31/10/2016
El siguiente texto es una crítica
de Andrew Kliman, profesor emérito de Economía, a un borrador
preparado por David Harvey para un congreso en Turquía y que según tengo
entendido era la base para un capítulo que posteriormente este autor ha
contribuido al libro The Great
Financial Meltdown: Systemic, Conjuntural or Policy Created?, editado
por Turan Subasat.
Si Harvey es conocido entre la izquierda (tanto
activista como académica) por su empeño en divulgar y dar a conocer El
Capital de Marx gracias a su curso online
sobre el mismo, Kliman se ha centrado más en, refutar interpretaciones erróneas
de Marx que se han hecho, no sólo desde el ámbito neoclásico de la economía,
sino también desde posiciones keynesianas, sraffianas e incluso dentro de la
propia economía marxiana. Así, Kliman es defensor, junto a Alan Freeman y otros
autores, de una interpretación concreta de la teoría del valor de Marx, la TSSI
(por Temporal Single System Interpretation, o Interpretación de Sistema
Único y Temporal), que aplicada a la obra del alemán, serviría según ellos para
que la supuestas incoherencias internas de la misma se evaporasen. Así, las
críticas de Piero Sraffa, Ladislaus Bortkiewicz, o Nobuo Okishio, simplemente
carecerían de fundamento al dirigirse contra una malinterpretación de lo que
Marx decía.
En concreto, el teorema que
desarrolló Okishio en 1961 tuvo amplia divulgación al considerarse que
refutaba la Ley del Descenso Tendencial de la Tasa de Ganancia (TDTTG), un
concepto clave en la economía marxiana, ya que defendía que la tasa general de
ganancia en una economía en su conjunto aumentaría si se introducía una nueva
técnica de producción según la que, a precios establecidos en el momento en el
que se introduce el cambio, el coste unitario de output de una industria
acaba siendo inferior al del coste unitario anterior al cambio. La falta de esa
“tendencia” que la TDTTG predecía a que los capitalistas viesen su ganancia
disminuir por la competición y la introducción de mejoras tecnológicas (con el
aumento de la composición orgánica del capital), arrojaba una seria duda sobre
como mínimo ese aspecto de la economía marxiana. Kliman, en Reclaiming
Marx´s “Capital”: A Refutation of the Myth of Inconsistency, explica
minuciosamente la interpretación de la escuela TSSI de la obra de Marx y cómo
bajo esta perspectiva, las teorías del de Tréveris serían inmunes a esa
crítica.
Pues bien, es precisamente la TDTTG la que provocó
hace un tiempo este debate entre Harvey y Kliman, al defender Harvey en el
borrador para el congreso en Turquía que la TDTTG era un concepto innecesario
para los análisis económicos marxistas de la Gran Recesión (e incluso de la
economía capitalista en su conjunto), sosteniendo incluso que Marx mismo habría
dudado sobre esa idea que en otro momento sostuvo. Kliman abrió fuego con esta
primera crítica que publicamos, ya que se halla, junto con otros economistas
marxistas como Michael Roberts, firmemente posicionado en el sector que
defiende la importancia de la TDTTG para explicar la dinámica a largo plazo de
la economía capitalista. En las próximas semanas publicaremos la respuesta de
Harvey y la contrerréplica de Kliman.
Guillem Murcia
Harvey contra Marx sobre las
crisis del capitalismo, primera parte: malinterpretando a Marx
Por Andrew Kliman
La ley del descenso tendencial en la tasa de
ganancia es indispensable para explicar la Gran Recesión y para entender cómo
prevenir crisis económicas importantes en el futuro
David Harvey, un conocido geógrafo marxista ha
publicado recientemente el borrador de un artículo (Harvey 2014) que critica
enérgicamente la “ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia” (LDTTG)
de Carlos Marx, su lugar dentro de la teoría de las crisis económicas
capitalistas de Marx y su relevancia para con la Gran Recesión y las
prolongadas consecuencias de la recesión. La ley dice que la tasa de ganancia
tiende a descender debido al progreso tecnológico que ahorra en mano de obra y
que tiene lugar en el capitalismo. Al reducir los costes de producción, la
innovación tecnológica tiende a evitar que los precios de los productos
aumenten, y esto hace que los beneficios de las compañías tengan más difícil el
incrementarse tan rápidamente como la cantidad de capital que invirtieron para
producir sus productos.
