El primer ministro David Ben Gurion con su
principal ayudante, Shimon Peres. Al fondo el ministro de Defensa Moshe Dayan y
el ayudante de Ben Gurion Teddy Kollek
Por Richard Silverstein.
Traducción para Rebelión: J. M.
Publicado
el 28/09/2016 por losotrosjudios
Shimon Peres sufrió un grave ataque de apoplejía hace dos días y aunque su salud ha mejorado desde que entró en el
hospital, a los 93 años está en el ocaso de su vida. Es adecuado hacer un
balance de su legado como figura de una época que se extiende desde la
fundación del Estado hasta nuestros días. No puedo pensar en otro político
israelí activo con ese tiempo de servicio y tanto alcance en la historia.
Cuando muera Peres toda una nación le llorará como
a un padre fundador del Estado. Alguien que sirvió con fidelidad y diligencia
durante casi siete décadas. Se derramarán reconocimientos. Los presentadores
mostrarán imágenes históricas de él con su mentor político, David Ben Gurion, y
salmodiarán solemnemente las obras del gran hombre.
Pero, como suele ser el caso en estos asuntos, la
verdad está en otra parte. Peres comenzó su carrera como chico de los recados
de Ben Gurion. Fue diligente e inventivo. Lo que el jefe necesitaba que se
hiciera, Peres siempre encontró una manera de lograrlo. Con el tiempo se
convirtió en su principal apoyo. Así es como se le asignó la tarea monumental
de conseguir la bomba para Israel. Tal tarea no era nada fácil y requería gran
determinación, creatividad, y hasta considerar el robo. Peres fue más que apto
para la tarea.
La versión no censurada de la historia, de Walla,
describe el engaño de Peres que permitió eludir la prohibición del tratado
internacional nuclear con Francia contra la venta de uranio a Israel.
Casi desde el primer momento de la fundación del
Estado de Israel Ben Gurion aspiraba a crear un arma nuclear. Veía esto como su
dispositivo del día del juicio final. Sería el as que podría sacar de la manga
si todas las cartas jugaban contra él. A pesar de que la fuerza estratégica
real de Israel era bastante robusta, Ben Gurion indicaba lo contrario. En un
famoso y reconocido episodio de la época se le ve mirado un mapa de Oriente
Medio desplegado en la pared de su estudio mientras el líder exclamaba ante los
que le rodeaban: “no pude pegar ojo la noche anterior a causa de este mapa.
¿Qué es Israel? Una pequeña y simple mota. ¿Cómo puede sobrevivir en medio de
este mundo árabe?”
Esto fue parte integrante de la estrategia israelí
de mostrarse a sí mismo como la víctima eterna, la parte más débil de todos los
conflictos que requiere apoyo moral y militar para evitar su destrucción. Nada
de esto era cierto. Sin embargo, a raíz del Holocausto, el mundo sentía que no
podía permitir la posibilidad de que ocurra nuevamente. Así fue como Israel se
convirtió en el pequeño David frente al Goliat árabe a los ojos de gran parte
del mundo a partir de 1948.
A pesar de la creencia convencional de que las
armas de destrucción masiva de Israel estaban destinadas a protegerlo de la
destrucción inminente en caso de que sufriera una derrota catastrófica, la
teoría es incorrecta, tanto en su totalidad como en parte. En verdad Israel
nunca se enfrentó a una amenaza. Siempre mantuvo la superioridad militar sobre
sus enemigos en todas las guerras desde 1948 hasta 1967 (y después).
El verdadero objetivo de Ben Gurion de la obtención
de armas nucleares era político. Quería asegurarse de que Israel nunca
tendría que negociar en condición de inferioridad las ganancias que había
obtenido en el campo de batalla. Quería un arma que pudiera enarbolar sobre las
cabezas de cualquier enemigo y le permitiera asegurar que nunca tuviera que
renunciar a todo lo que le pertenecía por derecho a Israel (en su mente, por lo
menos). De esta manera la bomba de Israel le ha permitido rechazar
prácticamente todas las iniciativas de paz ofrecidas a lo largo de todo el
camino desde 1967. Los líderes de Israel sabían que EE.UU. nunca apostaría a
que no iba a utilizar armas de destrucción masiva si tenía que hacerlo. Así,
los presidentes estadounidenses ya tenían una mano atada a la espalda en este
tipo de negociaciones. En un juego de cartas, cuando una de las partes tiene el
as de picas en el bolsillo y todos los demás jugadores saben esto ya no es el
mismo juego, ¿verdad?
