REDUCCIÓN
DEL TIEMPO DE TRABAJO Y DESEMPLEO:
UN
ESCENARIO EUROPEO
Michel
Husson[1]
DOI:
10.1387/lan-harremanak.16570
ABSTRACT
■ En este artículo se señalan
las condiciones que debe reunir
la Reducción del Tiempo de Trabajo (RTT) para la creación
de empleo, mediante un escenario a escala
europeo y en base a un ejercicio realizado
sobre Francia. Se expone las diferentes modalidades de reducción de la
duración de trabajo: una, excluyente, basada en la coexistencia de jornadas a
tiempo completo con jornadas a tiempo parcial y el desempleo; otra
igualitaria, que reparte el total de las
horas trabajadas entre todas las personas candidatas a un empleo. Se presenta un cálculo, sumario
pero muy aclaratorio, sobre la «duración del trabajo de pleno empleo» que
permitiría reducir a cero la tasa de paro. Asimismo se indica
que la diferencia relativa entre la duración de trabajo de pleno empleo
y la duración efectiva es igual a la
tasa de paro. Se señalan las cuestiones políticas que van ligadas a una
política de reducción de la duración de trabajo y los aspectos de su
financiación. Se concluye con los principios que debe reunir una «buena RTT».
El artículo finaliza con tres breves
anexos que presentan con matemáticas
sencillas varios aspectos de la RTT.
Palabras clave: reducción tiempo de trabajo,
trabajo, reparto, salario, empleo.
En
el momento en el que la idea misma de reducción del tiempo de trabajo (RTT) es
condenada como una herejía por los economistas neoliberales[2],
no es inútil mostrar en qué condiciones la RTT puede hacer retroceder al
desempleo. Ilustramos esta demostración con ayuda de un escenario construido a
escala europea, en base al modelo de un ejercicio realizado sobre Francia[3].
Y sin
embargo se reduce
Imaginemos
una sociedad cuya población activa es de 100 personas: 60 de ellas trabajan a
tiempo completo 40 horas por semana, otras 20 trabajan a tiempo parcial 20
horas por semana; y los 20 restantes están en desempleo y así pues a cero horas
de trabajo. El número total de horas trabajadas es de 2.800 y la duración media
del trabajo (calculada sobre la base de las personas que tienen un empleo) es
de 35 horas.
Consideremos
ahora otra sociedad, que cuenta con la misma población activa y el mismo número
de horas trabajadas. Pero estas están esta vez repartidas sobre el conjunto de
la población activa. La duración del trabajo es entonces de 28 horas.
Suponiendo que no existe el trabajo a tiempo parcial se observa que todos los
empleos son de 28 horas.
Esta
pequeña fábula permite ilustrar una realidad esencial: la cuestión no es saber
si la duración del trabajo debe bajar o no sino cuales las modalidades de esta
reducción, sea por la exclusión, sea por la igualdad. En Francia, el proyecto
de ley «trabajo» está concebido para «descomponer» todavía un poco más las 35
horas e incluso vaciar de todo contenido la noción misma de duración legal del
trabajo. Ha escogido así claramente la vía de la fragmentación social.
Por
esta razón las comparaciones internacionales, muy a menudo manejadas para
probar las virtudes de tal o cual «modelo» deber ser cuidadosamente
desmenuzadas. En realidad, todos los países puestos como ejemplo porque han
reducido su tasa de paro, sólo lo han realizado extendiendo el campo de la
precariedad y del tiempo parcial.
Pequeña aritmética de la
rtt
Nuestro
ejemplo hipotético puede ser desarrollado sobre el ejemplo europeo. Se
examinarán a continuación las objeciones habitualmente dirigidas a estas «reglas
de tres» por los neoliberales que las encuentran simplistas. En Europa[4],
la producción de bienes y servicios ha necesitado en el 2014 284 mil millones
de horas de trabajo (de las cuales el 80% aproximadamente de trabajo
asalariado). La duración media de trabajo se calcula relacionando ese «volumen
de trabajo» con el número de empleos. Siempre en 2014, el número de personas
que disponían de un empleo era de 181 millones (de los que 154 millones eran
asalariados). La duración anual del trabajo era pues de media de 1.575 horas y
de 1.470 para los asalariados. Estas cifras son evidentemente globales y
mezclan los empleos a tiempo pleno y a tiempo parcial.
Pero
también se puede relacionar ese volumen de trabajo con la población activa, es
decir con el conjunto de las personas en empleo o en desempleo, que se elevaba
a 202 millones de personas (181 millones en empleo y 21 millones en paro). A
partir de estos datos oficiales se puede también calcular la «duración del
trabajo de pleno empleo» que sería pues de 1.409 horas por año.
Repartiendo
de esta forma el volumen de trabajo entre todos los candidatos al empleo, se
reduciría a cero la tasa de paro. La diferencia relativa entre la duración de
trabajo de pleno empleo y la duración efectiva es en efecto igual a la tasa de
paro, en este caso del 10,5% = (1.575-1.409)/1.575 (ver gráfico 1 y anexo 1).