La posibilidad de que este proceso sea una de las
causas subyacentes de la Gran Recesión es una cuestión de gran importancia
política. Se juzga si las políticas que intentan hacer que el capitalismo
funcione mejor –reemplazar el neoliberalismo con capitalismo estatista, la
regulación financiera, reducir la desigualdad, políticas que favorecen la
producción antes que las finanzas, etc.- pueden tener éxito en prevenir crisis
económicas graves en el futuro. La teoría de las crisis basada en la LDTDG
sugiere que tales políticas no pueden tener éxito en última instancia, porque
dejan intacta la búsqueda de maximizar beneficios y el vínculo entre progreso
tecnológico y rentabilidad decreciente, que son la quintaesencia de todas
las formas de capitalismo.
La principal crítica de Harvey sobre la LDTTG y la
teoría de las crisis basada en la misma es que son mono-causales: ignoran otras
causas de las crisis así como los factores que contrarrestan, y sus principales
defensores la presentan normalmente de forma en que “excluyen la consideración
de otras posibilidades”. Sostendré que esto es un muñeco de paja.
El verdadero problema no es que nadie haya
defendido una teoría mono-causal, sino que Harvey defiende lo que
podríamos llamar una teoría apousa-causal, una en la que la LDTTG no
juega ningún papel en absoluto (apousa en griego significa “ausente”).
Es el único que está intentando evitar que algo se considere. A la luz de su
énfasis en el “torbellino de fuerzas en conflicto” del capitalismo y sus
“múltiples contradicciones y tendencias de crisis”, uno podría esperar que nos
pidiese que considerásemos todas las causas potenciales de la crisis, y no
excluyéramos nada. Sin embargo, Harvey no está simplemente sugiriendo que otras
potenciales causas de la crisis se consideren junto a la LDTTG. Parece que está
decidido a que ésta y la teoría de las crisis basada en la misma se lancen a la
papelera de la Historia. Gran parte de su artículo está dedicado a cuestionar
si la LDTTG es una auténtica ley, si Marx realmente la defendió hacia el final,
si hay buenos indicios [evidence] de que la tasa de ganancia
descendiera, y de si descendió por las razones por las que la ley dice
que tiende a descender. Responderé a todo esto también.
También trataré otros dos aspectos del artículo de
Harvey:
- Harvey afirma que el crecimiento de la fuerza de trabajo a nivel global desde los años 80 sugiere que la LDTTG no ha actuado. Mostraré cómo esta afirmación se basa en una mala comprensión básica de la ley.
- Harvey afirma que Marx defendía que “si los salarios son demasiado bajos[,] entonces la falta de demanda efectiva supondrá un problema”. Mostraré cómo esto contradice su propia interpretación reciente del texto de Marx (Harvey 2012), y defenderé que la primera vez lo entendió correctamente.
Quiero aclarar que su actitud ante la LDTTG no es
ni sorprendente ni única. Aunque escribe que la teoría de las crisis basada en
la ley de Marx “mantiene una posición icónica en el imaginario marxista”, en
realidad ningún otro concepto ha sido tan rechazado. En la academia así como en
el reino político, otros marxistas e izquierdistas han denunciado de forma
regular el supuesto dogmatismo de la teoría y de quienes la apoyan, y han
intentado excluir la teoría de considerarse. Por ejemplo, en su History of
Marxian Economics, los profesores M.C. Howard y J.E. King (1992, p.xiii)
escribieron que la LDTTG “ha hecho mucho daño a las credenciales intelectuales
de la economía política marxiana”, mientras que la organización de Kshama
Sawant, Comittee for a Workers’ International, recientemente suspendió
de militancia a dos “dogmáticos”. Es particularmente rechazable que los
esfuerzos para excluir una explicación potencial de consideración se presenten
como oposición al dogmatismo y que esta distorsión se acepte tan a
menudo.