Los oponentes israelíes a la bomba
Sería equivocado creer que Ben Gurion y Peres
fueron agasajados por sus pares en su proyecto visionario. La oposición a una
bomba israelí era fuerte y cruzó las líneas del partido. Entre los oponentes se
hallaban el futuro primer ministro Levi Eshkol, Pinchas Sapir, Yigal Alon,
Golda Meir y el líder en el desarrollo de armas de Israel Yisrael Galili.
Incluso entonces el jefe de Estado Mayor Jaim Leskov se opuso a la bomba. El
profesor Yeshayahu Leibowitz, a su manera típicamente profética, creó una ONG
que llamaba a hacer de Oriente Medio una zona libre de armas nucleares (que se
llama en hebreo “Comité Público para desmilitarizar Oriente Medio de armas
nucleares”). Probablemente fue la primera llamada de este tipo en cualquier
parte del mundo. De alguna manera resultó errónea. Creyó que por construir el
reactor nuclear los enemigos de Israel se abstendrían de bombardearlo y
destruirlo. Lebowitz predijo después que llamarían a Dimona “La locura de
Shimon”.
La gran hipocresía que Peres empleó para conseguir
lo que quería fue sorprendente. Jugó con la culpa del corazón de Alemania para
obtener fondos para el proyecto de armas nucleares. Reclutó a Arnon Milchan como agente encubierto para
organizar una conspiración para robar el uranio altamente enriquecido del depósito
de Estados Unidos donde estaba almacenado. Peres negoció con los franceses un
complejo acuerdo para construir la planta de Dimona, que hasta hoy produce
plutonio para las armas de destrucción masiva del arsenal de Israel.
El director general del ministerio de Defensa viajó
frecuentemente a Francia en aquellos días y enroló a toda la dirigencia
política en la búsqueda de los acuerdos necesarios para construir la planta de
Dimona. El mismo día que voló a Francia a firmar el acuerdo final el gobierno de
París cayó. Aunque Ben Gurion consideró perdido el viaje de Peres éste se negó
a darse por vencido. Se dirigió al renunciante primer ministro y le sugirió que
adelantase la fecha del acuerdo para que pareciera que se había firmado antes
de la renuncia. El líder francés estuvo de acuerdo. Y así, un audaz engaño
salvó la bomba de Israel. Cuando tiempo después alguien preguntó a Peres cómo
pensó que podía salirse con una estratagema tal, bromeó: “¿Qué son 24 horas
entre amigos?”
Peres facilitó el robo directo también. Si Israel
hubiera tenido que esperar para producir el uranio altamente enriquecido que
necesitaba para crear su propia bomba habría necesitado más años de los que
esperó. Si podía adquirir el uranio por otros medios el proceso se aceleraría enormemente.
Así es como el padre de la bomba israelí reclutó al futuro productor de
películas de Hollywood Milchan para robar cientos de kilos de materiales
nucleares de un almacén en Pennsylvania con la connivencia de funcionarios
estadounidenses que eran judíos pro-Israel reclutados para la tarea.
Roger Mattson ha publicado recientemente un libro
sobre el tema, Stealing the Atom Bomb: How Denial and Deception Armed Israel
[Robo de la bomba atómica: cómo la negación y la decepción armaron a Israel
(N. de T.)] . Este artículo resume sus hallazgos. Entre ellos,
están los de un grupo de científicos e ingenieros judíos estadounidenses
fundadores de la empresa que probablemente desfalcó y transfirió a Israel
material suficiente para fabricar seis bombas nucleares. Más tarde varios
agentes de esta compañía fueron nombrados funcionarios nacionales en la
Organización Sionista de América. Un fundador de la compañía luchó en la Haganah
durante la guerra de 1948 y era un protegido del futuro jefe de inteligencia
israelí Meir Amit. Figuras clave de la inteligencia de Estados Unidos llegaron
a sugerir que la propia empresa fue establecida por la inteligencia israelí con
el fin de robar los materiales y los conocimientos tecnológicos de Estados
Unidos al servicio del proyecto de armas nucleares de Israel. Todo esto
significa que los líderes de una de las organizaciones clave en el lobby de
Israel ayudaron y encubrieron una enorme infracción en la seguridad nacional
para que Israel tuviera la bomba.
