Colombia: Al respaldo imperialista a la farsa de
paz ¡Unir y generalizar la lucha, preparar la Guerra Popular! – Editorial de
“Revolución Obrera”, órgano de la Unión Obrera Comunista (mlm)
Nota
–Reproducimos a continuación el Editorial “Al Respaldo Imperialista a la Farsa
de la Paz: ¡Unir y Generalizar la Lucha, Preparar la Guerra Popular!” publicado
en el órgano de los camaradas de la Unión Obrera Comunista (MLM) de
Colombia Revolución Obrera nº 424, de 15 de Marzo de
2015:
EDITORIAL
AL RESPALDO IMPERIALISTA A LA FARSA DE PAZ:
¡UNIR Y GENERALIZAR LA LUCHA, PREPARAR LA GUERRA POPULAR!
En las
últimas semanas el Gobierno y los imperialistas desplegaron una nueva ofensiva
alrededor de las negociaciones de La Habana y la farsa de la paz: la delegación
de las FARC se entrevistó con Kofi Annan, exsecretario general de la ONU; hizo
lo propio con Bernard Aronson enviado especial del gobierno de Estados Unidos,
para “acompañar” las negociaciones; fue enviada a Cuba una delegación de
militares —compuesta de altos mandos de todas las fuerzas del Estado— que
estudiará el cese al fuego y la dejación de las armas en una comisión conjunta
con la guerrilla; en su visita a España el presidente Santos anunció estar
dispuesto a no extraditar a los miembros de las FARC solicitados por Estados
Unidos y, de remate, el domingo 8 de marzo se llevaron a cabo manifestaciones
en las principales ciudades del país, utilizando el pretexto de una supuesta
defensa de la vida, en la brega del Gobierno por comprometer al pueblo con la
falsa paz y distraerlo de sus graves problemas.
Esta nueva ofensiva se presenta en momentos en que las clases dominantes y la guerrilla, discuten cómo evadir sus responsabilidades en los crímenes que han cometido contra el pueblo, en una ley de impunidad; un paso que necesita la aprobación de los imperialistas, también patrocinadores, promotores, financiadores, beneficiarios y ejecutores de la guerra reaccionaria. Una muestra de la injerencia directa de los imperialistas en el país, de la dependencia semicolonial consentida y aplaudida por la cúpula de las FARC.
No es
extraño que los jefes de la guerrilla, considerados hasta hace poco como
furibundos antiimperialistas, ahora saluden efusivamente “el anuncio
oficial del secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, sobre la
determinación de designar al señor Bernard Aronson como enviado especial de su
país, para atender el proceso de paz que se adelanta entre el Gobierno
colombiano y nuestra organización insurgente”. Así como no es gratuita
tampoco su reverencia al representante del mayor Estado terrorista y
asesino: “Agradecemos la confianza del Gobierno del presidente Barack
Obama y su secretario Kerry en las posibilidades que, en medio de los
obstáculos, tiene la búsqueda de la paz negociada en Colombia.”
Tales
fueron las frases zalameras del comunicado de los negociadores de las FARC en
La Habana, mientras en Colombia el Gobierno adoptaba las nuevas medidas de
ajuste para congraciarse con los imperialistas y seguir garantizando las
ganancias de los grandes capitalistas a cuenta del hambre y la miseria del
pueblo, sobre quien descarga todo el peso de la crisis.
Frases y
mensajes hipócritas de paz y de justicia social por parte de todos los
responsables de la guerra contra el pueblo, mientras se aprueban y llevan a
cabo los más macabros planes para esquilmar a los trabajadores, recortar aún
más el presupuesto en el terreno social y aplastar la justa rebeldía de las
masas. Todo ello con la complicidad de quienes se dicen amigos del pueblo, que
tímidamente denuncian algunos hechos, pero frenan la lucha porque están
comprometidos con la falsa paz del Gobierno que ayudaron a reelegir.
Frases de paz y hechos de guerra como los vividos en estas semanas por los corteros del Ingenio Risaralda en la Virginia, donde varios obreros resultaron heridos por la brutalidad del ESMAD, cuando ejercían el derecho a la huelga por aumento de salario, cese a la persecución y por contratación directa; o como atestiguan los indígenas en el Cauca, nuevamente perseguidos, criminalizados, capturados y judicializados, cuando hastiados del engaño gubernamental tomaron en sus manos la restitución de las tierras que les fueron usurpadas; o como quedó evidenciado en Canta Gallo, sur del Cesar, donde la asonada de los pobladores hizo sentir su rechazo al pésimo servicio de salud y la criminal actuación de la policía contra los manifestantes.
Una cosa dicen los discursos de los explotadores y sus encuestas pagadas, y otra distinta dicen los hechos de la guerra, donde los de arriba arremeten sin piedad contra el pueblo, pero éste a su vez se lanza a la lucha ante la insoportable situación. Nuevamente, por encima de la mentira refinada se impone la verdad de los burdos hechos: no puede haber paz entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos.
En los hechos, y contra las camarillas patronales de las centrales sindicales, los obreros se ven lanzados a la huelga y al combate por salarios, contratación directa y contra los despidos; en los hechos, las masas populares se ven obligadas a la toma de tierras, al bloqueo, a la asonada para frenar los abusos de los explotadores y mandatarios, pasando por encima de los dirigentes reformistas comprometidos con el gobierno dictatorial y terrorista.
Se pueden echar atrás las medidas de los explotadores porque se encuentran divididos y esa división aumentará como consecuencia de la agudización de la crisis económica; pero los trabajadores deben ir más allá de la lucha aislada y particular: se necesita generalizar los combates; se requieren nuevas formas de organización para unir y coordinar los nuevos enfrentamientos; la situación exige preparar y organizar una gran huelga política de masas, un paro nacional que conquiste las reivindicaciones inmediatas más sentidas del pueblo colombiano.
Un camino
que exige separarse de los falsos amigos del pueblo, de los promotores de la
conciliación, de los politiqueros y reformistas que sólo pretenden utilizar la
lucha de los pobres para el trapicheo politiquero en el establo parlamentario y
para las elecciones de octubre próximo. Un camino que exige luchar por
conquistar la independencia de clase de las organizaciones sindicales respecto
a las camarillas patronales de las centrales sindicales, marchando a la
organización de nuevas federaciones sindicales como parte de una nueva Central
Sindical Revolucionaria.
Un camino
que los obreros y campesinos ya vienen recorriendo pero deben hacerlo
consciente para frenar la arremetida de los explotadores y para acumular a su
vez las fuerzas para nuevos y más grandes combates, por abolir las causas de
sus padecimientos y miserias, para alcanzar la verdadera paz.
Los
obreros y los campesinos que de verdad quieren la paz, los activistas y
dirigentes honrados que desean la verdadera justicia social, deben prepararse
para la guerra. Sí, la única paz posible para el pueblo es la que vendrá después
del triunfo de la revolución socialista; con el éxito de la Guerra Popular, con
la victoria de la insurrección armada que destruirá el viejo poder de los
capitalistas, echará del país a los imperialistas saqueadores, acabará con los
privilegios de los ricos holgazanes y abolirá su derecho de explotar a los
trabajadores. La paz para el pueblo solo será posible cuando no exista la
explotación del hombre por el hombre y la fuente más profunda de todas las
guerras: la propiedad privada sobre los grandes medios de producción.
Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)
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