Alberto
Rabilotta
ALAI AMLATINA, 24/11/2016.-
El
Parlamento de la Unión Europea (PUE) aprobó el 23 de noviembre de 2016 una
resolución no-vinculante (Non-legislative resolution) para contrarrestar o combatir
“las campañas de desinformación y propaganda de países, como Rusia, y de
actores no-estatales, como Daesh, Al-Qaeda y otros violentos grupos
terroristas”.
Presentada
por la diputada polaca Anna Fotyga del grupo Conservadores y Reformistas Europeos, esta
resolución afirma que el gobierno de Rusia aumentó su campaña contra la Unión
Europea (UE) después de haber anexado Crimea y lanzado una “guerra híbrida” en
Donbass (Ucrania).
El
comunicado del PUE (1) señala que “el gobierno ruso está empleado una variedad
de herramientas e instrumentos, como ‘think-tanks (…), estaciones de TV
multilingües (Russia Today), pseudo-agencias de prensa y servicios multimedios
(Sputnik), medios sociales y ‘trolls’ en Internet, con el objetivo de
confrontar valores democráticos, dividir a Europa, ganar apoyo doméstico y
crear la percepción de Estados fallidos en el vecindario del Este de la UE”.
En suma,
una “resolución no-vinculante” de la misma naturaleza que las resoluciones
vinculantes del Senador estadounidense Joseph McCarthy a comienzos de los años
50 para llevar la Guerra Fría al terreno político, cultural e ideológico, o sea
una “caza de comunistas” abiertos o encubiertos en Estados Unidos y todo el
mundo “occidental y cristiano”, que quedará en la historia como la “era infame
del macartismo”.
Con este
nuevo paso las instituciones de la UE, en este caso el PUE, confirman la
sospecha de que la UE no necesita enemigos que la desenmascaren, que se desnuda
por sí sola para mostrar su naturaleza antidemocrática, por no decir
totalitaria, como demostró el tratamiento reservado a Grecia y a sus dirigentes
electos democráticamente luego de la victoria electoral de Syriza y del
referendo para tratar de reducir la sangría que la UE exigía de Grecia.
Recordemos que este “streap-tease” comenzó en el
2011, cuando la UE avasalló sin reparo alguno lo poco que de soberanía política
le quedaban a Italia y Grecia nombrando a dos tecnócratas que venían de las
finanzas privadas para dirigir los gobiernos “técnicos” de Roma (Mario Monti) y
Atenas (Lukás Papadimos) e imponer las políticas de austeridad.
Así la UE confirmó lo que claramente dijo la ex
primera ministra Margaret Thatcher, de que bajo el sistema neoliberal “no hay
otra alternativa” -y el de la UE es el más perfeccionado-, porque “como tal la
sociedad no existe”. Únicamente existe el mercado para concentrar las riquezas
en un reducido número de oligarcas (2), como bien reporta el banco Credit
Suisse en su último reporte anual sobre la riqueza global.
Seriamente, lo que realmente amenaza a la UE no es
lo que transmiten o publican Russia Today o Sputnik, sino la rigidez
institucional y la estrechez política que le impide aceptar los necesarios
cambios para aliviar las enormes asimetrías económicas y sociales entre los países
que componen la “zona euro”.
La amenaza es la falta de democracia y el desprecio
de las voluntades populares cuando se expresan en referendos o protestas
masivas, y la indiscutible impunidad de los funcionarios y tecnócratas que
cumplen al pie de la letra las ordenes emanadas desde el Banco Central Europeo,
cuya misión refleja los intereses de Berlín.
Como decía, la iniciativa de la diputada Fotyga me
recuerda el macartismo y la persecución contra los periodistas y medios
periodísticos, como Prensa Latina y otras agencias que hacían su trabajo
profesionalmente y con ojo crítico, y que además de ser perseguidos o
vigilados, en muchos casos –y de esto hablo con experiencia- eran falsamente
acusados de ser “agentes de influencia” de Moscú o de La Habana.
El doble objetivo entonces, como ahora para la
diputada Fotyga, es el de crear un enemigo ideológico, político y hasta
cultural, que permita consolidar un “consenso” autoritario y represivo que se
aplicará en los pueblos de la UE, y para ello es necesario silenciar toda
prensa y todo pensamiento crítico, algo que será otro “tiro por la culata” para
la UE.
En su resolución la diputada Fotyga afirma que el
“Kremlin subvenciona partidos políticos y otras organizaciones dentro de la
UE”, que apoya a “fuerzas anti-UE” como “los partidos de extrema derecha y las
fuerzas populistas”, y revive el espectro de las confrontaciones entre
cristianos –que tanto marcaron la historia europea- al acusar a Rusia de
utilizar a la Iglesia Ortodoxa “para confrontar los valores Occidentales y
dividir a Europa”.
Hace tiempo que me digo que en realidad para sufrir
desprestigio la UE no necesita enemigos, que se basta a sí misma, sea con sus
políticas de austeridad que han concentrado la riqueza en unas pocas manos, o
con el desprecio de toda posibilidad de expresión de soberanía popular –como
bien lo dejó en claro Jean-Claude Juncker en el caso del referendo griego-, lo
que explica que una creciente mayoría de ciudadanos europeos estén perdiendo fe
en el sistema político y en sus herramientas, los partidos políticos
tradicionales en particular.
La prosperidad, paz y trabajo que prometió el
neoliberalismo no se concretó en ninguna de las sociedades del capitalismo
avanzado. Más bien lo contrario, lo que aumenta es la pobreza, el desempleo, la
precariedad, los conflictos sociales con los “extranjeros”, como tantas veces
en el pasado de Europa.
Y es probablemente por eso que en los pueblos de la
UE hay tanto malestar político y social, y una sensación de que “nada
cambiará”, de que “no hay posibilidad de cambio en este sistema”, y
eventualmente una toma de consciencia de que las cosas no pueden seguir así.
Esto puede ayudar a explicar el surgimiento en
prácticamente todos los países de movimientos, fuerzas o corrientes políticas
que buscan salirse de la UE o reformarla en profundidad. En los próximos días y
meses habrá muchas sorpresas en el terreno político, como ya vimos en las
recientes elecciones en EEUU, en el referendo sobre el Brexit y en la situación
interna del Partido Laborista Británico.
Un rasgo común es que los partidos políticos
tradicionales, los concentrados medios de prensa y las elites gobernantes ya no
controlan totalmente el “sentido común” de los ciudadanos, de que quienes
controlan el poder están perdiendo rápidamente toda legitimidad.
Para recordar eso de “dimes con quién andas y te
diré quién eres”, recordemos que la UE sigue el camino del gobierno de Mauricio
Macri en Argentina, impedir el acceso a las señales de Telesur y de Russia
Today en español (3).
Notas
- Alberto Rabilotta es periodista
argentino-canadiense.
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/181911
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