Si usted es partidario de Israel es probable que
vea tales figuras como héroes. Si es así considere esto: Julius y Ethel
Rosenberg fueron ejecutados en 1956 por hacer mucho menos daño al programa
nuclear de Estados Unidos de lo que estos individuos hicieron.
El lobby de Israel encubrió el programa de
recaudación de fondos
El proyecto de armas de destrucción masiva fue
extraordinariamente caro. El nuevo Estado, cargado con enormes gastos para
alimentar y dar vivienda a millones de nuevos inmigrantes, no tenía presupuesto
para financiarlo. Ahí es donde Peres se dirigió a la diáspora de judíos ricos
como Abe Feinberg para elevar de forma encubierta los
fondos para la bomba israelí. Feinberg encabezó una campaña de recaudación de
fondos que alcanzó los 40 millones de dólares, equivalentes a 260 millones de
dólares de hoy. Feinberg también conspiró por medio de sus conexiones en el
Partido Demócrata para que Israel obtuviera del presidente Johnson el derecho a
negarse a firmar el pacto de no proliferación nuclear.
El portal de noticias israelí Walla describe la brillante estratagema que Ben Gurion
y Peres urdieron para atraer a Francia como aliado de Israel en el esfuerzo
para hacer una bomba. Se inició en 1956 en una reunión secreta en una villa
francesa fuera de París con un contingente británico y francés de alto nivel.
Los objetivos de los franceses y británicos estaban alineados con los de
Israel, pero no por completo. Los británicos y franceses querían dar al nuevo
líder agitador de Egipto, Gamal Nasser, un castigo por la nacionalización del
canal de Suez y ofrecer ayuda a la resistencia argelina. Tramaron un plan para
atacar a Nasser y repartirse los activos estratégicos de Egipto. Israel estaba
contento de compartir esa cabalgata. Pero tenía un objetivo propio: obtener
apoyo europeo para su producto nuclear.
Después de conseguir de Ben Gurion la venia para
proseguir, Peres se acercó a sus homólogos franceses y anunció un acuerdo
israelí para unirse al ataque, que más tarde se conoció como “Operación
Kadesh”. Pero les dijo que Israel había enfrentado mayor peligro en la empresa
que cualquiera de los británicos o franceses. Si Israel perdía, su existencia
podría verse amenazada. Por eso era necesaria un arma estratégica que podría
impedir su aniquilación en caso de una derrota desastrosa.
A medida que se desarrollaban las negociaciones con
los franceses éstos advirtieron a los israelíes de que tenían prohibido
venderles uranio en virtud de acuerdos internacionales. A Peres se le ocurrió
una solución típicamente brillante y tortuosa: “No nos lo vendan, préstenoslo”,
dijo. “Se lo devolveremos después de que se complete la misión”. Así comenzó el
verdadero esfuerzo para construir una bomba israelí. El reactor se completó en
1960 y en 1967 Israel tuvo su primera arma nuclear primitiva para usar en caso
de que perdiera la guerra de 1967.
Por alguna extraña razón el censor militar israelí
desaprobó que Walla hablara del “engaño” de Peres con respecto a la alteración
de la fecha del acuerdo nuclear franco-israelí. En la versión
censurada no se encontrará ninguna referencia a eso. Tampoco se
encontrará la historia de la sugerencia de Peres para que los franceses
“prestasen” el uranio a Israel, ya que era ilegal la venta del mismo. Mi
conjetura es que con la desaparición de Peres probablemente prefieran no
manchar la reputación del viejo más de lo necesario. Lo cual plantea la
pregunta: ¿por qué un censor se presta a proteger la reputación de los
políticos israelíes en lugar de proteger la seguridad del Estado, que es su
supuesta misión?
No hay comentarios:
Publicar un comentario