Para
suprimir el paro en Europa, ese cálculo muestra que sería necesario reducir la
duración del trabajo en aproximadamente el 10%. Como la duración media equivale
a aproximadamente 39 horas sería pues necesario pasar a las 35 horas.
Gráfico 1
Duración efectiva del
trabajo y duración del trabajo de pleno empleo
Un escenario alternativo
Este
escenario se basa sobre una hipótesis de reducción más rápida de la duración
del trabajo que la observada en Europa: en lugar de caer de media de 0,33% por
año, habría bajado el 0,6% por año, con las mismas inflexiones coyunturales que
la duración observada. En 2014, la duración del trabajo sería entonces el 5,7%
inferior a su nivel observado (ver gráfico 2.A). Esta reducción simulada solo
franqueó pues una parte del camino hacia la duración del trabajo de pleno
empleo. Ella permite sin embargo reducir de forma significativa la tasa de paro
que habría sido inferior al 6% desde el inicio de los años 2000 (ver gráfico
2.B).
Este
escenario no es neutro en lo que concierne al reparto de los ingresos. Si la
reducción suplementaria de la duración del trabajo no es «compensada» por una
baja del salario, la parte de los salarios debe lógicamente aumentar. Pero este
aumento no hace más que recuperar una parte del retroceso registrado desde el
inicio de los años 1980 (ver gráfico 2.C).
Gráfico 2
Reducción de la duración
del trabajo: un escenario europeo
A. Duración del trabajo
B. Tasa de paro
C. Parte de los salarios
El cuestionamiento de
las hipótesis
El
ejercicio que acaba de presentarse se basa en la hipótesis implícita según la
cual están dadas tres magnitudes: el volumen de trabajo, la población activa y
la productividad del trabajo. Ellas suscitan a priori numerosas objeciones que
han sido especialmente planteadas por los economistas neoliberales opuestos por
principio a una política de reducción del tiempo de trabajo.
Considerar
como dado el volumen de trabajo sería un razonamiento «maltusiano». Pero, en la
práctica, solo aumentó el 6,2% entre 1992, o sea el 0,3% anual. En Francia ha
progresado ligeramente entre 1997 y 2002, contrariamente a las predicciones de
los detractores de la RTT.
Esta
constatación puede interpretarse observando que la tasa de crecimiento del
volumen de trabajo es la diferencia entre la tasa de crecimiento del PIB y la
de la productividad horaria del trabajo (ver anexo 2). Sin embargo, se observa
que, sobre un amplio período, el PIB y la productividad horaria tienden a aumentar
a la misma tasa, de tal forma que el volumen de trabajo tiende a permanecer
constante, o a aumentar muy moderadamente.
La
segunda objeción es aceptable: la población inactiva no está inerte. Puede, por
ejemplo, aumentar cuando el mercado de trabajo va mejor: las personas van en
efecto a intentar encontrar un empleo, mientras que renuncian cuando aumenta la
tasa de paro. Es lo que los economistas llaman «efecto de flexión» (ver anexo
3). Sería pues necesario, para proceder rigurosamente, modificar el modelo. La
toma en cuenta de este «efecto de flexión» reduciría a corto plazo el impacto
de la reducción del tiempo de trabajo, pero este efecto se disiparía a medio
plazo.
La
tercera objeción (la producción del trabajo está dada) se combina con la
primera, y se apoya en dos razonamientos. La reducción de la duración del
trabajo sin pérdida de salario haría aumentar el «coste del trabajo» y tendría,
vía esta pérdida de competitividad, un impacto negativo sobre el nivel de actividad
y, así, sobre el empleo. O bien, las ganancias de productividad reducirían el
efecto sobre el empleo.
Una opción de sociedad,
una cuestión política
Estas
dos últimas objeciones permiten señalar que el ejercicio presentado no proviene
de la economía «pura» sino que plantea cuestiones políticas. El argumento de la
competitividad supone implícitamente que no se toca a la parte de los
beneficios que va a dividendos. Sin embargo, esta es precisamente la
contrapartida de una reducción insuficiente de la duración del trabajo y, con
ello, del paro. No es coherente querer reducir este sin cuestionar la punción
accionarial. La creación de empleos por reducción del tiempo de trabajo, y sin
pérdida de salario, aumenta evidentemente la masa salarial; pero ella puede ser
perfectamente compensada por una reducción de los dividendos distribuidos a los
accionistas[5].
Por
otra parte, no hay que olvidar que la creación de empleos por reducción del
tiempo de trabajo se «autofinancia» parcialmente. Incluso sin hablar de sus
efectos sociales e individuales sobre el bienestar, el desempleo no es
gratuito. A las prestaciones de desempleo hay que añadir los efectos
indirectos, especialmente en materia de salud pública. Reabsorber el desempleo
reduce pues su coste en una proporción que, en el caso francés, va de un tercio
a la mitad de un salario. Sería pues posible reducir las cotizaciones a medida
que los empleos creados reduzcan las sumas dedicadas a la indemnización del
desempleo, y el aumento de la parte de los salarios sería reducida otro tanto.
