
Nakatani es
profesor del departamento de Economía y del Programa de Postgrado en Política
Social de la Universidad Federal de Espírito Santo (Brasil). Es coeditor del
libro “Beyond the systemic crisis and capital-led chaos” (2014) y ha
participado en la obra colectiva “La crisis global y el capital ficticio”
(2013). También es miembro del Observatorio Internacional de la Crisis. Desde
1995 Nakatani estudia la idea de capital “ficticio”, buena parte de este tiempo
con el economista Reinaldo A. Carcanholo, con quien escribió el artículo
“Capital especulativo parasitario versus capital financiero”. Considera el
capital como “un concepto que expresa relaciones sociales”. “Vivimos en la
época del casino global, del capital ficticio –que no es real- en forma de
deuda pública, capital accionarial, bancario, mercados de intercambio de
monedas y derivados”. En uno de los grupos de investigación universitaria en
los que participa, analiza el dinero, el capital-dinero y el capital
“ficticio”; en el segundo, se estudian las experiencias de transición al
socialismo durante el siglo XX en Cuba y China; un tercer grupo aborda las
políticas de protección social en Brasil, Cuba y Chile.
La tasa
media de crecimiento del PIB en Estados Unidos fue del 2,88% en los cinco años
anteriores al inicio de la crisis (2008), y del 1,16% en el quinquenio
posterior, según el Banco Mundial. Durante el mismo periodo, la expansión de la
base monetaria y la reducción de los tipos de interés en Reino Unido produjo
resultados similares: el crecimiento económico medio decayó del 3,03% (antes de
2008) al 0,71% después de ese año. En Japón las tasas medias fueron,
respectivamente, del 1,85% y el 0,36%. Además, explica Paulo Nakatani, a pesar
de lo que apunta la economía convencional, los bancos no impulsaron el crédito
interno a familias y empresas. Por ejemplo, Reino Unido comenzó su política de
“Quantitative Easing” en 2009, y sólo entre marzo de ese año y enero de 2010
“monetizó” deudas por valor del 14% del PIB para oxigenar su economía. Entre
2008 y 2013, el volumen de crédito generado en Reino Unido decayó un 8,7% del
PIB y se mantuvo la caída a pesar de las políticas de expansión monetaria. La
tendencia se repitió en Estados Unidos, donde a pesar de haberse multiplicado
por cinco la base monetaria entre 2008 y 2014, el crédito doméstico acumulado
en el mismo periodo fue de apenas el 11% del PIB. Japón fue el primer país en
iniciar las políticas expansivas en 2001, de nuevo las desarrolló en 2008, y
las retomó en 2013. Si bien fue el país donde más aumentó el crédito interno
(un 21,4% entre 2008 y 2013), fue también el país con menor crecimiento de la
economía desde 2008. En cuanto al BCE, destaca Nakatani, “espera obtener
resultados diferentes utilizando los mismos instrumentos, las inyecciones de
capital y las reducciones de las tasas de interés”.
¿Cuáles son
los efectos reales de la “expansión cuantitativa” en la vigente crisis? A
escala mundial, el valor de las acciones de las empresas era de 53,4 billones
de dólares en 2006, cayó a 34,9 billones de dólares en 2009 y volvió a aumentar
en 2012 (53,1 billones de dólares). “El capital accionarial es una forma de
capital ficticio”, recuerda el economista de la Universidad de Espírito Santo.
¿Qué realidad subyace a la estadística? “Lo importante es que estos procesos
afectan diariamente a la gente; aumenta la tasa de explotación laboral, las
jornadas de trabajo, los recortes en la seguridad social, la asistencia médica
y la educación; una parte importante de la remuneración de los capitales, en el
casino global, es fruto del trabajo humano”. Subraya Paulo Nakatani que en el
Libro III de “El Capital” Marx ya avanzó muchas de estas ideas, “se trata de
desarrollarlas”. Hoy se sabe que en Estados Unidos el valor total de las
acciones se redujo de 19,4 billones de dólares en 2006 a 11,7 billones en 2008;
en 2012 se recuperó hasta los 18,7 billones de dólares, una cifra superior a la
de 2005. “El resultado de la recuperación en la bolsa de Gran Bretaña fue muy
parecido”, señala Nakatani. Diferente fue el caso de la Unión Europea, donde
las políticas de expansión monetaria no se produjeron hasta 2015. Tal vez ello
influyera en que el valor de las acciones en los países de la eurozona
disminuyera un 27,6% entre 2006 y 2012.
“La mayor
parte del capital bancario es puramente ficticio”, afirmaba Marx. Según el
Banco de Compensaciones Internacionales (BIS), los activos totales de las
instituciones financieras de 44 países o regiones especiales (entre ellas las
mayores economías del mundo excepto China), ascendían a 37,4 billones de dólares
en 2007; después de 2008, se produjo una caída relativamente importante hasta
2009 y posteriormente se mantuvo entre los 33 y 34 billones de dólares. Por
otro lado, ¿qué importancia tiene la deuda pública en general y en la presente
crisis? El economista del Observatorio Internacional de la Crisis explica que
se trata, dentro de las diferentes formas de capital “ficticio”, de uno de los
mecanismos fundamentales para el rescate de los capitales privados, tanto en la
esfera productiva como en la financiera. De hecho, se ha producido un
crecimiento acelerado de la deuda pública (respecto al PIB) en países como
Estados Unidos, Japón o la eurozona. Escapan a esta tendencia China (aumento
del 4,8% entre 2006 y 2014) o Alemania (del 8,9% en el mismo periodo). Entre
2006 y 2014 la deuda pública aumentó un 51,9% en Japón, un 38,2% en Estados
Unidos y un 20,7% en la zona euro.
En los
mercados internacionales de moneda se ha generado un gigantesco volumen de
negocio. Se compran y venden dólares, libras o euros para ganar una pequeña
diferencia en los precios por la variación en el tipo de cambio. Este mercado
no sólo no se vio afectado por la crisis, entre 2008 y 2009, sino que continuó
creciendo hasta alcanzar un volumen medio diario de negocios de 5,4 billones de
dólares (abril de 2013). Si se calculan en dólares las importaciones y
exportaciones mundiales en 2013 (sobre un PIB mundial de 75,6 billones de
dólares), este valor sería equivalente a sólo 8,4 días de transacciones en los
mercados internacionales de moneda. Además, Paulo Nakatani subraya que el
mercado global de derivados tampoco sufrió ninguna pérdida significativa. La
suma denominada de valor “nocional” pasó de 595,3 billones de dólares en 2007 a
603,9 billones de dólares en 2009 y 710,6 billones de dólares en 2013; en junio
de 2014 se produjo una ligera caída (691,5 billones). Entre 2007 y 2013, el
crecimiento del saldo total de derivados OTC fue del 19,4%, y llegó a casi diez
veces la magnitud mundial en 2013. “La mayor parte de los derivados está constituida
por apuestas sobre tasas futuras de interés, de cambio o precios futuros de
commodities (mercancías estandarizadas)”, destaca el economista.
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