Los datos de la fuerza de trabajo
Harvey cita estadísticas que sugieren que la
ocupación se ha incrementado notoriamente –la fuerza de trabajo global se
incrementó en 1.100 millones de trabajadores entre 1980 y 2005- y trata de
utilizar esto como prueba contra la idea de que la tasa de ganancia global ha
descendido. Dedica más de mil palabras al tema, llegando a la conclusión de que aquellos
que atribuyen los problemas actuales del capitalismo contemporáneo a la
tendencia de la tasa de ganancia a descender están, en base a estos datos de
participación en el trabajo, gravemente equivocados. Las condiciones apuntan a
un incremento enorme en la producción y extracción del plusvalor y no a una
reducción.
Los datos ciertamente sugieren que la masa –la
cantidad absoluta- de plusvalor o ganancias ha aumentado. Pero el problema aquí
es lo que le ocurrió a la tasa de ganancia, la cantidad de plusvalor o
ganancias como porcentaje del volumen de capital invertido. Un incremento en el
numerador de una razón (tasa) no es una prueba de que la razón haya aumentado.
Si el incremento porcentual en el denominador de la tasa de ganancia, el
capital invertido, fuera mayor que el incremento porcentual en el numerador,
entonces la tasa de ganancia caería. Dado que Harvey no muestra, y ni siquiera
sugiere, que el denominador no llegara a incrementarse por un porcentaje mayor,
la estadística que cita simplemente no es prueba de que la tasa de ganancia
aumentara.
Sin embargo, Harvey defiende que el incremento en
el empleo es, por sí mismo –independientemente de ningún aumento en el capital
invertido- prueba crucial de que la LDTTG de Marx no ha estado actuando desde
principios de los años 80. “Si la teoría general de la tendencia de las tasas
de ganancia a descender es correcta, entonces la extensión de los cambios
tecnológicos de ahorro de mano de obra… deberían traducirse en una tendencia
decreciente del número de trabajadores asalariados empleados por el capital.
Esto es algo que el mismo Marx reconoció”.
Esto es simplemente incorrecto. El pasaje que cita
Harvey en apoyo de esa afirmación es que Marx “reconoció” que la LDTTG implica
un declive en el empleo en realidad dice que el cambio técnico en ahorro del
trabajo (“el desarrollo de la productividad”) “reduce la cantidad total de
trabajo aplicada para un capital dado” (Marx 1991ª, pp.355-56; énfasis
añadido). “Aplicada para un capital dado” significa “aplicada para un capital de
un tamaño dado”. Si, por ejemplo, el capital invertido es originalmente de un
millón de dólares y se emplea a 10 trabajadores, mientras que posteriormente el
capital invertido es de cuatro millones de dólares y se emplean 20
trabajadores, el número de trabajadores empleados “por un capital dado” –por
ej. por millones de dólares de capital- ha descendido desde 10 trabajadores a
5. Esto no significa lo que Harvey interpreta, básicamente, que el volumen
absoluto del empleo ha descendido. El volumen absoluto de empleo se ha doblado,
de 10 trabajadores a 20.
Además, en un tratamiento más extenso al principio
de su presentación de la LDTTG, Marx negó explícitamente lo que Harvey dice que
“reconoció”:
La ley de
la caída progresiva de la tasa de ganancia… de ninguna forma evita que la masa
absoluta de trabajo puesta en movimiento y explotada por el capital social
crezca, y con ello, la masa absoluta de plusvalor de la que se apropia…
La caída
en la tasa de ganancia no surge del declive absoluto en el componente variable
del capital total, sino simplemente de un declive relativo, de su descenso en
compración con el componente constante.
…La
magnitud absoluta de ganancia, su masa total, debería por tanto haber crecido
en un 50%, a pesar del enorme declive en la tasa general de ganancia. El número
de trabajadores empleados por el capital, esto es, la masa absoluta de trabajo
que pone en movimiento y por tanto la masa absoluta de plustrabajo que absorbe,
la masa de plusvalor que produce, y la masa absoluta de ganancias que produce, pueden
por lo tanto crecer, y hacerlo progresivamente, a pesar de la caída progresiva
en la tasa de ganancia. Esto no sólo puede sino que debe ocurrir
–descartando fluctuaciones temporales- en base a la producción capitalista
(Marx 1991ª, pags. 322-24, énfasis en el original).
Sería difícil expresar una idea más clara y
enfáticamente. Un aumento en el empleo simplemente no es prueba contra la
LDTTG.
