27 septiembre 2016
No hay mucho de dónde escoger, por un
lado los demócratas con su doble moral y por el otro los republicanos con su
fervor al fascismo y al Ku klux klan. Los estadounidenses se verán
obligados a votar por cualquiera de los dos personajes catastróficos tanto para
la política interna como externa del país. Un paso adelante lleva Hillary Clinton cuando
toca el tema del sexismo y los derechos de las mujeres; y es ahí cuando el
feminismo caucásico y burgués se enciende y la vitorea, también uno que otro
liberal que la ve como la irreverencia al patrón patriarcal.
Pero Clinton habla de los derechos de las mujeres blancas y burguesas,
no de las blancas pobres, ni de las afro descendientes y mucho menos de las
latinas indocumentadas; hay sesgo en su discurso de doble moral y lo saben
todos y lo disimulan a conveniencia.
Por su parte Trump muestra sin inmutarse lo misógino que es y lo
que representará para la mujer estadounidense tener a un presidente como él,
algo así como lo que representa para la comunidad afro descendiente tener un
presidente como Obama. Felices los machos alfa que se sienten muy
bien representados en Trump, no sorprenderá que se imaginen desde ya la
cantidad de crímenes y abusos que puedan cometer en casos de violencia sexual y
feminicidios, y que salgan en libertad sin cargo alguno; tal como les
sucede a los policías blancos, cuando matan a un afro descendiente.
Tampoco sorprenderá que siendo Clinton la presidenta del país,
también se les siga negando la Visa U a mujeres indocumentadas víctimas de
crímenes y actos violentos; y se les inventen cargos y sean deportadas de
inmediato. El hecho que Clinton sea mujer y se auto defina como
feminista no significa nada, no para la justicia en sí y la equidad de
género, mucho menos para las políticas de inclusión social.
También, deplorable es que ambos candidatos apoyen la invasión estadounidense
en Siria y que le apuesten a seguir bombardeando la región, sin un ápice de
humanismo hablan con claridad y suben el tono: arrogante, egocentrista y con el
sentido de superioridad de la clase política estadounidense que se cree dueña
del mundo. Lo dejan claro, la invasión en Siria continuará voten por Trump o
por Clinton.
Con una inteligencia de pensamiento superior Clinton habla de humanismo
al referirse a la violencia que sufre en manos de la policía la comunidad afro
descendiente, pero no es nada nuevo, con la misma labia lo hacía Obama y los
resultados son visibles. A Clinton nadie le niega la capacidad oratoria ni la
inteligencia cultivada, tampoco que sea un logro (a pesar de todo) que una
mujer esté a punto de ser la primera presidenta de Estados Unidos, pero ése es
otro paisaje, y no tiene nada que ver con lo que proyecta como futura
presidenta. Calculadora, intrusa e injerencista la mujer no se tienda el alma
para incitar una invasión armada en Venezuela y continuar con el bloqueo a Cuba
y sabrá el sereno a cuántos países más en la región de Siria, Irak y Libia, con
el pretexto de que el Estado Islámico expandió sus tentáculos.
Si nos sorprende Clinton y Trump, más nos deben sorprender sus
seguidores en los que se cuentan latinos, afro descendientes, europeos y
asiáticos, que votarán con alegría por el siguiente injerencista que
gobernará Estados Unidos.
El tema de la política migratoria fue
el gran ausente en el debate presidencial del lunes 26 de septiembre, con lo que se demuestra el nivel de
importancia que tienen los derechos humanos de los indocumentados en Estados
Unidos, tanto para el sistema como para la sociedad. Siendo los migrantes
el comodín por excelencia para las campañas presidenciales, unos a favor y
otros en contra de la política migratoria que podría sacar de las
sombras a millones de indocumentados. Un tema escabroso para la doble
moral de los candidatos. Tal vez sea un tema que salga a la palestra en
el próximo debate, cuando estén a la vuelta de la
esquina las elecciones y los candidatos necesiten convencer a algunos
indecisos.
Lo cierto es que Estados Unidos
tendrá su primera mujer presidenta, porque es un hecho que Hillary Clinton ganará
las elecciones, por muchas razones: muchos votarán por ella solo por no votar
por Trump, no porque ella los represente. Pero millones también votarán por
ella porque quieren a una presidenta mujer. Muchos de la comunidad latina
votarán por ella no porque ofrezca una oportunidad de legalización a los
indocumentados, votarán por ella por su apoyo al Golpe en Brasil, por sus
deseos de invadir Venezuela y por su necedad e inhumanidad de continuar con el
bloqueo a Cuba. Las razones sobran, pero ninguna de éstas es porque ella
represente un cambio para bien al país, es tan solo la continuidad de la
política de Obama, que dicho sea de paso, resultó una vergüenza para la
comunidad afro descendiente que lo apoyó. Veremos qué dicen aquellos humanistas
feministas y liberales, cuando vean que lo de Clinton también fueron
promesas vacías de igualdad, equidad e inclusión.
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