Ulises Noyola Rodríguez
ALAI AMLATINA, 18/10/2016.- La caída de los precios de las materias
primas evidencia la fragilidad de la relación económica entre China y América
Latina que en la actualidad registra una importante desaceleración en las
transacciones comerciales, situación de la cual Estados Unidos busca sacar
ventaja a fin de reposicionarse en la región.
El gobierno chino decidió apoyar la construcción
de grandes obras de infraestructura en América Latina, que seguramente serán
edificadas con materiales provenientes del gigante asiático por medio de la
creación de diversos fondos de infraestructura con los gobiernos
latinoamericanos que alcanzaron un total de 45,000 millones de dólares en 2015.
De esta manera, el interés que el gigante
asiático mantiene hacia América Latina está enfocado básicamente en el
financiamiento de proyectos de infraestructura que garanticen la provisión de
materias primas. La puesta en marcha de ambiciosas iniciativas de alcance
continental para transportar los recursos naturales de la región hacia el
Pacífico así lo evidencia.
La construcción del Canal de Nicaragua, por
su parte, cambiará la relación geopolítica de China con América Latina, ya que
el tránsito de mercancías será realizado con el apoyo de la seguridad
proporcionada por el gobierno nicaragüense, con lo cual, Washington no tendrá
ningún tipo de control militar sobre esta zona a partir de 2020[i].
No obstante, la construcción de
infraestructura en América Latina derivada de las inversiones de China no
conseguirá aumentar sustancialmente el valor agregado de las exportaciones
latinoamericanas, pues esos proyectos de inversión sólo aseguran una alta
rentabilidad de corto plazo. Esta situación no modificará la estructura
primario-exportadora de los países latinoamericanos[ii].
Por añadidura, las nuevas relaciones
estratégicas que China ha logrado consolidar con varios países de Asia y el
Medio Oriente (Rusia, Arabia Saudita e Irán) con el fin de diversificar sus
fuentes de suministro de recursos naturales estratégicos, intensificará la
competencia con los países latinoamericanos por el mercado chino.
En este sentido, la sobreproducción de
petróleo impulsada por la competencia internacional sigue acentuando la
tendencia deflacionaria del precio del petróleo cotizado actualmente a un
precio de 50.35 dólares el barril en los mercados internacionales, que terminó
por disminuir aún más el ritmo de crecimiento de las economías
latinoamericanas.
Los intentos de los países miembros de la
Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) por estabilizar el
precio del petróleo resultan aún insuficientes. El cartel petrolero y Rusia
acordaron una reducción de la producción de 700,000 barriles por día, cifra que
representa solamente 1% de la producción mundial de petróleo[iii].
Adicionalmente, las empresas exportadoras
chinas intensivas en trabajo con problemas de sobrecapacidad registran una desaceleración
de la demanda de materias primas provenientes de América Latina, lo cual
dificulta el relanzamiento de la relación comercial con el gigante asiático.
La presión de Washington sobre Beijing
provocó el compromiso del gobierno chino de reducir un 13% del exceso de la
capacidad productiva durante el período 2014-2020 en la pasada cumbre del G-20,
por lo tanto, no es previsible un aumento sustancial de la demanda de materias
primas por parte de empresas exportadoras[iv].
Por otro lado, las empresas exportadoras
chinas también acentúan la tendencia deflacionaria en la economía mundial dado
el precio reducido de sus mercancías comercializadas en los mercados internacionales
en los sectores productivos que operan con sobrecapacidad.
El precio reducido de las mercancías
producidas por las empresas exportadoras chinas en los sectores intensivos en
trabajo tienen una fuerte penetración en los países latinoamericanos, lo cual
afecta la rentabilidad de las empresas latinoamericanas, ya que disminuye la
producción nacional, la inversión privada y la generación de empleos.
De esta manera, las empresas latinoamericanas
ya iniciaron demandas antidumping por prácticas inequitativas de
competencia comercial de parte de las corporaciones chinas pues éstas reciben
el apoyo de su gobierno a través de ayudas estatales bajo la forma de inversión
pública, subsidios y créditos bancarios[v].
Las consecuencias serían graves para las
empresas chinas con la disminución de las importaciones de los países
latinoamericanos provenientes de China, que ya recibieron las restricciones
comerciales de Estados Unidos y desacelerarían aún más las transacciones
comerciales entre China y América Latina.
La respuesta del gobierno chino fue atenuar
los efectos regresivos de la sobrecapacidad de los sectores intensivos en
trabajo a través del aumento del consumo por medio de incrementos salariales,
prestaciones sociales y servicios públicos, con el fin de crear una clase media
favoreciendo la demanda de alimentos provenientes de América Latina.
Sin embargo, la deslocalización productiva de
las empresas chinas en los países asiáticos con salarios inferiores amenaza con
destruir los esfuerzos del gobierno chino de cambiar la estructura del nuevo
modelo productivo basado en la demanda interna, lo cual limitaría el aumento de
los salarios y la demanda de alimentos en China[vi].
Las dificultades económicas de los países
latinoamericanos para apoyar las exportaciones con destino al gigante asiático
provocaron un acercamiento comercial de las economías más grandes de la región
como Brasil y Argentina con Estados Unidos.
Este acercamiento comercial con Estados
Unidos podría ser el primer paso para abrir las negociaciones sobre la
incorporación de los países latinoamericanos con un mayor peso económico en
América Latina a los proyectos de integración (TPP y Alianza del Pacífico)
impulsados por Washington.