La “aparente duda y ambigüedad” de Marx
En un esfuerzo para justificar su “escepticismo
desde hace tiempo sobre la relevancia general de la ley”, Harvey escribe,
“sabemos que el lenguaje de Marx fue vacilando más y más entre llamar a su
hallazgo ley, una ley de una tendencia y, en ocasiones, sólo una tendencia”.
Pero lo que Harvey malinterpreta como duda entre “tendencia” y “ley” es en
realidad una distinción inescapable entre lo que ocurre en el mundo y lo que
explica por qué ocurre. Marx llamó la atención sobre que la tasa de ganancia
tiene una tendencia a descender, y avanzó una ley que explica por
qué tendía a descender. ¿Dónde está la duda? [1]
Tampoco dudó Marx entre llamar a la LDTTG una “ley”
o llamarla una “ley de una tendencia”; consideraba todas las leyes
económicas como leyes de tendencias. En el capítulo 10 del volumen 3 del
Capital, por ejemplo, escribió: “Asumimos una tasa general de plusvalor de este
tipo como una tendencia, como todas las leyes económicas…” (Marx 1991a, p.275).
La idea es bastante sencilla: uno no puede identificar una ley que explique
cada fluctuación en una variable económica como la tasa de ganancia, porque
estas fluctuaciones están gobernadas íntegramente por leyes. Están afectadas
por todo tipo de contingencias e impedimentos. Uno sólo puede identificar leyes
de tendencias que las variables muestran entre y a pesar de las contingencias e
impedimentos.
Pero Harvey tiene más razones para su creencia de
que Marx era ambiguo sobre la LDTTG. Por ejemplo, “Marx no hizo mención alguna
a la tendencia de la tasa de ganancia a descender en sus escritos políticos
como La Guerra Civil en Francia”. La Guerra Civil en Francia
tampoco menciona fenómenos como el plustrabajo y el plusvalor. ¿Pensaría Harvey
que esta ausencia es prueba legítima de que Marx tenía dudas acerca de la
existencia del plustrabajo o el plusvalor? ¿Lo consideraría una justificación
para su “escepticismo desde hace tiempo sobre (i)rrelevancia general”?
Como otra prueba de las supuestas dudas de Marx
sobre la LDTTG, Harvey señala también que sus análisis de las crisis de 1848 y
1857 las presenta como “crisis comerciales y financieras” y se refiere al
descenso de la tasa de ganancia sólo de pasada. Michael Krätke, un académico
que estudia a Marx, ha defendido una idea parecida. Esto puede parecer una
prueba importante a aquellos acostumbrados a la ahora-prevalente terminología
marxista, en la cual las recesiones y depresiones se llaman crisis, pero el uso
de términos ha cambiado bastante desde la época de Marx. Cuando se refería a
las crisis económicas, quería decir las crisis comerciales y
financieras. Distinguía estas crisis de los descensos económicos que
desencadenan, caracterizando las fases sucesivas del ciclo de negocios como
“periodos de actividad moderada, prosperidad, sobre-producción, crisis y
estancamiento”, y “periodos de actividad media, producción bajo alta presión,
crisis y estancamiento (Marx 1990, págs. 580, 785).
Además, Marx no consideró la tendencia de la tasa
de ganancia a descender como una causa inmediata de las crisis
comerciales y financieras. Defendía que el declive en la tasa de ganancia lleva
a las crisis de forma indirecta y tras un cierto lapso. Promueve la
sobre-producción (por ejemplo, deprimiendo la demanda de inversión productiva).
También promueve la especulación financiera y el fraude: “Si la tasa de ganancia
desciende… tenemos fraude y una promoción general del fraude, a través de
intentos desesperados en la forma de nuevos métodos de producción, nuevas
inversiones de capital y nuevas aventuras, a fin de asegurar algún tipo de
ganancia extra”. Es sólo cuando las deudas finalmente no pueden pagarse que una
crisis –esto es, una crisis financiera- surge y la crisis lleva a
estancamiento: “La cadena de obligaciones de pago en fechas específicas se
rompe en cientos de lugares, y se intensifica aún más por un acompañamiento de
la ruptura del sistema de crédito, que se había desarrollado junto al capital.
