24/11/2016
Parece que ahora “todas las desgracias” que
sobrevendrán serán debido a que Trump llegó a la presidencia. En lugar de
acomodarnos en esta afirmación (aunque exista algo de cierto en ella), conviene
comprender que hay un escenario y un proceso en el que ha sido elegido
presidente: el de una retórica de libertad, igualdad y democracia repetida como
mantra por el neoliberalismo, pero que contrasta con el empeoramiento de las
condiciones de vida no sólo en EEUU sino a nivel global[1]. Trump se posicionó como “diferente” a los
apologistas del establishment neoliberal, pero lo cierto es que no es
antisistema ni tampoco revolucionario[2] (en efecto, los posibles Secretarios del
Tesoro son todos millonarios y CEOs vinculados a Goldman Sachs, JPMorgan, etc.)[3]. Carecemos de certezas con respecto a lo que
hará en materia de política exterior (más allá de la retórica de campaña
electoral), pero hay una especie de consenso respecto de los peligros que
implica Trump para América Latina. Esta opinión, bastante homogénea por
parte de los medios[4], nos lleva a visualizar procesos de larga
data que parecen dejarse de lado o que quedan opacados por el triunfo de Trump:
La construcción de un muro en la frontera con
México: parece
que eso quedó en un segundo plano luego de la visita de Trump a México y lo
afirmado en su primera entrevista como presidente. Sin embargo, se olvida que
desde 1994 EEUU ha instalado vallas que hoy alcanzan 1.100 km de la frontera
con México y que los operativos de control en la frontera y en territorio de
EEUU han implicado la muerte de migrantes, miles de deportaciones y
encarcelamientos. De modo que el muro sería “una cosa más” para preocuparnos,
pero solo es la punta de un iceberg que da cuenta de una dinámica perversa en
la que se oculta la funcionalidad de los migrantes en tanto fuerza de trabajo
barata y descartable en el contexto de un sistema que explota al máximo las
desigualdades entre centros y periferias.
Deportaciones masivas: La promesa es deportar a 11
millones de personas. Esto implicaría un fenomenal recorte de las remesas que
reciben los Estados latinoamericanos (65.000 millones de dólares anuales). Lo
que no se cuestiona es por qué esta gente (miles) tienen que irse de sus
países: la falta de trabajo digno en las ciudades, las condiciones paupérrimas
de vida en las zonas rurales, la violencia ejercida desde Estados que no se
ocupan de garantizar las necesidades básicas de la mayoría de la población,
etcétera. A modo de ejemplo, es claro que la deportación de miles de
guatemaltecos es algo terrible ¿pero no es igualmente escandaloso que sean los
migrantes guatemaltecos los que “mantienen la macroeconomía del país?”[5] Se trata de un gobierno cooptado por
elites corruptas, que hace décadas se alinean a los intereses del establishment
estadounidense, sumisión materializada en la firma de acuerdos económicos y de
seguridad con ese país. Por otra parte, en su primera entrevista como
presidente, Trump pasó a una versión más edulcorada, asegurando que “solo”
deportará a los que tengan historiales criminales y delictivos: “los vamos a
sacar del país o a encarcelar”[6]. De modo que continuará (sin dudas con mayor
énfasis) con la política que se viene implementando desde hace décadas en EEUU:
deportación[7] y complejo industrial carcelario para la
población más vulnerable, destacando migrantes y afrodescendientes[8].
La anulación del TLCAN: Trump prometió dar de baja la
presencia de EEUU en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, además
de oponerse totalmente al Acuerdo Trans-Pacífico (TPP) y a todo tratado de
libre comercio que amenace la industria y las condiciones de los trabajadores
estadounidenses. La prensa lo considera como una mala noticia. Pero lo que se
oculta son los resultados nefastos que el TLCAN ha tenido para México,
aumentando exponencialmente la dependencia con respecto a EEUU, transformándose
en maquila y plataforma de exportación de recursos estratégicos y fuerza de
trabajo barata (en casa o como migrante). Además, México ha pasado de ser un
país productor y exportador de alimentos a depender de importaciones, en casos
como el maíz[9]. Si EEUU sale del TLCAN, entonces el gobierno
mexicano tendrá vía libre para generar políticas que se orienten a fortalecer
la economía mexicana de cara a mejorar las condiciones de vida de los
mexicanos, aunque sabemos que eso ha importado poco a la elite
político-empresarial mexicana, subordinada al gobierno estadounidense. Lo
interesante, es que será también una oportunidad para que los movimientos sociales
y políticos presionen aún más para lograr un cambio de rumbo en ese país.
Cuba: En su campaña Trump afirmó que
continuará las negociaciones con Cuba si este país garantiza la “libertad
religiosa y política para todos los cubanos”, dando cuenta de probables
tensiones. Sin embargo, en los hechos “es un hombre de negocios, [y] hace
tiempo que reconoció los beneficios económicos de interactuar con Cuba”[10]. Eso quedó demostrado a fines de los ’90,
cuando la empresa Trump Hotels & Casino Resorts violó el bloqueo para hacer
negocios en la isla[11].
Resumiendo,
es probable que Trump dedique mayor atención y recursos a asuntos de política
interna y que oriente sus decisiones a procurar proteccionismo para la economía
estadounidense. Esto podría ser positivo para América Latina, que tendría
entonces menos presiones para alinearse a la política hemisférica
estadounidense. No obstante, lo anterior no debe desviarnos de lo primordial:
los recursos estratégicos seguirán siendo esenciales para el complejo
industrial-militar estadounidense, que Trump estaría deseoso por expandir[12] (expansión que coincide con la promesa
de creación de puestos de trabajo, considerando que la industria militar emplea
a millones de personas en ese país)[13]. En este sentido, al igual que gobiernos
anteriores (demócratas y republicanos) es probable que se oponga a políticas
que afecten el flujo de los mismos. Por eso, habrá que fortalecer los caminos
de la soberanía y la autodeterminación, delineados por movimientos sociales y
políticos de la mano de gobiernos que enfrentan diariamente las miserias del
neoliberalismo.
Notas
[13] La industria militar es una de las
principales fuentes de ingreso y empelo en algunos Estados, a lo que se suma el
reclutamiento como “uno de los mayores programas de empleo”, ver: http://www.csmonitor.com/Business/Robert-Reich/2010/0813/America-s-biggest-jobs-program-The-US-military.
En 2011 se estimaba que eran más de 6.000.000 de personas las empleadas por el
Departamento de Defensa y trabajando para la industria militar, ver: http://security.blogs.cnn.com/2011/09/22/defense-cuts-the-jobs-numbers-g...
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Silvina M. Romano / Investigadora CELAG
http://www.alainet.org/es/articulo/181914
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