La consolidación de los proyectos de
integración apoyados por Estados Unidos permitiría recuperar el terreno perdido
en la participación de las exportaciones latinoamericanas que pasó de 60 a 40%
durante el período 2000-2014 con el ascenso de China como primer socio
comercial de varios países latinoamericanos principalmente en el Cono Sur[vii].
Sin embargo, el retraso de la aprobación del
TPP en el Congreso norteamericano debido a las consecuencias perniciosas para
la industria local, el nivel de los salarios y la pérdida de empleos, pone en
cuestión la capacidad de Washington de revertir el golpe asestado por China en
América Latina.
Por otra parte, el gobierno chino desea
también mantener su influencia económica en América Latina con el anuncio de la
incorporación de Brasil y la candidatura de varios países latinoamericanos
(Venezuela, Chile, Colombia) en el Banco Asiático de Inversiones en
Infraestructura (BAII) a principios de 2016[viii].
De esta manera, la participación de los
países latinoamericanos en las cadenas de valor de Asia fortalecería las
relaciones económicas con el gigante asiático e incrementaría las transacciones
en el comercio intrarregional con el financiamiento de proyectos que apoyen la
integración productiva en el continente asiático.
No obstante, los proyectos de inversión
financiados por el BAII avanzan con demasiada lentitud, puesto que incluyen
solamente el financiamiento de cuatro pequeños proyectos en el continente
asiático, de tal suerte que aún no se contemplan grandes proyectos de inversión
para América Latina en 2016.
Además, los proyectos de inversión
financiados por el BAII fueron cofinanciados con el Banco Mundial, el Banco
Asiático de Desarrollo y el Departamento para el Desarrollo Internacional del
Reino Unido, instituciones que están fuertemente influenciadas por Estados
Unidos, lo cual limita la autonomía del gigante asiático en la inversión de proyectos
en América Latina.
De forma similar, el Nuevo Banco de
Desarrollo de los BRICS financió proyectos de inversión por un monto de apenas
811 millones de dólares en los países miembros (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica) y firmó un memorándum de entendimiento con el Banco Mundial para
financiar proyectos conjuntos en las siguientes operaciones de la entidad
financiera[ix].
Por lo tanto, la voluntad de Beijing se
dirige a fortalecer las relaciones con las instituciones financieras dominadas
por Washington que todavía tienen un rol importante en Latinoamérica, lo cual
debilita las posibilidades de China de establecer una relación autónoma en
América Latina con respecto a Estados Unidos.
Finalmente, el rol de China como exportador
de capitales siguió aumentando su presencia en América Latina, donde los bancos
estatales chinos proporcionaron préstamos a los países latinoamericanos por un
monto equivalente a 29,000 millones de dólares en 2015, cantidad que superó los
préstamos otorgados por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de
Desarrollo[x].
Pero la nueva fase de la crisis económica
mundial caracterizada por la caída del precio de las materias primas alteró las
operaciones de los bancos estatales chinos en América Latina, ya que los
préstamos se encuentran respaldados por commodities, situación que
anteriormente beneficiaba a los países latinoamericanos por medio del precio
elevado de las materias primas.
Por lo tanto, el reembolso de los préstamos
demanda la sobreexplotación de los recursos naturales de los países
latinoamericanos, que están seriamente expuestos a los bancos estatales chinos
con el caso representativo de Venezuela por la caída del precio de las materias
primas, lo cual enfrenta la oposición de las clases populares.
Por añadidura, la ambición de China de
incorporar el yuan en la canasta de monedas de los Derechos Especiales de Giro
estuvo acompañada del aumento de la participación en el financiamiento de Fondo
Monetario Internacional que pasó casi a duplicar sus recursos financieros a
659,000 millones de dólares a finales de 2015, lo que volvió a dar a Washington
el poder de intervenir en los países latinoamericanos en un futuro[xi].
En conclusión, la turbulencia económica
global mantuvo la estrecha cohesión de China con Estados Unidos, que resultó en
el planteamiento conjunto de la nueva arquitectura financiera a nivel global,
lo cual planteó la cuestión del rol que asumirán ambas potencias en América
Latina.
- Ulises Noyola Rodríguez es Colaborador en la División de Estudios de
Posgrado de Economía en la UNAM.
[ii] Xinhua. Fondo de Inversión para
Cooperación en Capacidad Productiva China-América Latina destaca sostenibilidad
y control de riesgos. Fecha de publicación: 6/06/2016.
[iii] The New
York Times. OPEC Agrees to Cut Production, Sending Oil Prices Soaring.
Fecha de publicación: 28/9/2016.
[iv] Bloomberg. Global
Steel Glut Concerns Raised in G-20 Draft Statement. Fecha de publicación: 3/09/2016.
[v] Alacero. Investigaciones antidumping
contra China: Avances hacia una competencia justa en la industria del acero de
América Latina. Fecha de publicación: 22/06/2015.
[vi] Wall Street Journal. China lucha para
evitar que sus fábricas se muden. Fecha de publicación: 13/06/2016.
[vii] Comisión Económica para América Latina y el
Caribe. América Latina y el Caribe y China: Hacia una nueva era de
cooperación económica. Fecha de publicación: 22/05/2015.
[viii] Financial Times. AIIB gathers for inaugural
annual meeting. Fecha de publicación: 24/06/2016.
[ix] Xinhua.
World Bank, BRICS bank to enhance co-op in infrastructure development. Fecha de publicación: 10/09/2016.
[x] Financial Times. China doubles bets on
ailing Latin America economies. Fecha de publicación: 12/02/2016.
[xi] Fondo Monetario
Internacional. Reformas históricas que duplicarán los recursos de las cuotas
y reforzarán la representación de las economías emergentes y en desarrollo.
Fecha de publicación: 27/01/2016.
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/181033
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