Todo esto lleva a crisis violentas y agudas, devaluaciones forzosas repentinas,
un estancamiento actual y una disrupción del proceso de reproducción, y por tanto
un declive real en la reproducción” (Marx 1991ª, págs. 349-50, 367, 363).
Una vez entendemos que Marx se refería a las
rupturas de las relaciones comerciales y financieras cuando usaba el término
“crisis”, y que reconocía la existencia de muchos vínculos intermedios entre la
caída de la tasa de ganancia y el desencadenamiento de la crisis, no es
sorprendente ni particularmente significativo que a veces hablara de las crisis
abstrayéndose de la tendencia de la tasa de ganancia a descender. Únicamente
estaba siendo riguroso y dialéctico, tratando una cosa cada vez, y no creando
una mezcolanza caótica al intentar tratarlo todo a la vez.
Harvey también señala que “Marx nunca volvió a la
teoría del descenso en la tasa de ganancia” después de 1868 y que “parece un
poco extraño que Marx eligiese ignorar en los últimos doce años de su
investigación lo que antes había denominado en los Grundrisse como la
“ley más importante de la economía política”. Sin embargo, el inferir que Marx
“ignoró” la LDTTG de estos indicios no resulta lógico. Cuando ya he resuelto
una cuestión teórica o empírica y he quedado satisfecho, no sigo insistiendo en
ella obsesivamente, sino que continúo avanzando. Eso no significa que ignore la
respuesta a la que había llegado; la considero asumida. Los indicios sugieren
que Marx trabajaba de una forma similar. ¿De qué forma trabaja Harvey?
Así que la verdadera pregunta es si, antes de
seguir adelante, Marx se hallaba satisfecho con su explicación de por qué la
tasa de ganancia tiende a descender. Las pruebas dejan poco espacio para la
duda. En una respuesta a Michael Heinrich (que hace poco presentó argumentos
similares a los de Harvey), mis coautores y yo presentamos “una considerable
cantidad de pruebas en la correspondencia de Marx –desde1865 a 1877- de que
estaba satisfecho con sus resultados teóricos y de que consideraba El Capital,
no sólo el primer volumen que publicó, sino también los volúmenes que aún
quedaban por publicar, como un trabajo finalizado en un sentido teórico”
(Kliman, Freeman, Potts, Gusev y Cooney 2013). Heinrich no ha respondido a
estas pruebas, y Harvey no las comenta.
Respecto a la opinión de Marx de que la LDTTG era
la ley más importante de la economía política, no se trataba de un comentario
esporádico hecho al principio y luego “ignorado”. Lo afirmó no únicamente en
los Grundrisse de 1857-58, sino también en sus manuscritos económicos de
1861-1863: “Esta ley, y es la ley más importante de la economía política, es
que la tasa de ganancia tiene una tendencia a descender con el progreso de
la producción capitalista” (Marx 1991b, p.104; énfasis en el original). Más
tarde, cuando escribía el volumen 3 de El Capital, Marx fue más allá de la
aseveración de que la LDTTG era la ley más importante. Defendió que era tan
importante que toda la economía política desde Adam Smith había girado
alrededor de la búsqueda de esta ley: “dada la gran importancia que esta ley
tiene para la producción capitalista, uno podría perfectamente decir que forma
el misterio alrededor del cual gira la solución a la economía política al
completo desde Adam Smith” (Marx 1991ª, p.319).
La teoría monocausal mítica
La comprensión incorrecta de Harvey del texto de
Marx es también lo que se halla tras su acusación de que la LDTTG y la teoría
de las crisis capitalistas basada en la misma son monocausales. Defiende que la
ley de Marx se deriva de un “modelo muy simplificado”, que descansa sobre una
serie de presupuestos “estrictos”. Esto es, la ley es únicamente válida si
todos los presupuestos se cumplen en el mundo real. Pero en virtud de estos
presupuestos, la ley excluye todas las causas potenciales de una caída en la
rentabilidad que no sea el cambio técnico que ahorre trabajo, y excluye todos
los factores que pueden evitar que la tasa de ganancia descienda al contrarrestar
los efectos del cambio técnico. Así, la ley es monocausal, como lo es cualquier
teoría de las crisis que la emplee sin combinarse eclécticamente con factores
exógenos.