En
cuanto al argumento de la productividad, es exacto: si la reducción de la
duración del trabajo se compensa con una intensificación del trabajo, entonces
es cierto que se reduce el efecto sobre el empleo. Ello es lo que ha sucedido
durante el paso a las 35 horas en Francia: una parte del efecto de la reducción
del tiempo de trabajo ha sido anulado por diversas formas de intensificación
del trabajo. De esta importante experiencia se pueden extraer en conclusión
varias lecciones de aplicación general.
Los principios de una buena RTT
—
Mantenimiento del salario mensual: la RTT no debe ser un reparto del trabajo a
masa salarial constante.
—
La RTT debe ponerse en práctica «con contrataciones compensatorias» proporcionales
a fin de evitar toda intensificación del trabajo: 10% de reducción del tiempo
de trabajo = 10% de empleos de más (¡e incluso el 11,1% por las leyes de la
aritmética!).
—
La RTT debe ser la ocasión de una reabsorción del trabajo a tiempo parcial
sufrido.
—
La RTT debe acompañarse de formas de mutualización de los empleos en las
pequeñas empresas.
Pero
la condición de éxito más importante es el control de los asalariados sobre la
puesta en práctica de la medida. Este control debe consistir en dos puntos
esenciales: el primero es la realidad de las creaciones de empleos, el segundo
las modalidades concretas de la RTT. Son los trabajadores quienes deben decidir
colectivamente sobre la mejor forma de combinar las formas posibles de
reducción del tiempo de trabajo, de forma que se tomen en cuenta las
aspiraciones diferenciadas de los asalariados: reducción diaria (tantas horas
por día), semanal (por ejemplo 4 días), anual (jornadas RTT) o plurianual (año
sabático). Una forma de ese control podría ser la siguiente: en la medida en
que los gastos del desempleo disminuirían con las creaciones de empleos,
podrían ser acordadas reducciones de las cotizaciones sociales. Pero ellas
serían sometidas a la validación por los asalariados respecto a cuatro
criterios: la realidad de las creaciones de empleos, su carácter decente, el
mantenimiento de los salarios y una política de reducción de los abonos de
dividendos.
Anexos
1. Duración del trabajo de pleno empleo y tasa
de desempleo
Sea
N el empleo, VOL el número total de horas de trabajo, DES el desempleo y POPAC
la población activa. La duración media del trabajo DAT se calcula según: DAT =
VOL/N
La
duración del trabajo de pleno empleo DATPE se calcula según: DATPE = VOL/POPAC
Pero
si se tiene en cuenta el hecho de que POPAC = N + DES, la ratio DATPE/DAT puede
escribirse:
DATPE/DAT
= N/POPAC = 1 – TDES con TDES (tasa de desempleo) = DES/POPAC
Se
alcanza pues:
TDES = (DAT – DATPE)/DAT
2. PIB y productividad horaria
La
productividad horaria (PRODH) se calcula relacionando el PIB con el número de
horas trabajadas (VOL). Se tiene pues PRODH = PIB/VOL. Entonces es fácil
deducir que: VOL=PIB/PRODH, o anotando como tx a la tasa de crecimiento:
txVOL = txPIB – txPRODH.
3. El efecto de flexión
La población
activa (POPAC) es por definición
la suma del
empleo (N) y del desempleo (DES). En variaciones (Δ), se tiene entonces:
ΔDES = ΔPOPAC – ΔN. Pero si el aumento del empleo (ΔN = 10) induce un aumento
de la población activa (por ejemplo ΔPOPAC = 5), entonces la caída del
desempleo (ΔDES) es de 5, es decir inferior a las creaciones de empleos.
[1] «Réduction du temps de travail et chômage: un scénario
européen», nota hussonet Nº 98, 26 de abril de 2006, http://goo.gl/4uycDH.
Traducido por Mikel de la Fuente Lavín.
[2] Michel Husson, «Flexibilité du travail, arnaque
néolibéral» (II), A
l’encontre, 14 de marzo de 2016,
http://goo.gl/jUUm7a
[3] Michel Husson, «Réduction du temps de travail et chômage:
trois scenarios», A
l’encontre, 4 de abril de 2016,
http://goo.gl/6uh2Mn
[4] 14 países: Austria, Bélgica, Dinamarca, España,
Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Portugal,
Reino Unido, Suecia.
[5] Para una demostración más detallada, ver Michel Husson,
«Soixante ans d’emploi», 2009, http://goo.gl/x99OhY; ou Michel Husson,
«Unemployment, working time and financialisation: the French case», Cambridge Journal of
Economics, vol.39 n.º3, 2015, https://goo.gl/zB27Io
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