Y con todo, Harvey reconoce que los presupuestos
estrictos no se encuentran en el texto de Marx: “Aunque Marx declara sus
presupuestos en el Volumen 1 [de El Capital], no lo hace en el caso de la
teoría del descenso de la tasa de ganancia [en el Volumen 3]”. ¿Cómo sabe
entonces que Marx impuso esos presupuestos estrictos?
En un caso, al menos, se puede demostrar que se
equivoca. De acuerdo con Harvey, la ley de Marx asume que todas las mercancías
(“con la excepción de la fuerza de trabajo”) se compran y venden a sus valores
reales, más que a los precios que difieren de estos valores [2]. Esto no es
así. La ley es el tema de la tercera parte del tercer volumen. En la segunda
parte, Marx ya había derivado el resultado de que, por grandes que sean las
diferencias entre los valores y los precios de las mercancías a los que se
venden, el precio total del output de la economía en su totalidad es
igual a (y por tanto limitado por) el valor total de este output. En
consecuencia, cuando el precio que una empresa o una industria recibe por su
producto supera el valor del producto, esta ganancia llega puramente a expensas
de una pérdida que sufren otros capitalistas. Los precios de sus productos son
menores a sus valores. Y de esto se sigue, primero, que la ganancia total es
igual a (y limitada por) el plusvalor total que se ha creado, y segundo, que
las diferencias entre los precios y los valores dejan sin afectar la tasa de
ganancia a nivel macroeconómico a la que se refiere la LDTTG [3].
Estos resultados, y no el presupuesto
de que todo se vende a su valor, son la base sobre la que Marx (1991b, p. 104;
énfasis en el original) derivó su ley del descenso tendencial en la tasa de
ganancia:
Hemos
visto que [la tasa de ganancia] es diferente en el capital individual [que] la
ratio de plusvalor respecto a la cantidad total de capital adelantado. Pero
también se mostró que considerando el […] capital total de la clase
capitalista, la tasa promedio de ganancia no es otra cosa que el plusvalor
total relacionado con y calculado sobre este capital total […]. Aquí, por
tanto, estamos sobre terreno firme donde, sin entrar en la competición de los
muchos capitales, podemos derivar la ley general directamente de la naturaleza
general del capital tal y como se ha desarrollado hasta ahora. Esta ley, y es
la más importante de la economía política, es que la tasa de ganancia tiene
una tendencia a descender con el progreso de la producción capitalista.
En general, Harvey convierte la ley de Marx en un
modelo que depende de una serie de presupuestos restrictivos al construir la
ley de la forma más estrecha posible. No considera la totalidad de la parte 3
del tercer volumen, sino sólo el material que trata lo que Marx llamó “la ley
como tal” (das Gesetz als solches), como una presentación de la ley.
Esto hace que la ley parezca monocausal y desconectada de otros fenómenos e
instituciones que Marx trata más tarde en la parte 3. No parece ser una ley que
funcione entre varios factores contrarrestantes y a través de la
intermediación del sistema financiero (como he comentado anteriormente), sino
una abstracción de otro mundo que sólo puede denominarse ley bajo condiciones
imaginarias que excluyen e ignoran mucho de lo que importa en el mundo real.
Harvey dice que la “exclusión” de Marx de tantas
cosas “restringe altamente la aplicabilidad [de la ley]”. Aunque sabe que Marx
introdujo otros fenómenos e instituciones en el análisis, su aislamiento de “la
ley como tal” le impide reconocer esto como prueba del carácter multicausal de
la LDTTG. La introducción de fenómenos e instituciones adicionales en el
análisis no parece ya ser un enriquecimiento dialéctico de la ley que la
describe en las formas concretas en que se manifiesta, sino una admisión
táctica de que las condiciones que se necesita que estén presentes para que la
ley funciona en realidad no lo están. La ley no parece “permanecer […]
intacta”. Marx parece que esté dedicado a una explicación separada de la
anterior, una que trata de “qué ocurre cuando los presupuestos tomados al
derivar la ley se retiran”. Parece que esté cuestionando el estatus de ley,
exhibiendo una “vacilación y ambigüedad”. Y parece que estemos necesitados de
un marco de teoría de la crisis muy diferente, un espacio desestructurado
poblado por una serie de factores y fenómenos explicativos potenciales que no
tienen conexiones intrínsecas los unos con los otros, factores y
fenómenos demasiado distintos unos de otros para que se “agrupen […] en una
teoría unitaria”.
No hace falta leer el texto de esta manera. Y como
no es necesario, no debería hacerse; la lectura poco caritativa no es una buena
práctica interpretativa.
No hace falta un debate metodológico sofisticado
para entender el error de la acusación de monocausalidad. El problema es
simple. Si apelo a la ley universal de la gravedad a fin de explicar por qué
las manzanas tienen una tendencia a caerse de los árboles, sin mencionar otros
factores que pueden hacer que caigan, como el viento, o a factores
contrarrestantes, como la resistencia del aire, no estoy presuponiendo
que todas estas cosas no existan. Y mucho menos estoy construyendo un modelo
monocausal que las excluye y que está por lo tanto gravemente restringido en su
aplicabilidad. No estoy haciéndolo incluso si explico que la ley de la gravedad
se sigue de la segunda ley del movimiento de Newton y me abstengo de introducir
otros factores en la ecuación donde muestro como lo hace. Y si después hablo de
la resistencia del aire y del viento, no estoy mostrando mi ambigüedad,
vacilando, o admitiendo que la ley universal de la gravedad funcione sólo en un
vacío, y que no lo haga en el mundo real [4].
Harvey tiene razón al decir que la ley de Marx no
es la “verdad absoluta” de la dinámica del capitalismo. En otras palabras, no
es su única causa. No explica cada pequeño movimiento en la trayectoria de la
tasa de ganancia. Pero es que ése no es el propósito de la ley. Su propósito es
“simplemente” mostrar que la teoría del valor de Marx, junto a su teoría de la
acumulación de capital, pueden explicar el hecho de que la tasa de ganancia
tienda a descender.
La mayor parte del tiempo, Harvey es bastante vago
sobre quienes son exactamente los objetivos de sus críticas. Por ejemplo,
defiende que la teoría de las crisis basada en la LDTTG está “típicamente
presentada” por sus defensores actuales “de tal forma que excluye la
consideración de otras posibilidades” y que “a muchos economistas marxistas les
gusta defender” que hay una “única teoría causal de las crisis”. El hecho de
que se abstenga de dar nombres hace muy difícil contestar a sus acusaciones. En
cierto punto, sin embargo, defiende no sólo que “algunos defensores” de la ley
“sugieren […] que la financialización no tuvo nada que ver con el crash
de 2007-08”, sino también que “Andrew Kliman ha sido uno de los más estridentes
en su defensa de que la crisis no ha tenido nada que ver con la
financialización”. Sin embargo, no defiendo eso estridentemente. No lo hago ni
siquiera mostrando el debido respeto a mis superiores. Defiendo lo opuesto:
“Por supuesto, una crisis financiera desencadenó la recesión, y fenómenos
específicos al sector financiero (apalancamiento excesivo, hipotecas de riesgo,
etcétera) estuvieron entre sus causas importantes” (Kliman 2012, p. 6).
Esta frase que he citado está extraída del primer
capítulo de mi libro en las causas subyacentes de la Gran Recesión [5]. Parte
del capítulo siguiente “se centra en dos vínculos intermedios –baja
rentabilidad y el sistema de crédito- que conectan la caída de la tasa de
ganancia […] con la última crisis y desplome [slump] económicos” (Kliman
2012, pp. 16-17). Y el capítulo 3, dedicado a la crisis financiera de 2007-08,
trata de lo siguiente: la política de excesivo dinero-fácil de la Reserva
Federal tras el pinchazo de la burbuja de las punto com en los años 90;
titularización de prestamos hipotecarios; hipotecas subprime; líneas de
crédito de patrimonio neto de los hogares [home-equity]; ratios de
préstamo a valor en alza para prestamos hipotecarios; ratios de apalancamiento
de los prestamistas en alza y requisitos reducidos de capital; el aumento en la
deuda de los hogares durante los años 90 y 00; la psicología que incrementó las
burbujas de las punto com y de los precios de la propiedad inmbiliaria; los
desastrosamente incorrectos modelos de predicción de las agencias de rating;
y el flujo de ahorros desde el extranjero que se abrió paso hacia los Estados
Unidos. Si éste es el mejor ejemplo de Harvey de la negación de que la
financialización fuese la causa de la crisis financiera de 2007-08 [6], o de un
enfoque monocausal, no me gustaría ver sus otros ejemplos.
Andrew Kliman es el autor de The Failure of
Capitalist Production: Underlying Causes of the Great Recession (Pluto
Press, 2011) y Reclaiming Marx´s “Capita”l: A Refutation of the Myth of
Inconsistency (Lexington Books, 2007). Profesor emérito de Economía en Pace
University (Nueva York), trabaja políticamente con la Marxist-Humanist
Initiative.
Referencias
Harvey, David. 2012. “History versus Theory: A
Commentary on Marx’s Method in Capital”, Historical Materialism 20:2, 3-38.
Harvey, David. 2014. “Crisis
Theory and the Falling Rate of Profit”.
Howard, M.C. y J.E. King, 1992. A History of
Marxian Economics: Volume II, 1929-1990. Princeton, NJ: Princeton Univ.
Press.
Kliman, Andrew. 2007. Reclaiming Marx’s
“Capital”: A Refutation of the Myth of Inconsistency. Lanham, MD: Lexington
Books.
Kliman, Andrew. 2012. The Failure of Capitalist
Production: Underlying Causes of the Great Recession. Londres: Pluto Books.
Kliman, Andrew; Freeman, Alan; Potts, Nick; Gusev,
Alexey y Cooney, Brendan. 2013. “The Unmaking
of Marx’s Capital: Heinrich’s Attempt to Eliminate Marx’s Crisis Theory”.
Kliman, Andrew y Williams, Shannon D. 2014. “Why
“Financialisation” Hasn’t Depressed US Productive Investment”, Cambridge
Journal of Economics. Versión impresa próximamente disponible.
Marx, Karl. 1990. Capital: A Critique of
Political Economy, Vol. I. Londres: Penguin.
Marx, Karl. 1991a. Capital: A Critique of
Political Economy, Vol. III. Londres: Penguin.
Marx, Karl. 1991b. Karl Marx, Frederick Engels:
Collected Works, Vol. 33. Nueva York: International Publishers.
Notas:
[1] Ver Kliman, Freeman, Potts, Gusev y Cooney
(2013) para un debate sobre la función de la ley y el significado de la “ley”
en este contexto.
[2] Rebate la idea de que en el tercer volumen de
El Capital mantenga el presupuesto, explicado en los volúmenes primero y
segundo de que “todas las mercancías se intercambian a su valor (con la
excepción de la fuerza de trabajo)”. Sin embargo, este presupuesto en cuestión
no excluye la fuerza de trabajo. Al asumir que la fuerza de trabajo también se
compra a su valor íntegro, Marx fue capaz de explicar cómo la ganancia aumenta
en la producción, no en el mercado, y hacerlo sin abandonar la idea de que el
intercambio de mercancías es “en realidad, el mismísimo Edén de los derechos
innatos del hombre… el reino exclusivo de la Libertad, Igualdad, Propiedad y
Bentham” (Marx 1990, p. 280).
[3] Soy consciente de la acusación de que la
derivación de Marx de estos resultados se ha probado como internamente
incoherente, pero esto es únicamente un mito pernicioso. Ver el capítulo 8 de
Kliman (2007).
[4] Creo que esta analogía del procedimiento de
Marx se mantiene estrictamente, punto por punto. La ley de la gravedad es
análoga a la LDTTG; la segunda ley de la movimiento es análoga a la ley de la
determinación del valor por el tiempo de valor (“la ley del valor”).
[5] Harvey cita mi libro en otra parte de su
artículo, pero no aporta ninguna otra prueba o cita que apoye su versión de lo
que yo defiendo.
[6] Shannon Williams y yo (Kliman y Williams
(2014)) hemos demostrado que la financialización no fue la causa de la caída de
la tasa de acumulación de capital en las empresas de Estados Unidos durante las
décadas anteriores a la Gran Recesión. Esto, por supuesto es un tema totalmente
distinto.
Introducción y traducción a cargo de Guillem
Murcia para Rotekeil
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